WBC S971c 1837 ivsm UNA DE LAS MAS ESTRAORDINARIAS CURACIONES QJJE EN CUALQ.UIER TIEMPO SE HAYAN VISTO, DESDE L.OS MAS ANTIGUOS ANALES DE LA CIRUGÍA HASTA LA ÉPOCA PRESENTE. ANA LINTOIV. Su representación i apariencia actual, después de curada porel vso de la PANACEA DE SWAIM. COLECCIÓN DE CASOS, EN ILUSTRACIONE DE LAS PROPIEDADES RESTAURATIVAS I SANATIVAS PANACEA DE SWAIM, VARIAS ENFERMEDADES. "--------Por no cuidar con tiempo, Millones han muerto de heridas curables." -* l i/¿ FILADELFIA: -«»*-/ 1837. »»%4*33W >5*' TRADUCCIÓN. Ciudad de JFiladelfía, a Saber: William Swaim, habiendo prestado juramento por los Santos Evangelios, dice que la Medicina llamada " lia Panacea de Swaim" no contiene porción alguna de Mercurio, en cualquiera manera ó forma que sea; i que la tal Medicina es una preparación inocente, inca- paz de dañar en el menor grado á la criatura mas tierna. WM. SWAIM. Jurada I Firmada ante mí, el once de Enero de mil ochocientos treinta. \a/T2/i William Milnor, Corregidor de la Ciudad de Filadelfia. Si 7 le 1037 Arriso. Esta Medicina ha logrado, tanto en los Hospitales como en la práctica particular, en la mayor parte del mundo, una reputación mui estensa i establecida, que solo su eficacia ha mantenido, hace ya mas de doce años, como remedio para Escrófula ó Lamparon, Garganta Llagada, Afectos Antiguos de Reumatismo, Enfermedades de Cutis, Tumor Blanco, Males de Huesos, i todos los casos de carácter ulceroso. En las enfer- medades Crónicas i Nerviosas, que ocurren en las constituciones debilitadas i caquécticas, es especialmente útil. Tiene un com- pleto dominio sobre el sífilis, i la multitud de afectos penosos, desagradables, i hasta ahora incurables, á que da origen, v. g. U'lceras del Laringe, de la Garganta, Nariz, los Nodos, &c., i todos los que son ocasionados por el uso impropio é indiscreto de mercurio. Ha probádose ser un alterativo útilísimo de pri- mavera i otoño para las constituciones debilitadas i nerviosas; también es mui provechoso en los males de dispepsia i de ner- vios, i en la mayor parte de los internos, en que los pulmones i el pecho se suponen tocados. Todos aquellos que se hallen con una previa disposición á los males pulmónicos, ó afectados con cualquiera de las enferme- dades calamitosas que se originan de impureza de sangre, ó in- discreción de su juventud, i cuyas constituciones estén que- brantadas por el uso de Mercurio, Arse'nico, Quina ó Qui- nina, i aquellos que padecen de mal de hígado, ó del trata- miento indiscreto de cualquiera de las enfermedades ya dichas, deberían someterse á un curso de la Panacea de Svvaim. En todos los casos complicados de Escrófula i Sífilis, i en aquellos en que el virus sifilítico del padre ó la madre hace salir Escrófula en el hijo, esle es el único remedio en que con razón pueda fundarse esperanza de recobro: no hai egemplo en que haya carecido de suceso, habiéndose tomado como se debe. A' medida que progresa la curación, esta medicina comunica vigor á todo el sistema; operación que por tanto tiempo se ha bus- cado en vano por todos los médicos; i durante su uso, puede el paciente tomar alimento nutritivo, el cual comunmente se le prohibe en las formas usuales de práctica. En muchos egem- plos en que las devastaciones terribles de las úlceras, habian puesto á descubierto los ligamentos i los huesos, i según toda apariencia ningún medio humano sino la amputación podia haber salvado la vida, han sido los enfermos rescatados de la muerte,* i restaurados á buena salud, habiéndose enteramente estirpado el destructivo mal. • * * Véase el Caso de Ana Linton. A 2 6 Las curaciones que solo en esta ciudad ha hecho la Panacea, establecen su virtud superior sobre una base demasiado sólida, para ser dañada por la malignidad de los envidiosos. Es digno de notarse que la mayor parte de los enfermos que han sido permanentemente curados, recibieron la mejor asistencia médica, antes que hubiesen usado la Panacea de Sw;iim; i muchos fue- ron abandonados de sus médicos, como que no estaban al alcance de la ciencia de medicina. El hecho es tal, i muchos de los casos fueron tan estraor din arios, que el Profesor de Cirugía hizo una ecshibicion de ellos, en la Universidad de Pcnsilva- nia, ante un auditorio miá numeroso de estudiantes, que los declararon maravillas en el arte de curar. Ha sido intro- ducida en la Marina Americana, en la Casa de Pobres, i en los Hospitales de Pensii.vania i Nueva York, i en el mayor número de las enfermerías de los Estados Unidos, i de otras partes del mundo. Sus efectos fueron tan asombrosos, i su resultado fué lan feliz, después que lodos los demás remedios hubieron carecido de suceso, que el Doctor Guillelmo Price, Cirujano del Hospital de Pensilvanía, fué inducido á dejar su mui honroso empleo, por el designio laudable de beneficiar á sus semejantes, llevando la Panacea á Inglaterra, donde esta tuvo buen suceso en muchos egemplos, en aquelf.is enferme- dades para que se destina, i sus virtudes han sido publicamente reconocidas por algunos de los mas afamados cirujanos de Eu- ropa. Su descubrimiento ha sido el fruto de un estudio largo i cui- dadoso, i ahora se publica por la mas fuerte convicción, fundada en amplia esperiencia, de que tiene el poder de estirpar las mas temibles é intratables enfermedades después que todos los demás medicamentos hubieron carecido de suceso. Sin embargo, no puede suponerse que esta Panacea curará invariablemente: las medicinas mas estimadas de que se sirven los facultativos, amenudo carecerán de suceso en aquellas mis- mas enfermedades en que se consideran como específicas; pero si se perseverare en su uso, removerá radicalmente casi todos los casos de las que se han apuntado. Hai miles que están ado- leciendo sobre la orilla del sepulcro, i padeciendo de enferme- dades en alguna forma, á quienes sin duda este medicamento les restauraría perfecta salud i vigor: su seguridad é inocencia han sido plenamente probadas, por tanto puede darse al niño mas tierno. Recomiéndase por los médicos mas distinguidos de estos Estados, los cuales confiesan que nunca se ha hecho descu- brimiento mas importante en la ciencia de medicina; i se°-un se espresa uno de los mas eminentes profesores del siglo, % un triunfo en el arte de curar. Para las generaciones" presentes 7 i venideras su beneficio será inestimable, no solo salvando mu- chas vidas preciosas, sino comunicando fuerza i sanidad á mu- chas constituciones debilitadas i corrompidas, preservando de este modo á sus descendientes de males hereditarios. Estos hechos, reunidos á las muchas curas que se han efectuado, i el ser tantas veces falsificado é imitado con mistos espurios, forman una prueba irresistible de lo mui apreciable que es este remedio ; el descubrimiento de uno como este ha sido desde tiempo inmemorial, cosa de ser deseada. El descubrimiento de esta Medicina se puede considerar, sin la menor ponderación, un favor del cielo á los que padecen; i todos deberían abstenerse escrupulosamente de cualquier acto que pueda, aun del modo mas remoto, impedir el conocimiento i estension de sus beneficios: sin embargo, el ingenio casi ha sido agotado con el trabajo de sugerir invenciones i modos de defraudar; i ¿á quienes se ha querido engañar? No á los que rebosan de salud i alegría, sino á los que esta medicina presenta la última esperanza en la tristeza de la enfermedad i aflicción. Elproprietario está mui distante de desear impedir la mar- cha de los progresos, ó poner obstáculos á los esfuerzos de la competencia honrada; su ánimo es solamente esponer al odio público, á los que han procurado engañar á los dolientes, imi- tando su Panacea, tomando el mismo nombre, i republicando sus certificados, ó á los que se han llegado hasta el atrevido es- tremo del perjurio, imitando, lo mas que ha sido posible, la forma de los avisos i marbetes. Pudiendo estos conatos acar- rear mucho dolor á aquellos cuya triste condición escita toda nuestra simpatía, la benevolencia no debe permanecer pasiva; todo hombre sensible debe esforzarse en impedir el curso del engaño, mostrando á los que sufren de él la locura de escuchar á estos pretendientes, cuando se halla á la mano una medicina que mantiene su reputación hace ya mas de doce Años, que ha recibido los elogios de los facultativos mas eminentes, i que ha sido probada por la esperiencia de miles. El efecto de esta Panacea es tal que no interrumpe las ocupa- ciones ó los placeres; solo requiere las sugeciones comunes de moderación en la dieta. Transmítese por los fluidos circulantes, i corrio-e la tendencia de estos á todos los males que se originan de sanare viciada, hígado enfermo, apetito depravado, ó dispo- sición previa á los afectos de los pulmones. Es un medica- mento seguro, i remueve todos aquellos males que el uso no feliz del mercurio tantas veces ocasiona. No obstante, á nadie se le aconseja que le tome sin que primero se convenza plena- mente de la verdad de lo que se relata aquí, i de la rectitud de las intenciones del proprietario. 8 OBSERVACIONES E\TRODUCTORIAS. El proprietario de la Panacea tiene motivo para quedar agra- decido á la confianza que el público ha puesto en su escelencia; i al publicar la presente mas amplia edición á su favor, que sirva á cimentar esta confianza, solo tiene que presentar unas pocas observaciones, ademas de las que se hallan en el prólogo de la primera colección. Cada dia le ha dado nueva prueba de la efi- cacia de su medicina, i razón suficiente de dar gracias á Dios, por haberle hecho el instrumento de su introducción, entre los muchos que están padeciendo de las varias enfermedades que se sabe que cura, después que todos los otros medios se han hallado ser inútiles. Dentro de los límites de una obra como esta, no se puede dar sino una pequeña parte del testimonio que acaba de mencionarse; pero se cree que esto basta para remover toda incertidumbre, i disminuir, aunque no se deshaga, toda preocu- pación tocante al mérito de la Panacea. Ojalá que fuese tan fácil detener en otros los movimientos de la envidia i de los celos, como contender con las dudas honradas i científicas. Ha sido acometido por la malevolencia bajo varias formas, i al mismo tiempo se han practicado con el público los mas atrevidos engañes por personas mal intencionadas, que fal- samente pretenden haber descubierto ¿os ingredientes de su medicina, i que han pasado por tal unos mistos suyos, que están mui distantes de poseer la misma virtud: con igual des- caro se han servido para su propia utilidad, de los mismos cer- tificados que la verdadera Panacea, por su milagrosa operación, habia conseguido así de los pacientes como de los médicos prác- ticos. Acaso no tendrá razón de quejarse, pues todos los proprielarios de los remedios afamados han sido acometidos é injuriados del mismo modo: en los frutos de la esperiencia espera lograr un triunfo completo sobre todas Jas invenciones de la enemistad i de la codicia. Sin embargo, entre las observaciones maliciosas del dia, hai un tópico que ha sido tan frecuentemente presen- tado, que algunos creerán que debe mencionarse de paso; se alude al secreto-de la composición de su Panacea. Sin embarco, por cuanto se confiesa por todos, i se ha mostrado satisfactoria- mente ella misma que es inocente i libre de daño, no puede ver la necesidad de publicar al mundo una lista de los ingredientes á los cuales debe su reputación i virtud. Los desinteresados quedarán satisfechos con la seguridad de que no contiene cosa 9 alguna que en el menor grado sea dañosa á la mas tierna i delicada constitución. Tocante á la voz Panacea, como título de esta medicina, es una designación que efectivamente nada tiene de vanidad ni charlatanería: es nombre que frecuentemente se ha usado por los antiguous i modernos en el sentido limitado de remedio para una gran clase de enfermedades, i no en su significación literal i mas comprehensiva, como remedio infalible para todo mal que aflige al cuerpo humano. El proprietario del remedio presente nunca le ha creido ni llamado específico universal; pero vino á convencerse que era aplicable á una mayor variedad de casos mórbidos que ninguna otra medicina de que jamas hubiese oido ó leido; por tanto creyó tener derecho de darle el nombre que espresase mejor su mérito peculiar, i bajo el cual era común anunciar i distribuir lo que se declaraba ó se creia poseer un carácter semejante. Como ya hace mas de doce años que el asunto de las páginas siguientes se halla ante el público, i como la esperiencia de mu- chos de los facultativos de medicina i otras gentes ha sancionado su utilidad en las enfermedades para que se ha usado, no se ne- cesitaría una justificación, á no ser por la circunstancia de que muchas personas envidiosas han formado i propagado opiniones destinadas á preocupar la mente de todos, para hacer que le incluyesen en la multitud de remedios de charlatanes, que se venden diariamente á nuestros conciudadanos, para la curación de todas las enfermedades á que está sugeto el cuerpo humano. Procuraré demonstrar, por el montón de evidencia concluyente que presentaré al público, que estas opiniones son erradas. Cuando primeremente se ofreció este medicamento á su aten- ción, no ecsistia otro alguno de igual naturaleza ó propie- dades; sin embargo, desde aquella época, mas de cincuenta mistos, que profesan ser de la misma naturaleza, i muchos que aun llevan el mismo nombre, se han pasado engañosa- mente al público con el mayor descaro. Si estas empresas de engaño no dañasen sino al proprietario de la Panacea, su pluma quizá permanecería para siempre en quietud ; pero los que pa- decen son una clase mui numerosa de personas, á saber, los enfermos, los lisiados, i los dolientes, muchos de los cuales no teniendo ni amigos ni hacienda, dependen de una constitución sana i una salud renovada, para la mantención acaso de una familia numerosa. Este medicamento no necesita valerse de los aucsilios del arte i de la sofistería para su apoyo; sus pretensiones han sido de- masiado probadas, para requerir elogios de mi parte; su utilidad ha sido prácticamente conocida por mí, i solo faltaba que el 10 público llegase á saber las muchas é importantes curaciones que su uso ha efectuado, afin de asegurarle una reputación que no puedan dañar ni los artificios de los intersados, ni las burlas de los envidiosos. Creyendo pues que hai muchas personas, que están deseosas de saber los hechos que tienen conecsion con esta medicina, no vacilo en presentarme, i relatar algunos de los numerosos casos en que se ha empleado con felicidad. Con su uso, unas enfermedades que habian resistido á todos los medios curativos, i confundido la habilidad de los facultativos mas respetables, se han curado en un espacio de tiempo compa- rativamente breve. Quisiera que me digesen, ¿que mayor prue- ba puede haber de la estimación en que está tenida por la pro- fesión de medicina, que saber que algunas de las curas fueron consideradas de un carácter tan estraordinario, que se hizo una esposicion de ellas en la sala de lecciones, ante una clase mui numerosa de estudiantes, en la Universidad de Pensilvania, como maravillas en el arte de curar? ¿Que mayor prueba de su utilidad, que saber, que está recommendada por los que ocupan el mas elevado rango en la profesión de Medicina? ¿ Donde se podrá hallar evidencia mas concluyente de su grande aprecio,- que el que se da en las páginas siguientes por los mas distin- guidos estadistas, legistas, i caballeros de los Estados Unidos, i de los paises estrangeros? Que puede ser mas satisfactorio al público que saber que se ha usado en todas las instituciones de este país, eminentes tanto por el talento profesional que preside en ellas, como por los intentos benéficos á que se destinan,—los Hospitales de Pensilvania i de Nueva York, i la Casa de Pobres de Filadelfia? ¡ Estos hechos por sí son con- cluyentes! no necesitan comentario. Varias obgeciones se han hecho contra ella por los que no conocen su naturaleza i sus propiedades; muchas son las conge- turas que se han formado acerca de su composición, cada una mas errada que la precedente: uno la supone ser muríate de oro; otro, corrosivo sublimado; este, la cree arsénico, i aquel un co- cimiento de zarzaparilla ó cicuta. En efecto, apenas hai remedio apreciable en toda la Materia Médica que en la opinión de algu- nos, no haya manifestado sus afectos peculiares en la adminis- tración de la Panacea. Ciertamente, el hecho de haber curado varios casos en que todos estos remedios se habian empleado antes, basta para convencer á cualquiera que no consiste de nin- guna de estas cosas, sino que posee la calidad de todas ellas; i si persisten en creer que consta de alguna de ellas ó de todas, entonces no sabemos como esplicarán porque obra tanto mas provechosamente bajo la dirección de una persona que de otra, 11 á no ser que en efecto se imaginen, que el poder milagroso de curar por el toque, haya descendido de los antiguos reyes de Francia é Inglaterra, al venturosísimo proprietario de la Panacea ! En este libro no es mi intención desestimar la profesión de medicina; nadie puede tener una opinión mas elevada de esta ciencia que yo, ó tratarla con mayor respeto: solamente declaro lo que mi esperiencia con este remedio autoriza plenamente. Todos los días vemos algo de nuevo en casi cada arte i ciencia, nuevos descubrimientos i progresos cada dia se van ofreciendo; en una palabra, ninguna ciencia ni arte se halla perfecta ; diaria- mente se manifiesta alguna imperfección del que ha precedido, i según toda probabilidad humana, nunca llegará el dia en que el hombre se vea en el último punto de la perfección. Hechas estas pocas observaciones generales, pasaré mas imme- diatamente á mi asunto, i espondré á mis lectores la relación de unos pocos casos, acompañados de observaciones que aclaren plenamente el principio que se ha establecido, á saber, su utilidad en las enfermedades mencionadas. Podríanse añadir muchos otros casos igualmente satisfactorios, pero como esto solo aumen- taría el numero de páginas, sin producir mayor impresión en los ánimos dispuestos á convencerse, me contentaré con dar sola- mente unos pocos: á los escépticos no puedo convencer. Los maravillosos poderes sanativos de este medicamento se han mostrado en La Escrófula, ó Lamparon, La Enfermedad Mercurial, en todas las varias formas del Sífilis arraigado, El Reumatismo, Las Ulceras de la garganta i del Laringe, La Enfermedad del Hígado, i las dolencias Dispépticas i Nerviosas, todas las enfermedades que dimanan de contamina- ción ó impureza de sangre, i en casi toda enfermedad de natu- raleza ulcerosa. En todos los casos complicados de sífilis i escrófula, i aquellos en que el virus impuro del padreó la madre, causa manifestación de impureza ó enfermedad en el hijo, los poderes benéficos de este remedio se han mostrado de una manera sumamente conspicua; pocos son los casos que han resistido á su eficacia: ha probádose en un gran numero de los de esta clase, i con el suceso mas decidido en todos. Este remedio también se ha distinguido mui particularmente en la curación de Nodos. No necesito detenerme sobre el beneficio que debe resultar al género humano, de un remedio que es propio para restaurar prontamente á un estado de perfecta salud, á aquellos que están padeciendo de estas asquerosísimas enfermedades; i estoi seguro que en las páginas siguientes podré demostrar, á satisfacción completa de mis lectores, que el público tiene delante de sí este tal remedio. 12 Al espresarme de este modo, de ninguna manera deseo que se entienda que le declaro como remedio infalible; al contrario, sabiendo que la parte de la communidad que padece, siempre está pronta á valerse con ansia de cualquier cosa que se presenta con tales pretensiones, ó que tiene apariencia de novedad, no quiero engañarla; esta medicina como todas las demás, s:n escep- tuar las recetas mas estimadas de la farmacopea, puede algunas veces no tener buen resultado. Lo que solamente deseo impri- mir en su espíritu es, que aquí se ofrece un plan de trata- miento que en ?nuchísimos casos ha tenido un écsilo feliz, cuando todos los medios usuales de curación se habian antes probado inútilmente. En todas las enfermedades que se origi- nan de impureza de sangre, se hallará que mi Panacea es suma- mente servicial; i es mi opinión que un mayor número de en- fermedades proceden de esta causa, i del mal tratamiento de los médicos, por su uso indistinto de Calomel, arsénico, Quina, Quinina i muchas otras drogas dañosas i destructivas, que de todas las demás causas reunidas. Este es un hecho de la mayor importancia para el público, i le afirmo bajo el mas positivo convencimiento de su ecsactidud, en la cual estoi bien asegurado que convendrán mis lectores después que hayan leido lo que sigue. En el reumatismo crónico i mercurial de muchos años de duración, raras veces ha dejado este medicamento de efectuar una cura permanente, en un espacio comparativamente breve: esta enfermedad calamitosa i común se burla de la habilidad del médico, i hace miserable la vida del paciente. Un remedio con el cual se pueda contar como cierto, hai largo tiempo que es cosa de ser deseada en la medicina: esta falta se suple abun- dantemente por la Panacea de Swaim; los casos numerosos en que se ha empleado, i en los cuales mui pocos son en los que ha carecido de suceso, le han establecido una reputación de ser casi un específico para esta enfermedad. Ademas de los males )'a mencionados, también se ve que es un remedio apreciable en aquel mal lastimoso, Tinea Capitis, ó tina; mal que tan amenudo pone á prueba la paciencia de los padres i la habilidad del médico, i el cual tienen que aguantar los niños, casi sin esperanza de alivio, por una serie de años. Igualmente vemos su utilidad en aquel estado enfermo del hígado, (Hepatitis Crónico) en que el pacieute ha esperimenlado un largo i severo padecimiento, sin jamas recibir el menor bene- ficio del uso de medicinas largo tiempo continuado, i en que una grande cantidad de mercurio había sido recibida en el sistema sin producir el efecto que se deseaba, sino que al contrario parecía que antes bien se habia agravado la enfermedad. 13 Este mal prevalece tanto, i es tan poco conocido, que no será fuera del caso dar algunas señales por las cuales se pueda gene- ralmente descubrir. Las enfermedades de esta naturaleza sue- len ir acompañadas de un color bilioso del cutis, de dolores pesados é instables por el lado i el hombro derecho, pérdida de apetito, indigestión, fiebres ocasionales, dificultad.de respirar, i tos que en muchos casos termina en consunción confirmada. En esta enfermedad se confiesa que las recetas de los médicos son inciertas, i en muchos casos totalmente ineficaces, dejándola que tome su curso sin molestacion ; sin embargo, aquellos casos en que las medicinas regulares se saben que no tienen efecto, son los proprios en que la Panacea muestra sus virtudes mas raras i maravillosas; El Hepatitis Crónico, en sus primeras épocas está completamente bajo su dominio. En todas las variedades del Sífilis, desde la llaga primaria, hasta las mas severas i obstinadas de las formas secundarias, esta medicina es un verdadero específico:, que mucho daño re- sulta en muchísimos de estos casos del uso indistinto del mercu- rio, varios de los que siguen probarán abundantemente; en todos ellos, que el mercurio haya hecho daño ó no, solo se requiere el aucsilio de unas pocas botellas de la Panacea para estirpar la enfermedad del sistema, i restaurar la constitución á su primera pureza i salud. Hai sin embargo una variedad de este mal que se conoce poco, i en la cual esta medicina se hará una adquisi- ción apreciable; aludo á la forma que se comunica de la madre al niño, mientras está in útero. En esta enfermedad la condi- ción de la criatura es verdaderamente lastimosa; el cutis está cubierto de llagas, costras, i manchas; el pelo se cae, los huesos se hallan tocados de caries, i si no se suministra pronto socorro, no tarda el niño en ser la presa de este mui doloroso, desagrad- able, i asqueroso mal. En este caso la medicina raras veces ó nunca es provechosa; la enfermedad con todos sus lastimosos síntomas progresará, hasta que la muerte le libre de su miseria: es en este mismo caso que la Panacea se mostrará ser un reme- dio de valor inestimable. Siendo esta simple en su composi- ción, i conteniendo medicinas que de ningún modo pueden hacer daño á la criatura mas tierna i desvalida, se bailará que en estos casos, su importancia escederá nuestras esperanzas mas vivas. Este medicamento se ha empleado con el suceso mas decidido, en muchísimos casos de Tumor Blanco de las coyunturas; varios de ellos, que habian resistido á todos los medios que pudieron sugerirse, i que parecían empeorarse cada dia, han sido perfectamente curados con un curso de este remedio, i sola- mente en mui pocos egemplos de esta enfermedad, en que ha B 14 sido probado, ha dejado de efectuar una curación completa. También se ha empleado en aquella afección penosa llamada Ceática, para la cual no faltan egemplos que demuestren su utilidad. En general, cuando no se ha hecho curación, halla- mos que egerce sus efectos benéficos disminu}Tendo el dolor, aumentando el apetito, i añadiendo mucho á los alivios del paciente. Siendo esta medicina inocente, no hai que temer mal efecto alguno de su uso, siempre que se tome en porciones regulares, según las instrucciones con que va acompañada; i se puede administrar al niño mas tierno, así como á la persona adulta, con resultados igualmente provechosos. Ahora pasaré á presentar á mis lectores un número de certifi- cados de nuestros mas respetables médicos i personas científicas; en seguida se darán unos pocos casos interesantes, i la verdad con que están detallados, si acaso se dudare, puede fácilmente obtenerse de las personas mismas, la mayor parte de las cuales viven, i están en buena salud en el tiempo presente. ----o-^©©-o---- PANACEA DE SWAIM. Para dar á conocer completamente el aprecio que se hace de la Panacea de Swaim por la profesión de Medicina, añade el proprietario certificados de caballeros que tanto por sus carac- teres particulares como públicos, son dignamente colocados en la clase de los mas científicos de nuestro país. El público, así como el proprietario de la Panacea, debe estar mui agradecidoá los Señores que han dado testimonio á su favor, pues esas reco- mendaciones han hecho que se use en varias enfermedades, i particularmente en casos de corrupción inveterada de sanare que han descendido á la segunda generación, i que de otro modo hubieren destruido muchas vidas preciosas. Su humanidad i desprendimiento en promover la circulación de una medicina que se sabe que alivia tanto al género humano, sin atender al origen ó posesión legítima de ella, merecen la admiración agra- decida de un público benéfico é ilustrado. ESTE MEDICAMENTO tiene la fortuna singular, justo tri- buto de su gran mérito, de ser recomendado por los mas afamados Médicos prácticos de los Estados Unidos i de Europa, en luzur aue no hai uno de los mistos espurios que se hacen á imitación suya que tenga el menor apoyo de parte de la Facultad de Medicina Estt hecho presenta un argumento tan claro i concluyente, que no necesÜa sino mencionarse para compeler la convicción. 15 CERTIFICADOS. DEL ESCELENTÍSIMO SEÑOR, DON JUAN I>E ©IOS CAÑEDO, Enviado Estraordinario, i Ministro Plenipotenciario de los Estados Megicanos, cerca de las Repúblicas del Sur, i del Imperio del Brazil. Certifico que tengo buen conocimiento de las virtudes del Jarabe Medicado que se dice " Swaim's Panacea," por espe- riencia de sus efectos en mi propria persona, i por observación de los casos de otras; por tanto, no vacilo en recomendarle á mis paisanos como, remedio sumamente apreciable, i casi un Específico en aquellas clases de casos en que el Sor. Swaim le declara ser útil. Por el mismo testimonio de esperiencia i observación, también creo que, no obstante sus propiedades activas, es del todo inocente; i que si por casualidad no lograre efectuar curación, nunca causará perjuicio; i que los facultativos que han firmado esposiciones de su eficacia, son del primer rango en su profesión médica. ^ JUAN DE D. CAÑEDO. ----0h3©&-0---- (TRADUCCIÓN.) ESTADOS UNIDOS DE AMERICA. Se'pase que Yo, Henry G. Freeman, Escudero, Notario Público para la República de Pensilvania, residente en la Ciu- dad de Filadelfia, debidamente autorizado i juramentado, por estas certifico i doi fé, que el Doctor Nathaniel Chapman, el Dor. W. Gibson, el Dor. William P. Dewees, el Dor. James Mease, el Dor. Thomas Parke, i el Dor. John Y. Clark, cuyas firmas se hallan respectivamente puestas en los Testimoniales contenidos en el libro intitulado, "Colección de Casos en ilus- tración de las propiedades Restaurativas i Sanativas de la Pana- cea de Swaim en varias Enfermedades," i publicado en Filadel- fia en el presente año, son todos bien i personalmente conocidos de mí el dicho Notario; i también certifico i doi fé, que los espresados Nathaniel Chapman, W. Gibson, William P. Dewees, James Mease, Thomas Parke, i John Y. Clark, son todos ellos 16 Médicos eminentes i en plena práctica en dicha ciudad de Fila- delfia, i son respectivamente dignos de la mayor creencia. mu,, I para que conste, he puesto mi firma, i mi sello de 4¡|w|k Notario, hoi dia diez de Junio, A. C. mil ochocientos ^PSiSrfe treinta i uno. ■tBSS* (Firma) HENRY G. FREEMAN, Notario Público. o-Q@Q-o---- DON JUAN BAUTISTA BERNABÉ!!, Caballero Comendador de la Real i distinguida Or'den Amna. De Isabel la Cató- lica, Comisario Ordenador honorario de Marina i Cónsul General de su Ma- gestad Católica para los Estados Unidos de América. Certifico que la firma i sello que se ven en el documento- anexo de Henry G. Frkeman, Esquire, Notario Público, de esta Ciudad, son los mismos que siempre usa en todos sus escritos é instrumentos i á que se dá i debe dar entera fé i crédito tanto enjuicio que fuera de él. <£«&> Dado en Philadelphia, firmado de mi mano i con el Aj#^||£real sello de este Consulado General de España, hoy ♦ffS^lfsdia diez de Junio de 1831. S»» JUAN BAUTISTA BERNABEU. -oH3©e-o- JOSE' MARÍA SAEAZAR, Enviado Estraordinario i Ministro Plenipotenciario de la República de Colombia cerca de los Estados Unidos de la América del Norte, &c. &c. Certifico en debida forma que los facultativos que han dado certificato recomendando ej descubrimiento del Sor. Swaim, llamado generalmente Swaim Panacea, son del carácter mas respetable en su profesión médica. Washington, Febrero 12, de 1827. JOSÉ' MARÍA SALAZAR. DEL DOCTOR N. CHAPMAN, Profesor de los Institutos i Práctica de Medicina, i Práctica Clinica, en la Universidad de Pensilvania, Presidente de la Academia de Medicina de Fila- delfia, &c. &c. En estos dos últimos años he tenido ocasión de ver varios casos de úlceras mui inveteradas, que habiendo resistido á todos los tratamientos del arte, fueron curados por el uso de la Pana- 17 cea del Sor. de Swaim ; i de lo que yo mismo he visto, creo que este remedio se hallará importante en las enfermedades es- crofulosas, venéreas, i mercuriales. DOR. N. CHAPMAN. ----o-0©e-o---- DEL DOCTOR VALENTINE MOTT, Profesor de Cirugía en la Universidad de Nueva York, Cirujano del Hospital de Nueva York, &c. &c. Repetidas veces he usado la Panacea de Swaim, así en el Hospital como en mi práctica particular, i he hallado que es una medicina apreciable en las enfermedades crónicas, sifilíticas i escrofulosas, i en los afectos obstinados del cutis. DOR. VALENTINE MOTT. ---o-o©e-o--- DEL DOCTOR ALEXANDER KNICiHT, Médico del Puerto de Filadelfia. Habiendo visto la eficacia decidida de la medicina llamada la Panacea de Swaim, en varios casos de enfermedad inveterada, que habian resistido á los remedios usuales, la justicia ecsige que dé mi testimonio á su favor. Entre otros casos que he presen- ciado, el de Mad. Hocker* de Kensington, i el niño de John Lambert,* merecen mayor atención. En ese habia una estensa ulceración i caries de los huesos de la cara, que se estendia rápid- amente hacia la nariz i el paladar; en este, una ulceración gan- grenosa que principiando en lo interior de la megilla se habia estendido á lo esterior, amenazaba su total ruina. En ambos las enfermedades iban progresando, á pesar de haberse empleado un tratamiento mui activo; pero fueron prontamente detenidas en su curso, i en corto tiempo curadas, con el uso de la Panacea del Sor. de Swaim. DOR. ALEXANDER KNIGHT. ---o-©@e-o--- DEL DOCTOR WILLIAM GIBSON, Profesor de Cirugía en la Universidad de Pensilvania, Cirujano i Catedrático de Clínica en la Enfermería de la Casa de Pobres, &c. &c. Durante los tres últimos años he empleado la Panacea de Swaim en varios casos, i siempre la he hallado mui eficaz, par- * Véanse los casos de Mad. Hocker, i el niño de John Lambert B 2 18 ticularmente en el Sífilis secundario, i en la enfermedad mer- curial. No tengo la menor duda en decir que es una medicina inapreciable. DOR. WM. GIBSON. ---o^@D-o--- DEL DOCTOR WILLIAM P. DEWEES, Profesor Adjunto de Partería en la Universidad de Pensilvania, Miembro de la Sociedad Filosófica Americana, i de la Sociedad Médica de Filadelfia, Cate- drático de Partería, &c. Tengo mucho gusto en declarar que he visto en muchos casos de enfermedades inveteradas, resultados los mas completos i decididos, del uso de la Panacea de Swaim, en que otros reme- dios han carecido de suceso: uno de estos fué el de Madama Brown.* DOR. WM. P. DEWEES. ---oh3©9-o--- DEL DOCTOR JAMES MEASE, Miembro de la Sociedad Filosófica Americana, i de la Sociedad Médica de Fila- delfia, &c. &.C. Con mucho gusto doi también mi testimonio á favor de la Panacea de Swaim, como remedio en la escrófula. Hé visto dos casos inveterados que se han curado con ella, después de haberse mucho tiempo probado, sin efecto, los demás remedios usuales: estos fueron el de Madama Offner, i el de Madama Campbell.t DOR. JAMES MEASE. ---0-3©6-o—— DEL DOCTOR SAMUEL R. MARSHALL, Cirujano del Hospital de Marina, Nueva York, &c. &c. ^ He usado La Panacea del Sor. de Swaim en varios casos de sífilis secundario, que fueron enviados al Hospital de Marina en Brooklyn, i tengo mucho gusto en decir con un suceso com- pleto. DOR. SAMUEL R. MARSHALL. * Véase el caso de Madama Brown. t Véanse los casos de Madama Offner, i de Mad. Campbell. iy DEL DOCTOR JOHN Y. CLARK, Miembro de la Sociedad Médica de Filadelfia, &c. Habiendo tenido frecuentes ocasiones de presenciar los efec- tos de "La Panacea de Swaim," debo ingenuamente confesar que he recibido mucho gusto de los resultados de su suceso, con particularidad en las enfermedades siguientes, á saber, Escrófula, Sífilis i la enfermedad Mercurial, Tumores i U'lceras, no solo cuando ha habido mucha destrucción de las partes blandas, sino cuando la caries de los huesos se ha mostrado con mucha esten- sion. DOR. JOHN Y. CLARK. ---o-©©e-o—— DEL DOCTOR WILLIAM PRICE, Cirujano que fué del Hospital de Pensilvania, Miembro de la Sociedad Médica de Filadelfia, &c &c. Liverpool (Inglaterra). El jarabe vegetal llamado La Panacea de Swaim, preparada por el Sor. de Swaim de Filadelfia, últimamente se ha introdu- cido aquí por el Doctor Price, que ha venido de los Estados Unidos de América, donde se usa ahora mui estensamente en el tratamiento de varias enfermedades crónicas. El Doctor Price ha tenido evidencia abundante i sumamente satisfactoria, de la eficacia de esta preparación, durante un curso de esperiencias que se hicieron por orden suya, mientras que fué cirujano del Hospital de Pensilvania; i desde su llegada á Inglaterra ha logrado la felicidad de presenciar muchos otros egemplos de haberse administrado con suceso. Las enfermedades en que este medicamento ha mostrado par- ticularmente su utilidad son aquellas que traen su origen de causas constitucionales, e. g. las varias formas de Escrófula, sea que ataque los huesos, las coyunturas ó partes blandas; i en los casos en que la disposición al dicho mal se manifiesta solamente por la debilidad, obra como preventivo por medio de sus efectos provechosos sobre la constitución. En la enfermedad mercurial, i en las formas secundarias del Sífilis, es igualmente eficaz; i en los males crónicos del hígado, que habian resistido á la ecshibi- cion cuidadosa del mercurio, se ha dado últimamente con seña- lado suceso. Mui recientemente también ha sido administrado, con ventaja decidida, por uno de los mas distinguidos cirujanos de Londres, en un caso que habia enteramente destruido el ojo derecho del enfem,», 1 gran parte « Mod^»* pRICE 20 DEL DOCTOR THOMAS H. HALL, Miembro de Congreso por el Estado de la Carolina del Norte, &c. Con respeto á la Panacea de Swaim no tengo reparo en decir, que habiendo tenido mucha esperiencia de su uso en aquellas en- fermedades para que se anuncia como remedio, la considero como adquisición apreciable á los valetudinarios de ella, i que estos pueden con entera confianza esperar de dicha medicina, benefi- cios que no se logran con ninguna otra conocida. DOR. THOMAS H. HALL. -----o-<3©e-o----- DEL DOCTOR THOMAS PARKE, Presidente del Colegio de Médicos de Filadelfia, i Médico que fué del Hospital de Pensilvania por cuarenta i cinco años. A' la demanda de William Swaim, certifico, que en los pocos casos que he visto administrar la Panacea, he notado que su uso ha producido mucho beneficio, i particularmente en el de R. C. Tregomaine* que por muchos años padecía de úlceras mui in- veteradas, que todos los cirujanos eminentes, que la habian asis- tido, creian incurables. En esta situación desesperada, fué ad- mitida como enferma en el Hospital de Pensilvania, (en Setiem- bre de 1821,) i recibió el parecer de todos los cirujanos de aquella institución benevolente, sin esperimentar mucho alivio; entonces principió á usar la Panacea, la cual, con asombro de todos los que presenciaron sus efectos, le restableció enteramente la salud en dos meses. En Octubre de 1823, se despidió del Hospital enteramente curada. Habiendo observado los efectos maravillosos de la Panacea de Swaim en el caso de R. C. Tregomaine, i visto varias relaciones verídicas de muchos de nuestros cirujanos mas distinguidos, estoi en la creencia que es una medicina útilísima en las enfermedades crónicas, sifilíticas, mercuriales, escrofulosas, i muchos otros males constitucionales. DOR. THOMAS PARKE. ----0h3@©-0---- DEL SOR. DON T. MIGUEL RODRÍGUEZ. Caracas, República de Colombia. Sor. Wm. Swaim, Filadelfia. Señor:—Los maravillosos i benéficos efectos de la Panacea de su nombre, esperimentados en esta ciudad, i de que soi un * Véase el caso de Mad. Tregomaine. 21 testigo i admirador, i la necesidad de proveerme sin el riesgo de la adulteración, de algunas botellas para mi casa, i para algún particular amigo mió, me obligan á tomarme la licencia de diri- girme espresamente á V. suplicándole tenga la bondad de re- mitirme en^a primera ocasión, dirigidas al Señor Cónsul de Comercio de esos Estados, residente en esta capital Mr. Wil- liamson, treinta i seis (36) botellas ó frascos, cuyo importe se- gún la factura i aviso de V. satisfaré al recibirlos al espresado Sr. Cónsul ó la persona que V. me designe, esperando la mayor equidad en su precio. Tengo la satisfacción de informar á V. que soi testigo ocular de diez i seis curaciones de primera importancia debidas á su Panacea, de enfermedades venéreas, crónicas é inveteradas, ul- cerosas, i del hígado que son tan comunes en este país. Tengo una gran parte ó he contribuido poderosamente á ellas, i esto, con el elogio debido i justo que hago de su medicina, le ha pro- porcionado bastante crédito i estimación, i no dude V. que de dia en dia merecerá mas, porque un número considerable de personas la están usando con el mayor provecho. Tengo la honra de ofrecerme á la disposición de V. con sumo respeto i consideración mui at.° s.° s.r Q. B. S. M. T. M. RODRÍGUEZ. -o-s©e-o- CERTIFICACIÓN DADA EN LA HABANA. DOR. DON FERNANDO GONZÁLEZ DEL TALLE, Profesor Público de Medicina i Cirugía, Catedrático de Cirugía en la Real i Pontificia Universidad de San Gerónimo de la Habana, Socio numerario de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del Pais, &c. Certifico como he usado del remedio conocido por la Panacea de Swaim, i he conseguido mui buenos resultados de su aplica- ción, habiendo curado dos enfermos en los que la enfermedad no cedía á los mejores medios curativos. El uno padecía de una herpes crónica, i el otro úlceras venéreas, complicadas con una antigua gonorrea. El primero necesitó cinco botellas, i el segundo'seis.' En los demás casos que la estoi usando son ul- ceras carcinomatosas, i aunque todavia no se han curado los en- fermos, con todo sienten muchos alivios, las úlceras supuran con mas facilidad, i no se propagan con la prontitud que antes de tomar las botellas. Es cuanto por ahora puedo informar, i me congratulo de poder contribuir por mi parte á ratificar los bue- nos efectos de este descubrimiento „ATTÍ, DOR. FERNANDO GONZÁLEZ DEL VALLE. Habana, i Octubre 15, de 1827. 22 (TRADUCCIÓN.) Agencia Consular de los Estados Unidos. Yo, el infraescrito. Agente Vice Consular de los Estados Unidos, para la Ciudad de la Habana, i sus dependencias, certi- fico, que el Doctor Don Fernando González del Valle, de quien va firmado el documento anterior, es médico sumamente respe- table de esta ciudad, á quien yo bien conozco, i á cuyo testimo- nio como tal se da entera fé i crédito. I para que conste doi la presente firmada de mi puño, i sellada con el sello de mi empleo, en la Ha- bana, á diez i seis de Octubre, año de Ñro. Señor mil ochocientos veinte i siete, i cincuenta i dos de la In- dependencia de los Estados Unidos. (Firma) VINCENT GRAY. ---o-9©e-o--- DEL DOCTOR JOHN HOWELL. La carta siguiente del Doctor John Howell, de Trenton, New Jersey, médico recibido, i práctico científico, mostrará su opinión de la Panacea, i su deseo de que se use su nombre para recomendarla. El testimonio que da en los casos que siguen no puede menos de ser interesante. Mui Sor. mió: Acabo de recibir su carta del ó pidiéndome respuesta tocante á los casos de afectos pulmónicos que le men- cioné á Vm. ya hace algún tiempo. Siento mucho no poder satisfacer la demanda de V. pues no tengo registro regular á que pueda remitirme para el tratamiento" i los síntomas; pero en cuanto puedo acordarme, estoi plenamente persuadido que ambos se hallaban en una situación mui crítica. Quejábanse de gran dolor en el pecho, i dificultad de respirar; ambos tenian una tos terrible, i una libre espectoracion de mucus; pero desde que han pr.nc.p,ado á tomar su Panacea han esperimentado un cambio maravilloso; el dolor del pecho está alivhdo, la tos no es tan molesta i la espeetoracion se ha disminuido: todavía con. múan usándola, > no dudo que, con atención á la dieta i al ves- tido, se restablecerán. Mi hijo que padece de epilepsia, es menester que diga, que desde que ha principiado a tomar su Panacea, no ha tenido un solo acceso del mal, hace ya mas de cinco semanas; i desde que atrunoZOiSnupednferrdad """" 'V^0 d¡eZ dias "¡"3 alguno i puedo decir que su medicma le ha hecho mas bien que todo lo que ha tomado estos tres últimos años. Le he dado las dos botellas que Vm. me ha enviado, i me alegaría saber si debo continuar usándola, i siendo así le estimaré^ mTenvie 23 otra botella, pues en todo me guiaré por su opinión. Esta ma- ñana, mi hijo, que estudia la medicina, me ha hecho una relación de un caso de un negro que ha padecido cuatro años de Lampa- ron, i el cual se halla actualmente bueno con haber tomado tres botellas de su medicamento bajo la dirección de mi hijo: este negro es un trabajador que vive cinco millas de aquí. Le doi á Vm. permiso entero de publicar esta carta, ó la parte de ella que quisiere; i si mi nombre puede serle de alguna utili- dad en dar á su Panacea el carácter que merece, Vm. podrá usarle con gusto, i yo siempre consideraré como mi deber el recomen- darla al público. Me ofrezco á la disposición de Vm. con sumo respeto. DOR. JOHN HOWELL. ---o-0@©-o--- DEL DOCTOR 3. F. D. LORSTEIN. Doctor J. F. Daniel Lobstein, de la Facultad de Medicina de Paris, Miembro corresponsal de las Sociedades Médicas de Paris, Burdeos, Tolosa, Marsella, Miembro Honorario de las Sociedades Médicas de Filadelfia, de Massachusetts, Maryland, Lexinglon (Ky), Pittsburgh, i Virginia, &c. &c. Médico i Prác- tico en Partería en Filadelfia. CERTIFICA, Que M. L. en esta ciudad, que habia padecido de una enfer- medad venérea, acompañada de vivos dolores en las coyunturas, que casi le impedían andar, fue curado por el uso de tres botellas de la Panacea de Swaim. Que Madama K. 15 millas de Fila- delfia, habia estado padeciendo tres años de úlceras escrofulosas en las piernas, i habia empleado los remedios mas afamados, fué enteramente restablecida en el espacio de dos meses por el uso de la Panacea de Swaim. Que el Sor, de B., de esta ciudad, que habia padecido mas de cuatro años de dolores artítricos, par- ticularmente en la primavera i el verano, fué completamente curado de su mal, i hace mas de un año que se halla del todo bueno. Muchos casos también he visto de enfermedad de hígado que han sido curados, después de haberse tomado todos los me- jores consejos de los médicos i usado los remedios mas estima- dos, sin efecto. ----o-^©e-o---- DE WILLIAM DUANE, ESCU.™ Uno de los Magistrados de la Ciudad de Filadelfia. Habiéndome pedido el Sor. de Swaim, proprietario de una composición médica, llamada Panacea de Swaim, que declare 21 lo que sé tocante á la introducción de dicha medicina en la Casa de Pobres de esta ciudad, considero que es mi deber acceder á su solicitud. En el año 1820, siendo yo entonces Presidente de la junta de Directores de la Casa de Pobres, me significó el Sor. de Swaim el deseo que tenia de emprender la curación de algunas personas que estaban actualmente alíí, i cuyos casos los médicos habian abandonado como incurables; que estaba seguro de curar los tales casos con su medicina; que emprendería algunos de los peores, i que no ecsigiria otra remuneración que el placer que resultase del servicio que se hiciese. En consecuencia de esto prometí consultar con los demás directores, i habiéndolo hecho, hallé que algunos de los Sres. Médicos habian procurado preocu- parlos, del mismo modo que lo habian intentado conmigo, con- tra lo que llamaban charlatanería. Algunos de los directores se inclinaban á la prueba, considerando que los tales casos, en que se iba á operar, siendo de la clase que los médicos habian aban- donado, no podria á lo menos resultar daño alguno, i que si la curación era practicable, no debia dejarse escapar la ocasión de efectuarla; sin embargo, no se hallaban dispuestos á tomar sobre sí responsabilidad alguna, por lo cual llegué á comprehender que no querían ponerse en oposición á los médicos. Otros estaban decididamente opuestos á ella: por tanto me ofreci á tomar sobre mí toda la responsabilidad que pudiese haber, i avisé al Sor. de Swaim que le acompañaría, lo cual hice. El primer caso que se eligió fué el de una muger, cuya apariencia era horrorosa, i cuya condición era tan deplorable, que los enfermos que se halla- ban en la misma sala, querían que fuese removida: mis propios sentidos me daban testimonio de la justicia de su queja. Esta muger tendría como 30 ó 32 años de edad, ya habia perdido el ojo derecho, i el izquierdo se hallaba mas de media pulgada fuera de la cuenca; la carne de la megilla izquierda era toda una úlcera, la de la nariz se habia enteramente consu- mido, i solo quedaban dos agugeros desnudos en lugar de ventanas: el labio superior estaba destruido por la parte izquierda, los dientes i las encías estaban á la vista, i según me pareció á mí, toda la cara se hallaba en estado de rápida disolución; habia perdido el apetito; parecía un esqueleto vivo, que daba miedo ver. El Sor. de Swaim dijo que podía curarla; no podia restaurarle el ojo que se habia perdido, ni tampoco la nariz, pero que le restauraría el ojo izquierdo i la boca. Emprendió el caso, i le acompañé muchas veces en sus visitas á la pobre muger, la cual fué curada: i muchas veces después la he visto que iba á sus negocios con la alegría usual de una 25 persona de su edad; la deformidad quedó; pero todo lo demás que quedó tenia la apariencia de salud. Me he limitado á este caso solamente, en el cual es imposible engañarse, sin permi- tirme introducir circunstancia alguna, escepto las que le per- tenecen. WILLIAM DUANE. ----o -<5@e-o---- DEL DOCTOR JOHN F. RROOKE, Médico de la Botica de Pobres, Distrito del Norte, Filadelfia actualmente ciru- jano en la marina de los Estados Unidos. He presenciado el caso de Isaac Sharpless Lambert,* niño como de siete años, que vive en la calle de Charlotte, distrito del Norte, i le considero como uno de los muchos egemplos de la estraordinaría virtud de la Panacea de Swaim. Una parte inmensa de la megilla se habia gangrenado, estendiéndose el mal desde las alas de la nariz, é incluyendo el labio superior, i el ducto steno, hasta dejar espuestos los huesos de las quijadas superior é inferior. Todos los remedios que se habian empleado antes fueron incapaces de dar alivio. En justicia á su Panacea i por motivos de humanidad, deseo que haga Vm. público este caso. El doctor Alexander Knight, médico eminente en este distrito, que ha visto este caso, i le considera como una grande curación, permite que me sirva de su nombre. DOR. JOHN F. BROOKE. DE SAMUEL MASÓN, Mayordomo que fué del Hospital de Pensilvania por trece años. Respetado Amigo: Hace poco tuve ocasión de ojear un libro que has publicado, en que se halla una relación de curaciones que ha obrado tu Panacea, i también un número desertificados respetabilísimos, que comprueban su eficacia. Cuatro de estos casos inmediatamente me ocurrieron á la memoria, á saber, Roberto Ryan, Ruth C. Tregomaine, Owen Loughran, i Michael Anderson, todos los cuales daban compasión, i se consideraban como casos desesperados é incurables. Roberto Ryan hacia seis años que estaba en el Hospital, i durante todo ese tiempo bajo el cuidado de los cirujanos mas hábiles de esta institución, que se valieron de todos los medios que pudieron imaginar, pero inútilmente. Al fin, habiéndose despedido, se puso bajo tu di- rección, i en mui breve tiempo recobró su salud i vigor: des- » Véase el caso de Isaac Sharpless Lambert. C 26 pues fué empleado como portero. Con respeto á R. C. Tre- gomaine, Owen Loughran, i Michael Anderson, teniendo opor- tunidad de verlos diariamente; observar su estenuada aparien- cia; su debilidad que todos las días iba mostrándose mas; sus úlceras que se engrandecían, i se hacían mas obstinadas; no me quedaba Ja menor esperanza de su curación. A' los dos prime- ros, les permitió el cirujano que asistía entonces, que tomasen tu Panacea en el Hospital; i el último se despidió para recibir el beneficio de ella; i todos recobraron su natural salud i fuerza. Si esta relación te puede dar gusto alguno, te la hago con placer, i Quedo, con respeto i estimación, Tu amigo, SAMUEL MASÓN, Mayordomo que fué del Hospital de Pensilvania. ----o-©g!e-o---- DE CILBERT ROBERTSON, ESC.™ Cónsul fngéls. "Certifico que Michael Anderson, marinero Inglés, fué en- viado por mí al Hospital de Pensilvania, i que después de haber permanecido en él catorce meses, durante cuyo tiempo estuvo en un estado infeliz, fué declarado incurable, según consta de la comunicación del mayordomo de dicha institución; entonces fué llevado á ana casa particular, i el Sor. de Swaim que volun- tariamente ofreció sus servicios, le curó tan completamente con el uso de su Panacea, que pude enviarle á Inglaterra en perfecta salud. "GILBERT ROBERTSON, " Cónsul de S. M. B. en Filadelfia." ---Oh3@©-o---- DEL DOCTOR JOHN PERKIN, Socio de la Sociedad de Medicina de Filadelfia, &c. El caso de Mada. T.----, era una cefalalgia inveterada (acom- pañada de un nodo mui grande en el lado derecho del hueso frontis) para la cual le di varias preparaciones mercuriales, la bebida de dieta de Lisboa, quina, opio, arsénico, &c. El plan mercurial dio un poco de alivio, haciendo desaparecer entera- mente el nodo, aunque no fué posible lograr el menor grado de salivación. A principios de Diciembre, habiéndose cesado el uso del mercurio por unas semanas, volvió repentinamente el mal, i mi enferma recibió un fuerte ataque epiléptico; entonces se empleo otra vez el mercurio, i se continuó sin alivio hasta 27 ¿osa de tres semanas acá, que empezó por mi consejo á tomar la Panacea, la cual en mui breve tiempo influyó mucho en la en- fermedad; i actualmente se halla en perfecta salud. DOR. JOHN PERK1N. ---oh3©©-o--- DEL DOCTOR EPHRAIM DICKEN, Tarborough, (Jf. C.) Habiendo usado en los últimos seis meses de mi práctica, dos ó tres docenas de botellas de la Panacea de Vm. con mucha satis- facción, tanto de mi parte como de la de mis enfermos, no tengo reparo en declarar, que según mi parecer, la Panacea de Swaim es una de las mejores preparaciones médicas en las enfermedades para que usualmente se receta. DOR. EPHRAIM DICKEN. ---o-^©©-o--- DEL DOCTOR JOSEPH MAXWELL. Darien, (Geo.) Habiendo probado los efectos de la Panacea de Swaim en tres casos que habian totalmente confundido todo el conocimiento que adquirí en mi educación, i que me fué conseñado por Gre- gory i Monroe, de Edinburgo; por el Caballero Astley Cooper, i el Sor. Cline del Hospital de Santo Tomas, i de Guy en Lon- dres; i por Dubois i Boyer, en Paris; no tengo el menor reparo en decir que es el mas apreciable remedio que se ha descu- bierto. El caso de George Bolton, herrero de oficio, habitante en este parage, fué uno de los mas fuertemente señalados que he visto; tenia muchas úlceras en los brazos, piernas, cabeza i cuerpo; habia empleado á los mejores médicos, i recibido de Nueva York los mejores consejos médicos, pero sin provecho; fué curado con cuatro botellas, i no queda un solo síntoma de la enfermedad. Ocurrieron dos casos mas en la isla de Simón, en la Hacienda del Sor. de Covvper; el uno fué de una muger que habia pade- cido mas de treinta años de úlceras en las piernas, que la habian tenido por varios años en casa, i también de nodos en los codos, i canillas; i úlceras en la garganta. Cuatro botellas de la Pana- cea la curaron. El otro fué el caso del arriero de la hacienda, que tenia la enfermedad Africana llamada Craw-Craw, Lúes la mas inveterada; tuvo que hacer cama mas de un año, sin poder andar, ni levantarse. Cuatro botellas completaron la cura; i le 28 he visto después uno de los negros mas activos de la hacienda. Estos casos, Señor mió, son mas que suficientes para establecer las virtudes de su afamada Panacea : le aseguro á Vm. que me serviré mucho de ella en mi práctica, pues, tengo la mayor con- fianza en su eficacia superior. La demanda aquí es ya mui grande. Los mistos que se hacen para imitarla no tienen ninguna estimación. Deseándole á Vm. toda la fama i caudal que merece tan justamente por un descubrimiento tan apreciadle en la medicina, que con aucsilio de la Divina Providencia, ha sido el medio de disminuir las miserias de sus semejantes, Con respeto, &c. DOR. JOSEPH MAXWELL. ----OH=<3e-0--- DEL DOCTOR FRANCIS LE BARÓN, Boticario General que fué de los Estados Unidos. Recomendé á Mr. Joseph Smith, de Havre de Grace, que pasara sin pérdida de tiempo á Filadelfia para ponerse hajo la dirección del Sor. de Swaim, que tiene tanta reputación por una medicina de que se sirve para curar el Sífilis incipiente, confirma- do, ó secundario, é igualmente las enfermedades mercuriales que ocurren en este clima. El caso de Smith era una combinación de estas dos, i uno de los mas inveterados que jamas he visto ú oido. Cuatro años de la mas estricta disciplina bajo los varios hijos de Esculapio, en lugar de curarle, ó siquiera aliviarle, le hicieron parecer mas bien una preparación anatómica seca para el estudio, que un miembro vivo de la familia humana. Una desorganización i disolución de los huesos, i partes blandas de los órganos de la voz, i de la nariz, habia progresado tanto que su voz en lugar de sonido humano, mas parecía el graznido de un cuervo. Tenia varias úlceras en diferentes partes del cuerpo. En esta situación fué llevado á Filadelfia con suma dificultad, i puesto bajo la dirección del Sor. de Swaim, á quien escribí una carta, dándole una relación del caso. En seis semanas volvió á su familia en perfecta salud ; hace dos años que esto sucedió, i to- davía se halla bueno i alegre: su voz se va mejorando de día en dia, i recobrando su antiguo tono i modulación, i su cuerpo es mas grueso que nunca. (Firma) DOR. FRANCIS LE BARÓN. Este hombre goza de perfecta salud hasta el dia de hoi, 20 de Junio, 1836. 29 DEL DOCTOR ALEXANDER M'WILLIAMS, Cirujano del Asilo de la Ciudad de Washington, &c. &c. Muí Sor. mió: Impedido por mis ocupaciones de comunicarle á Vm. antes los casos en que me he servido con suceso feliz de la medicina de Vm. en el asilo de esta ciudad, me apresuro ahora á enviarle una breve relación de ellos. Fué á principios del verano pasado que primero llegué á tener noticia de la Panacea de Vm. i que logré permiso de los curadores de esta institución para ponerla á prueba. El primer caso en que la empleé fué el de Samuel Black, de edad de 27 años: habia cogido el mal venéreo, i por mal trata- miento ó descuido se veía reducido á una situación infeliz : habia estado bajo la dirección de varios médicos antes de entrar en el asilo: se probaron todos los remedios usuales, pero sin efecto saludable. Los nodos empezaron á mostrarse sobre el tibia, ster- num, cranium, i brazos; úlceras grandes en la garganta, i al mismo tiempo lo vinieron dolores agudos en las coyunturas i en los miembros: en esta situación desesperada permaneció dos años, tomando de cuando en cuando porciones grandes de láudano, juntamente con aquellas medicinas que yo i otros podíamos rece- tarle. Habiendo tomado la medicina de Vm. por dos meses, salió de aqui curado, i desde entonces acá ha estado siempre bueno. El segundo fué el de Jaime Kotsenburger, que vino aquí de Baltimore, i que padecía lo mismo que Black, pero como era de hábitos mas arreglados; fué curado con cinco botellas. Dos otros casos, decididamente mercuriales, (cuyos nombres no puedo mencionar,) fueron tratados con el mismo feliz suceso con la medicina de Vm. De este modo, Señor, he dado á Vm. el resultado de mi esperiencía con esta medicina ; i es cierto que la recomiendo; ¿quien no lo haría, después de un resultado semejante? Con mucho respeto, Soi de Vm. DOR. ALEXANDER M'WILLIAMS. ----on3©e-o---- Hospital Real de San José en Lisboa. JOSÉ' LORENZO DA LUZ, Cirujano de la Real Cámara de S. M. F. Profesor de Cirugía Clínica en la Aula Real de Cirugía de Lisboa. esto que á ruegos del Sor. Dn- Armand Teófilo Donnet, par que yo emplease en mi Práctica la Panacea de Swaim, se c 2 30 me presentó una ocasión de esperimentar este remedio en un enfermo afectado de úlceras escrofulosas i venéreas, quien estaba ya trece meses en una de las enfermerías del Hospital Real de San José; i habiendo dicho enfermo hecho uso de este remedio, por el espacio de dos meses i medio conforme á la Dirección que acompañaba á las Garrafas de dicha Panacea, fué completamente restablecido. Atesto ademas, que durante el tiempo que usaba el enfermo de este Medicamento, no ha tomado otro remedio, al cual se pudiera atribuir una curación tan repentina. I por ser la verdad, lo juro por los Santos Evangelios, á petición del in- teresado. Lisboa, 15 de Diciembre, de 1829. JOSÉ' LORENZO DA LUZ. Reconozco la letra i firma del Señor Cirujano, ser autenticas. Lisboa, 18 de Diciembre, 1829. JOAO CAETANO CORREA, Nri° Pe» (CERTIFICACIÓN.) Yo, J. Pemberton Hutchinson, Cónsul de los Estados Unidos de América en la ciudad de Lisboa, por estas certifico, que la Firma de Joao Caetano Correa, es letra de su puño ; que es Escribano Público de esta ciudad, debidamente autorizado i juramentado; i que todas sus actas como tal, merecen fé i cré- dito; i que los hechos espuestos en la deposición antecedente son correctos i verdaderos. ¿mtjf En testimonio de lo cual he puesto mi firma i el \yjj$fe sello de mi officio, en Lisboa, hoí 27 de Enero, ** 1S30. J. P. PIUTCHINSON. Testimonial recibido de Lisboa. Veráse por el solemne documento jurídico que sigue, que la ilustrada hu- manidad de nuestro Cónsul en Lisboa, ha introducido la medicina llamada " La Panacea de Swaim," en el reino de Portugal. Ademas de este caso notable de restauración de vista, ha tenido un suceso maravilloso en muchos casos desespe- rados, que habían confundido la habilidad de los mas distinguidos médicos de Lisboa. Estos se publicarán de cuando en cuando, i no hai duda que al tiempo de leerse ocurrirá !a refleccion, de que en nuestro país, mientras que todo el cuerpo de los médicos, movidos de celos que podrían llamarse viles i despreciables, á no ser perversos i malignos, procuran dañar su fama, está egecutando mas entre las naciones estrangeras para la causa de la humanidad, i para el honor de nuestra patria, que todos los trabajos de esa sabia fraternidad. Pues, ¿ cuando ha ocurrido antes, que un Cónsul Americano haya tenido la noble oportunidad de detener la mano de la muerte i de conferir un beneficio á todo un reino, introduciendo en él la habilidad i sabiduría de sus propios paisanos en el arte de curar ? 31 LISBOA. Testimonial jurídico de justificación pasado en favor de Don Armand Teófilo Donnet. EL DOCTOR DON ANTONIO DE GOUVEA PINTO, Caballero del O'rden de Cristo; Hidalgo de la Casa Real; Desembargador del Tribunal Supremo del Puerto, con egercicio de Corregidor en casos civiles de esta ciudad, i Juez de Alzadas por el Rei Nuestro Señor, á Q. D. G., &c. Por la presente, llevando mi firma, hago saber que se me ha presentado un Memorial del tenor siguiente. Don Armand Teófilo Donnet, ante V. S. respetuosamente parece, i dice : que le conviene justificar lo siguiente. Que Don Ricardo José de Sonsa, oficial en la Fábrica de Sombreros, establecida en la calle Formosa, morador en la Plaza do Roció, casa No. 87, primer piso, tiene una hija llamada Eu- genia A'ngela do Carino, de edad de seis años: que ha sido gravemente afligida por mas de dos años, con úlceras en el cuerpo, i llegó á ser enteramente ciega. Ademas, que la citada Eugenia A'ngela do Carmo, en aquel doloroso estado en que se hallaba, sin esperanza alguna de alivio, le hicieron beber en pequeñas porciones tres garrafas de un remedio denominado Swaim's Panacea, el cual tuvo tan feliz resultado, que le ha restituido la vista, i se van curando progresivamente sus llagas i sanándose perfectamente. Por tanto, á V. S. suplica, se digne de admitir el Memorialista á que justifique lo referido, i siendo el padre de la paciente, debe ser el primero que preste juramento en el caso, así como los demás que lo presenciaron, i será merced. Al antecedente Pedimento proferí el Despacho siguiente. DECR°. " Justifique." Pinto. luego se procedió' en lo siguiente. JUSTIFICACIÓN. Justificación de Don Armand Teófilo Donnet. A' los veinte i tres de Diciembre, mil ochocientos veinte i nueve en la ciudad de Lisboa, en mi estudio, fueron hechas por el Inquiridor las siguientes preguntas á los Testigos abajo nom- 32 brados, i lo escribió Lino José de Almeida Lobo da Torre do Valle. PRIMERO. José Francisco Carreiro, con Tienda de sombreros en la Plaza do Roció, allí morador en casa No. 47, Preguezia de Santa Justa, de edad de sesenta i siete años, i prestado jura- mento por los Santos Evangelios, é interrogado respeto al tenor del Memorial arriba citado, dice : que conoce mui bien á Ricardo José de Sousa, jornalero en la Fábrica de sombreros en la calle Rúa Formosa; también conoce á su hija Eugenia A'ngela do Carmo, que tiene como seis años de edad ; que casi todos los dias viene á la casa del testigo cuando está en Lisboa, i por eso sabe, que por mas de dos años ha estado gravemente afligida con úlceras en el cuerpo, i cerrados los ojos de suerte que no podia ver cosa alguna : i que le hicieron beber algunas botellas de un remedio que se iba á buscar á casa del promotor de esta Pesquisa, quien por caridad se le daba ; pero no se recuerda el testigo el nombre del Remedio: solo sabe que la enferma recuperó la vista, i se curaron las úlceras por haberse supurado abundantamente, i ella se halla en estado progresivo de salud, i se persuade que si sus Padres tuviesen los medios de cuidarla bien, i hacerla observar un régimen habria sido mas espedito el resultado. Es cuanto puede decir, i firmó juntamente con el Inquiridor. Yo Luis José de Almeida Lobo da Torre do Valle lo he escrito. JOAQUIM FRANCISCO CARREIRO. José' Antonio de Carvalho. SEGUNDO. Anna Isabel, casada con Leonardo José de Sousa, Carpintero de Machado, moradora en Roció, casa No. 87, Preguezia de Santa Justa, teniendo sesenta i siete años de edad, i suministrá- dole juramento por el Santo Evangelio, é interrogada, dice; que con razón de ser madre de Ricardo José de Sousa, en cuya casa asiste, i avucla de la citada Eugenia A'ngela do Carmo, i haberla siempre tratado i visto, sabe que ella tendrá poco mas de seis años de edad; que ha sido lastimosamente afligida por mas de dos años con úlceras en el cuerpo i la Garganta i los ojos cerrados, de tal modo que no pudo ver cosa alguna. Vista en este estado por el Sor. Cónsul Americano que es promotor de estas diligencias, le aconsejó que tomase un remedio, que le daría gratuitamente. I habiendo usado su citada nieta en- ferma, del mismo remedio, contenido en botellas, abrió los ojos 33 ¡ se halló sumamente aliviada; i continuando el uso del remedio, fué restaurada á la salud. Mas no puede decir, i firmó con el inquiridor. Yo Luis José de Almeida Lobo da Torre do Valle, lo escribí. ANNA ISABEL. José' Antonio de Carvalho. TERCERO. Ricardo José de Sousa, oficial de la Fábrica de sombreros en la calle Rúa Formosa, morador en la Plaza do Roció, casa No. 87, Preguezia de Santa Justa, teniendo treinta i un años de edad; i prestado juramento por el Santo Evangelio respeto al tenor del Memorial, dice que la citada enferma Eugenia A'ngela do Carmo es hija de él, i vive en su casa, por consiguiente sabe de hecho que ella por mas de dos años, ha padecido gravemente con úlceras en la garganta para cima, teniendo los ojos entera- mente cerrados i ciegos; que habiéndole suministrado un re- medio, que el promotor, á quien conoce mui bien, le ha dado gratuitamente. Luego que ella usaba la segunda botella, espe- rimentó mucha mejoría, abrió los ojos, i se le restauró la vista, i va progresando su salud con el uso del remedio. I mas no puede decir. I firmó juntamente con el inquiridor. Yo Luis José de Almeida Lobo da Torre do Valle lo escribí. RICARDO JOSÉ' DE SOUSA. Jóse' Antonio de Carvalho. CUARTO. En la ciudad de Lisboa el doce de Enero de mil ochocientos treinta, en mi estudio, fueron interrogados por el inquiridor los siguientes Testigos : Yo Lino José de Almeida Lobo da Torre do Valle lo escribí. Joaquim José de Jesús, Maestre Zapatero, morando en la Calzada del Duque, numero uno, Preguezia de Santa Justa, de edad de treinta i cuatro años, habiendo prestado juramento por los Santos Evangelios, respeto el lenor del Memorial, é inter- rogado, dice, que conoce mui bien á Ricardo José de Sousa oficial en la Fábrica de sombreros (cuyo compadre es,) morador en Roció, casa No. 87, i por concurrir frecuentemente á su casa, sabe por haberla visto, que su hija, Eugenia A'ngela do Carmo, ha estado gravemente afligida con úlceras en el cuerpo, i entera- mente ciega, á la edad de seis años; i habiendo recibido ('e un forastero un remedio, de cuyo nombre no se recuerda, i usado dos ó tres garrafas de él, ella ha recuperado la vista, i esperi- 34 mentado restablecimiento de salud i curación de todas sus llagas. Mas no dice, i ha firmado con el inquiridor. Yo Lino José de Almeida Lobo da Torre do Valle lo escribí. TT,OTTO JOAQUIM JOSÉ' DE JESÚS. Antonio Jóse' Rebello de Mendoza. QUINTO. Severiano Antonio Guerino Chaves, Bachiller formado en Leyes, morador en Roció, No. 87, Preguezia de Santa Justa, treinta años de edad, suministrado juramento por los Santos Evangelios respeto al tenor del Memorial é interrogado, dice, que conoce mui bien á Ricardo José de Sousa, oficial de la Fá- brica de sombreros, calle Rúa Formosa, i por morar, en la misma cuadra donde aquel asiste, sabe que su hija Eugenia A'ngela do Carmo, de edad de seis años á la cual solía ver, habia, por mas de dos años, padecido gravemente de úlceras en el cuerpo, i que era ciega ; i que habiendo usado un remedio, cuyo nombre no tiene presente, pero sabe que fue dado por un Anglo- Americano, que es promotor de esta inquisición, la enferma recobró la vista, i fué curada de las llagas en el cuerpo, que estaban casi enteramente secas. Mas no puede decir, i ha fir- mado con el inquiridor. Yo Lino José de Almeida Lobo da Torre do Valle lo escribí. SEVERIANO ANTONIO GUERINO CHAVES. Antonio Jóse' Rebello de Mendoza. DECRETO. Hechos los Autos, se pronunció la siguiente sentencia. Juzgo ser completa i satisfactoria la Esposicion reque- rida por el Memorial. Holgase Testimonial de lo efec- tuado, paga'ndose las costas. Lisboa, veinte i nueve de Enero, mil ochocientos i treinta. ANTONIO JOAQUIM DE GOUVEA PINTO. I luego en su complimento se pasó la presente, por cuyo te- nor, se suplica á todos los Jueces i demás personas que pueda interesar lo contenido, en nombre de S. M. Fidelísima á Q. D. G. i en el mió, que se dignen de recibirlo con la buena fé i crédito que merece, por ser la verdad, en favor de la cual em- 35 peño mi autoridad. Lisboa veinte i nueve de Enero, mil ocho- cientos treinta. ANTONIO JOAQUIM DE GOUVEA PINTO. Reconozco la firma antecedente por ser la propia i autentica del Juez. Lisboa, 4 Febrero, de 1830. JOAO CAETANO CORREA, ESCR™ P co. Yo, J. Pemberton Hutchinson, Cónsul de los Estados Unidos de América en la ciudad de Lisboa, por estas certifico, que la Firma de Joao Caetano Correa, es letra de su puño; qu es Es- cribano Público de esta ciudad, debidamente autorizado i jura- mentado; i que todas sus actas como tal, merecen fé i crédito; i que los hechos espuestos en la deposición antecedente son cor- rectos i verdaderos. MM¿f En testimonio de lo cual he puesto mi firma i el 3¡¡wí|l«& sello de mi oficio, en Lisboa, hoi 4 de Febrero, 1830. J. P. HUTCHINSON. Certifico yo el infrascrito Intérprete de diversos Idiomas, autorizado por el Gobierno de la República de Pensilvania, que he hecho fielmente la traducción de los Testimoniales antece- dentes del Portugués al Castellano i para que conste, firmo. MATTHIAS J. CONWAY, Intérprete. Filadelfia, 26 de Junio, 1830. Las Curaciones Notables que siguen SON DIGNAS DE GRANDE ATENCIÓN. Los anales de la Medicina no pueden ofrecer un paralelo; deberían aaberN estensamente, pues se teme que hai miles que se hallan padec«endo bajo enfer- medades que podrán producir consecuencias igualmente calamitosas, a no ser arrestadas por la poderosa agencia de la Panacea de Swaim. CASO DE ANA 1INTON, DEL DISTRITO DE CHARLESTOWN, CONDADO DE CHESTER, PENSILVANIA. Una de las curaciones mas estraordinarias que en cualquier tiempo se hayan mencionado en los anales de la medicina. Entre los muchos casos que he dado al público, no me acuerdo haber memorado uno que tan patentemente manifieste el poder de mi Panacea, para arrestar la marcha de una enfermedad su- mamente destructiva, como el egemplo que ahora presento. Ana Linton, á la edad de doce años, empezó á tener en las glándulas del cuello, unas hinchazones escrofulosas, que se re- movieron fácilmente con remedios simples; sin embargo, poco tiempo después, volvió á mostrarse la enfermedad bajo una forma mucho mas agravada; le salió en el paladar una pequeña úlcera, que estendiéndose gradualmente á todas las partes interiores alrededor, destruyó en su curso rápido i obstinado, los tegu- mentos, músculos i huesos ; se estendió después desde la garganta á la cara, al hombro izquierdo, i de esta parte, hasta las estremi- dades inferiores. Seria inútil detenerse en seguir el progreso regular de esta enfermedad terrible ; ó referir los dolores, la miseria, i priva- ciones que esperimentó esta muger por espacio de casi catorce años, en que se halló infructuoso todo lo que pudo la habilidad de los médicos; por tanto, solo me limitaré á pintar su situación al período en que principió á tomar la Panacea, estando seguro que todo esfuerzo que se hiciere para representarla, no puede llegar ni con mucho á la realidad. A' esta época (en la primavera de 1824) la ulceración de la garganta se habia estendido de tal modo, que á causa de la des- trucción del velum palati, i partes de los huesos del paladar i de las quijadas, se abrió una comunicación entre la nariz i la boca; por cuya razón todos los fluidos que se recibian en la boca salían por las ventanas de la nariz, toda la cual siendo destruida, como también los huesos nasales, i procesos nasales de las qui- jadas superiores, se mostraba la abertura de una profunda cavi- dad por la cual se veía la base del cráneo : las encías participaron 37 de la enfermedad, i varios de los dientes se cayeron de sus al- veolos. Toda la estensa superficie que se ha representado estaba en ulceración, i arrojaba de continuo una materia sumamente ofensiva : fácilimente se imaginará que un enfermo en tales cir- cunstancias, apenas podria tomar alimento suficiente para soportar las fuerzas casi ecsaustas de la naturaleza. Según queda dicho, de la cara llegó después á inficionarse el hombro izquierdo de una estensa i corrosiva ulceración, que destruyó una parte del músculo deltoides; pero los puntos en que toda la fuerza de la enfermedad parecía estenderse eran las estremidades inferiores. Apenas parecerá creíble, cuando refi- ramos la destrucción de las partes, que una enfermedad, cual- quiera que fuese su forma, hiciese devastaciones tan terribles en el cuerpo humano sin causar la muerte; i que la constitución de una muger delicada, abatida por catorce años de dolores, i ya casi estenuada con una calentura hética, resistiese tanto tiempo á un peso tan grande de aflicción. En primer lugar, le vino en ambas rodillas una inflamación, que pronto terminó en úlceras, que se estendian por el lado iz- quierdo mas arriba de la cadera, i por abajo hasta media dis- tancia entre las rodillas i los pies; en esta situación los músculos estaban del todo descubiertos, i varios de ellos separados los unos de los otros, formándose de este modo una abertura com- pleta, por la cual se podían pasar los dedos entre los flecsores de ambas piernas i el hueso ; una parte considerable de la estruc- tura muscular del tercio inferior del muslo estaba enteramente destruida, i los ramos articulares de la arteria del fémur partici- paban de las devastaciones de la enfermedad. Por algún mal manejo, ó mas bien según se dice, á causa del tormento ocasion- ado por estirar los músculos, cuando se hallaban los miembros en posición estendida, se dejaron á estos permanecer doblados en un ángulo de 45 grados, en cuya posición se hicieron anquilosos. Lo que precede no es sino una pintura débil de la horrible con- dición de la enferma: por las estensas ulceraciones que se espar- cieron sobre una gran parte de su estenuado cuerpo, se hallaba casi envuelta en un descargo sumamente ofensivo que siempre salia de ellas: habia venido á ser obgeto asqueroso á sí misma, i peso á sus amigos. En esta situación, cuando ya la lámpara de la naturaleza ape- nas ardia, i no hasta que la enferma hubo llegado al punto en que ks fuerzas humanas no podían resistir mas; cuando la lle- gada de la muerte se hubiera visto con alegría, i cuando al pa- recer nada sino el sepulcro prometía alivio, en este tiempo, i bajo tales circunstancias, fué que se ocurrió á la Panacea de Swaim. Bastará decir que habiéndola tomado unas pocas veces d 38 se halló del todo libre de dolor; que poco después el carácter de las llagas estaba materialmente cambiado, i que ya se habia producido en ellas una acción saludable : para el fin de unos pocos meses, se hallaban enteramente curadas, i la salud general se le habia restablecido en perfección. Al presente, haciendo ya cuatro años desde su rocobro, pre- senta un obgeto de curiosa investigación. Hallaráse en el ecsa- men que los tendones de los músculos que forman la corva in- terior i esterior, el semi tendinosos, semi membranosus i el bíceps flecsor cruris, se han unido para hacer un tendón común; que todavía ecsiste en cada miembro una abertura toda cicatri- zada detras de las junturas de las rodillas, por la cual pueden introducirse dos dedos; que los músculos del tercio inferior de ambos muslos están enteramente destruidos, i que el hueso está meramente cubierto de un pellejo, mientras que el anquilosis de las dos coyunturas es completo, i le hace incapaz de tenerse en pié ó andar. Por esta descripción mas fácil será imaginarse, que pintarla deformidad de la cara. Volviendo la vista al período triste i melancólico de los padecimientos de esta muger, no podemos dejar de sentir que no se hubiese acudido en tiempo á este reme- dio, pues entonces se le habría restaurado á la sociedad como miembro útil, i como apoyo de una madre anciana i destituida, Acaso habrá á quien parezca ecsagerada, la descripción que acaba de darse de este caso estraordinario; pero cualquiera que haya visto la emoción que ha ecsístido en nuestra ciudad, las pocas semanas que ha estado en ella la enferma, durante cuyo tiempo ha sido visitada por centenares de los mas respetables ciudadanos, i muchos de los médicos mas afamados, que pueden salir garantes de la ecsactitud de esta relación, no podría dudar un momento de la fidelidad con que se ha hecho esta pintura. Los papeles del dia estaban llenos de relaciones de este caso, representando al mismo tiempo á esta muger como obgeto de curiosidad, i proprio para escitar la generosa simpatía de un púb- lico liberal. OBSERVACIONES. No cabe duda que la enfermedad de la Señorita Linton era un caso de Escró- fula sumamente agravado, i corno tal, su pronta remoción por medio de h Panacea de Swaim, puede con justicia decirse que es uno de los egemplos mas notables de agencia curativa, que jamas se hayan visto desdo los registros maa antiguos de la cirug.a hasta la presenta época. La Escrófula enfáticamente «<> de los médicos; i á la verdad, cuando se considera con que constancia se ha resistido á todos los remedios i planes de tratamiento que han sido aeSdos oor los mas «abios. esperimentados facultativos de todos L tiempos ¡paiseídeídé que principio á afl.g.r al género humano, es precUo confesar 4ue efectTr.meñu 39 es un baldón para la profesión de medicina. AI mismo tiempo que este caso es sumamente propio para mostrar las virtudes sanativas de la Panacea, quizá no lo será menos para infundirnos una esperanza bien fundada de que ecsistan en el seno de la naturaleza remedios para muchas de aquellas enfermedades, ya que no seanjlodas, que ahora se consideran incurables; remedios que en el curso del tiempo se destinan á darse ú luz. De cuando en cuando se han ofrecido remedios para la curación de Escrófula, de los cuales unos pocos han mostrado ocasionalmente un poder benéfico en algunos ataques ligeros de esta enfermedad ; pero, aun en estos casos, los egem- plos de buenos efectos permanentes, han sido tan sumamente raros, que no han podido impedir qne los tales remedios se olvidasen en el tratamiento de este in- sidioso i temible mal. La Panacea de Swaim según se ha manifestado abundan- temente en muchos casos, i mui distinguidameute en el actnal, parece ser un remedio tan penetrativo como permanente en sus virtudes curativas. El tiempo que ya ha pasado desde la curación de la Señorita Linton, no obstante las terri- bles devastaciones que habia hecho la enfermedad, i el choque que debe haber padecido en consecuencia de ellas su constitución, hace ver que no es meramente un medio de beneficio temporario, sino rápido i permanente á la vez en su operación* Los editores de varios periódicos en esta ciudad, que visi- taron á Ana Linton, fueron inducidos á publicar las obser- vaciones siguientes en sus papeles respectivos. (Del " National Gazetle.") Acompañamos ayer á un médico respetable i juicioso en visitar á una muger que ha sido curada de Escrófula con el uso de la Panacea del Sor. William Swaim. Concuerda nuestro compañero con nosotros en la opinión, de que el testimonio dado por ella i sus padres para establecer la realidad de la cu- ración es decisivo á favor de la Panacea. No puede nuestra imaginación figurarse egemplo mas terrible de enfermedad, que el que se debe haber presentado por muchos años en el cuerpo de esta persona. Que haya podido continuar á ecsistir en tal estado es la sola cosa que mas asombra, que el modo rápido i eficiente con que la medicina ha espelido el mal. Esta muger se llama Ana Linton, i es hija de Robert Linton del distrito de Charlcstown, condado de Chester; tendrá como unos veinte i ocho años. A' la edad de doce años fué atacada de esta enfer- medad, i después de haber estado mucho tiempo en manos de los médicos, fué declarada incurable. Ahora vive con sus padres en la posada de Madama Mulock, calle del Mercado, No. 316, adonde nos dicen que podrán acudir los que quisieren ecsaminar por sí mismos un caso tan estraordinario: es obgeto de candad i de curiosidad.—Ed. del Nat. Gaz. * Debe sentirse muchísimo que el suceso de esta medicina ha hecho que mu- chas personas sin principios la hayan imitado, i vendan bajo su nombre drogas de la clase mas dañina i destructiva, 40 (Del " National Palladium.,,) Creemos que es parte de nuestra obligación como diarista público, mencionar una curación notable que se ha hecho por medio de la Panacea de Swaim. Ya habíamos oído hablar de ella, antes que hubiésemos visto el párrafo del Editor en la ga- ceta Nacional; mas, como en los asuntos de esta clase, nuestra fe se mueve mui lentamente, no quisimos mentarla hasta que no estuviésemos ciertos que no se intentaba practicar engaño. Ahora creemos que la medicina efectivamente ha restaurado la salud á una persona que ha estado padeciendo de una enfermedad que ha confundido por diez i seis años la habilidad de los médi- cos; en verdad, la curación es asombrosa. No queriendo fiarnos de las representaciones de un asunto en que nos hacemos responsables, después que se hubo dado lo que precede al impresor, fuimos en compañía de un médico eminente de esta ciudad, á visitar la persona en quien se hizo la curación. Oímos al facultativo declarar que era asombrosa; mas aunque no podamos pintar las terribles devastaciones que ocasionó el mal en el cuerpo de la enferma, no obstante sí diremos que esceden con mucho á todo loque hasta ahora hemos visto sobre el cuerpo humano. Al presente se halla con carnes i salud, pero mui desfigurada en la cara, hombro izquierdo, i ambas piernas, no siendo estas sino huesos secos. Quisiéramos que los incrédulos i curiosos fuesen á verla. (Del" Religious Messenger") Acabamos de visitar á una muger llamada Ana Linton, que vive ahora en la posada de Madama Mulock, calle del Mercado, No. 316. E>ta visita se hizo en consecuencia de la relación de una cura estraordinaria que se obró en ella por medio de la Pa- nacea del Sor. de Swaim. Jamas hemos visto obgeto tan lasti- moso, ó uno en que la enfermedad haya progresado tanto sin causar la muerte. El mal de que la Señorita Linton habia pa- decido tanto era la Escrófula ó lo que comunmente se llama Lamparon. En la cara, estremidades, i varias partes de su cuerpo se ven las mas calamitosas señales de las devastaciones de este cruel azote del género humano. Los miembros se le han doblado de manera que forman un ángulo de 45 grados, habiendo perdido en ellos casi todos los músculos, en cuya posición se hallan sugetados por los tendones, de modo que se puede pasar por los dos un bastón grueso. Tiene la apariencia de un esqueleto vivo. La cara también la tiene mui desfigurada, 41 mostrando un espectáculo melancólico, i varias partes de su cuerpo manifiestan que su situación indicaba el estremo de miseria i de dolor. A' la edad de doce años empezó primero á sufrir, i desde entonces se fué aumentando la enfermedad, burlándose del poder de la medicina, i de toda la habilidad de los médicos, hasta que la gente de su vecindario, como buenos Samaritanos, le procu- raron aucsilio (su viuda madre siendo pobre) para comprarle la Panacea de Swaim, la cual le curó las úlceras, i le desarraigó la enfermedad. Tendrá unos 28 ó 30 años ; ahora se halla desva- lida, incapaz de ganar su mantención, i bajo el cuidado de una madre que poco puede hacer sino cuidarla. Nos han dicho que muchos de los ciudadanos han tenido la bondand de visitarla, i que ademas de darle las esperanzas i consuelos del evangelio, le han dispensado el socorro por el cual un obgeto tan interesante de verdadera caridad, tan sensiblemente se dirige á las almas benevolentes. Recomendariamos á los que tengan un poco de tiempo, que fuesen á visitarla i socorrerla. Ella no quedará mucho en la ciudad, i aunque no solicita nada de ningún in- dividuo, sin embargo no conocemos obgeto que sea mas digno de la beneficencia; i estamos informados que los favores, que como á Job, le hicieren sus postreros dias mas felices que los primeros, serán recibidos con agradecimiento. (Del "Poulson's American Daily Advertiser.,,>) Los cínicos podrán hacer mofa, i los incrédulos tener duda, mas las maravillosas potencias restaurativas de la Panacea de Swaim, esceden á cuantos remedios se han empleado hasta ahora para la curación de los males de Lamparon. Este lenguage acaso parecerá demasiado fuerte, i algunos se hallarán dispuestos á decir que pasa los límites de la verdad ; pero á todos los que así dudaren se les pide que acudan á la calle del Mercado, No. 316, donde podrán presenciar una demonstracion ocular, un caso que habla mas inteligiblemente, i viene mas al punto, que todo lo que el humilde escritor de esta noticia puede presentar. Confiesa que durante toda la carrera de su profession que á la verdad no ha sido de pocos años, jamas ha visto curación mas estraordinaria que aquella á la que ahora llama la atención de los demás médicos, i de todos los que quisieren presenciar los efectos asombrosos de la Panacea de Swaim. El Dean Svvift decia que aquel que hace crecer dos ramitas de yerba, donde antes no habia crecido mas de una, confiere mayor beneficio á su patria, que el que pudiera conferir con las mas gloriosas hazañas de las armas. Esta misma especie de 12 alabanza puede tributarse al individuo que con sus descubri- mientos, aumenta el catálogo de los medios que curan á sus se- mejantes de aquellas enfermedades que tan amenudo confunden la habilidad mas científica de los cirujanos. Por siglos venideros el Señor de Swaim será aclamado como gefe entre los bienhe- chores del género humano. Id á ver á la enferma, i después juzgad vosotros mismos de los maravillosos efectos de la Panacea. MEDICUS. {Del í(Democratic Press.'9) Deseamos dar una relación concisa de uno de los mas estra- ordinarios casos de medicina que se hayan memorado. El martes vimos á la pobre i afligida criatura cuyo caso quisiéramos delinear. Ahora está alojada en la calle del Mercado, No. 316. Jamas hemos visto cosa humana que diese testimonio de mayor sufrimiento: causa pena el mirarla, i oir, como oímos de su pro- pia boca, el triste detalle de sus tormentos, i no dudamos que los haya sufrido lodo el tiempo que nos ha dicho ; pues sus miembros, su cuerpo i cara, ofrecen testimonio bastante decisivo del sumo grado, i larga duración de sus dolores. A' causa de la enfermedad, i la postura en que fué necesario colocarla durante los años que hizo cama, se le han puesto tiesos los miembros, i las rodillas duras como hierro, de suerte que las que antes eran coyunturas, se hallan actualmente del todo inflecsi- bles, i las piernas casi forman ángulos rectos con los muslos. El pellejo está fuertemente estirado sobre los huesos, i en apa- riencia unido á ellos; i tal es la falta total de carne, ó algo que se le parezca, ó de cosa que sea blanda, que es imposible con- cebir como puede haber circulación, por lenta que sea, ó como sucede que los miembros no se convierten en polvo, como en el sepulcro. La postura que se le dio en la cama, i que le ha causado esta rígida inflecsibilidad de las rodillas, fué elegida como la mas conveniente para que cuidase sus úlceras, que eran tan ofensivas, i descargaban tanto, que no habia sino ella misma que pudiese limpiarlas ; tal fué la cantidad de materia icorosa ofensiva que salia, que la cama en que estaba echada frecuentemente estaba mojada i podrida. Sus padres, antes de ocurrir á la Panacea de Swaim, habian ya gastado casi todo lo que tenían. Algunos de los mas respetables de nuestros médicos han ecsaminadoá esta muger, i todos ellos casi unánimemente declaran que esta curación es una de las mas asombrosas que se hallan en los anales de la medicina. 43 Estos son solamente indicios mui ligeros de la cura maravillosa que se ha hecho en esta muger ;—todos los que la han visto por espacio de varios años esperaban diariamente la noticia de su muerte ;—los vecinos tenian los oidos penetrados de sus la- mentos i calamitosos gritos;—su boca i garganta ya casi dese- chaban todo sustento cuando se administró la Panacea de Swaim ; este es poderoso testimonio del carácter benigno é inocente de esta medicina: le produjo casi inmediatamente una cesación de dolor, le curó sus llagadas carnes, le restituyo el apetito, i en pocas semanas la salud. Hace ya casi cuatro años desde que ha sido renovada de esta manera, i no hai el menor miedo de una recaída. Si esta cria- tura diez años ha, hubiese tomado la Panacea, habría sido resti- tuida á la sociedad en la flor de la vida, con todo su poder i acti- vidad. Sirva esta tardanza de escarmiento á otros; i que la restauración de esta Señorita les incite con tiempo á procurar la salud donde se pueda hallar. Los que tuvieren la menor duda harán bien en visitar á esta muger, á la cual en compañía de sus padres se podrá ver en la calle del Mercado, No. 316, entre la novena i la décima: es igualmente obgeto digno de la atención de los curiosos i de los caritativos.—Ed. Dem. Press. ----o-o@e-o---- Ecshibicion Pública en la Universidad de Pensilvania de Pacientes que se han curado con La Panacea de Swaim. {Delli National Gazette," de 29 de Diciembre, de 1821.) La relación siguiente de una medicina estraordinaria se pre- senta bajo una forma que la hace acreedora al respeto de los médicos prácticos recibidos. " Aunque la ciencia de medicina ha llegado á tal perfección, " que sus profesores se hallan capaces de decidir con respeto á " la naturaleza de una enfermedad, i los medios mas adecuados " para removerla, hai casos, sin embargo, que dependiendo pro- " bablemente de una idiosincrasia constitucional, mui amenudo " resisten á todos los remedios conocidos. Entre ellos se en- " cuentran la Escrófula i el Sífilis; estos amenudo se presentan " en sus mayores grados, bajo unas formas peculiares i horribles, "produciendo dolores, úlceras, i un tren de males que van « aumentándose á pesar de todos los remedios conocidos. " Los hechos siguientes no obstante, muestran que ecsiste al « alcance de nuestros médicos prácticos, un remedio para estas « enfermedades en sus peores formas. En la lección dada ei 44 « catorce del corriente, en la Universidad de Pensilvania, por " el profesor Gibson, dos pacientes fueron presentadas (Lathanne " M'Roy, i Elizabeth Soby)* que habian padecido por vanos " años de úlceras, bajo las formas mas horribles: en ambas, la " garganta, los labios, i la nariz, é igualmente los huesos i partes " blandas de la cara estaban en parle destruidas; i una habia " perdido enteramente un ojo. El profesor en el curso de su " lección, refirió los casos de estas dos personas, que habian sido " tratadas en el modo usual sin suceso, i que fueron finalmente " restauradas á perfecta salud por el uso de una medicina última- (í mente introducida en esta ciudad, i que era conocida por el " nombre de la Panacea de Swaim. "Considero esta comunicación como justo tributo á las vir- " tudes de una medicina, que según mi opinión, tiene toda apa- " riencia de poder ser el medio de aliviar muchos dolores huma- " nos. Un remedio que un sabio i respetable profesor ha juz- " gado digno de observación particular, ante una clase numerosa " de estudiantes, parecería ser acreedor á la atención de todos " los que egercen el arte de curar. " UN ESTUDIANTE DE MEDICINA." Las medicinas que salen bajo un título tal como la Panacea de Swaim, de manos de personas que no son médicos graduados, están stigetas á mucha desconfianza, si no se hallan á lo menos espresamente sancionadas por algún miembro respetable de la facultad. Este obstáculo está enteramente removido en el caso del presente remedio por los varios certificados de doctores dis- tinguidos, puestos en este libro; pero, aunque faltasen estos cer- tificados, se cree que habria bastante para surtir el mismo efecto en el artículo adjunto, que fué averiguado, i anunciado como auténtico i ecsacto por el editor de la gaceta en que primero apareció. Los dos casos á que se hace relación en la comunicación que acaba de darse, son los siguientes : no necesitan comentario. CASO I>E CATHERINE M'ROI. Que fué curada después de haber tenido los consejos i asistencia de los mejore! médicos de esta ciudad por catorce anos, sin recibir ningún beneficio- Per- manece buena i fuerte hasta el dia de hoi.—Mayo, de 1837. Catherine M'Roy, de edad de veinte i dos años, habia padecido por espacio de catorce años, de una enfermedad ul- * Hace ya diez años desde que se efectuaron estas curaciones, i las dos pa- cientes se hallan ahora en buena salud—Mayo, de 1837. 45 cerosa en la cara; comenzó primero en el cuello, i estendién- dose por toda la cara, había destruido casi todas las partes blandas, i también los huesos; varios pedazos del hueso nasal, i de la quijada superior, i todos los dientes de esta, se habian caido; una gran parte del hueso frontis estaba destruido; la nariz estaba toda comida; i varias úlceras se habian formado en el cuello i la garganta : se hallaba casi en la imposibilidad de tragar, i fué asistida por varios médicos i muchas otras personas que prometían curar esta clase de enfermedades, pero sin suceso, i diariamente esperaba i deseaba que viniese la muerte. En este estado, habiendo ya mas de tres años que no salía de casa, i no quedándole esperanza alguna de alivio, i siendo el olor tan malo que era preciso quemar brea, azúcar, &c. en su aposento, ella se puso bajo mi dirección. Seria imposible detallar sus sufrimientos, i aunque se refiriesen, quizá no se creerían. Ya se habia formado una úlcera que se estendia hasta la Traquea, haciendo en ella una abertura considerable, de suerte que no podía respirar sino con suma dificultad; era el dolor insoporta- ble, i fué necesario atar algunas de las arterias, para que no muriese de la pérdida de sangre. En esta crítica situación prin- cipió á tomar la Panacea; i en mui pocos días se vieron sus buenos efectos : la rapidez con que empezó á curarse la cara, que era toda una úlcera, es casi increíble; las úlceras de cada lado de la boca se curaron con tanta celeridad, que casi la cer- raron enteramente, i la cual fué preciso engrandecer con el cu- chillo* después que ella dejó de usar la Panacea. Después de curada, ha gozado mucho mejor salud que jamas habia tenido antes ; i ya han pasado mas de ocho años sin que haya habido la menor apariencia del retorno de la enfermedad : ahora se halla en perfecta salud, ha echado muchas carnes, i es mas fuerte que nunca. -oh3©©-o- CASO DE ELIZABETH SOBY. Curada después de cinco años'de padecimientos, durante cuyo tiempo tuvo los mejores consejos de los médicos, &c. Aunqne con pérdida de un ojo i la nariz, permanece buena i fuerte hasta el dia de hoi.—Mayo, de 1837. Elizabeth Soby, de edad de 33 años, hacia cinco años que padecía de un ataque ulceroso de la cara: comenzó en la nariz, i se estendió con mucha rapidez por toda la cara. El ojo dere- cho se perdió enteramente, por la supuración de una llaga que se "Estaoperación fué hecha por el Doctor Gibson de la Universidad de Pensil- vania, en presencia de á lo menos 400 personas, estudiantes i otros de la profesión de medicina.. 46 formó en él. El descargo de la materia era tan considerable i tan fétido, que sus amigos no podían acercarse: habia perdido pedazos del hueso nasaí, i de la quijada superior; el lado de- recho de la nariz estaba comido, i toda la cara estaba inflamada é hinchada de un modo que causaba miedo ; los dolores eran tan terribles que no la dejaban dormir, escepto un poco en la silla, pues no podía acostarse de miedo de sofocar, de suerte que rogaba viniese la muerte á libertarla de sus males. En esta situación infeliz, después de haber seguido por cuatro años los consejos de los médicos, sin hallar alivio, se dirigió á mí para que le diese la Panacea, é inmediatamente comenzó á hacer uso de ella. En el corto espacio de dos semanas el cambio en su apariencia fué verdaderamente asombroso ; ya no tenia dolor en comparación ; i las úlceras iban curándose muí apriesa. El lado izquierdo de la nariz estaba caido, i logré tapar con él la aber- tura grande que de otro modo le hubiera quedado en la cara. El apetito se mejoró mucho, después de haber tomado algunas botellas, gozó de mejor salud, según ella misma se espresa, que jamas habia tenido antes. Ya se han pasado ocho años, i se halla actualmente en buena salud, teniendo la misma fuerza, i corpu- lencia que en cualquier otro período de su vida. OBSERVACIONES. Estos casos nos dan evidencia indisputable á favor de la Panacea. Los de esta clase, cuando se llevan la plena aprobación de individuos tan distinguidos é ilustrados como el profesor Gibson, i cuando este cabellero los considera de tantí importancia, que los presenta á una clase de cuatro cientos hasta quinientos jóvenes, como dignos de su particular atención i cuidadoso estudio, ciertamente no se necesitará una sola voz de encomio de mi parte. Suplicase al público que saquen sus propias inferencias de una vista comparativa de estos casos. -o--©©e-o- CASO DE MICHAEL ANDERSON. Que fué curado después de haber permanecido catorce meses en el Hospital de Michael Anderson, natural de Escocía, hombre fuerte i robusto, de 45 años de edad, guardián de contramaestre que fué del navio Bretaña en el combate de Trafalgar, era de buena con- stitución, pero cogió una enfermedad en Irlanda, i en su viage á Filadelfia á bordo de la fregata Hannab, capitán Graham, se empleo el mercurio para removerla; pero teniendo que espo- nerse á todas las mclemencias del tiempo, su mal se empeoró, i al llegar á este puerto se dirigió al Sor. Gilbert Robertson Con- 47 sul Ingles, i siendo marinero Ingles, fué llevado al Hospital de Pensilvania, el ocho de Setiembre, de 1821. Aquí iba empeo- rándose cada dia ; innumerables manchas se mostraban sobre varías partes de su cuerpo, acompañadas de grandes llagas, i era un espectáculo que no se puede fácilmente pintar. Para la dis- persión de estas, volvió á emplearse el mercurio hasta escitar la salivación, juntamente con una decocción de maderas, &c. i en poco tiempo después, empezó á sentir los dolores mas penetrantes en los miembros i en la cabeza ; úlceras le salieron en la garganta, en el cielo de la boca, i en la nariz, i en mui breve tiempo perdió algunos pedazos del hueso de la nariz; de este modo, se hallaba en la situación mas desgraciada, sin que nada de lo que le era recetado pareciese serle útil ; en efecto su enfermedad daba muestra de ser invencible; ya le consideraban incurable; estaba hecho un esqueleto, i apenas podia moverse. El Señor de Robertson le mandó salir del Hospital el veinte i cinco de Noviembre, 1822, i le puso bajo mi dirección, para que tomase la Panacea. Esta medicina tenia ahora que combatir contra la Hidra misma de la enfermedad, que había confundido los esfuerzos combinados de algunos de nuestros mejores ciruja- nos; i en el curso de diez ó doce dias principió á manifestar sus poderes vencedores, disminuyendo el mal que este valiente marino habia padecido por varios meses. Ya dormía con des- canso, cosa que no habia podido lograr por mucho tiempo antes; su apetito se aumentaba, su fuerza empezaba á tomar su antiguo vigor, cuando ocurrió un descargo considerable de materia san- grienta, que le salia de la cabeza i nariz, el cual en breve se cambió en un pus saludable, que en poco tiempo se paró entera- mente: las úlceras se curaron, i en cosa de diez semanas recu- peró una perfecta salud, i se halló tan gordo i tan bueno como jamas lo habia estado en su vida. Se embarcó en el bergantín Ann, Capitán Harrison,el veinte i cinco de Marzo, de 1823, con destino á Londres, i capaz de volver á servir á su patria. DE GILBERT ROBERTSON, ESC.™ Cónsul Ingles. " Certifico que Michael Anderson, marinero Ingles fué en- viado por mí al Hospital de Pensilvania, i que después de haber permanecido en él catorce meses, durante cuyo tiempo estuvo en un estado infeliz, fué declarado incurable, según consta de la comunicación del mayordomo de dicha institución; entonces fué llevado á una casa particular, i el Sor. de Swaim que volun- 48 tariamente ofreció sus servicios, le curó tan completamente con el uso de su Panacea, que pude enviarle á Inglaterra en per- fecta salud. « GILBERT ROBERTSON, " Cónsul de S. M. B. en Filadelfia." OBSERVACIONES. Deseo llamar la atención al caso que precede, no por que sea notable, i capaz de escitar la curiosidad, sino por un motivo mas poderoso. Miles de marinos han sufrido de un modo semejante á este individuo, por no hallarse en la situación de valerse del aucsilio de la medicina, i no teniendo medios de arrestar el progreso de una enfermedad, cuyo curso siempre se señala por estremo sufrimiento do parte del paciente, i cuya terminación es funesta. Debe considerarse también que de todas las clases de hombres, los marinos son los que se hallan mas faltos de asistencia médica, i están mui espuestos á esta enfermedad. Sumamente infeliz es el caso de aquel pobre marino que emprende enfermo un largo viage en un buque que no lleva cirujano: si hai cirujano, es verdad que los males de esta clase pueden hacerse de poca importancia, i curarse fácilmente si no son antiguos; pero frecuentemente acontece que se hallan casos mui antiguos en la tripulación de un buque, i algunos no menos inveterados que los que confunden á los esfuerzos de los médicos mas esperimentados, bajo las circunstancias mas favorables. Esto considerado, no será improprio sugerir la propriedad de proveer todo buque del gobierno, con la Panacea de Swaim. Quizá no habrá un cirujano de la marina, que haya sido empleado en viages largos, que no haya visto casos en que hubiera sido este remedio inapreciable. En el servicio mercantil el uso de la Panacea podría muchas veces producir los mas felices resultados. Estos apuntes se creen que serán suficientes por ahora ; si todavía hubiere duda tocante á la propriedad de proveer los botiquines marinos con la Panacea de Swaim, se podra fácilmente remover por aquel que quisiere informarse del carácter de este remedio. DEL, DOCTOR STEPHEN BROWIV, Médico del Hospital de Nueva York. URlleJlíUK CS dC Tf t nUeSt,r°f maS '"P'Mlcs cirujanos, (El Doctok Stephen Brown, del Hospital de Mueva York,) i se hallará sumamenU interesante, por cuanto ofrece uno de los mas fuertes i decididos e^S^ell feliz aplicación de la Panacea, en un caso en que el uso juicioso deíaTmedila, usuales hubo carecido de suceso. Este caballero, á Jhaber estafo cZvlncl délas ventajas superiores de esta medicina, no se podría espera, auehublsi dado su testimonio á favor de ella, i de consiauiint/Z. '"V6™* ?»«««"»««« algunos de los miembros de su mismlprofesión " °P0SlCt°n álrUta ° i vmMe! SS í¿E-3£:idad con su —*^ " S. So. Sor. « So». W,ir,« Swa«.» " D°R- STEPHEN BR0WN' 49 Madama H. de edad de cuarenta años, por cinco años antes de Marzo, 1823, no habia tenido sino una salud delicada, i du- rante este tiempo habia esperimentado varios ataques de afectos reumáticos al rededor de las caderas, siendo á veces tan vivos que no podia hacer uso de las estremidades inferiores, en las cuales le sobrevino repentinamente una parálisis el l.°de Marzo, de 1823, de suerte que perdió enteramente toda sensación, i todo poder de moverse. Según la relación que ella hace, varias semanas antes le habia venido un gran tumor inflamatorio sobre el Sacrum; i poco después, le salió otro en la parte inferior de los lomos: ambos llegaron á formar materia. El inferior se hizo una úlcera hueca que llegaba hasta el sacrum, la cual causó esfoliacion ; el de arriba era mucho mayor, i comunicaba con el otro por una cavidad que daba salida á una gran cantidad de materia. La presión sobre las caderas, por la atitud constante de estar reclinada, reuniéndose al estado corrompido de su tem- peramento, fué causa de que viniese una inflamación i ulcera- ción sobre las caderas, encima del trochanter mayor de cada lado. Estas úlceras mostraron un carácter Escrofuloso mercurial. Los órganos de la digestión perdieron su tono, i vino una fiebre sintomática que debilitó mucho á la enferma. Las estremidades inferiores se pusieron edematosas, lo cual acompañado de una diarrea colicuativa, amenazaba muchísimo de una pronta muerte á esta muger. El veinte i cuatro de Julio me pidieron que visitase á esta Señora, i la hallé en la situación siguiente. La úlcera sobre el sacrum tenia tres pulgadas de diámetro de cada parte; i de ella se estendia por la parte superior hacia la espalda, una con- cavidad cuyo fondo tenia cinco pulgadas de diámetro. Las úlce- ras que estaban sobre las caderas, aunque no tenian mas de dos pulgadas de superficie, eran tan profundas que dejaban entrar la tienta hasta debajo de los tegumentos i entre los músculos; í hacia la parte del trochanter mayor en ambos lados, llegó la tienta á encontrarse con el proceso tan sólidamente, que no dejó duda que el hueso estaba envuelto en la enfermedad. Los pies i las piernas estaban mui gruesas con edema ; i aunque la enferma tenia algún poder de mover los miembros, con todo no podia sostener sino mui poco ó ningún peso en ellos. Por varias semanas habia sufrido de severos espasmos en los músculos de las estremidades inferiores, i para aliviarlos le habian dado láudano interiormente, aumentando la cantidad hasta una onza por dia: tenia el semblante pálido, sin color alguno durante el dia, i la cara algo edematosa. Todo considerado, este caso parecia dar mui pocas esperanzas, i mas bien era capaz de escitar la mas fuerte simpatía por la en- E 50 ferma desconfiada, que hacer creer que se le podría restaurar á la salud. Hasta ahora habia sido asistida por dos de los mas respetables médicos de esta ciudad, los cuales, considerando que ya no habia esperanza, la habian abandonado. Teniendo noticia de los efectos de la Panacea de Swaim en algunos casos inveterados, juzgué á bien aconsejar su uso en este, i ordené una cucharada tres veces al dia; durante el mismo tiempo mandé descontinuar toda comida i bebida estimulante, i di una dieta ligera i nutritiva. En lugar del láudano se dio «la bebida negra," (black drop,) para procurar el sueño, i aliviar los espasmos; i á las úlceras se aplicó el unguent. precip. rub. de la mitad de la fuerza del de Edinburgo. La Panacea le sentó bien en el estómago, pero no hubo alte- ración perceptible en los síntomas hasta que se hubo tomado una botella ; entonces le salió una pequeña sombra de colorado en la cara, particularmente por la nariz. Este fenómeno, en un sem- blante que por seis meses no habia presentado sino la palidez de la muerte, animaba á perseverar. El apetito empezó á crecer, los poderes de la digestión adquirieron mas vigor, i al tiempo que ya se habia usado la tercera botella, el semblante estaba mui cambiado, el apetito era mayor, las úlceras tenían mejor aparien- cia, i la edema de las estremidades que se redujo por sajas i vendas, no volvió á parecer. Cinco botellas de la Panacea fueron tomadas. A' esta época el apetito era mui bueno, la complecsion rosada, las úlceras es- taban en un estado saludable de granulación, sanando mui aprie- sa, i se habian casi cerrado; los miembros también se habian for- talecido mucho. Entonces tomó dos botellas mas de la Panacea. Sus úlceras estaban enteramente curadas, el apetito era escelente, el semblante todo rosado, i el cuerpo en mejor salud i con mas carnes, que por cinco años antes. Esto fué en el mes de No- viembre pasado, i desde entonces acá no ha tomado medicina, pero siempre ha continuado aunque gradualmente, adquiriendo movimiento i fuerza en los miembros. Al presente puede andar medianamente, sube i baja las escaleras sin ayuda, i se sirve de sus miembros casi tan bien como antes. Este egemplo del poder restaurativo de la medicina es según mi opinión mui notable ; i fué la Panacea de Swaim que salvó á esta Señora de la muerte que la amenazaba. OBSERVACIONES. En este caso es evidente que las úlceras dependían del desorden de los podereí digestiros, i de un estado depravado del sistema. He observado constantemente que en los casos de esta clase, la Panacea sirve á restaurar el egercicio saludable 51 de los poderes digestivos, i á dar tono á todo el sistema; por este medio es que se curan tan amenudo con el uso de este medicamento apreciable las enferme- dades del hígado, de dispepsia i de los nervios, i las que son parecidas á la ética, &c. si se toma con tiempo. ----O-0©e-O---- CASO DE MADAMA TREGOMAINE. El caso siguiente se menciona en el certificado del Dor. Thomas Pahke, médico que fué del Hospital de Pensilvania en aquella época; i también por el Don. Phice, que era cirujano de la misma institución.* El caso siguiente se halla referido en el certificado del Doctor Thomas Parke, Médico que fué del Hospital de Pensilvania en aquella época, i también se menciona por el Doctor Price, que era el cirujano de dicha institución. Madama R. C. Tregomaine, de edad de 30 años, habia pade- cido por mas de cuatro, de úlceras en varias partes del cuerpo, pero principalmente en la cara, cuello, mano derecha, i en el brazo. Fué asistida casi dos años por los médicos mas respeta- bles de la ciudad, sin recibir el menor beneficio; al contrario, todos los dias empeoraba, i durante este tiempo sufrió mas de lo que se puede imaginar. El detalle de sus sufrimientos haria derramar lágrimas al mas insensible; i ademas de las aflicciones que ya tenia, perdió á su marido que estaba rendido de fatiga en las atenciones que le daba de dia i de noche. En esta situación desvalida logró entrada en el Hospital de Pensilvania, el veinte i nueve de Setiembre, de 1821, i quedó hasta el diez i seis de Octubre, de 1822, bajo el cuidado de varios cirujanos; pero la enfermedad en lugar de mejorarse se resistía á todos los medios de cura, é iba estendiéndose á un grado que causaba miedo, i amenazaba una muerte mui prócsima; en efecto, los médicos la declararon incurable. A' esta época, estando la enfermedad peor que nunca, su fuerza corporal i salud casi aniquiladas, i cuando nadie esperaba que escapase, por último recurso, fué puesta bajo mi dirección. El pintar su situación seria imposible; sufria los dolores mas vivos ; tomaba grandes cantidades de láudano sin provecho; una úlcera se estendia desde la parte inferior del cuello, hasta lo alto de la oreja, pasando por la megilla hasta llegar cerca de la boca; los dedos i el pulgar de la mano derecha, i también la muñeca i el brazo, estaban estensamente ulcerados, lo que destruyó los tendones, i dejó los huesos descubiertos; las estremidades supe- riores é inferiores estaban hinchadas é inflamadas; ademas le so- • A'mbos estos caballeros son mui eslimados en su profesión. El Doctor Price como cirujano i como hombre de letras no tiene superior. 52 brevino una calentura ética, con pérdida de apetito i de sueño: en efecto, en esta situación miserable, estaba rogando que llegase su última hora para libertarse del dolor i de la miseria. Con grande asombro de todos, la Panacea obró sus acostum- brados efectos en el cuerpo de esta infeliz muger, en el espacio de ocho dias. Lo primero que reparó fué que su apetito se aumentaba, i que el dolor iba cesando ; ya dormía con descanso, lo que no habia podido conseguir por mucho tiempo antes: no parecia sino que una partícula eléctrica le habia comunicado nueva vida. De este modo continuó mejorando rápidamente; las llagas se curaron, el dolor cesó, i en dos meses salió del Hos- pital curada ; desde entonces el peso de su cuerpo es de cincuenta libras mas que en ningún otro período de su vida. DEL DOR. WM. PRICE, Cirujano del Hospital de Pensilvania, Miembro de la Sociedad Médica de Fila- delfia, fyc. " Creo que solamente es hacer un acto de justicia al Sor. Swaim el certificar que la relación del caso antecedente, por lo que toca al tratamiento de la enferma en el Hospital de Pensil- vania, es enteramente conforme á la verdad. " DOR. WM. PRICE." OBSERVACIONES. El caso de Madama Tregomaine ha escitado mucha atención. En el informe de la Sociedad Médica de esta ciudad, se ha emprendido quitar á la Panacea los laureles con los cuales se halla coronada por este caso. La empresa sin embargo se malogró, habiendo el mui respetable Cirujano i el Médico que asistieron en- tonces, testiñcado la ecsactitud de la relación antecedente. Que unos Módicos respetables, bajo cubierto de la Sociedad Médica, descendiesen á tan pequeñas artes de engaño, i procurasen por este medio pervertir hechos para dañar á la Panacea, es cosa que verdaderamente sorprehende. El público no obstante, sabe apreciar tanto los méritos de esta medicina, que no pueden despojarle de sus merecimientos, ni las mordeduras de la envidia, ni las saetas de la malicia. ----O-O©0-O---- CASO DE MADAMA OFFNER. Si hai caso que pueda ilustrar una previa disposición constitucional á la enfer- medad, este ciertamente debe ser uno. No hai casos que puedan mejor poner á prueba el poder i la seguridad de mi medicina que este i el de Ana Linton, Cuando traemos á la memoria los años de padecimiento, los muchos i sucia- mente respetables médicos gue fueron empleados sin dar socorro, i el dinero que se gastó por los servicios de los facultativos, nos llenamos de sorpresa. Madama Offner, esposa del Dr. Offner, de Lancáster, en Pensilvania, á la edad de ocho años principió á ver hinchazón 53 de las glándulas en varias partes del cuerpo ; ambos lados del cuello estaban tocados, i al mismo tiempo se mostró en la claví- cula izquierda otra hinchazón que se aumentó hasta el tamaño de un huevo de gallina: en este estado quedaron sin supurar, pero dolorosas, por tres años. Su médico le aconsejo baños de mar, que tomó por seis semanas, pero sin provecho; al con- trario, parecía que los tumores se aumentaban. Habiendo vuelto á casa continuó bañándose en agua salada todo el invierno, pero sin efecto. Después de esto le salió en medio del lado izquierdo de la quijada inferior, un tumour que subía hasta la megilla i le desfiguraba mucho la cara: este quedó cinco meses, al cabo de cuyo tiempo se disminuyó un poco con el aucsilio de sangui- juelas, i medicinas internas i esternas. A' la recomendación de otro facultativo de Filadelfia se probó la salivación, lo que la ali- vió; los tumores desaparecieron por año i medio, pero le vol- vieron á salir en el lado izquierdo del cuello, acompañados de una obstrucción de las púnela lachrymalia, i de dolor de la frente, que le obligaron á hacer cama cerca de dos meses. El mes de Agosto, de 1814, consultó otra vez al médico que la ha- bia asistido antes, i este le aconsejó el uso de agua de brea para beber, i ungüento de brea para el interior de la nariz. Este curso se continuó hasta el fin de Setiembre, i volviendo á Filadelfia, el Dor. Dorsey le hizo una operación en ambos ca- ñones de la nariz ; pero en tres meses la obstrucción fué tan grande como antes, i el dolor de cabeza volvió con la misma fuerza; entonces le introdugéron clavos, que llevó por cinco meses. Durante el invierno la nariz tuvo un descargo de ma- teria purulenta, que se aumentaba diariamente; i á fines de Junio se empezaron á tomar otra vez los baños de mar, pero con tan poco provecho como antes. Mientras tomaba los baños, halló al introducir el meñique de ambas manos en las narices, que la parte superior del septum estaba totalmente destruida ; volvió á casa en Agosto, i á fines de Noviembre, vino otra vez á Filadelfia, i consultó á otros dos facultativos, bajo cuyo tratamiento quedó hasta el mes de Abril siguiente pero sin provecho. Entonces se volvió á su casa. La parte inferior del septum empezó á inflamarse i á ulcerarse, i á mediados de Junio, estando lavándose la cara, se le hundió la nariz, i se formó en ella una úlcera dolorosa que duró hasta el mes de Noviembre. El labio de arriba principió á inflamarse i echar escamas; al cabo de seis semanas le quitó la costra, i halló debajo una úlcera peluda. Durante este tiempo, i por año i medio después, hizo uso del ácido nítrico, en cantidad de 2§ dramas por dia: al cabo de ocho semanas la úlcera se curó, pero entonces le salió en el ángulo interior del ojo izquierdo, otra; e2 54 hinchazón que le causó mucho dolor. Entonces se hizo la ope- ración de la fistola por el Dor. Physick, i se llevo un clavo por varios meses. A' esta época la parte blanda del^ paladar empezó á inflamarse i ulcerarse, i en pocos meses se hallo entera- mente destruida. El ángulo del ojo principió á supurar, se re- pitió la operación por el Doct. Physick, se puso el clavo. Su salud iba empeorando hasta el mes de Febrero, de 1822, que sobrevino una ronquedad, i una hinchazón de garganta; ya casi no podia hablar. Se ocurrió á vegigatorios i gargarismos, pero sin efecto. La raiz de la lengua se ulceró, i las glándulas de ambas partes se abrieron i descargaron libremente un pus ofen- sivo ; después se siguieron unos escalofrios i calentura, pérdida total del gusto i olfato, falta de apetito, i frecuentemente una sufocación casi entera por no haber uvula. Habiendo tenido noticia de la cura que se hizo de Madama Brown, del condado de Erie, al tiempo que esta pasaba por Lancáster en su vuelta á casa, determinó inmediatamente venir á Filadelfia, i ponerse bajo la dirección del Sor. de Swaim. Su situación era la mas deplorable ; débil, estenuada, i sin espe- ranza ; el gusto i el tacto enteramente perdidos; el cutis frió i lleno de manchas; las úlceras de la garganta se habian esten- dido tan abajo que la menor irritación le causaba una dificultad de respirar que casi la sufocaba, i no podia sin el mayor trabajo tragar el menor mantenimiento. Una tos continua acompañada de un descargo de materia fétida, la atormentaba dia i noche; habia casi perdido la voz, i en fin su situación era tal que ni sus médicos ni sus amigos creian que pudiese llegar á Filadelfia en vida. Empezó á usar la Panacea tomando una cucharadita por la mañana i noche, i aumentando la dosis á medida que ganaba fuerza ; en breve tiempo los efectos maravillosos de este reme- dio tan deseado se dejaron ver con asombro de todo el mundo: en menos de dos semanas las úlceras de la garganta empezaron á curarse rápidamente; ya podia tragar con la mayor facilidad; su apetito volvió ; su salud i fuerza se mejoraban mui rápidamente, i en ocho semanas se volvió á casa perfectamente buena. No será fuera de prepósito el decir que los médicos que tra- taron á Madama Offner, eran de los mas afamados de esta ciudad. OBSERVACIONES. Por estraordinario é increíble que parezca el caso de Madama Offner hai otros que no se mencionan aquí, que le sobresalen, i de los cuales puedo dar en cual- quier tiempo los mas respetables informes. Este, á la verdad, es un caso mui estraordinario de enfermedad. Principiando eo la tierna edad de la enferma, i continuando sus devastaciones de un modo tan 55 gradual i resuelto, parecía confundir todos los medios que se empleaban para arrestarla. La enferma tenía todas las ventajas que el arte de la medicina podia BUgerir, hasta probar plenamente todos los medios de curar que se conocían, i hallarlos no solo incapaces de remover la enfermedad, mas ni aun de arrestar su progreso, por el espacio de doce años: bajo estas circunstancias el efecto de la Panacea es digno de notarse. A' no haber realmente ocurrido el hecho, nunca se pudiera haber creído que ningún agente, cualquiera que fuese, tuviera el poder en tan breve espacio de restaurar al estómago el tono que por tanto tiempo habia perdido, remover el dolor que debía seguirse de una destrucción tan estensa de la organización; curar las ulceras que habian durado tanle que se habian hecho habituales al sistema; i finalmente destruir la causa obstinada de todo este daño. Durante el tiempo que Madama Offner permaneció bajo mi.cuidado en esta ciudad, fué visitada por algunos de los mas distinguidos médicos, que la habian anteriormente asistido, particularmente el Dor. Physick, el cual la habia asis- tido por anos antes. Quizá podrá ser satisfactorio al lector ser informado, que esta persona se halla en buena salud hasta el dia de hoi, i que ha recobrado el gusto i el olfato, de los cuales habia sido privada por varios años. •0-©@©-0- DEL DOCTOR JOHN F. EAMR, Miembro de la Sociedad Médica de Filadelfia. El caso siguiente fué estendido por el Dor. Lamb, práctico sumamente respetable de Frankford. Motivos de humanidad fueron la causa que le indugéron á darle alpiíblico. Mad. Fisher, de edad de 44 años, dijo que habia gozado de perfecta salud hasto cinco años á esta parte, que dio á luz un hijo sano. El año después fué atacada de un dolor mui grande en las estremidades, que con mui poca intermisión con- tinuó hasta mediados del año pasado. Después de los primeros diez meses de sus dolores, se veían sobre los brazos i piernas unos tumores que progresaban lentamente hacia la supuración, i se abrian en el curso de dos hasta cinco meses después de su apariencia, formando úlceras de malísimo aspecto, que descarga- ban una materia que pronto degeneraba en una sanies fétida, estendiéndose irregularmente hasta el tamaño de tres ó cuatro pulgadas de diámetro, i amenudo tomando una apariencia gan- grenosa: i finalmente, después de algunos meses disminuyén- dose en su tamaño i curándose, mientras tanto iban formándose otras, haciendo el mismo progreso en otras partes de las estre- midades; las cicatrices siempre mostrando una pérdida conside- rable de sustancia, i de consiguiente produciendo alguna defor- midad en aquellas partes que habian sufrido mas. Última- mente, veíanse estos tumores sobre la clavícula, el hueso frontis, i los parietales, (pedazos de cuyos huesos se desprendían) pro,- 56 gresar del mismo modo tardío; en el ínterin, la salud de la enferma necesariamente iba empeorando : Anorexía i constipa- ción eran los síntomas prominentes; recibió asistencia médica, pero con poco provecho. Cuatro años hace, llegué á tratar este caso, para el cual rece- taba de cuando en cuando, hasta principios de este año, i gene- ralmente daba algún alivio á la enferma; pero mis recetas no producían efecto permanente. La administración de remedios tónicos se halló útil. Las cataplasmas fermentativas i de zana- horias, como aplicaciones locales, obraban un efecto favorable en la aparencia de las úlceras, que entonces se cubaban poce á poco con unos cerotes simples ó saturninos. Estos remedios traían siempre consigo algún beneficio aparente mientras se continuaba su uso; pero si se omitían por algunas semanas, la enfermedad parecía que renovaba su ataque con mayor severi- dad. Desde Diciembre hasta Junio último, todas las recetas regulares se habian abandonado. El estado de la enferma se ponía cada dia mas grave; se veia en la precisión de quedar con- tinuamente recostada, hallándose incapaz de llevar ni una ni otra mano á la cabeza. El descargo de seis ú ocho grandes úlceras, el continuo i severo dolor, la anorexia, &c, habian gra- dualmente postrado á la enferma, que se hallaba al punto de acabar todas sus penas con la muerte. Creyendo en la posibilidad de lograr alivio con La Panacea de Swaim, deseaba ver sus efectos en este caso, i de consiguiente mandé que se tomase. Habiéndose usado como media botella, ya se podia ver una enmienda que nunca se habia esperimen- tado con ningún otro remedio; se continuó pues con la Panacea sola, i sin aplicación alguna, escepto las del mas simple carácter. Con dos semanas de su uso, principió el dolor á menguar, vol- vió el apetito, las úlceras tomaron un aspecto mas sano i empe- zaron á curarse, i al mismo tiempo la salud general de la enferma constantamente se mejoraba. Mad. F. no ha usado la Panacea con la puntualidad que reco- mienda el Sor. de Swaim; pero sin embargo, ya acaba de tomar la tercera botella; las llagas están buenas enteramente, i hace seis meses que no ha tenido dolor alguno, i goza al presente de mejor salud que la que ha tenido por siete años antes. _ Ahora no me queda el menor reparo en atestiguar la eficacia i segundad apreciable de esta medicina. DOR. JOHN LAMB. Frankford, (cerca de Filadelfia.) Goza esta Señora de perfecta salud hasta hoi.—lo de Mayo, 1836. 57 OBSERVACIONES. Pudiera relatar muchos otros casos de una naturaleza semejante á los que ya se han dado, en que la Panacea ha tenido igual suceso, mas esto seria inútil; en efecto, una relación de todos los casos, en que esta medicina ha sido servicial, después que todas las demás se han empleado infructuosamente, tomaría mas tiempo para su lectura, del que quisiera dar ningún individuo. He elegido aquellos solamente que por su carácter estraordinario, puedan hacen ver los males mas importantes, á que es capaz de servir. -----0-G@©-0----- CASO DE JO&EPDZ SMITH. Joseph Smith, de Havre de Grace, en Maryland, padecía muchísimo tiempo de una enfermedad obstinada que amenazaba los resultados mas funestos. Habia tenido consultas de ciruja- nos respetables, i fué asistido de varios en Baltimore i otros sitios de Maryland cerca de tres años, pero sin suceso; también habia estado en el Hospital de Pensilvania por algún tiempo sin esperimentar alivio, i al fin se volvió a casa, desesperando de poder curarse. Por la humanidad del Doctor Le Barón, que habia visto algunas de las curas hechas por esta medicina, fué traido otra vez á esta ciudad, para hacerse tratar por el Sor. de Swaim. A' esta época tenia en varías partes del cuerpo diez i siete úlceras grandes en supuración, cuyo olor era mui fétido; no podia moverse, ni dormir; apenas podia tomar alimento sufi- ciente para ecsistir; el paladar estaba enteramente destruido; varios pedazos de los huesos de la cara se le habian caido; el frontis estaba en parte consumido; todas las coyunturas de su cuerpo estaban inflamadas é hinchadas; el cutis estaba entera- mente arrugado,, i parecía pegado á los huesos; en realidad era un verdadero esqueleto, tanto como Calvin Edson: el cabello se le cayó; estaba sordo i casi ciego: en fin, es imposible for- mar idea adecuada de sus dolores. Su situación era tal que no quisieron darle pasage en el barco de vapor, i fué preciso trans- portarle en un carruage particular hasta Filadelfia. A' su llegada no fué fácil procurarle alojamiento, á causa de su estado ofensivo; i un gran número de personas que vinieron á visitarle, se llenaron de horror á su vista. En este estado espantoso tomó la Panacea, que pronto manifestó con aucsilío de la Provi- dencia sus efectos maravillosos contra esta terrible enfermedad. Si fuese posible hacerse una comparación con el Lázaro de la antigüedad, podría uno valerse del caso de este enfermo. En diez dias las úlceras empezaron á curarse, i en el corto espacio de seis semanas se hallo-tan restablecido, que fue capaz de volver á su familia á caballo. Para formarse un juicio 58 ecsacto del estado actual de su salud, i de la fidelidad con que hemos pintado su caso, pedimos á los lectores que vean el certi- ficado del Doctor Le Barón, p. 28, el cual no dudamos conven- cera á los mas escrupulosos de la ecsactitud de la relación que precede. OBSERVACIONES. Frecuentemente hallamos entre los que han tomado impropriamente prepara- ciones mercuriales para el sífilis, ó el sífilis en sus formas secundarias, (ó lo que apenases menos peligroso) la enfermedad mercurial: pero pocas veces encon- tramos estas dos formas de enfermedad en la misma persona al mismo tiempo, como en el del infeliz sugeto cuya historia acabamos de dar. Semejante com- plicación de enfermedades es mui capaz de poner á un médico en perplegidad; pues el mercurio, la sola cosa con que podría contar para remover un tren de síntomas, seguramente agravaría el otro; es ciertamente una propriedad muí feliz i estraordinaria de la Panacea de Swaim, que ataca con suceso esta combi- nación de enfermedades. El presente caso es sumamente interesante en cuanto da claramente á conocer los efectos simultáneos de la Panacea sobre la enfermedad mercurial, i la forma secundaria de sífilis; i se relata por una autoridad que no puede dudarse. -----0-@©£HO----- CASO DE MADAMA BROWN. El caso siguiente se nota por el Dor. Dewees en su certificado. Mad. J. Brown, esposa del Honorable David Brown, de edad como de cuarenta años, del condado de Warren, en Pen- silvania, habia padecido los últimos nueve años terriblemente de úlceras en la cara i la garganta, i habia recibido la asistencia de los médicos mas respetables. Su marido, miembro de la legisla- tura, durante su residencia en Harrisburgh, llegó á tener noticia de esta medicina, i se volvió á casa con el obgeto de traer á su esposa á Filadelfia, para que hiciese prueba de la Panacea. A' su llegada á esta ciudad, se dirigió al Sor. De Swaim, con la re- comendación de uno de los profesores de la Universidad de Pensilvania, que francamente dijo que creía firmemente (esta opinión la espresó al marido de Mad. B.) que ningún otro re- medio prometía ser de provecho; de consiguiente se principió el uso de la Panacea. Apenas se puede con palabras dar idea del miserable estado en que se hallaba esta muger: la nariz enteramente destruida; los huesos de la nariz i del paladar, i varios pedazos (que llegaban casi hasta ciento) de los otros hue- sos de la cara se habian caído; i varias úlceras en la cara, en la boca, i en la garganta. Su apariencia general presentaba la mayor infelicidad, pues su cuerpo por la larga i severa conti- nuación de los dolores se habia puesto como un esqueleto, su 59 ánimo le habia casi abandonado, i parecía que la naturaleza no podia mas; el alimento que era preciso darle para sustentar la vida, se administraba con dificultad. Después de haber tomado la Panacea cuatro dias, (usando sus propias espresiones) ya podia tragar con la mayor facilidad ; i en el espacio de pocos dias mas, empezaron á curarse las úlceras con una rapidez in- creíble. Continuó el uso de esta medicina ocho semanas, i fué perfectamente curada; ahora goza de salud tan buena como jamas la ha tenido en su vida. Ha principiado su jornada de vuelta á casa, distancia de cerca de 400 millas, con buen ánimo, i la esperanza de hallarse otra vez en medio de su familia, i amigos, en un estado de salud que nunca esperaba volver á lograr. El caso antecedente fué presenciado, desde el dia que la en- ferma se puso bajo mi dirección, hasta su salida de la ciudad, por los médicos mas respetables de Filadelfia, que pueden ates- tiguar que no se ha faltado á la verdad en esta relación, i que está fielmente relatada. La carta siguiente es del marido de Mad. Brown, i por ella podrá el lector for- marse mejor idea de la terrible situación en que se hallaba la enferma, antes de ocurrirá la Panacea de Swaim. Sugar Grove, Condado de Warren (Pena.) Mui Sor. mió : A' mi vuelta á casa, le hubiera escrito á vm. inmediatemente, si en consecuencia de haber estado tantc tiempo ausente, no hubiesen mis negocios ecsigido toda m atención. Llegamos aquí con felicidad ; mi esposa ha aguantado bien la jornada, i continúa buena i fuerte, i creo que está enteramente restablecida. Tiene buen apetito, va criando carnes, se halla con buen ánimo, i puede sin fatigarse trabajar tanto como cual- quier moza del condado. Habrá como unos cuatro días que recobró repentinamente el oído, i sin haber empleado ningún remedio para ello, lo que atribuyo al poder curativo de su Pa- nacea. Nunca, según toda apariencia, ha logrado mejor salud que ahora. Cuando nos volvíamos, generalmente nos parábamos en los mismos lugares que á la ida. Su llegada sorprehendia á todos, porque la mayor parte no esperaban volverla á ver; i muchas fueron las preguntas que se hicieron por los médicos i otras per- sonas, tocante al tratamiento, medicinas, i quien la habia curado. Les mostramos, i les dejamos probar la medicina, i se admiraron mas- yo no tenia idea que hubiese tantas personas padeciendo 60 de escrófula, i otros males ulcerosos; casi en todos los sitios en que nos paramos, habia mas ó menos. Las personas con quien hablamos en el camino, tenían poca duda de los efectos de la Panacea de Vm. pues llevábamos la prueba de su superioridad con nosotros,—el caso de mi muger ; este era tan sabido por muchas millas en contorno, que todos los dias vienen personas á visitarnos que no quisieron creer la cura de mi muger, hasta verla por sí mismas. Mui pocos, ó ningunos de nuestros ami- gos esperaban verla volver, i se apareció entre ellos como una persona resucitada de los muertos. Uno de los médicos que la habia asistido seis ó siete años, no quiso aun ecsaminarle la gar- ganta, sino dijo que el mal volvería á salir; todos los demás fue- ron mas liberales, i declararon públicamente que se habia hecho una cura perfecta, i la mayor que jamas habian visto. Soi con respeto, S. So. Sor. DAVID BROWN. Sor. Wm. Swaim. Mada. Brown permanece en buena salud hasta hoi, en su antigua residencia.— Mayo, de 1836. OBSERVACIONES. No es de ningún modo raro con los médicos interesados de acusar mi Panacea de poseer meramente un influjo temporario sobre las enfermedades; pero los hechos, no obstante, prueban abundantemente que la curación es radical i per- manente. Este medicamento no alivia la Escrófula encerrándola en el sistema, ni tampoco efectúa la curación por sus propriedades locales. Cura sin embargo la enfermedad, limpiando i purificando los fluidos animales, de la condición depravada de los cuales, no hai duda que depende. Bajo su uso, la digestión se hace vigorosa i saludable, el apetito llega á ser bueno, las secreciones puras, i la sangre libre de la inficion peculiar por la cual se produce la escrófula. La salud general siendo de este modo restablecida, es preciso que la enfermedad des- aparezca. ----0-^©£>-0---- CASO DE MADAMA HOCKER. El Doctor Knight en su certificado, ha dado testimonio de la ec.iactitud de los dos casos siguientes, no obstante el informe de la Comisión de la Sociedad Médica de Filadelfia. Mad. Hocker se halla actualmente buena, i puede ser vista de cualquiera qut deseare saber la verdad de mi esposicion. Hai varios individuos respetables en su vecindario, que pueden testificar la verdad de lo que aqui se relata__Mayo, de 1836. Mad. Hocker, de edad de 30 años, habia padecido por nueve^meses, de úlceras terribles en la garganta, boca, i nariz; se creia que estas úlceras tenían su asiento por toda la estension 61 del Esófago; varios pedazos del hueso de la quijada superior se cayeron, i casi todo el vomer; las eneías se perdieron entera- mente con la supuración, dejando los huesos espuestos; el des- cargo era mui copioso i fétido; también tenia una úlcera en el pié derecho; ademas de esto padecía muchísimo de reumatismo ,en la cabeza, en los ojos, i miembros, que junto con otros males ,hacia su situación mui deplorable: el dolor era tan vivo que la enferma deseaba mui poco el vivir; en efecto antes bien estaba pidiendo viniese la muerte á libertarla de sus dolores: ella no podía levantarse de la cama sin ayuda; no tenia apetito, i el mas leve alimento le causaba el mayor dolor, era literalmente un es- queleto, i estaba creyendo que cada día seria el último de su ec- sistencia. Seis meses fué asistida de los médicos, mas su enfer- medad parecía empeorarse, i por último recurso, se resolvió í probar la Panacea de Swaim, la cual después de tomarla por runa semana, le alivió muchísimo. En el curso de cuatro se- manas ya podia bajar las escaleras; las úlceras se curaron i los dolores de que había padecido, la dejaron en mui corto tiempo: ya no es la misma muger, pues se halla, para decirlo así, liber- tada de la muerte, i restaurada al goce de una perfecta salud. De esto hai mas de tres años i no ha vuelto á mostrarse síntoma alguno de la enfermedad desde entonces acá. El niño de Mada. Hocker estaba entonces mamando, i casi en la misma terrible situación que su madre; estaba hecho un mero esqueleto; tenia la garganta llagada; apenas podia mo- verse; i parecía sufrir tanto, i se hallaba en tal estado que los que le veían no esperaban que viviese mucho tiempo mas. Sien- do su enfermedad de la misma naturaleza que la de la madre, se usó la Panacea en el caso del niño también, i con el mayor suceso; pues aunque estaba mui débil i enfermo, logró adquirir una perfecta salud, i se halla tan bueno como cualquier otro niño hasta el dia de hoi. OBSERVACIONES. Nada puede mas fuertemente demostrar el carácter de la Panacea, que la his- toria de este caso; pues no cabe duda que el niño padecía de un mal heredado de la madre. Esta clase de enfermedades son las mas difíciles de tratar; porque ningún mal engaña mas frecuentemente al médico, que aquel que depende de una contaminación natural, ó que el enfermo hereda de sus padres. En este caso particular poseemos el testimonio du un médico mui respetable tocante á la naturaleza terrible de esta enfermedad, i -los efectos provechosos que produjo la Panacea, después de haberse probado inútilmente todos los demás remedios. En estos casos volvemos á ver la tendencia de esta medicina á purifi- :ar la sangre; i que esta se hallaba depravada en estos egemplos parece demos- trarse por el hecho de que la enfermedad fué comunicada por la madre al niño, > en el útero, o por la leche. Si fué comunicada del primer modo, debe haber lido por medio de la sangre; porque no habiendo comunicación nerviosa direc- F 62 lamente entre la madre i el feto, esa no puede simpatéticamente comunicar en- fermedad alguna á este. Si el niño cogió la enfermedad de la leche de la madn, es mui evidente que la sangre de esta debe haber estado contaminada. Este caso ofrece un apunte mui útil, á saber, que si hubiere razón de sospechar que haya alguna contaminación natural, antes do Casarse, seria de inestimable beneficio tomar sigunas botellas de la Panacea. ----o-e©e-o---- CASO DE OWEN EOEGHRAff. Que fué curado en el Hospital de Pensilvania, después de haber estado en él cuatro meses, bajo el cuidado de todos los cirujanos de esa institución. Owen Loughran, de edad de 30 años, por dos años padeció del mas vivo dolor de cabeza i los miembros, juntamente con pérdida de apetito, i un consumimiento gradual de carnes; tenía las coyunturas inflamadas é hinchadas, &c. habia estado bajo el cuidado de varios respetables médicos, i en particular de uno en Lancáster Pensilvania por mas de ocho meses, i habia usado un número de botellas de diferentes mistos hechos en imitación de la Panacea de Swaim ; mas empeorando cada dia, i á un grado que daba miedo, su hermano hizo que le llevasen á Filadelfia, i le pusiesen en el Hospital de Pensilvania, en Mayo, de 1822, donde quedó hasta Agosto sin alivio, i en una situación deplorable. Perdió el galillo, i las partes blandas del paladar; estaba reducido á un mero esqueleto sin ganas de comer, i apenas capaz de tragar lo suficiente para sostener su cuerpo abatido. En esta situación crítica, fué recomendado por el cirujano del Hospital, que le pusieran bajo el cuidado del Sor. Swaim. Recétesele la Panacea, i pronto se hicieron ver sus efectos mara- villosos. En menos de quince días empezaron á sanar las ul- ceras; los dolores principiaron á disminuir, su apetito volvió, sus carnes se aumentaron, i en menos de un mes se despidió curado ; ya hace mas de cinco años, i queda ahora enteramente bueno, con mas carnes que en ningún otro período anterior. CERTIFICADO. Certifico por estas que la descripción precedente de mi caso es verdadera en todo respeto ; i que (en lugar de tener la qui jada afectada, como dice el Doctor Coates en su informe á la Sociedad Médica,) mis dientes estaban todos flojos, iperd í dos de ellos,-así como todo mí paladar, consecuencia del mer- curio qué sé me dio, i estuve tan malo que casi no podia tragar, 63 cuando la humanidad del Dor. Price permitió que me asistiese el Sor Swaim, i en un mes fui completamente curado, i así he permanecido desde entonces. OWEN LOUGHRAN. Esquina de las calles Octava i de Market, Filadelfia. Certifico que la antecedente relación de mi hermano es la pura verdad en todo respeto. JOHN LOUGHRAN. OBSERVACIONES. En este caso parece que hubo grande debilidad en el sistema nervioso, que le impidió de obrar con bastante vigor para vencer la tendencia específica del agente morbífico, á la producción de las úlceras. Muchos otros casos ademas de este han probado que la Panacea posee un grado notable de virtud tónica sobre los nervios; i es de este modo quo tantas personas debilitadas han sido restauradas á su fuerza natural por el uso de unas pocas botellas de la Panacea de Swaim. -----O~. BODDER. Mientras que Madama Campbell quedó bajo mi cuidado fué frecuentemente visi- tada por varios respetables médicos de esta ciudad ; uno de ellos fué el Doctor Mease, en cuyo certificado se menciona el caso de esa Señora, que permanece en buena salud hasta el dia de hoi. Hilltown, Condado de Bucks, (Pa.) Sor, Wm. Swaim, Muí Sor. Mío: Kn conformidad con el deseo de Vm. le ruando una relación ecsacta del caso de Macla. Campbell, mi vecina. Jane Campbell, muger de Thomas Campbell, labrador habi- tante en este lugar, se quejaba bacía algún tiempo de un dolor pesado en la cabeza, i al fin le vino un tumor, que fué aumen- tándose hasta llegar al tamaño de un huevo de gallina A' la primera visita que le hice, me resolví hacer una incisión en el tumor, del cual salió una porción de humor claro i aquoso. A' pesar de todos mis esfuerzos para curar la herida, se ulceró i estendió muí rápidamente ; varios pedazos de hueso se cayeron; otras úlceras se aparecieron sobre la cabeza i la cara, una de las cuales se cstendia desde la parte entre los ojos hasta la oreja: la inflamación era tal que un ojo se le habia salido de la cuenca, i había puteramente perdido la vista de él. Tuve á este caso como escrofuloso, i de consiguiente principié á tratarle del modo usual, habiendo probado todos los remedios que se usan en los semejantes sin provecho, la consideré como incurable. Pronto después, un médico respetable en Filadelfia, llegó á tener noticia de su caso, i le dio esperanzas de que la curaría; la llevaron pues á esa ciudad, i quedó seis meses bajo su dirección. Du- rante ese tiempo tomó medicina, á imitación de la Panacea de Vm. mas en lugar de hallarse aliviada, iba todos los dias em- peorándose: estaba sumamente flaca, i según toda apariencia, no podía vivir mucho mas, si no lograba alivio; la volvieron á llevar á su casa, postrada i sin esperanza. f2 66 Entonces me consultaron si seria bueno que se hiciese pruebí de la Panacea de Vm. lo que recomendó como la sola cosa que prometía ser de provecho. La volvieron á transportar á Fila- delfia en este miserable estado, i la pusieron bajo el cuidado de Vm. En cosa de un mes volvió á su casa mui aliviada, i con- tinuó tomando la Panacea por tres semanas mas, en cuyo tiempo recobró una perfecta salud, con grande asombro de sus amigos, pues ninguno de ellos creia que escapase. Ya se han pasado seis años, i no ha vuelto á parecer un solo síntoma de la enfermedad, sino que al contrario ha gozado esta persona de una salud completa. Con mucho respeto, Soi de Vm. DOR. LEV1 D. BODDER, Nota—Debe sentirse que á causa del feliz suceso de esta medicina, hayj habido tantas falsificaciones é imitaciones espurias de la Panacea de Swaim eD este parage. Algunos han introducido sus mistos, usando la verdadera Panacea en sus botellas para efectuar curaciones afin de lograr certificados, &c. ----0-£©££0---- DEL DOCTOR JOHN F. BROOKE, Médico de la Botica de Pobres, Distrito del Norte, Miembro de la Sociedad Media de Filadelfia, fyc. i actualmente cirujano en la Marina de los Estados Unidos. FiladeJjiíi. *SOR. WM. SWAIM. Mui Sor. mió: En justicia á la Panacea de Vm. le comunico el caso del Sor. F----. Esta persona habia padecido mucho tiempo de dolores en las canillas, particularmente de noche,i causa del influjo pernicioso del mercurio. Había tenido una erupción cutánea parecida á la erethma mercurialis ; i habiendo tenido que viajar i esponerse al frío, sus huesos fueron atacados de dolores mercuriales mui violentos, que le venían después de recogerse, i su constitución sufría mucho de la irritación que esto produjo. AI fin fué atacado de un gran dolor mercurial en la parte derecha de la región del bazo, que se estendia hastaíl hombro, i se parecía á la Chronica Hepatitis, ó enfermedad de hígado. Después de haber tomado todas las medicinas que se hacen en imitación de la de Vm. pero sin ningún provecho, le aconsejaron que tomase la verdadera Panacea ; habiendo tomado tres botellas de esta, recobró su salud i apetito, los dolores de huesos i costado le dejaron, i ahora se halla en buena salud. Con respeto, Soi de Vm. DOR. JOHN F. BROOKE, 67 CASO DE E------S. La persona del caso interesante que sigue, como se verá por el certificado del' Doctor M'Lean, uno de los 'mas respetables médicos de Nueva York, es una Señora de la mayor respetabilidad, i en quien se puede poner la mayor con- fianza. Por su propia narración se verá,que losdolores de que padeció por espa- cio de trece años antes de tomar la Panacea, fueron del carácter mas terrible, no obstante que habia recibido la mejor asistencia de los médicos. Nueva York. SOR. WM. SWAIM. Mui Sor. mío: En conformidad con su demanda, le doi una breve relación de mí caso. Tengo 50 años de edad, buena cons- titución, i siempre habia gozado de buena salud, hasta fines de Noviembre de 1809, que pasando de un cuarto á otro me dis- loqué la choquezuela ; la rodilla se inflamó muchísimo, i en con- secuencia de esto, no pudiendo andar, tuve que hacer cama por algunas semanas. Cosa de tres ó cuatro semanas después de este accidente apliqué agua fría á la rodilla. Estando en la cama me vinieron inmediatamente unos escalofríos en todo el sistema un dolor mui grande me cogió en la pierna, i en el espacio de una semana varios tumores duros se vieron en la pantorrilla. Con- tinuó el dolor del modo mas terrible por tres meses, á cuya época estos tumores se hicieron úlceras inveteradas, que se es- tendiéron por toda la pierna, destruyendo todos los músculos, i habiendo bajado hasta el tobillo, le dislocaron, i torcieron el pié de tal modo, que no pude servirme de él. Los primeros cinco años estuve bajo la dirección de los médi- cos i cirujanos mas afamados, cuyas recetas me ponian peor; i él último que consulté, dijo á mi marido, que nada podia darme alivio menos la amputación, i rehusó de recetarme mas. Desde entonces no esperaba sanar jamas, i las voces no son capaces de espresar lo que sufrí por espacio de trece años ; con- tinuo desvelo por las noches; dias cansados, i raras veces libres de dolor ; así estuve hasta cosa de trece meses á esta parte, que mi marido hallándose indispuesto, mandó llamar al Doctor Hugh M'Lean de esta ciudad. Contóse mi caso al Doctor, el cual lue°-o recomendó encarecidamente la Panacea de Vm. habiéndola empleado él mismo con suceso en varios casos, i aseguró que no contenia cosa perjudicial á la salud. La confianza que teníamos en él hizo que inmediatamente nos resolviésemos á hacer uso de ella : se procuró pues, i se tomó según las instrucciones. En cuatro dias ya hubo cambio en la apariencia de las úlceras, que diariamente fueron mejorándose, i el dolor igualmente se dis- minuía ; en cinco semanas ya estaban casi buenas. Para esta época se habian tomado cinco botellas; pero como el mal era mui antiguo, tomé cinco mas, según las instrucciones: después que hube tomado estas, tuve el gusto de recibir una visita de 68 Vm. i según el consejo que Vm. me dio tomé cuatro mas. Ac- tualmente me hallo,'i me he hallado de quince meses acá en- teramente buena, pero incapaz de andar, por haber perdido loa músculos de las piernas i los píes, antes que hubiese tomado la Panacea. Por este cambio inesperado de una vida de miseria, á una agradable, siempre quedaré agradecida al Doctor M'Lean por su consejo desinteresado, el cual solo me indujo á tomar su Pa- nacea de Vm. la que con el favor del cielo, ha venido á ser una verdadera Panacea para mí. E-------s. DEL DOCTOR HUGH MMLEAW, Miembro de la Sociedad Médica de Nueva York, &c. &c. Nueva York. El interesante caso antecedente escrito por la mui respetable Señora que es asunto de él, es digno del mayor crédito, i está enteramente conforme en sus detalles con la relación verbal que me hizo su marido, cuya veracidad no puede ponerse en duda. Consideré la situación de esta Señora como verdaderamente de- plorable, pero insistí fuertemente por último recurso en que se hiciese prueba de la Panacea de Vm.; la cual ha obrado como por encantamento, habiendo pasado mucho mas allá de mis es- peranzas, i establecido sólidamente su reputación como alterativo poderoso é inestimable. De Vm. &c. DOR. HUGH M'LEAN. OBSERVACIONES. Mucho agradecimiento se debe á un gran número de miembros de la profesión de medicina, por sus esfuerzos desinteresados i laudables en aucsílío de la Pana- cea. Debe esperarse que los médicos generalmente, harán una prueba honrada de sus virtudes, i cuando lleguen á conocer sus efectos, consideren que es su obligación para con los dolientes, el administrarla en los casos puesto á su cargo, en lugar de hacer imitaciones de ella. ----0^3¡©©-0----- DEL HOIÍO.ble JOHN SCOTT. La carta que sigue, del Ilon. Juan Scott, miembro de Congreso,por el estado de Missouri, cuya situación honorífica, atrae el mayor respeto, hará ver al lector los poderosos motivos que le indugéron á formarse tan alta idea de los poderes curativos de la Panacea de Swaim. ' Ciudad de Washington Mui Sor. mió : Hasta ahora no he tenido tiempo de contestar á su carta del 18 del corriente. Mí hermano, Geor«-e W. Scott, padecía tanto, que según la opinión de los médicos que le 69 asistían, se hizo necesario ocurrir al mercurio para remover la enfermedad. Continuó en diferentes ocasiones tomando calo- mel, hasta escitar una salivación escesiva i frecuente; i habién- dose removido la causa del mal, el modo dilatado é injuicioso con que tomó la medicina, ocasionó otra enfermedad incompa- rablemente mas obstinada que la primera, á saber, la mercurial. En este estado permaneció cerca de cuatro años. Hecho un es- queleto, los huesos desde la cabeza hasta los pies, incluyendo el cráneo, se le llenaron de nodos; perdió todo apetito, i poder de digerir, i su dolor escesivo i constante no le dejaba dormir; quedó pues en realidad sin alivio i sin esperanza. Todos los medios de que pudieron valerse los médicos se emplearon; los facultativos de !a Nueva Orleans fueron consultados, l se usaron los baños de Ouchitou, pero todo sin provecho. Le procuré i envié, á su residencia en Arkansas, doce botellas de la Panacea de Vm. con instrucciones para su uso. Principió á tomarla, en dos semanas ya podia dormir descansadamente; su apetito vol- vió; i antes de haber tomado diez botellas habia enteramente recobrado su apetito, carnes, color, fuerza, i entera salud : de esto hace mas de un año, i todavía permanece bueno. Tanto yo como él estamos en que debe su vida i salud actual al uso de la Panacea de Vm. Le dirijo á Vm. esta carta en justicia á su me- dicina; i puede Vm. hacer el uso de ella que mejor le parezca. Con mucho respeto, Soi de Vm. Sor. Wm. Swaim. JOHN SCOTT. OBSERVACIONES. Este caso, entre muchos otros de semejante naturaleza, manifiesta la eficacia de Ja Panacea en una enfermedad que es verdaderamente calamitosa. La en- fermedad mercurial empieza ahora á atraer la atención de los médicos, i no es bastante conocida todavía para poder autorizar un curso regular de tratamiento por la facultad ; en efecto, parece que en muchos egemplos, es del todo incura- ble; Si los médicos desecharan el uso de sus remedios inciertos i que todavía están por probar, i recurriesen á la Panacea, el importe de sufrimiento que se ahorraria seria inmenso ; en efecto, parecería que los médicos cierran los ojos á su propio ínteres, así como al de sus enfermos. Ignorancia de la composición de la Panacea es una obgecion frivola, i una que no puede resistir la prueba del argumento ó de la esperiencia, después que se han hecho tantas curaciones, en nuestros Hospitales i en Europa, después que todos los demás remedios han care- cido de suceso. ---o-o©e-o.--- DEL SARGENTO IWAYOR HI. MYERS. La carta siguiente es de M. Myers, de Nueva York, Sargento mayor que fué en el "egcrcito de los Estados Unidos, á cuyo testimonio se debe el mayor respeto. Mui Sor. mío: Tengo ahora el gusto de informar á Vm. que mi hijíto ha sanado completamente de la enfermedad escrofu- 70 losa que padecía cuando Vm. le visitó en mi casa el verano pasado. Era un niño mui sano hasta la edad de cuatro meses, que le salió una erupción en la frente i los brazos, como especie de roncha, i la tuvimos por tal; pero como se hizo dolorosa, i estaba acompañada de mucho escozor, picazón, i ardor, nos causó miedo, i llamamos á un médico. El de casa aplicó todos los remedios que le parecieron propios para efectuar una cura, pero sin el menor provecho, i la frente del niño pronto se cubrió de llagas que en pocos dias empezaron á secarse i henderse, i echar una materia al parecer espesa i glutinosa. Estando en esta situación se hallaba comparativamente descansado, pero las llagas pronto se estendiéron á los muslos i á las piernas, i se le inflamaron los ojos de tal suerte, que temimos que perdiese la vista: cuando las llagas eslában secándose, sentía tanta inquietud que no podia dormir, ni tomar ningún descanso. Pronto des- pués de esto vio Vm. al niño, i las esperanzas que Vm. nos dio, nos animaron á hacer prueba de la Panacea. La administramos según las instrucciones impresas, i para el tiempo que hubo tomado dos botellas, se hicieron ver sus efectos provechosos; después de tomar tres botellas, desapareció toda señal de la en- fermedad. Entonces descontinuamos, i desde esa época empezó á ponerse vivo, gordo i alegre; i actualmente, gracias á Dios, este niño de dos años se halla tan bueno, gordo, i sano, como cualquiera de su edad en mil. Vm. puede hacer el uso que le paraezca de esta carta, á fin de estender esta medicina aprecíable, para el alivio de los que pa- decen de enfermedades semejantes á la que he pintado. Con mucho respeto, Soi de Vm. S. So. Sor. M. MYERS. Al. Sor. Wm. Swaim. Nota.—He tenido ocasión de ver muchos niños con estas enfermedades, i en casi todos los casos se ha efectuado una cura completa. OBSERVACIONES. La variedad de formas que toma la escrófula, la importancia de los órganos que acomete, i la dificultad que esperimentan los médicos en su curación, con- tribuyen á hacer este caso de sumo interés. Aquí se ve la enfermedad acometer al cutis, estenderse sobre todo el cuerpo, i producir grande dolor i estenuacion. Mas generalmente hace su apariencia en las glándulas del cuello i de las orejas, aunque frecuentemente estiende sus destrozos por todo el sistema. Los ojos algunas veces se hallan afectados de la enfermedad, i cuando esto sucede, con frecuencia el resultado es perder un ojo ó ambos. Las coyunturas, juntamente con los ligamentos, tendones, ternillas i huesos llegan á ser envueltos en la en- fermedad, i con el tratamiento ordinario, una terminación fatal de niñean modo es de rara ocurrencia. ° 71 Esta forma de la enfermedad puede denominarse la esterna i visible; pero frecuentemente afecta los órganos internos i vitales, toma un aspecto mas serio, é imita las enfermedades mas funestas é intratables. Acometidos los pulmones, el hígado, bazo, mesenterio, cerebro, i la mayor parte de los órga- nos internos i vitales, los mas hábiles i esperimentados escritores médicos consideran el caso sin esperanza, i la medicina como ineficaz; pero aun en- tonces, en toda esta complicación de enfermedad, en todo este peligro, la Pana- cea de Swaim raras veces deja de efectuar una curación completa, pronta i permanente. -----0-0¡3©-0----- DE JOHN WARE. La carta que sigue es de John JVare, guardián de la torre de luces, en el Cabo Henlopen, hace una fuerte apelación el candor de aquellos Señores médicos qae todavía dudan de los efectos de la Panacea de Swaim. Si la facultad de medicina en general quisiesen recetar en su práctica este inestimable remedio, los enfermos que padecen, i han padecido por años, los males que aquí se pin- tan por el escritor de esta carta, hallarían el mismo alivio, i esperimentarian la misma cura que él. Torre de Cabo Henlopen Respetado amigo: Hasta ahora no he podido á causa de mis ocupaciones, mandarle una relación del caso en que he usado su medicina con acierto; pero me aprovecho con gusto de esta pri- mera ocasión que se presenta para comunicársela. A' la edad de 35 años, en el mes de Marzo, 1809, cogí un Reumatismo Crónico, ó lo que algunos médicos le llamaron, tumor blanco de la articulación de la rodilla: habia una infla- mación en ella, i el dolor é hinchazón continuaron á pesar de todos los remedios que se emplearon para desarraigar el mal. Seguí tomando calomel en diferentes ocasiones, lusta producir una salivación escesiva i frecuente, pero sin provecho. Batallé de este modo con el tumor hasta Diciembre de 1812, que re- ventó; se formaron abscesos al rededor de la rodilla, que echa- ban una materia fti d a, i se hicieron una úlcera muí estensa i dolorosa. Los abscesos fueron seguidos de ulceras huecas, que se estendian hasta la mitad del muslo; i en este estado perma- necí ocho años bajo la mejor asistencia médica que habia aquí. Se empleó el mercurio todavia, i estoi seguro que produjo una enfermedad mucho mas obstinada que la original. Mi sistema estaba tan cambiado que no me atrevía á tocar ningún metal sin sentirlo en todo mi cuerpo; en esta situación permanecí varios años, rogando amenudo que viniese la muerte á socorrerme. Ya tenia"por inútil á toda asistencia medica; los ligamentos i el hueso en muchos sitios estaban espuestos; i el solo descanso que puede lograr por años enteros, fué tomando porciones grandes de láudano. En Abril, 1S20, llegué á tener noticias de las muchas curas que hacia la Panacea de Vm. i me resolv 72 mandar traer cuatro botellas, i me guié por las instrucciones por cuatro semanas; la primera en que la tomé, empezó a mos- trar su maravilloso efecto, i gracias á Dics, en cinco ya estaba tan bueno, que pude atender á mis negocios, lo cual atribuyo con el favor del cielo, enteramente á la Panacea de Vm. Esta apresurada relación puede Vm. publicarla para beneficio de otros que se hallen padeciendo. Con mucho respeto, Soi S. So. Sor. JOHN WARE. Al Sor. Wm. Swaim. OBSERVACIONES. El tumor blanco es una enfermedad que ocurre tan comunmente, i va acom- pañada de consecuencias tan calamitosas, que un remedio que promete una pers- pectiva de alivio es mui de ser deseado: que la Panacea se hallará ser uno tal, muchos casos podrían traerse en confirmación. El presente sin embargo, se pre- sume que será suficiente para establecer sus pretensiones a nuestra confianza en esta enfermedad. -----OH3©£HO----- DE ROBERT S. RYAN. Pídese especialmente la atención del lector á la cura que sigue, la cual se efectuó después que el paciente hubo permanecido seis años en el Hospital de Pensil- vania, bajo el cuidado de los médicos i cirujanos de esa institución.— Véase el certificado de Samuel Masón, que entonces era mayordomo del Hospital,pag. 25.—Su testimonio no puede dudarse. Filadelfia. Mui Sor. mió: Esta se dirige á informar á Vm. que en el mes de Abril, 1816, fui atacado de un dolor é hinchazón en el muslo i rodilla, que me continuó hasta que el muslo llegó á hin- charse del tamaño casi ¿le mi cuerpo. Por orden del cirujano que me asistía, se aplicaron cataplasmas hasta que maduró, i cuando le abrieron, el descargo fué inmenso, pues echó á lo menos una azumbre de materia; pero con mucho cuidado, i varios remedios se cerró en cosa de un mes, de suerte que pude ir á mi trabajo. Esto duraría así por unos cuatro meses, cuando volvió á abrirse, echando, diariamente como media pinta (medio cuartillo) por dia; varios pedazos de hueso salieron; i conti- nuó empeorando: mis fuerzas me dejaron, i todos los síntomas del mal se manifestaron. Entonces me envia'ron al Hospital de Pensilvania, el 20 de Octubre, 1816, donde quede' HASTA EL 21 DE SETIEMBRE, 1822, BAJO EL TRATAMIENTO DE LOS VARIOS CIRUJANOS DE ESTE ESTABLECIMIENTO, Cada 73 uno de ellos probando un modo diferente de curar que le pare- cía mejor, pero inútilmente. Después de haber pasado seis años de los mas preciosos de mi vida en esta institución, perdí toda esperanza de ser curado. A' esta época habia dos pacientes en el hospital, una muger llamada, Mada. Tregomaine,* i un hombre que se llamaba Owen Loughran,! ambos declarados incurables; fueron puestos bajo la dirección del Sor. de Swaim, i con el uso de su Panacea, le curaron en mui breve tiempo, con asombro de todos los que estaban en el Hospital. Yo entonces estaba en un estado deplorable, pues tenia catorce úlceras en el muslo ; estas habian echado en diferentes ocasiones á lo menos cien pedazos de hueso por sus bocas, lo cual casi me impedia de moverme. Los maravillosos efectos de la Panacea de Swaim en los dos enfermos ya dichos, causó un descontento general en los cuartos de cirugía, porque cada enfermo deseaba que le pusiesen bajo la dirección del Sor. de Swaim—Entonces los cirujanos, envidiosos del suceso de este Señor, le prohibieron el continuar sus visitas l.' nota sumamente deshonrosa á los directores de esta institución. De consiguiente me despedí del Hospital el 21 de Setiembre, 1822, i principié el uso de la Panacea de Swaim. No la habia usado mas de dos semanas, cuando mi apetito se aumentó, i en una semana mas dejé mis muletas que habia usado cerca de siete años: continué tomando la Panacea según las instrucciones impresas ; i después de haber tomado siete botellas quedé entera- mente restablecido, i tan bueno como jamas estuve en mi vida, i ahora soi portero del Hospital. ROBERT s. ryan. Al Sor. Wm. Swaim. Filadelfia. Certifico que el dicho R. S. Ryan, mi hijo, ha dado una relación verdadera de sus largos males, i que se halla ahora en perfecta salud. TIMOTHY RYAN. OBSERVACIONES. Casos que esponen de un modo tan patente i fuertemente los méritos de la Panacea, como el que acaba de darse, no necesitan comentario. Los hechos están ante el lector; él mismo puede sacar sus propias consecuencias de la ec- saminacion imparcial del caso. No se necesita discantar en este lugar sobre la circunstancia de la prohibición de mi Panacea; baste saber que se hizo por envidia, i sin justa causa, i contrario á los deseos de los enfermos mismos. » Véase pag. 51. i Véase pag. 62. 74 DE MADAMA ANN GREEl. Por gratitud á mis bienhechores, así como para el beneficio de muchos de mis semejantes que se hallen padeciendo en las mismas circunstancias, creo que es mi deber el certificar, que he padecido terriblemente por espacio de trece años de úlceras escrofulosas, ó lo que se llama Lamparon. He tenido muchos tumores en diferentes partes del cuerpo, particularmente en el cuello, los hombros, costado i rodillas, los cuales se hicieron úlceras con grandes aberturas: los del cuello i garganta eran tan doloridos, que apenas podia tragar la comida ó bebida, pues muchas veces me salia por los agugeros del cuello. También tuve grandes agugeros ó úlceras en los hombros, rodillas, i cos- tado, con esfoíiacion de huesos, de tal suerte que no podia andar, ni hacer cosa alguna, i tenia que estar en la cama la mayor parte del tiempo. En ella tenia que estar reclinada, no pudiendo tenderme, de miedo de sofocar. También tenia una tos mui molesta, i las llagas ó úlceras eran mui fétidas. Fui asistida de varios médicos respetables de Filadelfia, i por uno en particular dos años, i tuve en diferentes ocasiones por orden de ellos, mas de cuarenta vegígatorios, i me tajaron los tumores; ademas de esto probé muchos remedios hechos en imitación de la Panacea de Swaim, recomendados por varias personas bene- volentes, pero todo fué sin efecto. Sufrí muchísimo dolor, perdí el sueño i el descanso, i me puse como un esqueleto.- Al fin me recomendaron que me pusiese bajo la dirección del Sor. de Swaim ; i fui llevada á su casa en un carro sobre una cama el mes de Agosto, 1825. Este Señor luego que me vio, rehusó recibirme, i considerándome sin esperanzas preguntó si me ha- bian traído allí á morir. Volviéronme á casa; pero por la in- terposición del Doctor Mease, se resolvió á hacer la esperiencia, administrando su Panacea: i habiendo tomado una cucharada tres veces al dia, reparé pocos dias después una alteración mui sensible. Mi apetito empezó a mejorarse, ya podia tragar con facilidad, las llagas empezaron á curarse, i habiendo tomado cinco botellas de la Panacea, con favor de la Divina Providencia todas las llagas se hallan curadas, i ya estoi del todo buena, tengo mas carnes, duermo i descanso bien, i puedo andar casi cualquier distancia, i atiendo á mis negocios tan bien como siempre. ANN GREEN. Lugar de Hamilton, en Blockley, Condado de Filadelfia. 7£) DE JOSEPH LEHMAN, ESCTJ.™ Ciudadano bien conocido i respetable del Lugar de Hamilton. El caso antecedente de Ann Green era mui sabido de mí, i de muchas otras personas de su vecindad; pues la veía mui amenudo por varios años durante su enfermedad, i también he ecsaminado sus cicatrices después de ser curada por la inestima- ble Panacea de Swaim. JOSEPH LEHMAN. Lugar de Hamilton. Condado de Filadelfia, á saber. Compareció personalmente ante mí Ann Green, quien ha- biendo prestado juramento según la leí, dijo que el contenido del certificado antecedente, era una relación ecsacta i verdadera de los hechos que se refieren á su caso. I para que conste, he puesto mi firma i sello, hoi, 29 de Mayo, A. D. 1826. GEORGE HOWORTH, [Sello.] OBSERVACIONES. Es característico de los males hereditarios el resistir aquellos medios de cura- ción que se indican por los síntomas esteriores ; esos males tienen su origen en una inficion constitucional; del mismo modo que en este caso, la madre habiendo muerto de enfermedad escrofulosa, la suya debe haber sido hereditaria. Los grandes poderes de la Panacea de Swaim se hallan bien egemplificados en este así como en muchos otros casos de la misma enfermedad, i la autoridad que se da no pude dudarse.—Se halla buena hoi, 1.» de Mayo de 1831. -----O-©@©-0----- DEL DOCTOR R. O. GRAYSOtf. El caso siguiente es sumamente interesante por si mismo, i egemplifica de un modo particular los méritos de la Panacea de Swaim. El Doctor Grayson que le firma recibió sus grados en la Escuela Médica de la Universidad de Pen- silvania ■ es sumamente estimado como médico i como hombre en el parage donde reside • i la, curación señalada, que tan circunstanciada i enfáticamente refiere es su propia enfermedad, de la cual podia juzgar con la mayor ecsacti- tud con respeto á sus síntomas, progresos, i final remoción. Este caso no es parecido al de un paciente cualquiera, á quien se le podría reparar que decidía según los resultados ; aquí se presenta la evidencia de un individuo científico, que está cuidadoso de la causa así como del efecto, i finalmente convencido por su propriaesperienciapersonal, no solo del acierto especial de la medicina, en su terrible i dilatado mal, sino también de su escelencia i aplicación general. Salvington, Condado de Stafford, Virginia. Mui Sor. mío: Habiendo consultado con el Doctor Cook de Fredericksburg, de quien conseguí la Panacea de Vm. creo que Vm i el público son acreedores á la relación siguiente: por tanto Vm. tiene permiso de hacer el uso de ella que mejor le parezca. 7G El mes de Agosto, lS23,tuve un ataque violento de calentura biliosa continua, en el tratami'ento de la cual me dieron calomel con mucho esceso; después de recobrar mi sensibilidad, sufrí indeciblemente de la irritación producida por el mercurio; la garganta, la cara i la cabeza sufrieron particularmente del dolor; el sistema arterial también tuvo una grande simpatía, pero las glándulas de la saliva no tuvieron ningún aumento esencial de secreción ; una erupción se mostró sobre la superficie, i par- ticularmente sobre la cabeza i estremidades, las manchas de la cual hacían caer el pelo i la cutícula, arrojando un fluido que hacia una costra del espesor de la decima sesta parte de una pul- gada, parecida auna nata gruesa en el color. Este estado de estímulo mercurial continuó por algunas semanas, quizá seis ú ocho, remitiendo é intermitiendo, hasta que por egercicio, pri- mero en coche, i luego á caballo, desapareció de tal modo, que hizo creer que se habia removido: pero no obstante, el invierno siguiente, el mismo estado de estímulo que acabo de decir,-me volvia mas ó menos, cuando había algún cambio de atmósfera, ó me esponía á la humedad. En la primavera siguiente tuve un ataque fuerte, que me causó un dolor terrible por la irritación local que me produjo en la cara, i en la garganta, i un estímulo arterial que hizo necesario sangrarme á menudo. A' esta época mi atención se dirigió particularmente á la conecsion evidente que parecía ecsistir entre este estraordinario estado irritable de mi sistema, i la impression dejada por el estímulo del mercurio. Mis reflecciones, mí lectura, i mis consultas con los de mi pro- fesión, se dirigian todas al objeto de arrestar una leí, á que pa- recía estar sugeta toda mi economia animal, i la cual aunque en aparencia, no solo era suspendida, sino también removida en varias ocasiones, por los remedios que se empleaban, volvia sin embargo á revivir siempre que me hallaba sugeto á la influencia de un agente, por poco desordenado ó irregular que fuese. Matthias sobre la enfermedad mercurial, i Abernethy sobre las enfermedades parecidas al sífilis, eran las autoridades en que me apoyaba principalmente; en el primero, por el modo es- pecial i hábil con que me parecía que trataba su asunto; i en el segundo, por las muchas lecciones prácticas que enseña, en casos de una irritación correspondiente, entre Jas visceras chylopoieli- cas, i la enfermedad local esterior. Instruido de este modo en los principios i práctica que seguia, pasé muchos otros meses, mas tan malo como antes escepto el Otoño de 1824, á cu\'a época tuve un ataque de calentura intermitente, la cual produciendo una acción nueva en el sistema, parecía sobresalir enteramente á la otra : pero esto no continuó mucho tiempo. En Enero 1825 sentí un dolor en las estremidades, que se hacia precibir dé cuan- 77 do en cuando por los músculos, i unido con los nodos mercu- riales cérea ó sobre la cabeza del ulna i tibia de cada brazo i pierna. Estos no eran constantes, aparecían i desaparecían fre- cuentemente durante el invierno, vibrando con el estado de mis órganos digestivos hasta el 15 de Marzo siguiente. Cogí otra vez una calentura intermitente, que pronto pasó con los reme- dios usuales, i volví á esperar socorro como antes; pero me en- gañé, escepto en lo que toca al tiempo que de ordinario duraba la calentura intermitente. Poco después que se quebrantó su lei, i durante el estado de debilidad consecuente, que me hacia guar- dar la cama, observé entonces por primera vez, que la situación de mi sistema linfático estaba mui desordenada. Las glándulas del cuello, acsila, é ingles, estaban mui hinchadas, i mui sen- sibles al tacto: mis órganos digestivos mui tocados. Una erup- ción parecida á una erethma mercurialis ecsistia ya en la super- ficie, i se habia mostrado por intervalos, desde el período en que la otra de que se ha hablado desapareció, lo que fué en el curso de algunas semanas después de su origen. Guiado, pues, por el principio de Matthias, "que el solo re- medio para el mercurio (si acaso lo hai) es el ?nercurio," usé calomel en dosis de seis granos cada noche, hasta que las vis- ceras estuvieron bien evacuadas, i las encías i dientes se sintie- ron de su uso. Esto al parecer hizo ceder á los síntomas por algún tiempo, pero fué mui breve, pues solo duró mientras que se sintió el estímulo del calomel: repetí el mismo curso, i espe- rimenté el mismo resultado. Mi salud general estaba ahora evidentemente mui empeorada, i declinaba rápidamente; los nodos en cada tibia i ulna se habian estendido mucho, i mi sueño nocturno estaba mui interrumpido por un dolor violento que se hacia sentir en los músculos de las estremidades. Estos, juntamente con el desorden del sistema linfático, fueron aumen- tándose, hasta que me vi casi enteramente privado de sueño pol- la noche, á cuya época el dolor se habia agravado mucho. De este modo se hizo forzoso el uso del opio, el cual aunque fué tomado en grandes porciones, no bastaba sino á hacerme sopor- tar el mal de las estremidades; de noche ya no pensaba en dormir, aunque de dia lograba algunos intervalos de descanso. A' esta época, el carácter que daban de la Panacea de Swaim, algunos caballeros mui hábiles de la profesión, me hizo deseoso de conocerla, i me movió á usarla, mas bien porque desesperaba de recibir alivio de ninguna medicina, que porque esperase cu- rarme con ella. Durante el uso de la primera botella el mal mas bien se aumentó que disminuyó, i solo me alenté á contin- uar con el remedio por el convencimiento de que por sus efectos generales i sensibles sobre mi sistema, era una poderosa medi- 78 ciña alterativa, i que la turgencia de las glándulas linfáticas se hallaba disminuida. Toda la segunda botella se había casi usado, antes que produgese efecto alguno sensible en el escesivo dolor de las estremidades, i falta de sueño por la noche: las glándulas linfáticas continuaron mejorándose i mi fuerza muscular se au- mentó. Desde entonces hasta ahora he ido regularmente recu- perando, escepto dos ó tres dias, en que habiéndome espuesto al sereno, volvió el dolor del brazo con mucha violencia, acom- pañado de inflamación de uvula, i de las glándulas salivarías, de un dolor mui grande. Por dos dias degé de tomar la Pana- cea, i con el uso de purgantes suaves, i fomentaciones locales, desaparecieron todos los síntomas. Ahora estoi usando la cuarta botella, i me considero seguro de que al fin me veré curado de esta terrible enfermedad, todo lo cual debo atri- buir á sti inestimable Panacea de Vm. Ya descanso bien, tengo un apetito demasiado bueno para las restricciones que Vm. pone, puedo andar á pie ó á caballo, se- guir mis ocupaciones usuales, i siento mi antigua confianza en mi fuerza muscular. La erupción se ha ido enteramente, i los nodos casi lo mismo, dejando mui poco sentimiento al tacto. Los dolores reumáticos, aunque no se hallan del todo removi- dos, son de mui poca consideración, i las glándulas linfáticas están reducidas á su tamaño natural, i enteramente libres de sensación. Continuaré con la medicina hasta que desaparezca todo vestigio de Ja enfermedad, tomando después dos ó cuatro botellas mas para evitar una recaída, i entonces recibirá Vm. noticias de mí. Es preciso que ponga fin á este detalle, que escede con mucho los limites que intentaba darle, i que solo me han impelido á hacerlo los sentimientos de simpatía para con aquellos que padecen del mismo mal. Paréceme á mí que á causa del ilimitado uso, (ó mas bien abuso) de la inestimable medicina, mercurio, en nuestro pais, toda palabra de esperiencia, ó el menor conocimiento, tocante á esta forma de enfermedad, (que según yo creo ocurre mas á menudo de lo que se piensa) se debe á la humanidad que padece. En cuanto á Vm. Señor, añadiré Ja espresion de mi ingenuo convencimiento; Que la Panacea de Vm. es uno de los DESCUBRIMIENTOS MAS IMPORTANTES QUE SE HAYAN HECHO EN LA CIENCIA ME'üICA. Su acción de ella sobre el sistema linfático me parece decidi- damente específica, i que lo es esclusivamente mas que ningún otro remedio hasta ahora conocido: pero como medicina altera- tiva general, la debo colocar en la primera clase, atendiendo á todo los obgetos de práctica sistemática. Tocante al modus operandi de muestros remedios mas útiles, 79 eficientes, i generales, sabemos poco escepto lo que nos da la esperiencia; ¿porque pues dudamos en tomar lecciones de in- strucción la mas necesaria i útil por el mismo canal, con respeto á un remedio que promete tanto? De sus efectos sensibles sobre mi propio sistema debo creer, que es maravilloso i peculiar- mente propio para curar las peores formas de enfermedad de las visceras, si se administra por las reglas de la práctica siste- mática. Con los sentimientos de gratitud que debo á Vm. Señor, en calidad de autor del alivio que he esperimentado, según queda dicho, Soi, su mui atento So. Sor. DOR. R. O. GRAYSON. Sor. Wm. Swaim, Filadelfia. Nota.— Este caso está tan hábil i científicamente tratado por el autor, que todo comentario de mi parte seria fuera de lugar. Solo tomaré ocasión de ob- servar que si los médicos generalmente siguiesen el egemplo del Doctor Gray- son, en el tratamiento de los casos que se ponen á su cargo, me lisongeo que la preocupación que algunos facultativos conservan contra esta medicina pronto se desharía. No pido sino que los Señores Médicos hagan una prueba honrada de los méritos de ella, i dejo sin temor el resultado á su propio juicio imparcial. -----o-e©©-o----- CASO DE MADAMA EEIZA ÜIASON. La siguiente estraordiñaría curación, efectuada por la Panacea de Swaim, se ha"estendido por el Sor. William B. Hamilton, secretario deldistritode Uwer Freehold, Condado de Monmouth, New Jersey, i va firmada por Ma- dama Eliza Masón, la Señora que fué aliviada, como también por el Sor. El.sha Gordon, Juez de Paz, ante quien se justificaron los hechos referidos. \TT Harían bien los dolientes en escarmentar, aplicando con tiempo el remedio que aliviará las enfermedades que se burlan de las recetas usuales de los médicos. Imlaystown, (N. J.) Sor. Wm. Swaim, . , r> Mui Sor mío: Aunque considero la reputación de su Panacea demasiado establecida para necesitar mas elogios, no obstante, en beneficio de la parte del género humano que padece, me vec.in- ducido á enviarle una relación del caso de Madama Masónde este pueblo. Con el uso de unas pocas botellas de su Panacea, esta Señora fué curada de un ataque terrible de escrófula i le- vantada de un estado enteramente miserable i desvalido al goce de oerfecta salud. Tendrá como veinte i nueve anos de edad, i siempre se halló mui buena hasta el año de 1826, que empezó á enfermar, i observó que iban saliéndole tumores en el pecho i estremid des inferiores: en una pierna teman mas bien la 80 apariencia de nodos en los huesos. Por algún tiempo estos tumores se aumentaban con rapidez, estaban muí inflamados, i causaban el mayor tormento á la enferma : no tardaron en supu- rar, i al fin se hicieron úlceras profundas de aspecto muí maligno. En donde con mas violencia se mostró la enfermedad fué en loa pechos i una pierna de la paciente : ahora se occurrió á la asisten- cia médica, i á continuación se verá con que efecto. Después de considerable tiempo, con el tratamiento mercurial continuado se curaron las úlceras ; i aunque la paciente aun estaba con débil salud, sin embargo, el médico que la asistía, la declaró curada. Mucha inflamación aun quedaba en las partes afectadas, i en breve la enfermedad, que solo habia sido encerrada en el sistema, prorumpió con redoblada fuerza. Acerca de esta época (en el verano de 1826) Madama Masón parió á un hijo, heredero de todas las dolencias de la madre. No hai voces con que dar idea de la apariencia de este niño; desde la cabeza hasta los pies era una llaga supuratoria; aquella i la cara estaban cubiertas de una costra continua; la boca i garganta estaban tan afectadas como la superficie esterior; los músculos de los brazos i las piernas se pusieron tiesos; i un brazo i una pierna quedaron inútiles. Dijo el médico que era imposible que viviese. El Doctor Kearney continuaba á recetar para la madre, pero sin suceso permanente. Ya había pasado la enfermedad á la cara de Mad. Masón, for- mándose en la frente un grande tumor encendido, que pronto se estendió hasta la nariz, i ocupando el espacio entre el ángulo interno de cada ojo. Dirigiéronse contra él las mismas podero- sas aplicaciones esternas, pero sin suceso alguno, i como los demás, pronto empezó á supurar. El estado de padecimiento en que se hallaba la paciente, es imposible pintarse. El mal había ya tan completamente confundido la ciencia del médico, que este, en el invierno de 1827, descontinuó sus visitas, por pleno convencimiento, según él mismo me declaró, de que Mad. Masón era incurable; pero también confesó que la " Panacea de Swaim" podría asistirla. Hacia algún tiempo que la paciente se quejaba de un dolor punzante por los huesos, indicio cierto de caries, i el Doctor Kearney creyó que el cortamiento seria necesario. Fué en esta crisis que le escribí á Vm. participán- dole la situación de Mad. Masón, i su incapacidad de comprar la medicina; entonces Vm. le envió un poco, i generosamente se cargó de suministrársela hasta que se efectuase una curación. La enferma inmediatamente comenzó á tomarla, i yo me puse á observar con sumo cuidado sus efectos sobre el mal; i aunque me hallaba bien convencido de la poderosa eficacia de este re- medio en vencer las enfermedades escrofulosas, sin embargo mi fé al principio no era mui fuerte. 81 Este caso por su peculiar obstinación i violencia confundió enteramente las recetas que se consideraban como el último re- curso de la ciencia de medicina, i se burló de toda la materia médica. Tomóse la primera botella sin mucho beneficio apa- rente, escepto una pequeña disminución de dolor, i un ablanda- miento de las orillas de las úlceras: antes de haberse tomado la segunda, se mostraron mui claramente los beneficios; las úlceras iban sanando rápidamente, la inflamación habia bajado mucho, el apetito de la enferma se habia mejorado, la cual volvió á tener el regalo de dormir bien por la noche. Continuó usando la "Panacea," i la curación ya progresaba con rapidez: el tumor ulceroso de la cara, que á no ser por las virtudes de ese remedio pronto habria destruido la nariz, fué arrestado. To- mada que fué la cuarta botella, se estirpó enteramente el mal; el tumor de la cara desapareció, i felizmente sin dejar cicatriz ; las úlceras se habian curado, i Madama Masón recobró su acos- tumbrada salud i alegría; acontecimiento que se vio con asombro por todos los que sabían sus horribles padecimientos. Según Vm. ordenó, se dio la Panacea al niño, i con el mismo feliz resultado que en el caso de la madre; otra prueba de los poderes de su medicina en vencer las enfermedades here- ditarias. Quisiera que Vm. hiciese publicar este caso, en la esperanza deque viéndole alguno que padezca de escrófula, se vea animado por su tenor á buscar alivio donde se puede hallar. Me ofrezco á la disposición de Vm. con sumo respeto i con- sideración. ^ TT , ,TTT „_.,, (Firma) WM. B. HAMILTON. Ya han pasado dos años que se hizo esta curación. La Señora Masón i su niño continúan en buena salud.—20 de Julio, de 1836. Ante mí, una de las Justicias de la paz para el *. Condado de Monmouth, compareció Eliza Masón, i sjJP presto juramento que la carta antecedente es una ver- ^p¡g£* dadera relación de su caso, i de la curación que se hizo n por medio de la " Panacea de Swaim." Jurada i firmada, ante mí, hoi, 16 de Nov.re 1828. ELISHA GORDON, J. P. Eliza Masón. / OBSERVACIONES. Nada puede ilustrar mas decididamente el carácter de la Panacea de Swaim, que la historia de este caso. No puede ecsistir duda que el n.no padecía de una inficion heredada de la madre ; i no hai enfermedades mas difíciles de manejar, 82 ni que mas amenudo engañen las esperanzas del médico práctico, que las que dependen de una inficion constitucional, que dimana del padre ó la madre del paciente. En los casos de esta clase, tenemos el testimonio de un individuo sumamente respetable, tocante á la naturaleza temible de esta enfermedad, i á los efectos felices de la Panacea, después de haberse probado inútilmente los demás reme- dios. En estos casos volvemos á ver la tendencia de la medicina á purificarla sangre; i que esta se hallaba en un estado depravado, parece demostrarse por el hecho de ser la enfermedad comunicada por la madre al niño, ó in útero, ó por su leche. Si fué del primer modo, era preciso que fuese comunicada por la sangre; pues no habiendo una directa comunicación nerviosa entre la madro i el feto, ninguna enfermedad puede comunicarse simpatéticamente de aquella á este. Si ¡a enfermedad del niño se cogió de la leche de la madre, es patente que la sangre de esta debe haber estado inficionada. ---oH3®e-o--- DE JOHN G. M'DONALD, ESCU.ro El siguiente testimonio es de un respetable individuo que tiene el empleo de Escribano Principal en la Secretaría del Senado de los Estados Unidos, en Washington. Secretaria del Senado de los E. Unidos. Ciudad de Washington, Mui Sor. mió: Un conocimiento de justicia para con V. i la humanidad, me induce á hacer la siguiente relación, que Vm. tiene el permiso de publicar del modo que mejor le parezca: acaso podrá ser el medio de persuadir á otros que adolezcan, de buscar alivio con el uso oportuno de la Panacea de Vm. Habiendo casi tres años que he sido restaurado á la salud, de una situación de achaque corporal i enfermedad, consecuencia de un afecto escrofuloso del mas temible carácter, que con libre dominio me habia devorado por el mismo espacio de tiempo, á pesar de los esfuerzos de los médicos mas hábiles de nuestro país, creo que ahora puedo con seguridad decir, que estoi efi- cientemente curado, i que el único instrumento de que se hizo uso para efectuarlo, fueron seis botellas de la Panacea de Swaim, administradas sin otro aucsilio alguno que una obser- vancia estricta de las instrucciones que las acompañaban. Esta terrible aflicción primeramente se mostró en un pequeño granito en el lado izquierdo de la nariz, cerca de la unión del hueso con la ternilla, el cual se consideró i se trató como una llaga cutánea común hasta que se hubo engrandecido considera- blemente, i el orificio i partes adyacentes se hicieron callosas,! hasta que se hubo estendido á otras partes de Ja nariz i la cara, cuando se aplicaron remedios mas potentes sin impedir en el una mí™ L £¡° ^"T' ' 0t'*aS ]TeS de ,a cara> s* "¡ciéron una masa de úlceras. La ventana derecha se separó de la me- g.lla,de modo que las úlceras de adentro, descargaban soTre 83 el lado 5 el labio superior se separó perpendicularmente, i la boca se ulceró por adentro, de suerte que un pedazo de hueso cor- rompido, del tamaño de una haba común salió del cielo de ella, lo cual cambió tanto mi articulación, que á veces era difícil en- tendérseme lo que decía, i me hizo incapaz de tragar líquido alguno sin primero taparme las ventanas de la nariz, i la nueva abertura en el lado derecho. A' esta época de la enfermedad, vino una general i rápida decadencia del sistema, acompañada con pérdida de apetito i sueño, sin otra esperanza alguna de alivio que en la sepultura. En esta situación, aunque hasta entonces había sido inducido á considerar " la Panacea de Swaim" como empírica, de repente i de mi propria voluntad, abandoné mis preocupaciones, como también el curso de tratamiento que se me había ordenado, i confié mi suerte á sus efectos. El resultado ha sido que mi salud general se ha restaurado, sin otras señales de la enfermedad que algunas cicatrices en la nariz i en la cara, i un defecto sensible de los sentidos de la vista, del oido i del olfato, que atribuyo enteramente á la grande cantidad de arsénico i otras medicinas destructivas que se habian aplicado interior i esteriormente, antes que hube usado la Panacea. JNO. G. M'DONALD. Al Sor. Wm. Swaim, Filadelfia. OBSERVACIONES. En este caso vemos los efectos de la preocupación. Considerando la Panacea como remedio empírico, dejó el Sor. M'Donald que la enfermedad hicieso grandes é irreparables destrozos en su sistema. Si se hubiese abandonado esta preocupación, i se hubiera tomado la Panacea cuando embistió la enfermedad, no habria quedado defecto de los sentidos, en consecuencia del arsénico i otras medicinas destructivas, para molestarle ó afligirle. Sin embargo, aun en la época avanzada en que se tomó, no dejo de dar su acostumbrado alivio. ----o-^sge-o---- I>E JOHN BRANNAN. El siguiente caso de la hija del Sor. John Brannan, habitante sumamente respe- table de la ciudad de Washington, " en el cual," para usar sus propinas voces, " dos botellas de la Panacea le han salvado la vida" no necesita sino leerse para apreciarse como se debe. Ciudad de Washington. Mui Sor. mió: Con mucho placer le doi á Vm. una relación del caso de mi hija. Desde su nacimiento hasta que tuvo como un año de edad, gozó esta niña de tanta salud i robustez, como cualquiera criatura que haya visto. Cerca de esta época le vino 84 á corta distancia de la oreja izquierda una erupción ; pero no causó inquietud, pues frecuentemente se ve una semejante en los niños sanos: aplicáronse las lociones comunes, i permaneció en el mismo estado por varias semanas. Entonces llegaron los ojos á padecer, i pronto estuvieron tan doloridos, que no podían aguantar la luz de ninguna manera. Llamóse á un medico respetable, quien la asistió por cerca de nueve meses, sin procu- rarle el menor beneficio ; i habiendo sido medicinada con calo- mel, i una variedad de drogas, esperimentó una pérdida consi- derable de carnes. Sufrió "como diez i seis meses, i durante á lo menos seis de ellos, jamas vio la luz. No me quedaba la menor esperanza que recobrase, i á veces deseaba que sus males se terminaran : una especie de nube le vino en la niña del ojo izquierdo; me temí que quedase ciega, i algunos de nuestros vecinos creyeron que perderia el caballete de la nariz; en fin, Señor, sufría estremadamente, i su médico la declaró incurable. Un amigo que vino de Nueva York, estando pasando una tarde en mi casa, vio á la miña, i casi inmediatamente observó; " Su mal es la Escrófula, venga al instante una botella de la Panacea de Swaim, pues de seguro la curará." Al dia siguiente me la procuré, i principié á usarla según las instrucciones: en mui breve tiempo se percibió un cambio mui favorable; se con- tinuó hasta que se hubo usado dos botellas, cuando con asombro nuestro, i de todos los vecinos se efectuó una curación completa. Al presente se halla tan sana como cualquier niño de esta ciudad: Ja nube se le ha ido de! ojo, escepto una pequeña mancha apenas perceptible; su largo padecimiento le ha impedido de crecer; i estoi en la creencia que la Panacea de Vm. le ha salvado la vida. He sido tan circunstancial por considerarse este caso mui peculiar, i la curación maravillosa. Con mucho respeto, JOHN BRANNAN, Al Sor. Wm. Swaim, Filadelfia. OBSERVACIONES. Te se ha dicho que cuando la Escrófula afecta los ojos, un recobro completo es de rara ocurrencia. Que en este caso se hubiera irremediablemente perdido la vista, á no ser por el uso de la Panacea, i que fué enteramente restaurada pot este médicamente, no puede caber duda.* De la eficacia de la Panacea en esta variedad de Escrófula, los resultados de un gran número de casos hacen que pueda hablar con la mayor confianza; i en confirmación de esto, remito al lector al siguiente mui interesante i concluiente caso. * Véase el caso de Lisboa. 85 DEE DOCTOR H. DAVIES. Lo que sigue es del Doctor Davies, uno de los mas respetables médicos de Virginia. (Lynchburg, Virginia. \ La Señorita Francés Catherine Jane Rankin, que al presente tiene doce años, enfermó á la edad de cinco meses, de una man- cha roja en el ángulo esterior de cada ojo. Los ojos presto se cerraron de inflamación : al fin de dos meses el médico que asistía los consideró curados. Como cosa de un mes después, volvieron a ser afectados del mismo modo, pero con mas vio- lencia, quedándose así, mas sin abrirse, por espacio de ocho se- manas. La cara i los ojos padecieron sumamente por tres meses, i casi todo ese tiempo fueron cubiertos de una espesa i sólida costra que afectaba los labios, la boca i la nariz: al fin de unas ocho ó diez semanas, el cuello i la cabeza de la niña empezaron á hincharse i á ulcerarse: habia tantas como seis ú ocho úlceras abiertas al mismo timpo. Este estado de cosas permaneció casi lo mismo por diez i ocho meses, las orejas echando una materia mui ofensiva, junta- mente con mal de ojos, i úlceras en la cabeza i cuello. Cerca de esta época parecía que la niña iba poniéndose buena, pero in- mediatamente retrocedió al mismo estado que antes, i continuó de este modo hasta que tuvo casi ocho años. En estos siete años i medio fué asistida por tres respetables médicos, que se valieron de todos los medios de vencer la enfermedad : la decla- raron incurable. En este tiempo por fortuna tuve noticia de la Panacea de Swaim, i empezé su uso en Febrero. Usé dos botel- las, que al parecer efectuaron una curación; i quedó la enferma buena según toda apariencia hasta Junio siguiente, que le sobre- vino otro ataque de ligero carácter, que me indujo á volver á servirme de la Panacea. La primera botella pareció restaurarla á perfecta salud; pero de miedo de recaída, usé dos botellas mas. Durante todos los siete años i medio, fueron tan grandes los dolores de la niña, que todos creian su muerte inevitable. Su madre era ética de constitución, i padecia de este mal durante su preñe» de esta criatura, que fué la única que tuvo. A' los cuatro ó cinco meses de su edad, la niña fué apartada del pecho de la madre, á causa de la debilidad de que esta padecia en él. Mientras que la criatura mamaba, la Señora Rankin tomó mercurio, i fué salivada : no vivió un año entero después de su parto. La niña hace ya mas de cuatro años goza de perfecta salud, sin tener síntoma alguno de la enfermedad. Esta solamente es una relación parcial del caso, especialmente H 86 con respeto á su severidad. Observaré que ocasionalmente las llagas se mostraban sobre todas las partes del cuerpo. Yo, padre de la joven paciente, doi esta relación á ruegos del Doctor Davies, i estoi cierto que si se hubiese administrado la Panacea de Swaim al principio de la enfermedad, se habría curado la niña sin aucsilio de médico. THOMAS RANKIN. ---o-o©©-o--- DE AMOS W. BUTCHER, Ciudadano bien conocido i respetable de Filadelfia. Certifico que en el Otoño de 1823, una de mis hijas, niña de dos años i medio, estaba mui lisiada con una enfermedad de los músculos de la coyuntura del tobillo, i fué puesta bajo el cuidado de un médico eminente, uno de los Profesores de la Universi- dad de Pensilvania; este la asistió largo tiempo, cuando me recomendó que me dirigiese á otro médico, porque era probable que el caso se haria mui tedioso, pues la enferma continuaba em- peorando. En consecuencia mandé llamar al Doctor Coates, quien también la asistió cinco meses : la niña aun continuaba á empeorar ; i vine á comprehender que este Sor. habia dicho que la enferma perdería el pié, hallándose incapaz de servirse de él de ninguno modo, ni tampoco permitiéndole el médico que procurase usarle ; entonces á la sugestión de varias personas que vieron á la niña en su estado de cogerá, me hallé inducido á dirigirme al Sor. Swaim, quien después de haber visto á la niña por segunda vez, dijo, que estaba seguro de poder curarla, habiendo curado varios casos semejantes; entonces, dejando en- teramente la dirección del médico, me procuré del Sor. Swaim una botella de su Panacea; i al usarla según se ordena, hallé que la niña mejoraba muchísimo, i antes de haber usado la ter- cera botella, fué enteramente curada de su cogerá, i las llagas supurantes sanaron, i así permanece hasta el dia presente. En testimonio de lo cual firmo, hoi, el quince de Marzo, de 1828. AMOS W. BUTCHER, Water Street al Norte, No. 49, Filadelfia. ----o-©3©-o---- OEOROE SHEETS, Que fué curado después de haber permanecido seis meses en el Hospital de Pensilvania. Certifico por estas, que me hallaba padeciendo de una enfer- medad del pié, en la cual fui asistido dos años por los médicos de 87 la Botica de Pobres de Filadelfia, sin recibir alivio alguno. Fui inducido á entrar en el Hospital de Pensilvania, donde per- manecí seis meses, bajo el cuidado de los cirujanos de esa insti- tución ; mas el ver que Owen Loughran, en la misma enfer- mería fué curado por el Sor. Swaim, me incitó á dejar el Hospital, i ponerme bajo su dirección ; hallándome mucho peor que cuando entré, teniendo muchos mas agugeros en el pié, i no pudiendo tenerme ni andar sin muletas. Salíme del Hospital, i principié á tomar la Panacea de Swaim; i habiendo usado dos botellas las llagas se cerraron i sanaron en- teramente ; recobré del todo la salud i el uso del pié. Ya hace mas de cuatro años, i todavía permanezco en buena salud ; al presente no quedan señales del mal escepto la deformidad del pié, que estuvo mui desfigurado por los destrozos de la enfermedad. GEORGE SHEETS, Lombard, cerca de Broad Street, Filadelfia. ----o-©¡3©-o---- DAVID BOID, Que fué curado después de haber sido un paciente de paga en el Hospital de Pensilvania. A' todos los que pueda interesar:—Certifico por estas, que tuve una úlcera mui desagradable en la coyuntura del brazo iz- quierdo, la cual se puso tan mala, que me dio miedo, i me hallé inducido á ir al Hospital de Pensilvania, donde quedé tres semanas recibiendo la mejor asistencia, pues era paciente de paga sin esperimentar el menor beneficio. Hallando que tenia poca esperanza de curación, i los buenos efectos que habia pro- ducido la Panacea de Swaim en algunos pacientes en el Hospital, así como en otros que salieron de él para el intento de usarla, se hicieron tan manifiestos, que me vi fuertemente incitado á dejar el Hospital i ponerme bajo el cuidado del Sor. Swaim. Tengo mucho gusto en decir, que habiendo tomado dos botellas de su medicina, me hallé del todo bueno, i desde entonces acá he podido servirme del brazo, de lo cual hace ya mas de cuatro años. DAVID BOYD, Especiero, Market Street, No. 406, Filadelfia. Nota.—Pidese al lector que ecsamine atentamente los tres certificados que preceden, i que después los compare con las relaciones que se dan en el informe de la Sociedad Médica. Verá que discrepan totalmente. Los autores de los certificados son demasiado conocidos por su candor i desinterés, para practicar engaño alguno. 88 DE ISAAC RAPHAEL, ESC.° Charloltesviue, {la.) SOR. WM. SWAIM. Mui Sor. mió :—Su apreciable carta del 23 p.° p.do ha sido recibida. Ignoro si los casos que han ocurrido en mi familia podrían añadir á la ya bien merecida reputación de su Panacea, cuando se comparen con las numerosas i maravillosas curaciones en los muchos casos desesperados en que ha obrado felizmente. No obstante, le daré á Vm. una relación de los que ocurren en mi familia, para que Vm. se sirva de ellos como mejor le pa- rezca. El primero es de mi dependiente, que fué acometido de un reumatismo violento, de tal modo que no podia mover ni si- quiera un dedo, acompañado de una fuerte calentura, i que al fin le subió á la cabeza. Mandé venir á dos médicos, uno el Dor. Dunglison, Profesor de la Teoría i Práctica de Medicina, $0. en la Universidad de Virginia, §-c. &?c. 8?c. los cuales, después de haber tenido consulta, me digeron que aunque las apariencias no indicaban por entonces una terminación funesta, sin embargo tal podría ser su resultado, i que ciertamente, una curación, dado caso que se efectuase, seria mui tediosa i dilatada, El Dor. Dunglison fué el médico de consultación : el que asistía adoptó un curso de medicina i persistió en él como cosa de una semana ó diez dias, cuando el paciente empeorando mascada dia, propuso él mismo al doctor el uso de la Panacea, la cual el doctor de consiguiente desechó; pero finalmente el joven se resolvió á usarla sobre su propia responsabilidad. El doctor entonces venia á verle solo en calidad de amigo. Los buenos efectos de la Panacea principiaron á descubrirse en cosa de tres dias, que el paciente pudo un poco hacer uso de un brazo; i con una diminución gradual de fiebre, dormía con mas descanso por la noche; i en tres ó cuatro semanas quedó enteramente bueno, i ha permanecido así desde entonces acá de lo cual hace ya 18 meses. Ahora dicen los médicos que también podría haberse puesto bueno sin el uso de medicina alguna. En otros dos casos usé su medicamento con mis hijos: una niña con mal de ojos tan inflamados, que frecuentemente por espacio de doce meses los teníamos vendados para escluir la luz, que no podia aguantar. Ocurrióse á un vegigatorio i á un sedal que la aliviaron solo por poco tiempo, cuando se volvieron á poner tan malos como siempre: se recomendó un curso de mer- curio, pero no se siguió. Su Panacea los curó eficientemente en tres semanas. El tercero fué un caso de impureza de 89 sangre, que se removió en breve tiempo. Ni una ni otra cria- tura tenia mas de cuatro años de edad: mientras usaron la Pana- cea no se mudó su dieta. Con mucho respeto, de Vm. &c. ISAAC RAPHAEL OBSERVACIONES. Esta carta* se leerá con ansia por una gran clase de personas; pues un remedio con que se pueda contar para la curación de Reumatismo Crónico, será recibido con gozo como beneficio público. Que uno semejante se hallará en la Panacea, muchos casos que vienen directamente al proposito, se podrían traer ademas; pero esto no es necesario, pues se presume que los que se han pintado bastarán para probar su eficacia, á cualquiera persona razonable. Sin embargo, varios de los casos siguientes añaden fuerte confirmación á las pretensiones de la Pana- cea en los de esta clase. ----0-O©©--0---- DE ROSWEEE KING, ESC." Relación de una cura hecha por la Panacea de Swaim, en una persona de color que pertenece á la sucesión del difunto Pierce Butler, Escu.ro de Filadelfia. Juan, natural de A'frica, fué comprado en 1803, i tendría como diez i seis años de edad. En 1806 vino á padecer de úlceras profundas i grandes en las muñecas, brazos i cuello; su- frió mucho tiempo de este modo, hasta que al fin se halló inca- paz de trabajar. Lleváronle entonces al Hospital, donde quedó desde 1812, hasta Mayo de 1823, i donde se probaron todos los medios posibles para su alivio, pero sin suceso; al contrario se empeoró; tenia en ambas muñecas úlceras profundas que se es- tendian hasta los codos i los hombros, i de allí al cuello i á la cara, habiéndole hecho perder el ojo derecho, i casi el uso de los brazos; tenia ademas en la cadera, una que se estendia sobre la mayor parte de la espalda. Había tomado todo lo que creyó que podría serle provechoso, cuando se le recomendó^ el pre- parado corrosivo sublimado, é hizo varios cursos con él; tomó en todo como 400 granos sin efecto. Este infeliz sufrió indeciblemente hasta 1823, que se reco- mendó la Panacea de Swaim. Juan era sugeto mui á propo- sito para probar sus virtudes; pues á esta época las úlceras esta- ban peores que nunca, i se habian abandonado todas las espe- ranzas de su recobro. Empezó el uso de la Panacea, i habiendo tomado solo tres botellas, ya estaban casi todas las úlceras cura- das. Mándele que tomase la cuarta, con la cual quedó perfecta- mento sano; desde entonces su salud ha sido muí buena, ha aumentado mucho en carnes, i al presente se halla capaz de h 2 90 trabajar. Muéstrole á todos los que visitan esta posesión, afín de que se estienda el uso de este inapreciable medicamento, para beneficio de los que padecen. _ . .. ROSWELL KING, fojo. Agente de la sucesión de Piercc Butler, Escufi Isla de Butler, cerca de Dañen, Georgia. DEE DOCTOR E. C. GROSVENOR. Habiéndoseme pedido certificato de lo que me consta tocante al caso de un hombre de color llamado John, que pertenece á la sucesión del Sor. Pierce Butler, digo que consideré su caso desesperado, por su estension i antigüedad. Hacia varios años que estaba en el Hospital, i le tenían por incurable cuando se le dio la Panacea de Vm. según las instrucciones de que va acompañada; es cierto que este hombre sanó con el uso de ella, i es ahora un criado útil. DOR. E. C. GROSVENOR. OBSERVACIONES. Los negros que se hallan encerrados en gran número en las plantaciones de los países cálidos, están particularmente sugetos á unas formas de enfermedad como la que se ha pintado en el caso antecedente, i varias otras que provienen de falta de asco, i la poca variedad de alimento. Estas enfermedades confunden tan frecuentemente la práctica ordinaria de medicina, i hacen á sus miserables víctimas tan inútiles i costosas á sus amos, que los hacendados cuidarían de su interés i la humanidad, si tuviesen constantemente un abastecimiento de la Pa- nacea de Swaim, que parece ser la sola cosa con que se puede contar en seme- jantes casos; siendo esto tanto mas necesario por causa de la dificultad que hai en muchos de estos sitios, de obtener la asistencia de médicos. En muchas partes de las colonias, un gran número de esclavos que habian sido abandonados como desesperados é inútiles, han recobrado su salud i vigor con el uso de unas pocas botellas de la Panacea. ----oH3©e-o---- DEE DOCTOR POVALL. La siguiente curación se efectuó por el uso de la Panacea, después que todos los otros remedios conocidos se hubieron empleado por el Doctor Povall en unión con otros médicos eminentes de esta ciudad. A' fines de Junio, 1824, vino á consultarme Francis Pagan, persona de color, de edad de 19 años, en el servicio del Doctor Povall, médico respetable de esta ciudad, i pidió que ecsamínase una úlcera grande que tenía debajo del brazo derecho dicién- dome al mismo tiempo que habia venido con licencia de su amo. Habiendo consultado con el Doctor, me dijo, que consideraba el caso "como uno de verdadera Escrófula; i que aunque se 91 habia tratado por cuatro meses seguidos, según el plan de Jos mejores autores, se resistía obstinadamente á todos los remedios que se habían aplicado, i amenazaba la vida del enfermo. Se le dio entonces la Panacea, i después que la hubo tomado del modo que se ordena, por tres semanas, empezó á tener mejor salud, i la úlcera fué curándose; esto le alentó á que con- tinuase usando este remedio, i en el espacio de ocho semanas mas, se víó perfectamente libre de una enfermedad que iba llevándole á la sepultura. El üoctor Povall está pronto para confirmar la relación ante- cedente. WILLIAM SWAIM. OBSERVACIONES. Dos casos parecidos al de arriba han venido bajo mi observación en los últimos Beis meses, que fueron enteramente curados. Anteriormente habian sido trata- dos por médicos mui respetables, i se les dieron jarabes que algunos médicos, en conecsion con sus boticarios, han procurado pasar engañosamente al público por mi Panacea. -----0-9©¡£>-0----- DEE DOCTOR R. WELLFORD, Médico práctico sumamente respetable, de Frcdericksburgh, Virga. que muestra que está del todo libre de preocupaciones. Fredericksburgh, Va. Mui Sor. mió : A' la demanda del Doctor Coolee de este pueblo, envió á Vm. el caso siguiente. Una muger de color llamada denny, de 60 años de edad, fué puesta bajo mi dirección, hace unos cinco meses, la cual tenia una úlcera en el tonsílío izquierdo, que estaba ya casi destruido. Los órganos de la digestión se hallaban en buen estado. Varios gargarismos astringentes, i ácidos minerales, se habian tomado con mucha abundancia, pero sin provecho. La apariencia de la úlcera me convenció que tenia un origen sifilítico, i varios miembros de mi profesión, que la ecsamináron, convinieron conmigo en esta opinión; pero la enferma se obstinaba á negar que jamas hubiese padecido de esta enfermedad. La traté sin embargo con mercurio interiormente, tónicos i narcóticos, hasta que se sintió la boca. También se emplearon los gargarismos mercuriales i astrin- gentes, para limpiar la úlcera, i asistir los remedios internos: pero no se logró fruto alguno de este tratamiento. La úlcera progresó gradualmente hasta que el tonsílio estuvo todo destruí- 92 do, i la enfermedad iba acercándose rápidamente hacia la úvula, i las partes al rededor de la garganta, &c. Los elogios que muchos miembros distinguidos de la facultad en Filadelfia, i otras partes, habian hecho de la Panacea de Swaim, me índu- géron á hacer prueba de sus efectos; de consiguiente, di una botella á la enferma, i mandé que se tomase según las instruc- ciones impresas. Los efectos fueron dichosísimos, porque para el tiempo que se habia usado la primera botella, estaba la úlcera curada enteramente. El tonsílío, á la verdad, no podia regene- rarse, pero la úvula se habia curado, i quedó perfecta como antes. Entonces se tomó otra botella, para confirmar la cura; i no habiendo tenido mas noticias de la enferma, concluyo que permanece en buena salud. Con mucho respeto, Soi de Vm. &c. DOR. BEV. R. WELLFORD. OBSERVACIONES. Las imitaciones numerosas de este medicamento apreciable que diariamente se aumentan, deben cautelar al público contra el engaño. La Panacea de Swaim estando ahora á Dos Pesos la botella, pone su uso al alcance de muchos que no podían conseguirla á su antiguo precio. ----0^3©6-0----- DE THOMAS COCIIRAtf, ESCU.™ Doctor S. HuARD,-O----- CASO DE CHARLES DAVIS. La siguiente declaración jurada muestra la poderosa eficacia de la Panacea de Swaim en el Reumatismo Crónico. Este caso estraordinario pone en alto relieve la preocupación absurda é infatuada de ciertos miembros de la facultad, ó su manifiesta- mente malvada é injusta conspiración para desacreditar esta inapreciable medicina. Acaso abatirá el orgullo de la ciencia, pero adelantará los intereses del género humano, i aliviará sus dolores, saberse que después que el paciente hubo sido curado por la introducción á hurtadillas de mi medicina, los médicos asistentes, ignorando la agencia de la Panacea en la curación, dieron lecciones de clínica sobre su caso, i edificaron una teoría para el futuro tratamiento de reumatismo; i han enviado á sus estudiantes á todas las partes de la unión á que practiquen sobre sus semejantes, conforme á unas teorías tan infundadas. ! Pobre 98 Davis ! por largo tiempo habia ido consumiéndose i afligiéndose con lo que se llama traíam\ento*regular, bajo el cual es probable que hubiera descendido al sepulcro; pero felizmente para él, tuvo noticia de la Panacea, i habiéndola tomado á hurtadillas, se halla en vida para poder testificar de sus efectos casi maravillosos en su propio cuerpo. En impresiones anteriores he dado casos de reumatismo que se han curado con este medicamento; mas, aunque se hubiese enteramente perdido el conocimiento de esas curaciones, i este caso de Davis estuviese por sí solo, me creería tener derecho á declarar la Panacea específico en este prevalente i penoso mal: i el Rombre que tuviera la osadía de negar esta*asercion debe emprender probar, ó que esta relación, sancionada por la solem- nidad de un juramento, es falsa, ó demostrar contra la razón i el hecho, que la curación fué meramente accidental. Si la delicadeza de los pacientes lo permitiese, podría publicar numerosos casos en esta ciudad, en que la Panacea ha sido administrada secretamente i con suceso, mientras que los mé- dicos que asistían, i velaban los progresos de la enfermedad, recetaban medicinas que nunca se tomaron, i finalmente se reían á carcajadas del triunfo de su habilidad imaginaria. Los que dudaren esta relación pueden satisfacerse viniendo á mi oficio, donde estoi preparado á verificar estas aserciones. Si se me permitiese publicar la evidencia que es en mi poder, hai ciertos caballeros que se verían cubiertos de confusión, i en hacerlo no debería tener remordimientos de conciencia, pues no han dejado pasar ocasión de calumniar, ó injuriarme. Han tra- bajado en vano. Tengo la suma satisfacción de saber que ecsactamente á medida que la evidencia de su eficacia se va poniendo ante el público, así el carácter de Ja Panacea sube en Ja estimación de las gentes, i se aumenta su demanda. WM. SWAIM. Enfermería de la Casa de Pobres de Filadelfia, AL SOR. WM. SWAIM. Muí Sor. mió : Escribo á Vm. para participarle el suceso feliz del uso de su Panacea sobre mí, después de haber padecido de Reumatismo Crónico casi cinco años. Estoi lisiado, pero creo firmemente que aun eso pudiera haberse precavido, si hubiese mas pronto tomado su medicamento. Le daré á Vm. una breve pero ecsacta historia de mis padecimientos i mi curación Era piloto del Bergantín Tímandra, su Capitán William rarnall, de este puerto, con destino á Pernambuco. Allí fui 99 acometido de un dolor mui severo en el lado derecho, á fines de Noviembre, de 1822; i el mes de Enero siguiente se mudó á los hombros i á la cabeza, acompañado de nauseas i pérdida de apetito. Entonces me desembarqué i fui á un hospital Ingles, donde quedé veinte dias, sin recibir beneficio alguno ; de allí me pasé á una posada particular, i empleé á un médico Portu- gués. Permanecí en tierra en Pernambuco como cosa de seis meses, i hallé que la enfermedad se aumentaba; el pié derecho se inflamó é hinchó tanto que no podia andar sin bastón; mis gastos aumentándose rápidamente, i creyendo que un cambio de clima seria provechoso, me fui á Bahía, i en poco tiempo vi que me iba poniendo peor; allí entré en el hospital nacional donde quedé veinte i tres meses, i diez i siete de estos estuve en Ja cama: seis meses quedé en una postura, i amenudo he pasado diez ó doce días sin comer; tenia la rodilla i la mano derecha mui hinchadas; sufrí todo menos la muerte. Logré pasage para Baltimore, adonde llegué en treinta i ocho dias; lleváronme inmediatamente al Hospital de Baltimore, i no creyeron que viviría hasta el dia siguiente. Quedé nueve meses en él, i hallándome algo mejor, vine á Filadelfia, i entré en el Hospital de Pensilvania el doce de Junio, 1826 ; le dejé á mi propia solicitud el 29 de Nov. 1826, é inmediatamente entré en la enfermería de la Casa de Pobres; después de perma- necer en ella siete meses, siempre en cama, i cuando ya no me daban mas medicina, no me quedó otra alternativa que probar la Panacea de Swaim. Entonces le comuniqué á Vm. mi situación, i recibí una botella de su medicamento, que fué secre- tamente transportada á la enfermería por Mad. Snell; al usarla fué preciso observar precaución, porque el médico que asistía habia dado órdenes particulares para que no se introdu- gese en la enfermería, diciendo que no queria que sus pacientes la tomasen, pues no era otra cosa que una medicina de charla- tanes. Después que hube tomado la mitad de la primera botella, me sentí mejor, i se aumentó mi apetito; dormía mejor; después de Ja segunda botella cesó el dolor, i á los quince dias después pude ir por las calles en muletas, con asombro de todos los que sabían, ó habían visto mi estado. Un mes antes de tomar la Panacea podía abarcarme el muslo con una mano, i muchos de los que me habian visto mientras estuve enfermo, no me cono- cieron cuando me encontraban en la calle. Puedo con seguridad decir que ahora gozo de buena salud, i que la he tenido desde entonces, no habiendo tomado mas que una dosis de sal desde aquel tiempo. La Panacea de Swaim debe tener el mérito de mi curación. CHARLES DAVIS. 100 Ciudad de Filadelfia, á saber, omr. Ante mí, George M. Dallas, Escu.10 Corregidor ^j&de la Ciudad de Filadelfia, personalmente campa- Se recio Charles Davis, también de la espresada ciudad, «¡£v* Marinero, el cual habiendo jurado en debida forma, declara i dice, que los hechos referidos en la carta que antecede son ecsactos i verdaderos. Jurada i firmada, ante mí, hoi, diez i seis de Febrero, 1829. G. M. DALLAS. Filadelfia, 10 de Feb.o 1829. Certifico por estas que Charles Davis, cuya firma se halla puesta á la carta i declaración anteriores, mandó decirme que viniese á visitarle en la enfermería de la Casa de Pobres de Fila- delfia, en la primavera de 1827, i á ruegos suyos fui á ver al Sor. Swaim, i obtuve de él una botella de su Panacea. Previa- mente le habia dado á Davis mi opinión que la Panacea de Swaim no podia serle de ninguna utilidad, pues le consideraba mas bien como moribundo que como hombre en vida; sin embargo, tanto me solicitó sobre el asunto que al fin consentí en ser la mensa- gera. El Sor. Swaim mui cortesmente dio el medicamento sin ecsigir paga, i llévele á Davis la primera botella secretamente; entonces era paciente en la aula clínica de hombres; la segunda botella se le llevó de la misma manera por mi hija, estando él en la misma aula. En Julio siguiente fué enteramente restaurado á la salud, i todavía permanece lo mismo, hallándose libre de toda eufermedad. (Firma) ANN SNELL, Christian Street, No. 103, Southwark. Charles Davis queda enteramente bueno, i se halla tan fuerte i sano como lo ha estado en cualquier tiempo de su vida. 10 de Agosto, 1830. DEE CORONEL DENNIS. El caso siguiente fué presenciado por el Coronel Dennis, caballero de Georgia, sumamente respetable. Mui Sor. mió: En 1820 una negra á mi cargo, de cosa de veinte i cinco años de edad, enfermó gravemente de dolores reu- máticos en las rodillas i tobillos. Púsela bajo la dirección del Dor.----, que se consideraba entonces como el mas hábil de su profesión en Savannah, pero no logró aliviarla. Desde 1820 hasta 1826 fué asistida en Savannah por cinco de los médicos 101 mas hábiles de esa ciudad; pero todo fué inútil: su enfermedad continuó á aumentarse, hasta que fué incapaz de tenerse en pié; en realidad, quedó tan desvalida como una criatura, declarando que la vida le era una carga. Desahuciada de los médicos, determiné en Ja primavera de 1827, como último recurso, hacer una esperiencia de su Panacea con ella. A'ntes que hubo tomado tres botellas de ese medica- mento, bajó la hinchazón, i ya podia la enferma andar cómoda- mente: con seis botellas se hizo una curación perfecta, i cuando la vi el mes de Marzo pasado, estaba en buena salud, i capaz de hacer una tarea completa. Tengo mucho gusto en dar á Vm. este testimonio de la per- fecta confianza que pongo en la eficacia de su útil i escelentísima Panacea, i puedo asegurarle á Vm. ingenuamente que las pre- ocupaciones que se han escitado contra ella por personas intere- sadas, se han deshecho en gran manera, i que va entrando en uso general con los respetables hacendados de Georgia. RICHARD DENNIS. Sor. Wm. Swaim. ---o-0@e-o--- DE THOMAS M. tfEWEEE, De la Marina de los E. U. Ciudad de Washington. Muí Sor. mió: Creo que es mi deber para con el género hu- mano promulgar, lo mas prontamente posible, la estraordinaria curación que se ha hecho en mí con haber tomado cuatro botellas de su afamada Panacea, la cual creo firmemente me ha libertado de una muerte prematura. En todo caso, ha arrestado un pe- nosísimo mal de garganta, del cual he padecido hace dos años; me ha libertado de una reclusión mui molesta, i de la necesidad de observar una casi total abstinencia de todo alimento ó bebida agradable al paladar. Al presente gozo de perfecta salud, des- pués de haber padecido, como ya tengo dicho, por espacio de dos años, durante todo cuyo tiempo tuve los mejores consejos i asistencia que pudieron darme los facultativos de Europa ó América. Por consejo de un amigo, víme inducido á probar su Panacea de Vm. i debo confesar que no tenia la menor esperanza de recibir alivio de ella. Accedí á su instancia, i con asombro hallé antes que hube acabado de tomar dos botellas, un cambio tan grande de mejoría que me convencí que no faltaba sino per- severar para completar una curación. En el curso de tres meses he tomado seis botellas, i no sin- tiendo síntomas del retorno del mal, dirijo á Vm. este certifi- i 2 102 cado, con perfecta confianza, afin de que, según mi deseo, pueda llegar á la noticia de aquellas personas infelices que estén pa- deciendo de tales dolencias. Al mismo tiempo permítame Vm. que le congratule de su importante descubrimiento, i de que Vm. sea instrumental en dar beneficio mas decidido á sus semejantes que cualquiera individuo conocido. Con la mayor sinceridad, soi de Vm. &c. THOMAS M. NEWELL, De la Marina de los E. U. Nota.—El origen de mi mal fué un ataque violento de influenza, que me dejó con garganta ulcerada, de la cantidad de mercurio que me dieron los médicos. OBSERVACIONES. He presentado al lector muchos casos de garganta ulcerada, en que la Pana- cea ha efectuado una completa curación. El presente caso es sumiimente in- teresante, pues nos enseña que las personas que han lomado con esceso mercurio, arsénico, quina ó quinina, están muí sugetas á padecer en algún periodo futuro de su vida, de sus efectos perniciosos sobre la constitución. La práctica de ad- ministrar calomel á los niños, en todas las enfermedades á que están espuestos, tiene muchas consecuencias sumamente perniciosas. En todo caso en que esas medicinas se hayan empleado para enfermedades anteriores, se debería tornar la Panacea para estirpar el veneno medicinal. Para prueba de las ventajas que en talos casos resultan de un curso de la Panacea, se pide al lector que las atenta- mente la evidencia que se detalla en este libro. ---o^3®e-o--- MADAMA ALEEN. Del " Nantucket Inquirer." Debe sinceramente esperarse que la relación siguiente será leida con atención por aquellos que desearen el bien del género humano. El caso de Madama Alien ha asombrado á muchos, i esta señora permanece como testigo viviente de las potencias curativas de la Panacea de Swaim. El Doctor George Cannon á quien refiere Mad. Alien, es un caballero bien conocido de los habitantes de Nantucket por su integridad. AL SOR. SWAIM. Mui Sor. Mió: Conociendo que es mi obligación para con el público, é igualmente para dar mérito por Ja maravillosa cura- ción que ha hecho en mí su aprecíable Panacea, presento los hechos siguientes. Estaba padeciendo de dolores violentos en Ja garganta, ca- beza, i los oídos, de tal modo que á veces apenas podía entender cuando me hablaban; me hallaba débil, estenuada, hecha un es- queleto, i casi incapaz de poderme ayudar. Tenia Ja garganta en tal estado que no podia tragar ninguna clase de alimento, i si procuraba tomar bebida me saJia por la nariz; de suerte'que 103 amenudo me venían tales ataques de ahogamiento que no se creía que viviese. Perdí enteramente el paladar i labio supe- rior, como también la mayor parte de la nariz, de modo que salieron algunos de los huesos, habiéndoseme aumentado las úl- ceras tan rápidamente en la garganta, que por varios dias no pude hablar. De esta parte echaba grandes cantidades de mate- ria, i continuamente me sentía con ansias de vomitar. En con- secuencia de las úlceras en el cielo de la boca, me sacaron va- rios dientes. Desde entonces mi situación causó mucho miedo, de modo que mis amigos esperaban á cada momento que serian llamados para que viniesen á rodear mi cama de muerte. Los mejores consejos i aucsilios de los médicos de esta isla recibí, pero sin alivio. Un médico afamado me asistió por trece meses dos veces al dia; pero cuanto mas se hizo, tanto peor me puse; i ya mi marido habia hecho mucho gasto sin efecto. Dasahu- ciada de los médicos, i declarado mi caso fuera del alcance de la medicina, no veia sino la muerte, que iba acercándose con ra- pidez. Los huesos ya me habian salido por el cutis ; hacia seis meses que habia perdido el olfato; por once años estuve pade- ciendo de este modo, i no me quedaba ahora un solo rayo de es- peranza. Vino á verme el Doctor George Cannon, i me acon- sejó que tomase su Panacea, lo cual hice, aunque parecía que era resucitar á un muerto. No obstante, poco á poco, con asombro de todos mis amigos hallé alivio, después que hube usado siete botellas. Espero sinceramente, si hai en el mundo algunos in- felices de esta clase, que se animen á hacer por sí mismos la es- periencia, pues puedo asegurarles que es un hecho, que al pre- sente quedo tan buena i fuerte como antes; que puedo comer i beber tanto como los mas de mi familia ; por lo cual tengo razón de estimar en sumo grado su inapreciable Panacea, i siem pre estaré agradecida de corazón por el alivio que he hallado to- mándola. No hai duda que, á no haber esperimentado los po- deres curativos i maravillosos de esta medicina, no podría haber vivido muchos dias mas. Con sentimenlos de gratitud soi, Con mucho respeto, de Vm. &c. JEMIMA ALLEN. -o-s@&-o- ÍTNAS POCAS OBSERVACIONES SOBRE LA PANA- CEA DE SWAIM. POR EL. DOR. J. F. DANIEL LOBSTEIN. ^ , n u«a A* PirU- Médico que fué de los Hospitales Militares i del * Da° t ^Francia anteriormente c'atédrát.co de Crugia i Partería, i Médico SgíStoiCartero en el Hostal civil de Strasburgo en Francia; Socio corres- 101 ponsal de las Sociedades Médicas de Paris. de Burdeos, de Tolosa i de Marsella, de la Sociedad Latina i Mineralógica de Jena : Miembro Honorario de las So- ciedades de Filadelfia, de la Ciudad i Condado de Nueva York, de Massachu- setts, de Maryland, de Lexington en Kentucky, de Nueva Orlenns, de Pittsburg en Pensilvania, de varias otras Sociedades científicas i de beneficencia en los Estados Unidos de Norte América; Médico i Práctico de Partería en Nueva York : autor de varias obras sobre asuntos de Medicina i literatura. Residiendo en un país libre, en que la prensa es enteramente libre, en que todos pueden libremente espresar sus sentimientos, en especial si sus observaciones tienen por base la verdad, i tanto mas, si estas se dirigen al alivio de la humanidad doliente; es pues solo sobre este último punto que he creído tener derecho de decir algunas tocante á la Panacea de Swaim. Es cosa que divierte ver el aumento diario de avisos de Nuevas Panaceas en las gacetas, i no hai duda que el número vaya aumentándose continuamente. Estos avisos, es cierto, deben ser muí pro- vechosos para los propietarios de los periódicos ; pero que los efectos de los tales remedios lo sean igualmente para aquellos á quienes se recomiendan, lo dudo muchísimo. Es verdad que los propietarios de estas espurias Panaceas anuncian que las suyas poseen las mismas virtudes que la del Sor. Swaim; otros afirman pero con falsedad, que se componen de los mismos in- gredientes; también hai otros que pretenden haber obtenido del Sor. Swaim el conocimiento de los ingredientes de su Panacea, habiéndole asistido en su preparación; en fin hai impostores que aseguran haber hecho un análisis ecsacto de la Panacea de Swaim, i estar ciertos de saber precisamente su composición. No obstante, á pesar de estas aserciones mal fundadas, la de- manda que tiene la Panacea se aumenta todos los días, i necesa- riamente debe aumentarse, á medida que sus asombrosas vir- tudes se dan á conocer, i en la misma proporción deben las medicinas fraudulentas disminuirse ; en fin ¡es posible que un público ilustrado no perciba que estos hombres se contradicen siempre! ¿ De donde procede que el número de Panceas se acrecienta de dia en dia? ¿es del deseo de aliviar á la humanidad do- liente? ¿del de contribuir á la curación de aquellos para quienes se destina la Panacea? Si tal es su intención ¿porque estos Señores compasivos, que se hallan tan bien dispuestos á aliviar la humanidad doliente, no han hecho anunciar al público su infalible Panacea antes que la del Señor Swaim ? ¿Porque han tardado tanto, (á lo menos siete años) para hacer prueba de su humanidad? ¿De donde procede, hace alanos mes^s la furia de inventar Panaceas, en particular cuando se ve el efecto feliz de la del Señor Swaim, i después de haberse visto que este benor ha realizado una fortuna independiente, fortuna que en 105 virtud del valor de su remedio, tiene bien merecida. Esta úl- tima razón es quizá la causa de un número tan crecido de Pana- ceas. La segunda razón del suceso de la Panucea de Swaim es, que ha sido recomendada hace ya mucho tiempo en los pe- riódicos por hombres cuyos talentos i erudición no pueden po- nerse en duda ; pues apenas hai alguien que no haya oido hablar de los Señores i hapman, Gibson, i Dewees, Profesores de la Facultad de Medicina en Pensilvania ; i del Señor Moltprofesor distinguido de la facultad de Nueva York. Estos sabios la han recomendado en sus lecciones, i la recomiendan todavía, pues están convencidos del valor del remedio. ¿Podrá deshacerse esto? Todos los que procuran desacreditar la Panacea de Swaim, i que juzgan de su secreto como inteligentes, declaran su opinión del mismo modo que aquellos que, con una imaginación aca- lorada, se creen capaces de juzgar de una obra solo por su título sin siquiera haberla leido, i no prueban otra cosa que su incom- petencia de juzgar: tales son las personas que procuraban pre- ocupar los miembros ya nombrados de la Facultad de Nueva York i Filadelfia i los de otras partes. La tercera razón para probar que la Panacea de Swaim siempre se llevará el premio es, el gran número de individuos que deben su ecsistencia á este remedio, i que por tanto son testigos vivientes. No dudo que todos los que por celos se oponen á este reme- dio, no me agradecerán mucho que me haya esplicado tan fran- camante; pero me es igual que me culpen ó me alaben, pues no digo sino la verdad, i lo que mi propia esperiencia me da á conocer tocante á este remedio. He hablado como médico graduado, que tiene á mucha honra haberlo sido hace ya veinte años, i que no soi como muchos que se arrogan el título sin haberle merecido. Si no soi médico, que me lo prueben. Ha- biendo la Panacea de Swaim restaurado la vida á un gran número de personas, no solo en este país, sino también en Ingla- terra, no tardaré mas tiempo en publicarla tanto como merece, así en Francia, como en Alemania, pues tengo el honor de mantener correspondencia con los sabios de la primera clase en esos países. Que prueben también lo contrario si se puede. No dudo que no tenga censores i críticos; lo espero, de con- siguiente no me sorprehenderá. La virtud no deja de tenerlos; ¿ porque pues no los tendré yo también? Concluiré con las pal- abras de uno de los mejores poetas Franceses— " Ríen n'est bcau que le vrai, Le vrai seul est aimable." Nada es hermoso sino la verdad, La verdad sola es amable. 106 Del (CNew York Evening Post.^ Vemos por los papeles de Filadelfia que en el " Medical Re- corder," ha salido un articulo, con el obgeto de desacreditar Ja Panacea que ha descubierto el Sor. Swaim, para la curación de Escrófula i otros males de la sangre. Somos enemigos declarados de toda charlatanería, sea en el político, en el teólogo, ó en el médico. De los que toman el título de Doctor, creemos que un gran número, que por unos pocos pesos, han comprado diplomas de las Universidades es- trangeras, son impostores; i consideramos la mayor parte de las curaciones estraordinarias, de que casi todos los países están inundados, forjaduras descaradas, cuyo fin es sacar dinero de los tímidos é incautos. Mas, declarando de este modo nuestras opi- niones de esta clase de hombres, i notando de infamia sus prác- ticas i medicinas secretas, no nos creemos autorizados de adoptar todas las ideas de muchos médicos prácticos, que consideran á cualquier hombre como charlatán que no haya hecho un curso regular de estudios, i todo lo que ordena inútil, i aun mas, peli- groso, á menos que no esté sancionado por la facultad. No ignoramos tanto la ciencia que no sepamos que muchos de los artículos mas apreciables que se usan como medicinas, fueron descubiertos por individuos que no pretendían de ningún modo ser científicos, i que la mayor parte de ellas, aun cuando no sean todas, deben mucho de su importancia á los nombres clásicos que han recibido. Qui'TESE DE LA MEDICINA EL MISTERIO QUE LA CUBRE, EN CONSECUENCIA DE TENER SUS ORDENANZAS ESPRESADAS EN UNA, LENGUA MUERTA, I TEMEMOS QUE NO CONSERVARÍA POR MAS TIEMPO EL CARA'CTER DE RESPETO QUE POSEE ACTUALMENTE. No teniendo prueba directa de preocupación, ú oposición in- teresada de parte de los conductores del "Medical Recorder," no impugnaremos el motivo que les ha inducido á censurar el uso de la Panacea del Sor. Swaim; pero hallándonos en pose- sión de algunos hechos principales, que á lo menos demuestran que esos escritores no tienen conocimiento de la aplicación acer- tada de la Panacea, ni de la estima en que está tenida por indi- viduos inteligentes, i distinguidos profesores de medicina, con- cebimos que sera hacer un servicio esencial al público el dar á conocer generalmente los tales hechos. El testimonial que se da de sus curaciones particulares en el libro del Sor. Swaim, en el cual se ven los nombres de cabal- leros de la mayor reputación, hace constar fuertemente el carác- ter apreciable de su Panacea. Supónese que esto era sabido de 107 los conductores del Medical Recorder, que también debian saber que las justificaciones de semejantes hombres no habian de po- nerse en competición con las de aquellos personas desconocidas i venales, cuyos certificados de charlatanerías pueden obtenerse por una bagatela. Ademas de dichos testimoniales, varios médicos eminentes de Filadelfia han apoyado la Panacea, la cual fué elogiada en una de las lecciones, por un profesor del colegio de medicina de Pensilvania, el cual, al notar las curaciones estraordinarias que habian occurrido bajo su propia observación, recomendó á su clase esta medicina como un descubrimiento apreciable é impor- tante. Ha sido usada en la casa de Pobres de Filadelfia, i en el Hospital de Pensilvania; i tales fueron sus efectos maravillosos en este, i tal el suceso que tuvo, después que todas las demás medicinas se hubieron probado inútilmente, que el cirujano del Hospital, el Doctor William Price fué inducido á dejar su im- portante i mui respetable empleo, por el designio laudable de beneficiar á sus semejantes, llevando la Panacea á Europa. Mas, esto no es todo. Hemos tenido en la ciudad de Nueva York un número de curaciones que se han efectuado por la Panacea, en casos en que la mayor habilidad de la facultad se hubo probado en vano, i en que los pacientes, que habian abandonado toda esperanza de recobro, se hallan actualmente libres de todo síntoma de la enfermedad. Pudiéramos enumerar estos casos, i dar los nombres; pero después de lo que ya hemos dicho, i como son bastante conocidos, no consideramos que sea necesario hacerlo para demostrar la eficacia del descubrimiento del Sor. Swaim. Si después de estas varias recomendaciones, todavía quedase alguna incredulidad, nos inclinaremos á creer que aquellos que persisten, en sus esfuerzos para desacreditar la Panacea, han retrocedido al estado de la ignorancia de Adán; no pudiendo distinguir el bien del mal. PANACEA DE SWAIM. Mucho se ha dicho tocante á la composición de ese medica- mento, i algunos químicos han ido hasta el estremo de decir, que el resultado de sus labores analíticos habia conducidoles á la con- clusión positiva, de que contenia, como ingrediente principal, ^S^rn^e^gado i refutado con prueba del mas elevado é indubitable carácter: ademas de lo que se ha presen- 108 tado al público sobre este asunto añadimos la carta siguiente del Honorable George W. Erving, nuestro Ministro que fué en Es- paña i Dinamarca. Estrado de una Carta, fecha en Paris, á 6 de Mayo, de 1834, de George W. Erving, de Massachusetts, (Ministro que fué de los Estados Unidos en España i Dinamarca) á un amigo en Filadelfia. Estimado----■ Quizase acordará Vm. que, inmediatamente antes de mi última partida de Filadelfia, cuando le esplique los méritos de la "Pan- acea de Swaim," atribuyendo su eficacia principalmente á la zarzapanlla, la cual creía ser su base; también mencioné que un celebre químico de esa ciudad, me habia informado, algunos anos hace, que habia descubierto mercurio, i que últimamente había encontrado arsénico en este famoso medicamento.—Esta información, no obstante, no me causó desazón ; solo tenia que transferir mi gratitud de la zarzapanlla á esas drogas mas pode- rosas, confesando que ellas me habian enteramente curado de un afecto herpético, el cual me habia atormentado, por espacio de catorce años, mas ó menos; i que habia resistido á todos Jos me- dios, blandos i violentos, estemos é internos, que bajo la recom- endacion de Jos primeros médicos de este país, i de algunos del nuestro, había esperimentado durante aquel período. Aunque ya habían pasado tres años desde que se hubo efectuado la cura- ción de Ja enfermedad, i aunque no hube observado la menor apariencia de hallarse dispuesta á volver, i de consiguiente me veía libre de toda inquietud; con todo, para que - la seguridad fuese doblemente certa," creí que seria prudente traer conmigo unas pocas botellas de la Panacea, en mi última partida de mi pais (hace un ano . Me alegro de decir, que no he tenido, ni tam- poco siento el menor recelo de que tendré ocasión de servirme de e la; pero me encontré con un conocido antiguo aquí, (el Í2t ti ~¡l\ q,,,,,en qUÍZá P°drá SerIe ú,il; él tiene mucha mayor necesidad de ella, que yo jamas he tenido; aunque como u edad es casi de ochenta años, no estoi mui cierto de suceso en elThVá'" T ?° ^^ dG dá,'Se,a' Parecia 1ue ,a b"ena fé, estrío do "i 3mrS° eC8'ST qU& mandase hacer un análisis estricto de esta med.c.na por los primeros químicos en esta ciu- dad; pues aunque no tengo la menor objeción al mercurio óZ- senico, eléboro, ó ácido prúsico, no podia suponer que é no tu- viese ninguna; n, tampoco podia esperar convertidé (i mucho menos á sus médicos, si él los consultase) á mi op úion ™ fa- vor de la acción salutaria así como vigorosa de aquel as 'doga, 109 en todas las enfermedades á que se aplican i en que sé usan con discreción; porque el proceso francés en la medicina, contando con el poder curativo de la naturaleza, es el mas suave i paliativo posible, en todos los casos que no son de un carácter mui alarm- ante. Por el favor pues del Doctor L----, Médico principal del Hospital de San Luís (hospital destinado para los que padecen de la enfermedad á que se alude) i uno de los doctores cuyas recetas yo seguía hace algunos años, logré el análisis del cual acompaño copia; este es enteramente satisfactorio á mi amigo C, pues no solo muestra, al contrario de la opinión del Dor. Haré, Ja cual cita, que no hai mercurio en la Panacea, sino que declara, que NINGUNA SUSTANCIA MINERAL CUALQUIERA SE PUEDE HALLAR EN SU COMPOSICIÓN. Este análisis puede ser útil al Sor de Swaim, i le suplico á Vm. que tenga la bondad de remitírsele, por la via, ó en la forma que mejor le parezca. Soi de Vm. Afino, i Segó. Servor. (Q. S. M. B.) (Firma) George W. Erving. ---o-<3®e-o--- Ecsámen Químico de la Panacea de Swaim. Un líquido de color bruno lleno, de la consistencia de un jarabe claro; poseyendo un olor alcohólico i aromático con un sabor azucarado, algún tanto acedo. Este medicamento pertenece á la clase que se conoce ahora por el título de "Esencia Concentrada, ó Estracto Fluido, ó Ti- sana Portativa de Zarzapanlla." Pero es imposible decir cuales son las sustancias vegetales de que se compone. De una nota insertada en el Jornal de Farmacia, (tom, 18. p. 170) pareceria que la Panacea de Swaim debe su olor peculiar á lo menos al aceite volátil de la "Gualtheria procumbens," un arbusto (análogo á la Retama, sweet broom), que crece en abundancia en la América Meridional. En la nota que acaba de citarse, se dice que R. Haré, profesor de química en la universi- dad de Pensilvania, América Septentrional, ecsamino la Panacea de Swaim, en 1827, i que halló mercurio en ella. Apli- quéme particularmente á descubrir este metal. El sabor del medicamento, i el ensayo preliminar con las pruebas químicas no dieron, ademas, indicación de que contuviese ninguna sus- tancia metálica cualquiera. Admítese que las sales del mercurio se hacen insolubles, i aun amenudo se reducen á un estado me- tálico, por las preparaciones medicinales de una naturaleza orgán- ica, á las que amenudo se añaden; si habia pues realmente mer- K 110 curio en la Panacea de Swaim, su presencia debia buscarse en el depósito ó las heces de la Panacea. En conformidad, habiéndose cuidadosamente decantado la Pa- nacea, se enjuagó la botella con agua destilada, i de este modo separé de ella un abundante depósito blanquizco, el cual habiendo sido bien lavado fué tratado después con ácido nítrico, i evapo- rado hasta la sequedad. Este residuo fué entonces tratado con agua, que solo disolvió un poco de sulfate de cal, i una menuda porción de fosfate de cal; pero no hubo señal de ninguna sustancia metálica; i sobre todo, ninguna indicación de cual- quier sal mercurial. La mayor parte del residuo era insoluble en agua, i fué tratado con ácido muriático, el cual le disolvió casi enteramente, esceptuando una porción arenosa. Esta úl- tima solución era amarilla i su residuo era amarillo, que se volvia líquido al aire, i contenia hierro i fosfate de cal. Aquella porción que era insoluble en el agua, era enteramente blanca; i disuelta otra vez en ácido muriático, le dio color de amarillo lleno. Aquel residuo blanco se componía de un doble fosfate de cal i de hierro, cuyas sustancias casi siempre se hallan en el análisis de las sustancias animales. Su presencia, por tanto, parecería solamente indicar que alguna materia animal entra en la preparación de la Panacea de Swaim. Hospital de San Luis, en Paris. ----oh3¡©©-o---- Estrado de una carta del Mariscal de campo Pearson, del ejército Ingles, á Don Guillelmo Swaim. Boulogne sur Mer, Junio, de 1833. Mui Señor mió: Solamente á los efectos de indisposición, ocasionada por un ataque de erisipelas, ha de atribuir Vm. que no huya cumplido con sus deseos de que le mande una relación de mi salud general, la cual estoi seguro, que Vm. se alegrará de saber va mejorándose en todo sentido, aun mucho mas rápida- mente de lo que mis amigos mas ardientes pudieran haber anti- cipado. Mi constitución recibió semejante choque de graves heridas, i la esposicion á diferentes climas, mui probablemente me ha hecho mas susceptible de padecimiento, como en el caso de mi accidente de caerse mi caballo conmigo i oprimirme la pierna que habia sido antes lastimada por dos graves heridas de balazos, i no tengo reparo en decir que á los efectos de su Pana- cea, en que pongo toda confianza, puedo atribuir mi pronta res- tauración á la salud. Hai varios sugetos en Cheltenham, que ansiosamente están preguntando por Vm. &c. 111 No puedo concluir esta breve carta sin asegurarle áVm. que hai pocas personas que mas verdaderamente estimen las inapreciables calidades de su inestimable Panacea que yo. Soi de Vm., &c. (Firma) T. Pearson. A' Don Guillelmo Swaim, Proprietario de la Panacea de Swaim, Hotel de Morely, Plaza de Trafalgar, Londres. Preparatoriamente á la introducción del articulo que sigue del " New Haven 'Herald," puede decirse que fue estendido por un caballero sumamente respetable de New Haven, que habia tomado la Panacea, con la mayor decidida ventaja, después de haber estado bajo el tratamiento de varios respe- tables médicos, sin lograr beneficio alguno de su habilidad profesional. Acaso bastará observar, que por cerca de treinta años, habia pa- decido de una Herpes constitucional i hereditaria, la cual, según consta de una carta que dirigió al proprietario, dando un detalle de su caso, habia confundido enteramente la habilidad de los mas distinguidos facultativos. Por último, un amigo le aconsejo que tomase la Panacea.—« El resultado," dice él, ha sido muí favorable, tanto que justifica la anticipación de que muí breve- mente se logrará una cura completa i radical. La enfermedad con frecuencia se ha mostrado en forma de una erupción esca- mosa i cutánea, en las manos, los brazos, las piernas i los tobillos. Habia obstrucción en uno, i amenudo en ambos canales lacri- males, la cual impedia que corriesen las lágrimas por las nances. Los huesos nasales llegaron á estar afectados, i era patente que estaban en parte corrompidos ó absorvidos. Las cavidades que dejaron los dientes que se habian caido, no se curaron, sino se hicieron úlceras supurantes, i la nariz i el cráneo se pusieron peores. No logrando alivio de las recetas de mis amigos médi- cos por última esperanza recurrí á su inapreciable Panacea de Vm Ya habia dado principio á la quinta botella, antes de estar sensible de que me hubiese producido efecto, cuando sobrevino un copiosísimo descargo de materia amarilla purulenta i sangn- enta, de la ventana izquierda de la nariz, i de un pasage en el lado derecho de ella, i del ángulo del ojo derecho. La materia fluida parece haber dejado la frente de todo; i profundas desi- gualdades formadas por la acción del virus maligno, pueden dis- fámente sentirse con los dedos. I, á no haber yo hallado este al vio oportuno, aun en la opinión de mis médicos, el mal, en pocos 112 dias, se hubiera hecho paso por el cráneo al celebro; i necesaria- mente se habria seguido una muerte inmediata." Las siguientes son sus propias observaciones, i no pueden menos de leerse con sentimientos de interés. "Suumcuique tribuito." Todo el que ama la verdad, i todo apasionado de la causa de las verdaderas ciencias, i de los mejores intereses de la sociedad, debe sentir muchísimo que haya tantos medicamentos secretos, i tantas medicinas de charlatanes en nuestro país. El escritor alude particularmente á aquellos medicamentos secretos, que no vienen acompañados de certificaciones de individuos respetables, para atestiguar una sola curación, i que se sostienen por el mero ipse dixit de sus engañosos inventores. Mucho deberia desearse que nuestros respetables droguistas i boticarios, dejasen de fo- mentar la venta de semejantes artículos, i rehusasen hacerse agentes para vender cualquier medicamento secreto, medicina de charlatán, ó supuesto específico para la curación de cualquier enfermedad, á no ser que Jas pretensiones de sus autores ó in- ventores, no estuvieran apoyadas por certificatos de personas creíbles i responsables en nuestro propio país. De este modo se impediría en algún grado, el mal de que nos quejamos. En lugar de adoptar esta sabia regulación, parece que nuestros mas respe- tables droguistas están dispuestos á hacerse agentes para vender todo medicamento secreto, de cualquier origen, sea en forma de pildoras,polvos,emplastos, aceitesóungüentos, elíesires, lociones, cosméticos, bálsamos, amargos, &c. Lo cierto es que, en general, estas cosas son invenciones de personas ignorantes i necesitadas, cuyo intento es cogerles el dinero á los pobres mortales dolientes, escitando sus esperanzas, i engañando á su credulidad. Por esta razón hallamos, que muchas de ellas pretenden curar lo que los hombres científicos ordinariamente consideran incurable, v. g. las consunciones en sus peores épocas, cánceres de la clase mas ma- ligna, herpes en todas sus variedades mas penosas, &c. En fin, no hai enfermedad incidente a la humanidad que sufre, para la cual no tenga el charlatán, si se debe dar fé á su aserción, un re- medio soberano é infalible. Ya es tiempo que los hombres de educación, i particularmente los que poseen la ciencia médica, se levanten en su poder, concentren sus energías, para destruir esta hidra del empirismo, que anda descaradamente por nuestro país, con paso orgulloso, i boca abierta, manteniéndose de la sangre vital de sus ignorantes i engañadas víctimas. Es mui distante de las intenciones del escritor incluir en su censura cualquier medicamento, cuya composición se guarde por el proprietario como secreto, afin de poder asegurarse una legítima 113 recompensa por su trabajo, i la ingeniosidad de su invención. Tal, por egemplo, es la Panacea del Sor. Swaim, la cual, en la opinión del escritor, es el mejor medicamento que jamas se ha descubierto para la curación de todas las enfermedades que se originan de impureza de sangre. Considérase también plenamente autorizado á hacer esta aserción, sin intimación ó escepcion, por haber sido aliviado de una inveterada herpes crónica ó constitu- cional, de la cual ha padecido por muchos años, sin haber jamas podido hallar remedio para ella, aunque ha seguido las recetas de los mas famosos médicos de nuestro pais. I lo que en efecto es cosa estraña, uno de los mas famosos facultativos de Nueva York, á quien el escritor pidió parecer, después de dudar con poca ca- ridad, la historia que se le dio del origen de la enfermedad, no recomendó mas que un fuerte cocimiento de zarzapanlla, con otros pocos ingredientes frivolos. Perseveró largo tiempo en el uso de este cocimiento, que produjo casi el mismo efecto, que otra tanta agua fria. El distinguido caballero á quien se alude, nunca recomendó una sola vez el medicamento del Sor Swaim, ni aun le mencionó, aunque algún tiempo antes le habia dado al S5r. Swaim una recomendación favorable de su Panacea. Podrá preguntarse, ¿ cual es la razón que impide á los Sres. médicos de confesar los méritos de un descubrimiento tan apreciable? La respuesta es fácil de dar: es la envidia, son los celos, es el or- gullo de la ciencia, la mala gana de confesar que otro sabe mas que uno mismo quien para todo se cree suficiente. Pero á pesar de toda oposición, la Panacea ha establecido su crédito en Europa así como en América, sobre la base del verdadero mérito, que nunca puede ser movida. A'ntes de tomar la Panacea, el escritor según las apariencias, estaba á la orilla del sepulcro; pero ahora se halla aliviado en gran manera, i tiene toda razón de anticipar en pocos dias, con el favor de Dios, una perfecta curación. Por tanto, para todas las enfermedades para las cuales el Sor. de Swaim recomienda este medicamento en su libro, el escritor de este artículo no duda afirmar, que le cree mas apreciable que toda la materia médica ademas; incluso todo animal, vegetal i mineral terapéutico que jamas se ha usado por cualquiera nación civilizada ó salvage. Aunque el escritor es un estraño para el Sor. de Swaim, consi- dera que es su deber dar al público esta opinión suya tocante al espresado medicamento; opinión fundada sobre su propria espe- riencia, en la cual era imposible que se hubiese engañado. ' VERITAS. K2 114 DEE DOR. .JOSEPH CHIPMAff, Miembro del Colegio Real de Cirujanos de Landres, 8,-c. Sor. Don Guillermo Swaim. Envió á Vm. una relación de un caso en que su Panacea fué administrada con los resultados que se representan, i la cual Vm. tiene la libertad de publicar.—El 14 del corriente vi á John Me Pharlane, quien continúa en buena salud, i estoi en la firme creencia que, á no haber tomado la Panacea de Vm., hace mucho tiempo que habría cerrado los ojos en la muerte. De Vm. &c. (Firma) Joseph Chipman. Pidou, Nueva Escocia, á 31 de Julio, 1S33. John Me Pharlane, de edad de 34 años, natural de Perthsbire, en Escocia, Sargento en el regimentó de infantería de S. M. No. 15; fué atacado poco después de la batalla de Watcrloo, de una fiebre intermitente, desde cuya época ha tenido solo una salud pasable. El año 1820, estando en Halifax, N. E., le sobrevino en la nariz una inflamación que terminó en supuración: se em- plearon para esta varias aplicaciones sugeridas por diferentes cirujanos, entre ellas habia la lavación negra, que arrestaron por algún tiempo el progreso de la enfermedad. En 1825, lo salió una ulceración, acompañada de fiebre sintomática, en la super- ficie interna de los integumentos de la megilla del laclo derecho, juntamente con la garganta i el paladar. Dirigióse al Dor. Bell del estado maj'or, quien, por su relación, le sugetó á un curso de mercuriales, bajo el cual se cicatrizó la ulceración, i quedó sana por seis meses. Después le salió la enfermedad en el labio superior, en los integumentos que cubren el hueso malar, i en el hueso mismo, que se esfolió; también, los integumentos de la nariz, con sus huesos, estendiéndose basta el lado derecho. Los huesos nasi vomer, i septum narium, con el todo de los integu- mentos de la nariz, fueron destruidos por la ulceración. En 1827, se le cayó como una tercera parte del labio superior, dejando espuestos los dientes de detras, á cuya época la palpebra, ó el párpado del ojo izquierdo fué también totalmente destruido por la ulceración. Dirigióse al difunto Dor. Johnston, i también al difunto Dor. Finlayson, en Pictou, en diferentes ocasiones, bajo cuyo tratamiento recibió mas ó menos alivio temporario. Ha- biendo tenido noticia de la Panacea de Swaim, se halló inducido á probarla; i fué mui cortesmente favorecido con una botella por el Rev. Alexander Blackie. A' esta época ya no podia dormir ni de noche ni de dia; le era difícil tragar; cuando recibía alguna bebida en la boca, era arrojada por la nariz con un sentimento 115 de sufocación ; el habla no era inteligible á sus conocidos mas íntimos; no tenía el menor apetito, habia grande descargo de la garganta, &c. especialmente por Ja mañana, que producía nausea ; el tamaño de un peso duro en el ángulo de Ja quajida derecha se hallaba en un estado de ulceración fagedénica; la emaciación era mucha; estaba convencido que no podia vivir tres meses- mas, á menos que no se administrase algún remedio eficaz. Tomáronse solo cuatro dosis de Ja Panacea hasta que percibió una mejoría en su gusto; diminución de descargo; aumento de apetito; el sueño mucho mejor después de haber tomado eJ contenido de Ja primera botella; después que hubo lomado Ja segunda, el habla era mas distinta; el apetito era bueno; Jas carnes iban rehacién- dose; i diariamente adquiere nuevo vigor. Habiéndose tomado la tercera botella, ya podia tragar con gran facilidad. Al fin de la cuarta, las llagas estaban perfectamente curadas; no habia descargo; i después de haber tomado la sesta, consideróse que gozaba de buena salud, que al presente con- tinúa buena, i le hace capaz de trabajar corporalmente, lo cual no se halló en estado de hacer por los cinco años precedentes;— dice que goza de mejor salud que inmediatamente después del tratamiento de los Doctores Bel), Johnston, i Finla)'son. Niega positivamente haber sido jamas sugeto de sífilis; ni haber tenido los síntomas primarios ó secundarios de sífilis, lo cual particular- mente mencioné. En su estado actual todos los integumentos i huesos de la nariz se hallan destruidos, i al miraren la cavidad, la superficie posterior del faringe es enteramente visible. Dos tercios del velum pendulum palati se hallan también destruidos. Varias cicatrices son visibles en la garganta así como en la cara esteriormente. El ojo izquierdo, á causa de habar perdido el per- pado inferior, se halla inflamado, i la cornea mui desfigurada con nube. El ojo derecho ligeramente afectado de simpatía. La boca esta algo contraída de la cicatrización;—la salud general buena. Poseo un sentimiento de justa indignación contra el uso i abuso de los medicamentos de charlatanes en general, con mui pocas es- cepciones, pues se administran indistintamente á todas las enfer- medades, i en todas las épocas de la misma enfermedad. El daño que ha resultado de su aplicación, es incalculable é incapaz de pintarse; sin embargo, hai escepciones que sirven á confirmar la regla general; i considero la Panacea de Swaim una de ellas: primeramente, por la opinión publicada en elogio suyo de algu- nos de los mejores educados i mas científicos prácticos del dia ; i segundamente, por el caso que antecede, que ha venido bajo de mi observación. Espero siempre estar pronto á dar entrada á los convencimientos de la verdad, i no puedo suprimir mi opinión, 116 i cerrar lose ojos al efecto energético i benigno de la I añacea de Swaim que se ha mostrado ser un medicamento apreciable. He estendido el caso de Me Pharlane, de una entrevista per- sonal con él mismo, i creo que da una relación candida de los hechos. Quedo, Señor, su mui obediente Servidor, (Firma) Joesph Chipman. ---o-S©e-o--- Copia de una carta de William L. Hirst, Escó. Abogado, No. 63 Calle Séptima al Sur, Filadelfia. Filadelfia, Io. de Nov. 1834. Mui S5r. mió—La Panacea de Vm. ha efectuado una curación tan notable, que me siento bajo la obligación de certificarla. Habrá cosa de tres años que mi hermano Lucas padecia de un ataque severo de escrófula. Tenia la cabeza completamente cu- bierta de úlceras, tan espesas i tan apiñadas, que salian las unas sobre las otras; i la cara i el cuerpo los tenia también cubiertos de llagas : por espacio de nueve meses estuvo bajo el tratamiento mas juicioso, sin recibir el menor alivio, empeorando diaria- mente, aunque se emplearon todos los varios remedios que pre- scribe la práctica regular. Cuando ya le consideraban incurable, tomé la resolución de procurarle la Panacea de Vm. Su efecto fué maravilloso, pues sin cambiar su dieta acostumbrada, tres botellas, i cosa de la mitad de la cuarta, le restauraron entera- mente la salud en seis semanas. Desde entonces, (dos años hace,) no ha tenido ninguna enfermedad, ¡ se halla tan sano i tan robusto como cualquier muchacho de la misma edad en esta. Soi de Vm., &c. W. L. Hirst. ,---0H3ge-0--- Carta de Lyle Millan, Escó., Correo Mayor. Walnut Grove, Io. de Avril, de 1833. Sor. Wm. Swaim— Mui Sor. mió: Acabo de recibir su carta del 19 de Marzo, en la cual me pide Vm. que le informe si mi salud ha continuado buena desde la fecha de una carta que escribí á Vm. el 29 de Noviembre, de 1829, i si tengo reparo en que Vm. haga uso de mi carta ó de mi nombre. En cuanto á la primera pregunta, tengo el gusto de informar á Vm. que mi salud ha continuado buena hasta ahora, con la es- cepcion de hallarme algo débil en la primavera; pero en todo 117 caso de esta clase, me he sentido aliviado con el uso de dos botellas de su Panacea de Vm.; mas esta primavera me hallo tan bueno, que según me parece no la necesitaré. No tengo re- paro en que Vm. se sirva de mi nombre i de mi carta del modo que mejor le parezca. Soi de Vm., &c Lvle Millan. -o-s©&-o- Del " Cuadro de Filadelfia." PANACEA DE SWAIM. Nada ciertamente merece mas mencionarse en una obra que profesa ser, un " Cuadro de Filadelfia," i dar una descripción fiel de sus instituciones, tan dignamente afamadas por su hu- manidad, que aquel inapreciable medicamento, " La Panacea de Swaim." Porque Filadelfia reclama como suyo el honor de inventarle, de probar su valor, i de promulgar sus méritos al mundo. Sus ciudadanos fueron los primeros en deponer sus preocupaciones, i en escuchar la convicción; sus médicos fueron los primeros en despreciar las sugestiones de la iliberahdad, i en alabarle abierta i declaradamente. Mui pocos ignoran su his- toria ; bastará pues decir, que Mr. William Swaim, ciudadano de Filadelfia, dotado de un espíritu naturalmente inclinado á las prosecuciones de la medicina, habia notado la total incapacidad de las artes de la práctica regular, para administrar un antidoto álos efectos terribles de enfermedades, que le parecían tanto mas horribles, que descendían con la sangre paternal á los ino- centes; i en verdad eran casi un cumplimiento de la denuncia- ción de la escritura, de hacer caer el castigo de los pecados del padre hasta en las cuartas generaciones de su progenie. Un re. medio no le pareció impracticable; i adoptó la noble resolución de dedicarse enteramente á su descubrimiento. Registro todo el acopio de la generosa naturaleza. Inquino i desecho, ec- samino i abandonó, hasta que al fin sus esfuerzos fueron pre- miados con suceso; la "Panacea" fué el fruto de su diligencia. Armado con esta entró en la arena con confianza, i desafio a la facultad á competir con él. Emprendió casos que ellos de- clararon incurables, i tuvo buen écs.to A la potente eficacia de ella viéronse ceder la Escrófula, el Sífilis el mal mercuria, i los afectos cutáneos de varias clases. La facultad estaban ya en armas; procuraron preocupar al público contra a Panacea artibuvéndole los ingredientes mas nocivos. No lucieron escrú- pu o de decir que contenia arsénico, i otras drogas mortíferas ^ue fuesen capaz de escitar las aprehensiones del público; perp 118 no lograron el intento: sus méritos eran demasiado manifiestos. Ahora mudaron de tono; dijeron que habia mucho tiempo que la conocían, i procuraron robar á Mr. Swaim el mérito del des- cubrimiento. Pero esta treta era demasiado superficial; pues, si la conocían, porque no la habian usado? Los médicos con- fesaron su valor, procurando descubrir el secreto. La sometie- ron á los agentes mas poderosos del análisis químico, tanto aquí como en Europa, mas en vano. La química solo sirve para des- cubrir los minerales. Sus esfuerzos de consiguiente fueron in- fructuosos. Entonces todos cedieron, á lo menos la parte mas respetable; porque en todas las sendas mas humildes de cada profesión, hai unos pocos que enconados con la idea de su pro- pia insignificancia, miran con envidia maligna el mérito que nunca pueden igualar. Estas personas han hecho que la prensa produzca sus maledicencias. Han identificado la Panacea con cincuenta medicamentos bien conocidos. El público podrá juz- gar que grado de crédito debe darse á sus aseverancias por la consideración de que no obstante sus arrogantes pretensiones de descubrir el secreto, ha adquirido una celebridad mui estensa i establecida en la mayor parte del mundo, tanto en la práctica de los Hospitales como en la particular; i ademas, que el proprie- tario ha recibido certificatos sumamente recomendatorios, de los médicos mas distinguidos, que les acarrea el mayor honor, i les hace acreedores á la constante gratitud del público. Pero este medicamento tiene todavía otra clase de enemigos, los cuales, debe temerse, habrán ó han efectuado, mas daño al público que la anterior, porque sus atrevidas pretensiones pueden engañar á los ignorantes; consiste de aquellos boticarios i otros, que re- conociendo el derecho del Sor. Swaim al descubrimiento origi- nal, avisaron al público que habian logrado hallar el conocimi- ento de su secreto. El mero hecho de que todos los médicos distinguidos han abandonado sus empresas de mostrar los se- cretos constituyentes de este medicamento, debería hacer que el público se guardara de la arrogancia de estos ignorantes pre- tendientes; ó á lo menos que escuchara este simple dictamen de la prudencia, de no comprar lo que estuviere cargado de una duda, cuando el indubitablemente legítimo puede obtenerse con tanta facilidad. No obstante, si algunos fueren tan desgraciados que sean atraídos por sus ofertas; la esperíencia les enseñará, que han gastado su tiempo i dinero sin provecho; ó quizá, que cargando sus sistemas con drogas nocivas, han estendido las devastaciones del mal. Tal es su historia en nuestro propio país. Las cir- cunstancias han puesto términos á nuestra literatura. Pero es á Jos adelantamientos que Ja física i Jas artes mecánicas han re- cibido en nuestro país, que orgullosamente apelamos para re- 119 futar aquella miserable filosofía que quiere colocarnos entre las degeneraciones de la naturaleza. Injustamente se ha dicho en oposición, que el Sor. de Swaim no descubre para el beneficio del género humano, los constituyentes de su medicamento. Su motivo no es pecuniario;—es para preservarle del abuso: es tal su naturaleza, que si viniese á caer en manos de los ignorantes, los efectos serian terribles; aunque cuando se compone bajo la dirección de los hábiles, es enteramente ¡nocente, i libre de daño. Al mismo tiempo que ha evitado estos males ocultándole, ha obtenido todos los beneficios de la revelación, distribuyendo su medicamento en todas partes por medio de sus agentes. Que continué en su obra filantrópica, i recibirá como premio de sus esfuerzos el aplauso de los sabios, i la gratitud de los buenos. CONCLUSIÓN. Habiendo dado al público unos pocos de los numerosos casos en que esta medicina se ha empleado con acierto, cumplo la promesa que hice al principio de este libro; i solo queda que esponga algunas observaciones en conclusión, después de las cuales se pide al lector que saque sus propias consecuencias de los hechos que le han sido presentados. Remitiéndonos á los casos que anteceden, se verá que la Pana- cea egerce su influjo benéfico sobre una gran variedad de males, la mayor parte de los cuales se consideran por lasmas grandes autoridades como incurables. Hemos visto que la Escrófula, cual- quiera que sea su origen, forma, ó época en que se usa la Pana- cea, está completamente bajo su dominio; no obstante, hai una variedad peculiar de este mal que quizá no se conoce suficiente- mente, i á la cual desearía en particular dirigir la atención: aludo á sus destrozos en los pulmones. Los mejores autores médicos sobre este mal* declaran con la mayor confianza, que la peor forma con mucho, i la mas incurable, de la Consunción, es la que ocurre en las constituciones escrofulosas; es, i siempre se ha creído, enteramente incurable i fuera del alcance de la medicina, por sabia i hábilmente que se dirija. Muchos de los ca