FACULTAD DE MEDICINA HIGIENE ESCOLAR EK SUS RELACIONES COK LA MIOPÍA TESIS PRESENTADA PARA OPTAR AL TÍTULO DE DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUGÍA POR SEBASTIÁN B. RODRÍGUEZ f\ «•« 5* Vale más tener un buen cuerpo que no un buen cerebro. MONTEVIDEO Imprenta Artística, de Dornaleqhe y Reyes 89 — calle 18 de julio — 89a 1891 Vdft* NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE Bethesda, Maryland - 5 g¿^ xfr j¿o ÍU s ¿z£<_ C^i Y^5 -^fc^ ¿^•6? l^z^T^e^ :J^^Z^ /)./&~S>>^ ..>•> FACULTAD DE MEDICINA HIGIENE ESCOLAR EN SUS HELACIOIIES CCH LA MIOPÍA TESIS PRESENTADA PARA OPTAR AL TÍTULO DE DOCTOR EN MEDICINA Y (IRUGÍA POR SEBASTIÁN B. RODRÍGUEZ Padrino de Tesis : Padrino de Grado : Doctor don Isabelino Boech. Dr. D. Antonio M. Rodríguex. --V6X(V-- MONTEVIDEO Imprenta Artística, de Dornaleche y Reyes 89 — callk 18 dk julio — 89a íes: /Sil Facultad de Medicina decano: Doctor don Elias Regules CATEDRÁTICOS: Física Médica................... Doctor don Jacinto de León Química Médica y Biológica...... » » José Srustría Hi.-ti.ria Natural y Bacteriología. Prof. José Ancluiuile.ta Anatomía 1." año.............. Doctor » Eugenio l'iaggio Anatomía 2." alio................ , » José M. Caraft Fisiología........................ , » juan fí. .1/,,ri,m Patología Ceneral................. » Alfredo VitUü ;/ Fuentes Anatomía Patológica.............. » > (iuilhnno Leopold Terapéutica y Materia Médica--- » » América Ricalduni Higiene Pública y Privada....... » » Elias Regules Patología Interna y Dermatología. » » Francisc, ¿oca Patología Externa................ » » José Pugnalin < ¡uterino) Medicina Operatoria y Anatomía Topográfica.................... » » Enrique Poney Medicina Legal y Toxicología.... » » Elias Requles Obstetricia y «Hneeología......... » » Alejandro Fiul de Pcrcra Oftalmología.................... » » Albérico hala Clínica Semiológica.............. * » Antonio Serrotosa Clínica Médica.................. » > Pedro 1 'is--a Clínica Quirúrgica............... » » José Pugnalin Clínica Obstétrica................ » » Isabel i no Pasrli Jefe de Clínica Médica........... » » Enrique Figari Jefe de Clínica Quirúrgica....... » » José Samarán Secretario: Doctor don Benito del Campo Prosecretario : Doctor don Carlos Demicheri Bibliotecario : Doctor don Antonio Prutiés (Sí mi mad^e (Sí ta memozta de nti padie u, á ta cíe mi maiogiacto amiao (¿ustavo (Sticozta Á LA DIRECCIÓN G. DE INSTRUCCIÓN PUBLICA A L dar forma á estos apuntes sobre una in- teresante cuestión de higiene escolar, no he querido tan sólo dar cumplimiento á una obligación universitaria, sino que al mismo tiempo me ha animado el propósito de con- tribuir, en mi modesta esfera de estudiante, á que se inicien entre nosotros investigacio- nes de esta naturaleza, que tanto pueden in- fluir en favor de la buena salud v completo desabollo de las aptitudes físicas de los edu- candos que asisten á nuestras escuelas comu- nes ; sobre todo si esas investigaciones se rea- lizan por persona de mayor preparación y competencia de la que á mí me asiste. Si este ensayo diera algún resultado en ese sentido, ó pudiera, de cualquier otro modo, secundar los nobles esfuerzos que la Direc- ción General de Instrucción Pública realiza en favor de la infancia que se educa al am- — 8 — paro del Estado, creeré colmados todos mis deseos. En homenaje, pues, á los propósitos que me han impulsado á escribir esta tesis, espero que esa Dirección se dignará acoger benévo- lamente su dedicatoria. g£ <¡J3. e/?. I GENERALIDADES Señores : Cn el curso de este trabajo me propongo *--* examinar brevemente una de las cuestio- nes de higiene escolar que más ha preocupado la atención de los hombres de ciencia desde principios de este siglo hasta nuestros días, y que ha merecido la preferencia de multitud de médicos, higienistas, pedagogos y, en una pa- labra, de todas aquellas personas amantes de la educación y celosas del porvenir y bien- estar de la infancia que se educa en las es- cuelas públicas. Siempre he leído con interés todas las cues- tiones de higiene relacionadas con la escuela, y á medida que me iniciaba en su conoci- miento, veía cuan grande era la necesidad de que nos preocupáramos de estudiar nuestras — 10 — enfermedades escolares y los medios de evi- tarlas. No cabe duda ninguna de que el medio que frecuenta el niño en la época de su edu- cación, da lugar al desarrollo ó preparación de dolencias físicas, que serán más tarde otras tantas causas de pérdidas ó alteraciones de la salud. Es indiscutible que el germen ó causa ori- ginaria de ciertos estados patológicos, se debe exclusivamente á la escuela y á la inobser- vancia de las prescripciones más elementales de la higiene escolar. Pocos serán los que han frecuentado nuestras escuelas á quienes no les haya pasado lo que á mí y á muchos de mis condiscípulos de estudios primarios, de sufrir frecuentes cefalalgias, padecer de trastornos gástricos, epistaxis, fatiga intelectual, etc., etc.; males todos que cesaron repentinamente tan pronto como abandonamos los bancos de la escuela para ingresar en la Sociedad Univer- sitaria. Iba á la escuela con el temor de adquirir en seguida una cefalalgia, y así me sucedía, pues á las dos ó tres horas de estar en ella ya no aprovechaba nada de lo que se hacía y decía en la clase, y permanecía indiferente y abu- rrido por todo el día; estos males se repetían tan frecuentemente, que me hicieron cobrar — 11 — aversión á la escuela y salí de ella con ale- gría infinita, pues sin saber, en aquel entonces, porqué, atribuía las causas de mis padecimien- tos á quien no correspondía. Más tarde, cuando empecé á estudiar algunas de las ramas de las ciencias médicas, me vine á dar cuenta de las verdaderas causas de aquellos padeci- mientos. Unidos á estos males, que son los menos, podría enumerar una larga lista de los que se padecen en la escuela, que felizmente no son inevitables, pues como son producto exclusivo de la ignorancia ó del abandono, desaparece- rán á medida que vayan siendo objeto de estudio por parte de nuestras autoridades es- colares y del personal docente. He tenido ocasión de visitar varias escue- las donde cualquiera puede observar los de- fectos de nuestros grupos de escolares y ver cuál es el origen de muchos de los padecimien- tos indicados, y que pasaré á referir. Multitud de niños pasan las mejores horas del día en edificios impropios, con malísimas posiciones que no hacen por corregírselas: quien se ve con la cabeza con inclinaciones impropias, ya hacia los lados, ya hacia adelante, formando una verdadera cifosis, pasajera en las prime- ras épocas, pero que á la larga concluye por ser permanente; quien apoyando su pecho so- — 12 — bre el borde de la mesa comprimiendo su caja torácica, dificultando su respiración y haciendo que se alteren los diámetros de dicha cavidad en una época en que es fácil conseguirlo por la excesiva blandura de todos los tejidos. ¿Qué consecuencia traen estos defectos en la infan- cia ? Que más tarde veamos en las aulas uni- versitarias y en las casas de familia, una can- tidad de jóvenes padeciendo de las vías res- piratorias, principalmente tuberculosos, que no hacen más que acrecentar la cifra de la mor- talidad y producir vacíos sensibles cuando em- pezaban á revelar sus cualidades. Buenos ce- rebros, pero colocados en cuerpos enfermizos culpa de quien se ocupó más en hacer desa- rrollar el uno sin preocuparse del otro. He podido notar que es también muy común entre nuestros compañeros y entre los niños que asisten á las escuelas, muchos que tienen trastornos en la visión, y que, ya por dejadez, ó ya por una sutileza de amor propio, pecu- liares de la edad, no tratan de corregir dicho defecto aplicándose lentes adecuados, lo que v hace parecer que son insignificantes y poco comunes dichos padecimientos. La atonía vesical é incontinencia de orina, y todos los demás síntomas propios de las congestiones cefálicas, aumentan también el número de las enfermedades producidas por - 13 - la estadía en la escuela, sin incluir, se com- prende, todo el cuadro de enfermedades con- tagiosas que tanto se pueden adquirir en ella como en cualquiera otra agrupación humana. No contamos nosotros con estadísticas pro- pias, de las cuales indudablemente se podrían sacar datos numéricos para corroborar mis opi- niones ; pero no así con las extranjeras, que me han venido á prestar un gran concurso en la cuestión que pretendo probar. En Nueva York han observado en una es- cuela que sobre 393 niños había 63 enfermos de jaqueca, ó sea un 16 °/0. Darmstad ha en- contrado hasta un 27,3 % atacados de la mis- ma enfermedad en clases superiores. El mismo profesor ha notado, sobre 842 niños, un 6 % de ellos atacados de epistaxis. En un colegio de Neufchatel (Suiza), el doctor Guillaume en- contró afectados de jaqueca y epistaxis, en 350 niños, 169, ó sea un 48,3 %»e-y en 385 niñas, 245, que representan un 69,8 °/0. Las estadísticas de Cohn sobre la miopia, que citaré más adelante, las de varios autores norteamericanos sobre la atonía vesical, y muchas otras, prueban todas que las enfermedades escolares existen y que desgraciadamente producen y producirán nu- merosas víctimas, hasta, tanto no se les dé una preferente atención á las cuestiones importantí- simas de la higiene. — 14 — Desde su infancia hasta su decrepitud, la tendencia constante del hombre es á vivir en sociedad, formando los diversos grupos que son objeto de estudios especiales por parte de la higiene general, como ser el escolar, el militar, el marino, el industrial; el civil, etc., etc. Es el primero el objeto de mi estudio, y me he decidido á darle la preferencia, por con- siderarlo como el más importante de todos ellos, pues se compone aquel grupo de una colectividad de la cual se forman todos los otros, siendo la escuela el punto hacia donde deben converger todos nuestros esfuerzos y todas nuestras principales mejoras en materia de higiene y de educación. Es la escuela el medio en que vive el niño por espacio de 10 ó 12 años, y donde vive el maestro durante toda su vida quizá. Es éste un medio impropio por lo general, por las con- diciones del local y la agrupación de indivi- duos, y hay que considerar que se le obliga al niño á pasar su infancia, ó sea la edad más delicada y la que está expuesta á contraer mayor número de males con más facilidad, por lo débil y la poca resistencia que presenta el organismo en esta época de la vida. No sucede esto con el maestro; pero en cambio, como tiene que residir por mayor número de años en el mismo medio, llega, á la larga, á — 15 — ofrecer menor resistencia para contrarrestar á los enemigos invisibles que existen en todo lo que le rodea. Que hay peligros para la salud de los maes- tros en las escuelas, lo prueban los datos es- tadísticos compilados por el doctor Berra, que arrojan una proporción asombrosa de directores y ayudantes enfermos. En los directores de es- cuelas urbanas de varones, de 2.0 grado, hay una proporción de 20 °/0; en las mismas, de mujeres, hay un 18 °/0, y en las urbanas mix- tas, de i.er grado, hay un 17,65 °/0. En las mismas escuelas, pero para los ayudantes, las proporciones de enfermos son las siguientes: ayudantes varones en escuelas de 2.0 grado, 25 °'„; ayudantes mujeres en escuelas de 2.0 grado mixtas, 40 " 0, y en las de i.er grado mixtas, 46,91 °',,. Son cifras alarmantes y que deben preocuparnos, pues ellos viven en las condiciones buenas, mediocres ó malas en que también tienen que vivir los niños. Existiendo estos males, ¿ qué debemos ha- cer para mejorar la higiene de la escuela ? Estudiar una multitud de cuestiones que se originan desde la elección de terreno para ins- talarla, exposición, luz, mobiliario, hasta las cuestiones complejas de trabajos físicos y psí- quicos con su debida reglamentación, etc., etc. Proteger al niño y al maestro contra la acción — 16 — directa de los medios exteriores, salvarlos de las consecuencias perjudiciales que resultan de la agrupación de individuos y locales, entra en el cuadro de la cuestión que voy á des- arrollar. La importancia del punto en cuestión es algo que no necesita demostración, pues aparte de que nos induce á estudiar ya sus remedios, los grandes males que he citado, y que no están todos, pues debemos agregar to- das las enfermedades contagiosas, tales como fiebres eruptivas, tifoideas, intermitentes, angi- nas de todas clases, parótidas, oftalmías gra- nulosa y purulenta, etc., etc., nos induce á ello también otra razón muy importante y digna de tenerse en cuenta. Se trata del gran número de escuelas, tanto públicas como privadas, que existen en la República, con sus maestros y niños que asisten á ellas. Hay en nuestro pe- queño territorio 877 escuelas, que tienen 1,331 maestros, y á las que asisten 55,482 niños de ambos sexos. No es ya un cumplimiento á las exigencias de la higiene, sino un deber de hu- manidad velar por la salud y dirección de tantos seres. Ha aumentado nuestra población, ha aumen- tado el número de escuelas, de maestros y de niños, y con ellos han crecido las exigencias que las soluciones complicadas y onerosas de — 17 — la higiene debe reclamar, y es de esperar- se que con éstas aumenten proporcional mente los sacrificios que el Estado, las Municipalida- des ó la familia deben imponerse para prove- cho propio, pues la escuela no es más que la línea de unión entre la familia y la sociedad, y atendiendo á aquélla se mejora ésta. Llevar á la práctica las mejoras que reclama nuestra higiene escolar, es una tarea difícil, pero pro- vechosa. Difícil, no sólo por la falta de me- dios, sino también por la poca vulgarización y empuje que se ha dado á estas cuestiones, pues sólo conocen su importancia y alcance un grupo determinado de personas, que mu- chas de ellas no están ni al frente de los des- tinos de nuestras instituciones escolares. Pro- vechosa, por el incalculable beneficio que reporta el Estado mismo, formando sus ciuda- danos del porvenir. Hay quien juzga del grado de adelanto de una nación, por el solo hecho de cómo tienen desarrollada y bien considerada la instrucción primaria en todos sus puntos. Hubo un ale- mán que, hablando del desarrollo de la ins- trucción en su país, dijo que el maestro de escuela fué el que aseguró la victoria á la Prusia. El niño es, en efecto, una semilla que, siendo bien cultivada, asegurará á su cultiva- dor un buen fruto, formando más tarde una buena sociedad. — 18 — Cuestión muy estrechamente ligada con la higiene escolar, es el grave error en que han incurrido casi todos los países europeos y ame- ricanos, y que consiste en darle una pre- ponderancia suma al desarrollo y ejercicio de las fuerzas intelectuales, dejando casi inactivas las físicas. Grave error, repito; pues así como de fuerzas opuestas nace el equilibrio físico, de partidos políticos opuestos el mantenimiento de los gobiernos, del desarrollo simultáneo de las funciones fisiológicas y psicológicas nace el equilibrio humano; vale decir, la salud y buena constitución del individuo. ¿ Qué sucede cuando se sigue la antigua rutina intelectualista, im- puesta sólo por la tradición y no por sus re- sultados prácticos? Que se llenan nuestros co- legios y nuestras poblaciones de viejos jó- venes, de cabezas eruditas y notables, sí, pero de cuerpos débiles y raquíticos, de indivi- duos cuya vida media no alcanza sino á los 40 ó 45 años. Se ha reaccionado un tanto entre noso- tros, sea dicho en honor de la verdad, y desde el año 1880 se han puesto en práctica con mayor rigor las disposiciones escolares vi- gentes en relación con los ejercicios físicos á efectuarse en las escuelas, y el 4 de Marzo de 1881, por moción del señor vocal de la Direc- ción General de Instrucción Pública, doctor don — 19 — Alfredo Vásquez Acevedo, se hicieron obliga- torios los ejercicios gimnásticos en todas las escuelas de 2.0 y 3.er grado del Departamento de la Capital, durante los meses de Abril á Octubre, consistentes éstos en movimientos de los brazos con pesas; movimientos en paralelas y barras fijas, carreras, saltos sencillos y jue- go de pelota, con las manos y con los pies, para los varones, y movimientos de los bra- zos con pesas, carreras, saltos en la cuerda y volante para las niñas. Se vio por algún tiempo, con sumo placer, ejecutarse esos ejercicio^ y torneos de gimna- sia en sitios apropiados para ese objeto; pero ignoro por qué motivo no se continúan hoy día del mismo modo, y sí sólo se concre- tan á hacer prácticos algunos de ellos en las escuelas de una manera muy incompleta y que deja mucho que desear. No se consigue el efecto deseado por la gim- nasia, cuando se hace ésta por niñas encorse- tadas y complicadamente ataviadas algunas de ellas, como he tenido ocasión de presenciarlo en más de una escuela pública, ni tampoco pro- duce sus inmediatos beneficios, como el de activar las funciones circulatorias y respirato- rias, si éstos se ejecutan á intervalos demasiado largos entre unos y otros. Es de sentirse, en verdad, que no tengamos - 20 — esos torneos de gimnasia y ejercicios físicos, á imitación de los ingleses que, prácticos en to- do, usan en sus escuelas el cricket, el foot-ball, los roimders, la natación, regatas, etc.; pues asi veríamos realizada una de las tendencias más importantes de la higiene escolar, cual es la de intervenir en el desarrollo simultáneo y sinér- gico de los intereses corporales é intelectuales, como único medio de mantener la armonía en el desarrollo de todas las facultades de nues- tro ser. En la mayoría de los países europeos, sien- do Suecia la iniciadora,- está tomando un incre- mento notable un nuevo ramo de estudio sobre desarrollo de fuerzas físicas, intelectuales y mo- rales, y lo constituye el Slójd pedagógico ó sec- ción de trabajos manuales. En materia de ejer- cicios corporales, es al que se le está dando la preferencia, y es el que está destinado en un porvenir, quizás no muy lejano, á servir como modelo del summum de utilización de los tra- bajos físicos. Se conseguirá con ellos, corno ya he dicho, que salgan de las escuelas, no hom- bres parásitos y teóricos en extremo, sino hom- bres útiles, capaces de lucirse en cualquier torneo de trabajos científicos, como en el ma- nejo de un instrumento, que en cualquier día funesto de su vida les garanta su existencia y sea un fuerte baluarte de su independen- — 21 — cia personal. Se conseguirá, además, que se disminuya notablemente el número de los que se dedican á las profesiones liberales. La falta de estos ejercicios en las escuelas la consdiero como un factor importantísimo para explicar la afluen- cia de jóvenes á nuestra universidad y cole- gios de estudios preparatorios. Un 8o á un 90 por ciento de nuestros niños salen de la es- cuela para ingresar á la Universidad, y vemos nuestras facultades atestadas de estudiantes y colaciones de grados de donde salen doctores y bachilleres en proporciones alarmantes. El origen de este mal reside en la escuela. Que se disminuyan sus programas, que se aumen- ten sus ejercicios físicos, y veremos que no se- rán tan indignamente consideradas la industria, el comercio, la agricultura, etc., etc.; y que en vez de un 5 á un 10 % de comerciantes é- industriales uruguayos, por un 90 °/0 de extran- jeros, cambiará la proporción, disminuyendo, como es consiguiente, el aflujo de jóvenes á la Universidad. Además de las ventajas citadas, el trabajo manual nos proporcionaría un medio para adiestrar la mano, dar fijeza y desarrollo á la vista, desplegar la atención, el juicio, la inte- ligencia, los sentimientos estéticos, las nocio- nes de orden, economía, amor temprano al trabajo, etc., etc. — 22 — Con inmenso placer puedo anunciar en esta tesis que el i.° de Julio del corriente año ha sido inaugurada por el señor profesor don Casio Basaldúa, en el Colegio Nacional que sos- tiene la Liga Patriótica de Enseñanza, la sección de estudios de trabajos manuales, para lo cual cuenta ya con 12 bancos apropiados para ello, con sus juegos de herramientas correspondien- tes. El primer paso está dado: que el pueblo la ayude con su concurso y con su aliento po- deroso ; que los Poderes públicos protejan á dicha escuela, para que á su amparo germine una de las más grandes innovaciones que se han hecho en favor de la educación de la in- fancia, contribuyendo de este modo á crear generaciones que consolidarán mañana nuestra civilización y bienestar. De las Repúblicas Sudamericanas, sólo la de Chile es la que ya tiene implantada á la fecha, más de una escuela pública de trabajos manua- les, debido á la iniciativa del doctor Matta. Que cuanto antes la veamos entre nosotros y que nuestras autoridades escolares no desmayen en los esfuerzos necesarios para su instalación, pues conseguirán con ello un triunfo más del progreso contra la ignorancia. Ya que hemos sido de las primeras Repúblicas Sudamerica- nas la que ha sabido conquistarse uno de los mejores puestos en materia de métodos de en- — 23 — señanza, que lo obtenga igualmente entre las que han reaccionado sobre la influencia inte- lectualista que nos ha dominado. Que en esta tarea no se olvide á la hi' giene ni sus sabias prescripciones; que al ponerlas en práctica se empiece por modificar nuestros impropios edificios y se continúe por instruir al maestro, para que éste al posesio- narse de ella, trate de hacer higiénico todo el medio que le rodea á él y al alumno; incul- carle á éste todas esas nociones, es hacer un doble beneficio: uno al niño de hoy y otro al hombre de mañana. Es preciso ante todo, que el maestro se dé cuenta del alcance y extensión que deben te- ner dichos conocimientos, aplicándolos sabia- mente en su enseñanza é inculcándolos en sus niños, para que después éstos los practiquen en todas las eventualidades de su vida. Hacer hi- giénicos los edificios para escuelas y difundir extensamente y de un modo práctico los co- nocimientos de esa ciencia en los maestros, debe ser la noble é indispensable obligación que la Dirección General de Instrucción Pú- blica ha de agregar á sus atribuciones. El puesto elevado que ocupa hoy la higiene escolar en algunos países, es producto real de la lucha por una misma causa entre peda- gogos, higienistas y administradores públicos — 24 — de las escuelas; sucede muy frecuentemente que éstos últimos no aceptan la intervención de una potencia extraña en sus dominios, y rechazan por considerarla quizás desdorosa, la intervención de una autoridad científica, que para ciertos ramos de la instrucción primaria se hace indispensable. Quiero referirme á la conveniencia que habría para que la escuela, así como cualquier edificio público donde haya agrupaciones humanas, esté bajo la vigilancia de las autoridades higiénicas. No seamos tan pesimistas que desechemos todas las resolu- ciones de la higiene, ni consideremos esta ma- teria como una ciencia empírica porque algu- nas de sus prácticas se indiquen como irreali- zables, pues sólo sucede, ó se puede decir esto último, cuando faltan recursos materiales para ello; pero no cuando todavía no se han mos- trado los errores cometidos por aquellos á quie- nes se les apellida teorizadores, ni cuando no hemos podido apreciar, sino en muy bajo grado aún, las consecuencias benéficas de las medidas higiénicas en las escuelas, que servirán de men- tís á los que no han querido ponerlas en práctica. El pretendido empirismo de la higiene pública en general, y de la escolar en particular, desapa- recerá el día que se dote á nuestra Dirección de Instrucción Pública y á nuestras Municipalida- — 25 — des, de mayores rentas que las actuales. Que se distraigan menos fondos para otras cuestiones y que se imite á los Estados Unidos de Norte América, que acaba de votar 93.000,000 de do- llars para la educación y 47.000,000 para la mili- cia, en tanto que entre nosotros sólo cuenta la primera, para el año 1891-92, con pesos 655,414.84 y el Ministerio de la Guerra tiene S 1.765,311.84. Ya que tenemos la instrucción primaria obli- gatoria, lo que constituye un adelanto, es al propio tiempo un deber y una necesidad que evitemos al niño todos los factores anti - higié- nicos de los medios que le rodean, que consti- tuyen un peligro permanente y una inferioridad manifiesta para nuestra educación. Hechas estas ligeras observaciones de ca- rácter general, paso á desarrollar en particu- lar, la cuestión de miopia escolar. II MIOPÍA ¿En qué consi3te el mal? ¿cuáles son aua causa3? NO siéndome posible desarrollar dentro del cuadro estrecho de una tesis de estudiante, todas las cuestiones trascendentales que en- cierra la higiene de las escuelas, he deci- dido particularizarme con la parte de ella que está en relación con los trastornos de la vi- sión. Considero este tema como uno de los más importantes por sus consecuencias y por su extensión. En efecto, él me permitirá estu- diar la higiene de la escuela y la del escolar, bajo todos los puntos que están en relación con el edificio, con sus condiciones de airea- ción, iluminación, mobiliario, material de ense- ñanza, horas de clase, condiciones de admisi- bilidad de los alumnos, etc.. etc. De los órganos encargados de la función — 28 — de nuestros sentidos, el de la vista es el más precioso é importante, pues es á él que le está confiada la misión más noble y más alta de todas. Por su compleja composición anatómica, como por su excesiva actividad fisiológica en una época temprana de la vida, está expuesto á una serie de trastornos y enfermedades, que si no se conocen y estudian como es debido, acarrean la pérdida del órgano más sublime de que nos ha dotado la naturaleza. Las enfermedades escolares de que puede ser afectado el ojo, las podemos dividir en dos grupos: uno, que comprende todas las afecciones inflamatorias, y otro, en que están agrupados todos los vicios de acomodación y refracción de la vista, originados por la mala educación del ojo y falta de prescripciones hi- giénicas en las escuelas. Me preocupa actualmente el segundo grupo, en el cual entran los defectos de refracción y acomodación, y en el que se halla in- cluida la miopía, objeto especial de mi estu- dio. No es mi ánimo entrar en consideraciones sobre la anatomía del órgano, ni sobre su fun- ción fisiológica, ni tampoco profundizar mis observaciones sobre este vicio de acomodación, pues me propongo estudiar la cuestión bajo la faz higiénica y no bajo la oftalmológica. Di- cho lo cual, me veo libre de más preámbulos y entro en materia. — 29 — Todos los medios del ojo por donde tienen que pasar los rayos luminosos del exterior a la retina, son transparentes y forman un conjunto que con muchísima razón se le ha comparado a un aparato de dióptrica. Los rayos lumino- sos, viniendo á herir la córnea, ya sea en una dirección paralela ó divergente, según la distancia á que se encuentre la luz, producen, una vez que atraviesan los medios refringentes del ojo, un cono de rayos convergentes llamado cono ocular, cuyo vértice coincide precisamente con la retina. La longitud mayor ó menor de este cono, hará que caiga más adelante o mas atrás de la retina, produciendo trastornos no- tables en la visión ; pero para corregir este de- fecto que indudablemente se produciría, recurre el ojo á su propiedad de acomodación, que se verifica aumentando ó disminuyendo la curva- tura del cristalino. El agente de esta función importante del ojo es el músculo ciliar, que pro- duce su acción inmediata sobre los procesos ci- liares y éstos, á su vez, hacen variar la convexi- dad de la cara anterior del cristalino. ^ Un ojo normal, con su poder de acomodación normal, constituye lo que se llama un ojo, ^ W*; cuando falta el poder de acomodación las imágenes no se forman ya sobre la retina, y en- tonces el ojo se llama amétroPe. Los mismos de- fectos de ametropia se producen cuando el día- — 30 — metro antero-posterior del ojo varía de longitud. En su estado normal tiene exactamente 24 milí- metros de longitud dicho eje: un diámetro ma- yor que éste produce el ojo miope y uno menor el ¡upermétrope. De estas dos clases de miopia la que más pre- pondera en la infancia y la que se desarrolla especialmente en la escuela, es la primera ó sea la producida por falta de acomodación, y es la que, si se abandona, produce la miopia pro- gresiva, la más fatal de todas, pues puede lle- gar hasta la pérdida completa del ojo. Los síntomas de la miopia son objetivos y subjetivos: la manera de mirar siempre diri- giendo los ojos hacia dentro, el alargamiento del globo ocular produciendo en algunos casos la deformación de la córnea que se conoce con el nombre de estafiloma, el movimiento in- cesante de los párpados, la fisonomía especial del individuo, la cifosis infantil, son síntomas del primer grupo. El no ver bien los objetos algo distantes, y sí aquellos que se hallan á una dis- tancia menor de 0,30 á 0,35 centímetros, la dila- tación de la pupila, la dificultad para ver de no- che en escritura de caracteres pequeños y otros mil detalles más de la vida diaria, cuando ca- mina, pasea, juega, conversa, etc., etc., consti- tuyen el conjunto de los síntomas subjetivos. Las causas de la miopia forman uno de los — 31 — capítulos más interesantes de la higiene escolar, y así lo prueban las estadísticas y las observa- ciones de cientos de autores europeos y ameri- canos; es la escuela uno de los sitios donde se encuentra mayor número de niños enfermos de la vista, hasta el punto de haber llegado á decir Fonssagrives que éstas eran fábricas de miopes. Es indudable que la miopia se encuentra más desarrollada en las ciudades que en la campaña; más en las personas dedicadas á los trabajos in- telectuales que en las que se dedican á traba- jos corporales; más en las personas que asisten á las escuelas é institutos que en las que no las frecuentan; mayor en los ricos que en los po- bres ; siguiendo siempre una progresión ascen- dente en relación directa con las exigencias de las escuelas. Carecemos de estadísticas propias para pro- porcionar datos de interés local al respecto; pero no así de las extranjeras, que nos dan números más que suficientes para poder co- nocer cuál es el grado de desarrollo que alcanza la miopia en las escuelas. El doctor Cohn, de Breslau (Alemania), en 10,060 niños de escue- las que examinó, ha encontrado un 17 % de miopes, variando este grado según las especies de escuelas: 1,4 % en las rurales, 6,7 % en las elementales urbanas, 7,7 % en las superio- res de niñas, 19,6 en las escuelas comerciales, — 32 — 2 6,2 en los institutos y un 6o °/0 en los esta- blecimientos universitarios. Erismann, en Ru- sia, sobre 3,266 niños, notó que un 31,1 °/c es- taban afectados de miopia; Xicati, en Marsella, marca un 22 °/o en las escuelas primarias, 16,5 °/0 en los colegios superiores para los exter- nos y 35,2 °/0 para los internos; Niemann, en Magdebourg, sobre 620 niños observó un 33 °/o de miopes en la 6.a clase (la más inferior), un 29 % en la 5.a, un 39 % en la 4.a, 63 % en la 3.a, 58 °/0 en la 2.a y 75 °/0 en la más su- perior. No son menos curiosas tampoco las cifras que nos suministra el profesor señor Szokalski, del Liceo Carlomagno de París. En la clase de retórica, de 102 alumnos, había 13 miopes; en la de filosofía, de 98, había 11, y en la de física y matemáticas, de 74, existían 38, ó sea un promedio de 22,6 0/o. .Sería embarazoso y superfluo indicar más datos al respecto, y añadir las estadísticas de Rute, de Leipzick, del año 1865; las de Yáger, de Viena, 1861 ; James Ware, de Inglaterra, de 1812, y otras muchas, pues todas ellas nos vendrían á de- mostrar lo mismo que las anteriores, es decir, la relación íntima y directa que existe entre la miopia y la escuela, según que sus pro- gramas y sus cursos sean más ó menos ade- lantados. — 33 — Deseoso de poder presentar en este modes- to trabajo, al lado del sinnúmero de estadísti- cas extranjeras, alguna de nuestro país, me decidí á emprender dicha tarea, ardua y tra- bajosa por cierto, pues he tenido que luchar con la carencia de tiempo por un lado, y con la falta de aparatos é instrumentos propios para ello y de guías prácticas para saber á qué atenerme, por otro. Sin embargo, no he des- mayado, y puedo presentaros una cifra que no sé verdaderamente hasta qué punto puede ser exacta y digna de tomarse en cuenta, pero que creo que se atenuarán sus inconveniencias, si se sabe cuál es el móvil que me ha inducido á hacerla. He visitado un número de escuelas públicas en la capital, cuyo conjunto de alumnos de ambos sexos sube al número de 2,251; entre estos niños, cuya edad está comprendida en 6 y 14 años y que pertenecen á escuelas de i.° y 2° grado solamente, he podido notar un nú- mero de afectados en trastornos de la visión (nó- tese que no especifico si eran miopes), que al- canzaba á 88, lo que viene á darnos un tér- mino medio de un 3,9 á 4 % de anomalías de refracción en nuestros alumnos de las es- cuelas públicas. Si se compara esta proporción tan baja, con la que nos da el término medio de las estadísticas 2 — 34 — europeas, que oscila de un 15 á un 20 %, vemos que entre nosotros felizmente, dicha plaga escolar no ha hecho camino aún, y que nos encontramos en condiciones y en una época excelente para corregir é impedir que avance ese mal con todo su fúnebre cortejo de los tras- tornos generales del organismo. ¿ Cuáles son, pues, los factores más importan- tes que hay en la escuela con influencia su- ficiente sobre el niño para producir estos tras- tornos de la visión? Empezando por el edificio para escuela, de- bemos hacer notar, desde luego, que la cuestión de suelo y lugar han de tenerse en cuenta: la primera para tener un buen suelo, seco, sano, que no haga húmedo é impropio el local, y la segunda para evitar cercanías de edificios in- convenientes, que son desventajosos por múlti- ples conceptos: ya por los elementos y agrupa- ciones humanas que pueden encerrar, como ser hospitales, cementerios, fábricas que vicien la atmósfera, etc., etc.; ya aquellos que por sus proporciones quiten á la escuela una cantidad de luz y de aire que ésta necesita en abundan- cia. En materia de exposición y orientación, creo que entre nosotros es cuestión de muy poca importancia para detenernos en ella, y como nuestra luz es abundante y nuestras calles son anchas, bastará solamente darles una ex- — 35 — posición á los vientos dominantes del Sur, para que su ventilación se haga fácil y natu- ralmente, excluyendo de esta manera el sin- número de sistemas y aparatos para efectuar una ventilación artificial. De este modo evita- mos también la falta de renovación del aire que ejerce una influencia real sobre la salud gene- ral y sobre el aparato visual. Si los pulmones absorben un aire viciado, si la función respira- toria y la hematosis se operan mal, el calor y la nociva composición química del aire, entor- pecen la cabeza, provocan cefalalgias, origi- nan una somnolencia, contra todo cuanto ha de resistir el alumno para que no se vea re- prendido, obligándole á que ejecute grandes esfuerzos para leer y escribir. Esta intoxica- ción ligera, que pasa casi inadvertida, produce á la larga, la dificultad del trabajo mental y la fatiga y trastornos consiguientes de la visión. Nuestra legislación esc< edificios, exige solamente guientes : [ i ] a) Piso de madera y par b) Aberturas suficiente las estén bien alumbradas. [1] Miranda: «Legislación Escolar >, li- — 36 — c ) Ventilación fácil y completa. d) Salida á la calle por zaguán, ó por pieza que no sea de la clase. e) Patio espacioso cercado con árboles, sin piso de piedra. f) Situación central, relativamente al radio de la población; evitando las malas vecinda- des. Art. 4.0 Se deberá pintar ó blanquear las escuelas anualmente, á menos que alguna razón especial lo requiera antes. Prescinde, como se ve, de todas las cuestiones anteriormente tratadas, y especifica de una ma- nera muy general la iluminación y demás con- diciones higiénicas que debe reunir un local de escuela. Entre nosotros no se le ha dado la impor- tancia que tiene la cuestión iluminación entre las naciones europeas, porque influye muy poco como causa de la miopia. En las ciudades populosas como aquéllas, la cuestión luz es un problema difícil y que afecta directamente los intereses de la escuela y del escolar. ¿ Qué resulta, en efecto, de una clase incompletamente alumbrada? Una influencia perniciosa sobre la salud general del niño y sobre el órgano de la vista. El hombre, como el niño, como todo •- 37 - ser viviente y aun como las plantas, necesita de la luz para vivir; ejemplos prácticos de ello, los tenemos en las personas que por sus profesiones tienen que trabajar donde aquélla falta, obseí vándose lo raquítico de su consti- tución y la palidez y anemia general de todos sus órganos. Para la vista, la carencia es más perniciosa aún, pues resulta que en una clase oscura, para cualquier ejercicio que ten- ga que hacer el niño, ya sea leer ó escribir. necesitará acercar mucho más sus ojos al ob- jeto de su ocupación, y con este motivo inclina su tronco sobre el pupitre de estudio, dando lugar á la visión de los objetos á una distan- cia menor de la normal, que en vez de ser de 0,30 á 0,35 centímetros, será de o, 15 á 0,20 centímetros. Influye la luz para producir la miopia, como veremos más adelante, no sólo por su cantidad, sino también por su calidad. A más de los citados, hay en la clase otros elementos que pueden influir para el desarro- llo de la miopia. La cubicación ha de ser lo suficientemente amplia, para que á falta de una buena ventilación durante las horas de clase, no se vicie el aire y tenga siempre el alumno un medio respirable que no le produzca el entorpecimiento general de todos sus órga- nos, inclusive el de la vista. El color de las paredes no debe ser de los que produzcan — :js — fatiga visual y ha de ser dado con pinturas que no sean al aceite, excepto el friso, pues dificultaría la ventilación natural que se efectúa por ellas. El mobiliario escolar, que comprende la mesa y el banco donde está el alumno durante las horas de clase, es y ha sido en muchas par- tes causa importante de la miopia. Imaginemos el banco antiguo, alto, angosto y largo como para 8 ó 10 alumnos. En ellos no se cuidaba para nada de la estatura de cada uno de los niños para graduar su altura, ni mucho menos de la distancia que debía haber entre el borde anterior del banco y posterior do la mesa ; no se cuidaban tampoco de la distancia que debe existir entre el suelo y el banco y entre este y el borde anterior de la mesa, ni de los res- paldos, pues carecían de ellos, y cuando los había, no se cuidaban ni de su inclinación ni de su tamaño. Los antiguos bancos han sido sin duda alguna, los que más han influido en el desarrollo de la miopia escolar y de las desviaciones de la co- lumna vertebral con todas sus complicaciones, pues forzosamente en ellos el niño se ve hasta cierto punto obligado á buscar una posición inclinada, que por lo general es hacia adelante; posición que produce acercamiento de la vista al libro de estudio; congestión cefálica por la inclinación de la cabeza y compresión de los — .-59 — vasos venosos del cuello; dificultad de la fun- ción respiratoria por compresión de la pared anterior del tórax sobre el borde de la mesa; compresión de la cavidad abdominal por el mu- tuo apoyo que se ejerce entre los músculos ab- dominales y los muslos, debido al ángulo agudo que forma el tronco con los fémures. Estos son los inconvenientes higiénicos del banco antiguo, sin contar las desventajas que presentaban también desde el punto de vista pe- dagógico, como ser el poner muchos niños en fila y no poder observarlos; dificultad para mo- verse los niños y el maestro con la falta de ins- pección que éste no podía hacer sobre aqué- llos, su inmovilidad etc., etc. Los libros escolares mal impresos ó con ca- racteres muy pequeños y gastados dificultan su claridad y lectura y es objeto de fatiga para la vista. Los mapas de superficies brillantes y con caracteres comunes colocados á alturas consi- derables para ser vistos, necesitan unos podero- sos esfuerzos de acomodación, que ocasionan defectos de la vista. Los pizarrones también muy brillantes, colocados á grandes distancias del alumno y con inclinaciones impropias, producen los mismos efectos que los materiales anteriores. Los ejercicios de la clase, como ser escritura, lectura, dibujo, costura, etc., etc., entran en el numeroso cuadro de las causas de la miopia. — 40 - La escritura es, en verdad, uno de los ejercicios más penosos de la escuela y una de las causas más generadoras de la afección que me ocupa; es la que obliga más al niño á que incline la cabeza hacia adelante ó hacia uno de los lados y coloque los ojos en condiciones favo- rables para enfermarse. La inclinación hacia adelante ya hemos visto lo que produce, y la lateral, colocando á cada ojo en un plano dis- tinto, hace que la acomodación sea variable para cada uno y que la fatiga visual se pro- duzca como efecto inmediato. Los efectos perniciosos de la escritura varían en intensidad según que ésta se efectúe sobre pizarras, sobre papel ó sobre pizarrones. El profesor Largiader, de la Escuela Normal de Estrasburgo, ha hecho las siguientes obser- vaciones al respecto: las letras A y B es- critas con negro sobre blanco (tinta común y papel), blanco sobre negro (tiza y pizarrón), gris sobre negro (lápiz y pizarra), siendo de un mismo tamaño en todos y alumbradas con igual luz, las distancias mayores á que el ojo las puede percibir, se hallan representadas respec- tivamente por las cifras 496, 431 y 330. La enseñanza prematura de la escritura, que muchas veces se aplaude, pues constituye un orgullo y una cuestión de valor profesional para el maestro y de amor propio para los - 41 — padres, tiene su reverso, porque se adquiere á costa, muchas veces, de la integridad de la vista del niño. La lectura continuada da lugar á la forma • ción de imágenes accidentales (las que se for- man cuando una misma parte de la retina es afectada por el mismo cuerpo), que son causa frecuente de lesiones visuales y fueron las que le produjeron una ceguera completa al célebre Newton. La enseñanza simultánea de la lectura y escritura en las escuelas primarias presenta notables desventajas desde el doble punto de vista de la higiene de la vista y de la pedagogía. Resulta inevitablemente que se descuida una de las dos: ó se pone mucha atención para comprender lo que se escribe y se descuidan las prescripciones higiénicas, ó vice- versa ; razón por la cual soy de opinión que se debe utilizar en los primeros tiempos la lectura y escritura por el sistema de letras movibles de Thollois, que es excelente. El dibujo en las escuelas, y principalmente en aquellas que dan clases nocturnas y que tienen que utilizar la luz artificial, es y continúa siendo desde hace mucho tiempo, un terrible enemigo para la salud de la vista. Los trabajos nocturnos en la infancia, de cualquier naturaleza que sean, (lectura, dibujo, escritura, bordado, etc., etc.), producen afecciones oculares, y la miopia como — 42 — la más común. El doctor Javal demostró con una estadística numerosa, que en la Alsacia, la miopia aumentó en las escuelas con la introduc- ción de libros antiguamente impresos en Ale- mania y la obligación de llevar trabajos los ni- ños para hacer de noche. La costura y el bordado en nuestras escuelas, la primera de ellas obligatoria para todas las niñas mayores de ocho años [ i ], cuando son largamente practicadas, producen multitud de males, de los cuales el menos funesto es la miopia. Se ha notado por el profesor Macnamara, que los escolares de las gentes de color de la India, no padecen de miopia, debido quizás, auna influencia de raza, según unos, pues también ha notado lo mismo el señor Gallan en los mulatos de los Estados Unidos del Sur; y según otros, á la corta duración de las clases, pues se acostumbra en esos países á disminuir notablemente las horas de trabajo escolar. La preponderancia de la miopia entre los va- rones en casi todos los países y aun entre no- sotros, es debida al régimen escolar más seve- ro para ellos que para las niñas, al abuso pre- maturo del tabaco y al desarrollo del onanis- mo en las escuelas; causas estas dos Itimas, [ 1 ] Miranda, obra citada. - 43 — bastante importantes, que influyen también so- bre el organismo entero, contribuyendo á de- bilitarlo, pues esos dos vicios ocupan uno de los primeros puestos entre los que producen la anemia constitucional. La ignorancia del maestro sobre las pres- cripciones higiénicas, dejando que el escolar tome las posiciones que se le antojen y que haga los ejercicios en la forma que más le plazca, es desgraciadamente entre nosotros, una causa más que puedo agregar á las ya citadas, para contribuir al desarrollo de la miopia. De lo dicho en este capítulo se deduce, que las alteraciones que se desarrollan en el ór- gano visual por la influencia directa de la vida escolar, son tres: disminución del al- cance de la vista (miopia); disminución de la acuidad visual (ambliopia), y por último, disminución de la resistencia en la visión ó sea la fatiga pronta del ojo (astenopia). De estas tres, la más común es la miopia, y su aparición en los niños no es puramente cues- tión de herencia ni de mera coincidencia, sino que es el fruto real y positivo de las con- diciones defectuosas de nuestras escuelas. III MIOPÍA ¿ Cuál es el remedio ? |i E:\iostrado como creo haberlo hecho, que *-^ la miopia escolar no es un mito, y que obran causas múltiples y poderosas en la es- cuela para producirla, voy á tratar de indicar cuál es el dique que debemos poner al des- arrollo de ella. Como sucede en casi todas las enfermedades, podemos oponer á la miopia un tratamiento hi- giénico y otro terapéutico. Es evidente que el primero es el tratamiento profiláctico y causal, en tanto que el segundo es puramente sintomá- tico; de lo cual se desprende que debemos darle muchísima más importancia y desarrollo al que combate el mal en su origen y no al que trata de aminorarlo una vez producido. ¿ Dónde he- mos dicho que existían las causas más poderosas - 46 — de miopia en la infancia ? En la escuela. Pues bien; á ella dirijamos nuestra vista y empecemos por formular cuáles son las condiciones higié- nicas que deben tener ella y el escolar. Seguiré para su desarrollo el mismo plan que he adop- tado para el estudio de las causas. Ya hemos visto cuáles son las condiciones exigidas por nuestras autoridades con respecto á edificios para escuelas. Debo agregar, para su complemento, á las ya enumeradas, que se han de preferir los edificios de planta baja, sencillos, sin decorado de ninguna especie, con buenos materiales y con su arquitectura propia, por- que la escuela, como el cuartel, como cualquier edificio público, tiene su arquitectura especial, que es producto de la experiencia y del trabajo mutuo de higienistas, pedagogos y constructo- res técnicos. En todas las naciones algo ade- lantadas en materia de higiene de escuelas, no se construye ningún edificio para ese uso que no reúna, entre otras propiedades, la de poseer uno ó más patios, unos cubiertos y otros al aire libre, con plantas, árboles, etc., etc.; el pri- mero para los días feos y lluviosos, y el segundo para aquellos en que las condiciones del medio se lo permitan. La clase — La parte del edificio para escuela que más importancia tiene, es la sala de clase, porque es en ella donde el escolar reside por — 47 — más tiempo durante las horas de estudio. Las dimensiones de ella deben estar en relación di- recta con el número que pueda contener; las más comunes son las que tienen 5 X 8 X 5, de capacidad para 30 alumnos, de modo qug disponga cada alumno de im50 de superficie y 5 metros cúbicos de aire; condiciones todas és- tas que deben observarse rigurosamente, pues están muy ligadas con la salud general del or- ganismo y parcial de ciertos órganos. Nunca debe tolerarse que exceda el número de alumnos al de las proporciones de la sala de clase, pues se compromete muy seriamente, desde todos los puntos de vista, la salud física é intelec- tual no sólo de los niños, sino también de los maestros. La parte física del organismo sufre por las pésimas condiciones de ventilación y airea- ción en que dichas clases se hallan, por la caren- cia de superficie para mobiliario, que obliga mu- chas veces á sentar tres niños donde no caben más que dos, y no pueden escribir ni hacer ningún ejercicio sin incomodarse y distraerse mutua- mente, comprometiendo gravemente el órgano de la vista y la parte pedagógica de la enseñanza; pues todos los que conocen las fatigas y dificul- tades de ella, sabrán que en una clase cuyo efectivo pase de 40, hay más de la mitad que no aprovechan nada, que no pueden seguir al maestro, y que después de pasar dos ó tres años — 48 — en la escuela, se encuentran casi á la misma altura que cuando entraron. Con estas dificultades y deficiencias de local, que obligan á la acumulación de niños, se tro- pieza mucho en la práctica. He tenido ocasión de observar, principalmente en las escuelas ru- rales, esta desproporción; recuerdo una clase donde había no alumnos inscriptos y 96 pre- sentes en el momento que la visité, que sólo contaba con 33 bancos dobles, ó sea como- didad para 66 alumnos. ¿ Cómo no comprome- terse la salud del maestro y del niño con tanta aglomeración de seres en locales la mayor parte de las veces reducidos ? ¿ Cómo poder atender debidamente á la educación de cada uno de ellos ? En las escuelas urbanas, ya sea por su construcción, comodidad ó multiplicidad, es fá- cil resolver dicha dificultad; pero en las ru- rales, donde, ya sea debido á la carencia de edificios, escasez de maestros ú otras circuns- tancias, es imposible evitar la afluencia de ni- ños, creo que sería conveniente la división de la clase en dos secciones: una que asistiese por la mañana y otra por la tarde. Con una sesión de tres horas por día, con los métodos de enseñanza actual, los buenos libros, mejor mobiliario, educación superior de los maestros, buena inspección escolar, no me cabe duda que — 49 — se obtendrían mejores resultados que los que se consiguen actualmente. Ganaría el niño en enseñanza y condiciones higiénicas, ganaría el maestro en el mismo sentido y ganarían, por último, el Estado y las autoridades escolares, que con menos ó con un capital igual al em- pleado, pondrían á dichas escuelas en mejores condiciones higiénicas y pedagógicas. Hay otro problema en la construcción de la clase, que está ligado con la integridad del aparato visual: quiero hablar del piso que debe tener. Se perjudica y ataca la buena fun- cionabilidad del ojo en aquellas clases que con piso de madera común, toleran la acumulación incesante de la tierra y barro traídos por los escolares; que á la menor trepidación de él se levanta en tenue polvo que inunda la atmós- fera, haciéndola nebulosa é impidiendo la vi- sión de los objetos á distancia, con fatiga pronta del órgano indicado y grave compromiso de los órganos y aparatos anexos al respira- torio. Se propusieron, para salvar estos inconve- nientes, los de baldosa; pero aparte de que no los subsanan todos, se han desechado por ser excesivamente fríos, y se ha optado por los de madera barnizada, asentada sobre as- falto con arena, que disminuye notablemente los inconvenientes de los anteriores, á la vez - 50 — que aminora la resonancia de los pasos de los alumnos durante las horas de clase. Debemos inducir á los maestros arquitectos para que en la construcción de las escuelas sacrifiquen y prescindan de la cuestión de or- namentación y lujo para mejora de la parte más importante (la clase), y que no la releguen y sitúen en los puntos más anti-higiénicos del edificio, y de acuerdo con las exigencias de orientación y ordenación que deben guardar, den á ella todas las propiedades que dejo con- signadas. Iluminación natural — Debe haber en una clase mucho aire y mucha luz para que sea considerada como higiénicamente buena. La primera condición ya sabemos cómo se ob- tiene ; la segunda es mucho más difícil de sa- tisfacer, principalmente para algunas de esas ciudades europeas tan populosas, de calles tan estrechas y cercadas de edificios tan inmen- sos, que el solo problema de obtener luz en cantidad, no digo ya en calidad, constituye una tarea dificilísima, y se hace muchas veces ne- cesario ir á buscar la luz natural como quien va á buscar la artificial. Es de explicarse el desarrollo tan extenso que algunos autores le han dado á esta cuestión, que entre nosotros, donde poseemos luz natural en abundancia y por el momento poca aglomera- — 51 — ción de edificios, no tiene razón de existir, pues en cantidad, la iluminación de nuestros edificios es buena. Cómo debe ser la calidad de la luz que reciba una clase: ¿directa, refleja, uni ó bi- lateral, superior, por atrás, por delante, etc.? Esta cuestión ha bastado para ocupar á au- tores en discusiones extensas y dignas de interés, pero muchas de ellas adoleciendo de los defectos propios de quien soluciona estos problemas por las solas ideas suministra- das por la teoría, sin pedir la poderosa é indispensable ayuda de la práctica. Se confunde casi siempre la cuestión dosis con la cuestión calidad; una escuela puede tener una ilumina- ción suficiente y sin embargo ser defectuosa. A igual cantidad de luz sobre igualdad de superficie, varían los efectos y son distintos se- gún sea la luz directa, refleja ó difusa; se debe preferir siempre que se pueda una luz refleja. ¿Cómo ha de llegar á la clase esta luz? No queda duda ninguna de que debe ser siempre lateralmente, siendo desechadas las anteriormente citadas por ser inservibles y perjudiciales, tanto la que entra por el frente como por el fondo de una clase, y por expo- ner á cambios notables de temperatura y pro- ducir sombras intolerables la que proviene por el techo. — 52 — La luz lateral puede ser de tres clases: uni- lateral, bilateral equivalente y bilateral dife- rencial. Las tres tienen sus ventajas é incon- venientes á la vez. La unilateral es buena, muy aconsejada por E. Trelat en Francia; pero tiene á mi modo de ver un grave defecto, cual es el de impedir la buena ventilación de la clase. La bilateral equivalente no tiene la desventaja de la anterior, pero posee en cambio las propiedades desventajosas de producir som- bras á ambos lados de la mano y del cuerpo, de mantener el ojo en perpetuos cambios de aco- modación, que le producen una tensión conti- nuada de los elementos constitutivos de dicho aparato y que acarrean una fatiga pronta del ojo y un acercamiento de la extremidad cefálica hacia el objeto en que lee ó escribe, con todas sus graves consecuencias. La bilateral diferen- cial posee estos mismos inconvenientes, aunque en menor grado, y reúne las ventajas de que siempre se conserva la intensidad mayor de luz á la izquierda, que no hay entrecruzamientos lu- minosos, sombras y penumbras que tanto fati- gan la vista y producen la miopia, y que el alumbrado general de la clase es mucho mejor. (Sistema Estanislao Ferrand). He visitado varias casas de las que tiene habilitadas la Dirección de Instrucción Pública para escuelas, y en todas ellas, por lo general, — 53 — aunque no hayan sido construidas especialmente para ese objeto, prepondera la luz bilateral. ¿ Debemos criticarla? Yo creo que no, y voy á dar mis razones. Se opone á la iluminación bilateral, la unilateral, por el hecho, dicen ciertos autores, de ser la que reúne mejores condiciones para la salud de la vista; esto es exacto hasta cierto punto, pues no debemos dejar de considerar que dicha iluminación no coloca á los dos ojos en condiciones idénticas, y que si bien no proyecta sombras y penumbras sobre los objetos de que hace uso el alumno, no deja de proyectarlas so- bre el ojo derecho. Si la luz viene por el lado izquierdo resulta que este ojo está más alum- brado que el derecho y tendrá que tener más contraída la pupila, y los esfuerzos de acomo- dación á ejecutarse serán indudablemente me- nores que los del ojo derecho, el cual, por ha- llarse en la sombra (relativamente al ojo iz- quierdo), tendrá que luchar con la pobreza de luz, haciendo dilatar más su pupila para que penetre mayor número de rayos luminosos y haciendo trabajar más al músculo ciliar para que acomode el ojo á la cantidad de luz que recibe. Estos esfuerzos de acomodación y esta so- brecarga de trabajo, cuando se repiten de una manera continua, como sucede en la escuela, — 54 — concluyen por producir una disminución en el alcance de la vista ó sea el desarrollo de la miopia en el ojo derecho, y éste á su vez la produce sobre el izquierdo. Unida á esta ob- jeción hecha á la iluminación unilateral, puedo formular ias siguientes: no siempre es posi- ble en un mismo edificio obtener una luz iz- quierda constante, por las dificultades de orientación y posición que se encuentran en un sitio muy poblado; prohibe además, todas las ventajas de la irradiación solar con su abundan- cia de sol y luz que produce la alegría y despierta el gusto por el trabajo en todos los niños de la clase; en salones algo grandes que pasen de 6 á 8 metros de largo, es insu- ficiente, y, por último, exige la existencia de ventanas de iluminación y de ventilación que no llenan nunca su debido objeto, pues des- conociendo la generalidad de los maestros su debido papel, ó por olvido en otros casos, de- jan de abrirse y cerrarse en las épocas y momentos indicados. La objeción fundamental á la iluminación bi- lateral diferencial, es la producción de sombras perjudiciales mientras se escribe; ¿por la escri- tura únicamente, que es un ejercicio pasajero durante las horas de clase, debemos sacrificar todas las buenas condiciones de ella? Las con- veniencias y exigencias deben estar necesaria- — oo — mente de parte de esta última, y creo, por lo tanto, más higiénico y ventajoso aceptar la iluminación bilateral, como llevo dicho, que no la unilateral. Esta luz debe entrar á la clase por anchas ventanas de formas más bien cuadradas que no ojivales, y tendrán una superficie que estará en relación con el número de niños, según unos, y con la superficie de la clase, que es casi lo mismo, según otros. En el primer caso, exige cada niño, como mínimum, una super- ficie de ventana de om4o; para una clase de 30 alumnos, por ejemplo, corresponderían 12 me- tros cuadrados de superficie vidriada, ó sean 3 ventanas de 2 metros de ancho por 2 de alto; en el segundo caso, correspondería la cuarta parte de la superficie total de la clase. Cohn, de Breslau, dice que para evitar la fa- tiga de la vista y el acercamiento de ésta ha- cia el objeto de estudio, la intensidad luminosa mínima que ha de haber en cada asiento debe tener por medida 10 metros de luz, correspon- diendo cada metro á una bujía colocada á un metro de distancia. En la construcción de las ventanas, para al- canzar la superficie debida, se ha de dar siem- pre la preferencia al exceso de longitud en la medida vertical, pues á igualdad de superficie es más preferible por ser mucho más dura- — 56 — dera, más fija y clara la luz que viene en este sentido, que no la que entra en el de la la- titud. Por razones de la misma naturaleza, siempre que se tenga que mitigar una luz, debe hacerse de abajo hacia arriba, á la inversa de lo que se acostumbra, pues así se verá me- nos herida de una manera directa la vista del alumno y no se comprometerá la iluminación de la sala de clase quitándole la que viene de arriba, que es la más duradera. No deben faltar en ninguna ventana, en su parte superior, las aberturas correspondientes para la ventilación, con un mecanismo cómodo y sencillo para su oclusión en caso necesario. Como he aceptado para la sala de clase la ilu- minación bilateral diferencial, por las razones abundantemente expuestas, debo indicar que ésta se practica, según las indicaciones exigidas por sus sostenedores, del modo siguiente: en una sala para 30 alumnos, como en el ejemplo anterior, ha de haber una superficie de ventanas á la izquierda igual á 12 metros, y á la derecha una de 6 metros; para la mejor difusión de la luz, los techos del salón serán en forma de pará- bola ó simplemente abovedados, que también tienen la ventaja de hacer aumentar notable- mente la cubicación de la clase en la propor- ción siguiente: á superficie igual, corresponden 6 metros cúbicos por un metro cuadrado, entre los techos planos y los curvos. (E. Ferrand), — 57 — Iluminación artificial—Las exigencias de nuestros horarios en los Internatos de Señoritas y Varones [ i ], en varios colegios particula- res, etc., etc., hacen que se habiliten algunas ho- ras de la noche y que, por lo tanto, tenga que utilizarse el alumbrado artificial; cuestión es ésta digna de que se le estudie con deteni- miento por su doble importancia desde el punto de vista higiénico: i.°, viciación del aire de la clase, y 2.°, acción sobre los órganos de la vista. El primer defecto del alumbrado artificial, alterando los principios constitutivos del aire respirable, añadiendo productos nuevos é im- propios y elevando su temperatura, obra muy poco sobre los ojos; razón por la cual las in- conveniencias en este sentido no me preocupa- rán mucho, pues yo sólo estudio los enemigos de la vista. La acción directa y perjudicial que el alum- brado artificial ejerce sobre la vista, responde á inconvenientes muy complejos: luces que da- ñan los ojos por la gran cantidad de rayos ca- loríficos ó rayos rojos (lámparas de petróleo), otras por la gran cantidad de rayos químicos, rayos violados (luz eléctrica), que aumentan la fluorescencia de los tejidos propios del ojo, provocando modificaciones en su estructura y [11 Miranda, obra citada, pág. 2ü7 y vta. — 58 — alterando inevitablemente sus funciones princi- pales, y otro inconveniente, por último, que es peculiar de todas las luces artificiales, el de producir, d-bido á la multiplicidad de focos lu- mínico , haces de luces y de sombras que, entrecruzándose, producen la opacidad é incer- tidumbre en todos los objetos y fatigan horri- blemente la vista. Las luces artificiales más usadas son: las de aceite mineral ó vegetal, las de carburos de hi- drógeno y la luz eléctrica, dándosele, entre es- tas tres, la preferencia á la de gas, por su baratura y por la facilidad que hay para des- embarazarse de los productos de su combus- tión, para lo cual se tiene cuidado de colocar la llama en tubos cilindricos, que á la vez que aseguran el tiraje, hacen que su fijeza sea ma- yor y no produzca esas luces en forma de pantalla, tan vacilantes y que tantas variacio- nes de acomodación provocan sus cambios de intensidad. El problema del alumbrado artificial sería mucho más fácil tratándose de un grupo pe- queño de alumnos; pero se complica cuando se trata de alumbrar clases enteras y principal- mente clases de dibujo, pues siempre es im- perfecto, ya por su insuficiencia, ya por de- masiada viciación del aire. Para que un pico de gas ó una buena lámpara de aceite vegetal, - 59 — que no es tan perjudicial como el mineral, se considere aceptable, lumínicamente hablando, debe llenar !a condición indicada de equivaler á i o metros de luz ( 10 bujías á la distancia de un metro). Ninguna luz da ese producto sino cuando se coloca á om50 del objeto ilumi- nado, y sólo conserva esa intensidad áom50 de los lados de la perpendicular bajad i del foco á la mesa de trabajo; distancia que tiene la desventaja de poner al lado de los ojos un foco constante de calor, contra el cual la pan- talla no tiene acción ninguna, y sí sólo dismi- nuye un tanto sus efectos cuando se procura un buen tiraje á la luz y una buena venti- lación á la sala. No hay que cometer el error, muy común desgraciad amenté, de preocuparse de alumbrar la clase en totalidad, cuando hay varios alum- nos trabajando, en vez del sitio donde tiene que efectuarse el trabajo ó donde tiene que dirigírsela vista. En las salas de dibujo debe haber un pico de gas ó un foco de luz su- ficiente, para cada dos niños, colocados á la distancia inedia de om75;lo mismo para todas las clases de trabajo individual (escritura, lec- tura, deberes, copia, etc.), y en los anfiteatros ó gabinetes de experimentación debe :;,verse concentiar la luz sobre las partes que han de ser miradas por todos, ya sea el pizarrón ó la mesa sobre la que trabaja el profesor. — 60 — Citaré como curiosidad higiénica, la ilumina- ción unilateral izquierda artificial, que para evitar sombras y penumbras condenables, han adoptado en la escuela real de Upsal. Se ha tratado de calcar en lo posible al alumbrado natural, para cuyo efecto se ha colocado á lo largo de todas las ventanas del lado iz- quierdo de la clase, una serie de picos de gas provistos de reflectores movibles, que dan una luz difusa muy tolerable, pero que tiene el defecto de ser insuficiente para algunos pun- tos de ella, cuando hay que efectuar trabajos individuales. Mobiliario escolar — Papel de notoria impor- tancia en la enfermedad de que me ocupo, de- sempeña el mobiliario escolar, pues por sus defectos, que ya llevo indicados en las causas de la miopia, se ve obligado el alumno á to- mar posiciones viciosas, alejándose de la recta y forzándolo á que disminuya la distancia de om33 que debe haber entre su cabeza y la mesa. Tres posiciones puede adoptar el niño en su pupitre, según los ejercicios que efectúe en la clase: la vertical, la oblicua hacia atrás cuando lee ó cuando oye las lecciones orales del profesor, y la inclinada hacia adelante, cuando escribe ó dibuja para los niños, y cuando cosen ó bordan para las niñas. De — 61 — estas tres, fisiológicamente hablando, la que más conviene y hacia la cual tienden todas las innovaciones en los modelos de bancos y hacia donde deben dirigir todos sus esfuerzos los maestros para que se conserve por parte de los niños, es aquella en la que el tronco y los fémures forman entre sí un ángulo de 90o. Esta posición es fácil de conservar sin pro- vocar fatiga muscular ni dar lugar á que se adquieran posiciones viciosas, siempre que se observen en la construcción de los bancos es- colares las medidas indicadas; deben éstas ha- llarse en relación con la talla del niño. En- tre el asiento y la mesa ha de guardarse es- trictamente la adopción de una distancia ne- gativa (distancia horizontal que hay entre el borde anterior del banco y posterior de la mesa) y una diferencia (distancia vertical que hay entre el asiento y la mesa), que co- rresponda á una medida un poco mayor que la existente entre el asiento y el cubito del brazo algo caído. Respondiendo más ó menos á todas estas exigencias, se han construido cientos de mo- delos diferentes, que se han ido adoptando, atendiendo á sus conveniencias, ya higiénicas, ya pedagógicas, ya económicas, en casi todas las naciones civilizadas, inclusive la nuestra, — 62 — que se ha decidido por el modelo Kane, mo- dificado por el señor Várela. Tanto la mesa como el banco son movibles parcialmente, pues el resto va fijo en el suelo, haciendo conservar una distancia negativa de om03, y permitiendo, por un sistema sencillo de val- vas, que esta distancia desaparezca toda vez que tenga que pararse el alumno para salir de su puesto. Se han construido tres tipos dis- tintos con relación á las estaturas diversas, en vez de los cinco tamaños del modelo Kane, los que son suficientes. Para encontrar perfectos estos bancos, sería menester que se pudiera obtener una diferen- cia variable á voluntad de los maestros, para la mejor adaptación á las distintas tallas de los niños de una clase; innovación ó mejora que se podría hacer también en el banco, llenando de este modo la doble ventaja de poder adap- tarse á la longitud de la pierna del niño para que éste la apoye en el suelo haciendo su base de sustentación mayor, consiguiendo un equi- librio estable y una posición recta, y permitir á la vez, el que se obtengan intersticios entre el banco y el respaldo; intersticios necesarios para facilitar y salvar las inconveniencias de las transpiraciones cutáneas del alumno en épo- cas de excesivo calor. Sería de desearse que todas las cuestiones — 63 — de higiene escolar en general, é higiene de la vista en particular, mereciesen de parte de nuestras autoridades respectivas, la misma aten- ción y preferencia que ha merecido la parte relacionada con los bancos para las escuelas públicas. De les 68 establecimientos de ins- trucción primaria que hay en nuestro departa- mento, las 9/10 partes de ellos, tanto urba- nos como rurales, poseen el banco escolar mo- dificado por el señor Várela, con la única diferencia, que por razones de economía pública mal entendida, se hayan utilizado los bancos para dos alumnos, en vez de los unipersonales, como los aconseja el autor y aun el mismo modificador, y como se han adoptado ya en la Escuela Elbio Fernández, costeada por la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, y en el Colegio Nacional de la Liga Patrió- tica de Enseñanza, costeada por la Liga Li- beral. La reforma de nuestro mobiliario fué iniciada por la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, siguiendo este movimiento las auto- ridades escolares de la República, debido al empuje dado por el incansable obrero de la educación don Jacobo Várela, al que en rea- lidad no se le ha hecho la justicia que me- rece, ni se le han sabido valorar sus obras con el criterio debido. — 64 — Material de enseñanza — Aparece en pri- mera línea, como el más digno de detención en su estudio, el libro para la escuela, y se fijan los que han tratado este punto, en la elec- ción del papel como calidad, coloración etc., etc.; en la calidad de los tipos por su tamaño y estado, en los márgenes de las páginas y otras cuestiones que paso á tratar. ¿Cuál debe ser el color del papel de un li- bro? El gran contraste que resulta de los ca- racteres negros sobre papel muy blanco, de lo cual resultan los diversos fenómenos de irra- diación y la fatiga visual, ha hecho que se prefiera la adopción del papel pardo, ó ama- rillo garbanzo, ó color hueso, el cual subsana estas faltas. En Rusia se ha hecho obligato- ria la impresión de todos los libros escolares en esa clase de papel. [ i ] No han faltado autores ingeniosos como Malarewoskif en Rusia, que en esta cuestión hayan aconsejado la impresión de libros esco- lares en papel negro con caracteres blancos, queriendo sacar partido útil del fenómeno de ilusión óptica bien conocido, de que las imáge- nes blancas sobre fondo negro desbordan sobre éste y aparentan ser mayores; pero, aparejada á esta ventaja, bien nimia, tiene múltiples inconvenientes, como ser la dificultad de im- presión, la persistencia de las imágenes, etc., |1J La presente tesis lleva esa «lase de papel. — 65 - etc., que han dado por resultado su no vulga- rización. Nuestra legislación escolar, así como se ha preocupado de la cuestión redacción de libros escolares, que es materia de pedagogía, debe preocuparse de la cuestión impresión, que es materiad e higiene. Fonssagrives, en su tratado de higiene de la infancia, indicaba la siguiente proposición al respecto : qr