CONTESTACION A #\ I- * HCFOt 11M lli! A IíA QIjEJAQCT PRESENTÍ) EE Doctor Don J. Luis Andrino —ANTE LA— JUNTA DIRECTIVA DE LA FACULTAD -DE- MEDICINA Y FARMACIA. GUATEMALA. IMPEENTA 333 SILVA 7 CIA. CONTESTACION DEL lili Bill «US A VA QVV.J.V QVV, l'UV SÍA V Ó EL Doctor Don J. Luis Andrino —ANTE LA— JUSTl DIRECTIVA DE LA FACULTAD -DE- MEDICINA Y FARMACIA. GUATEMALA. IMPRENTA DE SILVA V CIA. Guatemala, 19 de Mayo de 1888. Señor Secretario (Je la Facultad de Medicina y Farmacia. Presente. El Señor Doctor don J. Luis Andrino ocurrió á la ilustra- da Junta Directiva de esa Facultad, afirmando tener con- migo una diferencia científica. La Junta se prestó á cono- cer de ella con carácter amigable. Faltaba mi aquiescencia para investir de ese carácter á la Junta y no tuve inconveniente en otorgársela. Pero tam- bién faltaba que yo conociera los motivos y fundamentos de semejante desavenencia. Se me ha transcrito la nota que contiene esos documen- tos; y ahora correspondería establecer la cuestión existen- te con todos sus pormenores y las bases, facultades, renun- cias y términos en que debieran estrecharse tanto los jue- ces árbitros como los interesados á efecto de obtenerse el laudo que terminase la cuestión. En cuanto á facultades, yo las daría omnímodas; mas respecto al punto cymtrovertido, no acertaría á determinar- lo. Dos hechos comprende la queja del Señor Andrino. Uno, el haberle yo injuriado. Otro, el haber yo hecho un diagnóstico erróneo ó por ig- norancia ó por malicia. 4 El primer punto no puede someterse á un arbitramento: la ley lo prohíbe. En orden al segundo, no hay mas (pie gratuitas suposicio- nes, hechos falseados. Así lo demuestra hasta la evidencia el folleto adjunto. Entonces, de qué conocería la Junta? No puede conocer de un hecho imaginario. No se puede, en consecuencia, estender el documento de compromiso que de al Tribunal árbitro facultades para resolver una diferen- cia ilusoria. Tócame, sin embargo, restablecer la verdad de los hechos: á ese fin se dirige la publicación mencionada. Con ella justifico mi conducta y satisfago plenamente á la Junta Directiva y al público en general. A la Junta, con demostrarle que por falta de asunto no puede ejercitar las mediaciones amigables que deseó em- plear entre el Señor Doctor Andrino y yo, bajo el supuesto de que existiesen entre ambos diferencias científicas. Al publico, con darle á conocer lo que existe respecto á esas supuestas diferencias que se han hecho trascender en mengua de la verdad. Sírvase, Señor Secretario, poner en conocimiento de esa respetable Corporación todo lo espuesto, con lo cual doy por terminado este incidente; y significarle mi reconocimien- to por la amistosa intervención que deseó emplear en tan desagradable asunto. Soy de Ud., con toda consideración, muy atto. S. S. (F.) F. Cheves. principio del corriente mes, los Diários de esta Capital a- la existencia de una cuestión quirúrgica suscita- da oficiosamente contra mí por el Doctor don José Luis Andri- no. Como éste la llevase basta la Junta Directiva de la Facul- tad de Medicina y Farmacia y se ha derramado en algunos cír- culos con falsos coloridos, debo darla al dominio público, restable- ciendo la verdad de los hechos, para que se conozcan los funda- mentos de aquella cuestión. El domingo diez y ocho del último Marzo, fui llamado á la Es- cuela Politécnica cerca de las dos de la tarde. Ocurrí inmediata- mente; y al entrar, hablé con el Capitán de la Compañía de Ca- detes, quien me refirió que entre siete y ocho déla mañana del propio día, en el camino de “El Zapote,’’ un Cadete cayó en u- na zanja de dos varas de profundidad: que como lanzara gritos de dolor, fué en su socorro y observó: “que el pié derecho lo tenia safado hácia afuera, de tal modo, que la planta del pié quedaba en paralela á la perpendicular del cuerpo.” Documento núme- ro 10. Ya informado del suceso, ocurrí á la enfermería: en ella observé al paciente, quien presentaba en toda la estremidad del miembro inferior derecho, basta el tercio inferior de la pierna, una infla- mación monstruosamente desarrollada. Sufría, además, dolores muy fuertes, á tal grado, que manifestaba verdadera congoja á la sola idea de que se le tocase la parte inflamada. No obstante la tumefacción y la resistencia del enfermo, le exa- miné cuanto me fué posible, temeroso de que los dolores tuvie- ran por origen la lesión de alguno de los nervios del pié y que por lo mismo sobreviniesen consecuencias mas fatales que las producidas por la obliteración de un vaso, ó por una fractura, aun complicada con lujación. Pero el proceso inflamatorio era ya muy violento, por liaber transcurrido mas de seis horas desde la caida del Cadete; y una vez que la piel no presentaba contusiones ni .alguna otra alteración, me concrete á combatir ese proceso in- flamatorio. Prescribí, al efecto, lienzos de agua blanca, lienzos que se apli- caron con todo el interés que el caso requería; pues, como se com- prueba por el documento número 11, el enfermero tuvo que solici- tar un ayudante para poder cumplir con exactitud mis preven- ciones. Tampoco me olvidé del síntoma dolor, ni de que el enfer- mo necesitaba de un cédante para aliviarse, conseguir el reposo y hasta lograr el sueño. Con tal motivo indiqué se le propinaran hasta tres cucharadas de elíxir polibromurado durante la noche. Ordené también la dieta conveniente; y no estendí mi tratamiento á combatir la inflamación con un purgante, porque el Cadete auu no había almorzado. Un dia después ,el paciente se hallaba en calma; pero la infla- mación, si bien no había hecho progresos, tampoco había dismi- nuido; y afortunadamente no se presentaba ninguno de los sínto- mas alarmantes que era racional esperar. No siendo ya necesa- ria la inspección constante que proporcionaban los lienzos, cambié el tratamiento por otro mas permanente, unciones de pomada mer- curial con belladona y cataplasmas emolientes renovables cada ho- ra: ordené que se continuara con el elíxir polibromurado, aumentando la dosis á cinco cucharadas en veinticuatro horas, y también que se observase la dieta prescrita. El martes veinte, la tensión de los tejidos inflamados había dis- minuido, aunque no el volumen; y el dolor era menos intenso. Con todo, el doliente no soportaba ningún movimiento en el pié afecta- do. La medicacóin de ese dia fué la misma del anterior. Observé el veintiuno, que la inflamación disminuía: que los teji- dos estaban ya menos turgentes: que el color rojo de la piel co- menzaba á desvanecerse; y que el calor, al simple tactar, era mu- cho menos sensible que anteriormente. Todo esto se alcanzaba no obstante que el enfermo oponía obstinada resistencia á la aplica- ción de las medicinas, como se desprende de los documentos núme- ros 9, 10. 11,12, 13, 14,15 y 21. En ese dia, por falta de elíxir polibromurado en la Farmacia de donde se surte la Escuela Politécnica,, lo sustituí con una pocion de bromuro de potasio, hidrato de doral y codcina, que se aplicó. por cucharadas. El enfermo había mejorado de una manera notable el veintidós, por haber disminuido la inflamación, á tal punto que el mismo, por su propio esfuerzo, pudo levantar el miembro dañado. Entónces Inobservé mejor; mas la dilatación de los tejidos aun no estaba re- ducida lo suficiente, y el dolor, en el acto de buscar las relaciones de las diferentes partes que componen la contigüidad déla pierna y de ésta con el pié, era escesivo. En aquella sazón me fué preciso desistir de fundar el diagnóstico; y aunque los informes que me die- ra el Capitán de la Compañía de Cadetes, quien vió al paciente en los momentos inmediatos al suceso, me hacían presumir que hubie- ra una lujación y talvez fractura, no podía servirme esta presun- ción de base cierta, sin que fuera confirmada por mis propias ob- servaciones. Al otro dia, veintitrés del mismo, el doliente no se encontraba en la enfermería cuando pasé la visita reglamentaria. Extrañando su ausencia, pregunté por él y se me informó que en la tarde anterior habia sido trasladado á casa de su familia. Asi terminó mi asistencia facultat’va en el caso á que se refiere el Doctor An- drino. La controversia que hoy me hace ocupar la atención del público, fue provocada por el mismo Doctor Andrino desde la primera vez en que vió al Cadete enfermo. Don Ignacio Peña, que en aquella ocasión era enfermero de la Escuela Politécnica, me comunicó que el Señor Andrino habia in- tervenido en la estracción del Cadete y que en esos momentos se es- presó mal de mi persona, como también corista de la carta del mis- mo enfermero publicada bajo el número 11. En esos dias, el nominado Doctor Andrino me dirigió sobre el particular la carta número 1. °, que pone patente el espíritu que le ha guiado en la polémica á que con persistencia me provocara. La acritud de esa carta corrobora lo que dijo en la enfermería de la Escuela Politécnica y que repitió después ante los Señores Director dcLmismo establecimiento y Capitán de la Compañía de Cadetes. Do- cumento número 10. Con posterioridad y con un fútil pretesto, se presentó en mi ca- sa Doña Dolores hermana del Doctor Andrino. En la conversación aludió á él: yo esquivé entrar en materia, por haber entendido el verdadero objeto de §u llegada. Debo hacer presente: que en clias anteriores, y antes de recibir la carta numero 1. ° , había estado en mi casa otro hermano suyo, llamado Don Crisóstomo. La visita de Doña Dolores, á que he hecho referencia, ocasionó la carta publicada con el número 2. Hace comprender la lectura de esa carta que habiendo formado el Doctor Andrino el proyec o de revestir este incidente con el carácter de un debate científico, se aprovechó de la llegada de su hermana á mi casa para suponer que á ella indiqué el deseo de entrar en polémica ante la Fa- cultad de Medicina, propuesta que jamás he tenido la intención de hacerle penetrado de que no hay materia que deba sustentar una disputa científica, como se demostrará en el curso de ésta publi- cación. En consecuencia, asi como su anterior, quedó su segunda carta sin contestación de mi parte. Abrigué la esperanza de que mi conducta prudente y reservada diera tiempo al Señor Andrino para refleccionar acerca de los pasos que había dado y para comprender que iba precipitándose en el ridículo; pero mis esperanzas se desvanecieron cuando recibí la nota número 4, por la cual la Secretaria de la Facultad Je Me- dicina y Farmacia me citaba para ante la Junta Directiva á vir- tud de promoción del Señor Andrino. El juicio que tenia ya del festinado procedí mienta Je éste Señor, fué bastante para persuadirme Je que se había sorprendi- do al ilustrado criterio de la Junta Directiva; y tanto era así, que en los términos honrosos de la comunicación últimamente relacio- nada, se califica de digna de encomio la conducta del Señor Andri- no, partiendo del supuesto de que habían existido desavenencias en- tre él y yo, motivadas por un caso’práctico de cirujia. Ese caso, en verdad, no ha ofrecido diferencia alguna, pues hasta hoy nu he hablado con el Señor Andrino, ni tampoco he contestado sus injuriosas cartas; yesos denusetos, de que lie .sido víctima, en nada afectan el caso quirúrgico á que se hace relación. Sin embargo, respetuoso siempre para con la Junta Directiva, tuve muy buena voluntad en asistir, y lo hubiera verificado en ese dia, á no ser por una circunstancia poderosa que á última hora me lo impidiera. A mi solicitud, y prévias mis disculpas, aque- lla honorable Corporación señaló nuevo dia con igual objeto, lo que me fué comunicado oportunamente, tanto por la Secretaria déla Junta, como por una corta esquela del Señor Andrino, que publico para que no se desmienta su activa eficacia en éste asunto. Documentos números 3 y 6. El ¡cinco de los corrientes, que fué el dia señalado, y en sesión ordinaria, se trató del asunto de ésta manera: El Señor Decano espuso que se deseaba terminar las diferencias que el Doctor Andrino habia manifestado tener pendientes conmi- go. Interpelé entónces á la Junta para que se sirviera cspresar con qué jurisdicción ó bajo de qué forma iba á conocer aquel Tribunal Téc- nico, como se le llama en la nota de la Secretaria de la Junta fe- chada el 25 de Abril (Documento número 4), interpelación que es- timé justa, una vez que se habia empesad > á ejercer jurisdicción y tomado conocimiento del asunto con el hecho de llamárseme ante ella. Se me contestó que la Junta no podía tener compe- tencia, sino con el carácter ele Tribunal amigable. Para que pueda existir un Tribunal ele esa naturaleza, y constituirse y dar fuerza á sus determinaciones, es indispensable- mente necesaria la circunstancia de que preceda la designación de ámbas partes; y como en el caso ocurrente faltaba mi aquiescencia juzgué un deber de respetuosa consideración hacia la Junta pres- társela de una manera sin que se me pidiese, ya epie lo contrario hubiera dado origen á evitarle conocer en un asunto para el cual hasta entónces carecía de competencia y en el que únicamente me esplico su intervención, considerándola animada por el espíritu conciliador que siempre es laudable emplear entre personas compenentes de una misma Corporación científica. El hecho de someterme á esa jurisdicción sin conocer siquiera los conceptos de la queja contra mí formulada, indícala tranquilidad de mi conciencia; y el de no rechazar el conocimiento amistoso de la Jun- ta, la, confianza que me inspira esa agrupación científica de compro- fesores. Legalizada así la intervención de la Junta, uno de los Señores Vocales pidió que le diera á conocer la esposición del Señor A ndrino y fué leída por el Señor Secretario. Su lectura me sorprendió mu- chísimo, pues ignoraba hasta ese momento los conceptos de tal es- posición, en la que tan manifiestamente se desvirtúan bs hechos y se me dirigen nuevos é inmerecidos ul rajes. Me abstuve de entrar en materia, tanto porque esta cuestión bal iéndose trascendido en el público, públicamente debía tratarse, cuanto porque temía dos cosas: la primera, que se tergiversasen mis palabras, como ha tergiversado los hechos mi competidor, y la segunda, porque esperaba oir en la discusión palabras descompues- tas p t parte del Señor Andrino, lo que era de presumirse por u- sar de ellas con alguna prodigalidad, como se vé en muchas de las constancias que se encuentran al final de este f<. lleto, recurso á que apelan siempre los que con malicia defienden una mala ■causa. 10 Pedí, per I ales motivos, que la cuestión se tratase por escrito pa- ra darle á toda ella publicidad. Al efecto y á petición mia, la Jun- ta acordó transcribirme la esposición del Señor Andrino. No quise ni por un momento que sin saberse de antemano las bases de mi contestación, en comentarios maliciosos e hijos de la mas estreñía capciosidad, se sospechara que pretendía servirme de las revelaciones que el Doctor Andrino hiciera acerca del carácter de la lesión: que en consecuencia me aprovechase, para enmendar algún error cometido de mi parte, de las luces que el diagnóstico del espresado Doctor pudiera arrojar sobre el asunto; y por últim >, que amoldara á los suyos mis propios juicios. Absoluta- mente pretendía esto. Por el contrario, quise que desde luego no se presentasen esos comentarios á la mente de alguno de los concu- rrentes, para lo cual espuse que era otro muy distinto el aspecto de la cuestión, otro el giro que tomaría mi respuesta; y consigné como base fundamental y única de ella: que yo no había hecho diagnóstico; y que no podía hacerlo antes que los antiflogísticos que apliqué obrasen y me permitieran observar aquella lesión, por mas que, como he dicho, me proporcionaran datos güira presumirlo los informes del Señor Capitán de la Compañía de Cadetes. Con ésto terminó su sesión la Junta. Algunos dias después, la Secretaría de la Facultad, me dirigió el oficio que se rejistra bajo el número 7, y en el cual aparece inserta la queja del Señor Andrino. Del exáim n del ocurso antes relacionado se desprende: que el Se- ñor Andrino me atribuye un diagnóstico erróneo ó malicioso; que pide conferenciar conmigo para tener esplicaciones;que solicita el nom- bramiento de una comisión; y en fin afirma, que abandoné al enfer- mo y falté á la moral médica permitiéndome verter espresiones para él ofensivas, todo lo que se propone comprobar con el dicho del Director, enfermero, algunos oficiales y Cadetes compañeros del pa- ciente. Señalados respectivamente con los números 8, 9,10, 11, 12,13, 14 y 15 se encuentra el testimonio de cada una de las personas que en apoyo de sus asertos invoca el Señor Andrino y que yo acep- to gustoso. Si tan caracterizadas personas, asegurasen lo que él supone en la queja á la Facultad, se esplicaria su conducta; pero constando que aseveran precisamente todo lo contrario, no se puede comprender con qué fundamento se atreviera a consignar hechos falsos ante una Corporación que sobre ser respetable por sí misma, debiera respe- tar aél más todavía desde el momento en que la eligió como Tribu- 11 nal para juzgar del hecho. De esas dignas personas que creyó el Sr. Andrino apoyarían sus aserciones, ha recibido, en la relación que hacen de los hechos, un solemne mentís, en cambio de la ofensa que les hizo al solo pensar que fueran propicias á sus torcidas afirmaciones. No es mas feliz el Señor Andrino cuando sostiene que hubo equi- vocación órnala fe en mi diagnóstico, pues jamás ha conferenciado conmigo, como debió hacerlo, si tan celoso fuera, como quiere apa- recer, de sus deberes profesionales. Muy al contrario de esto, y sin tener presente que en su queja dirigida á la Facultad dice formularla en honor á la moral médica, menosprecia y ofended esta misma moral cometiendo la gravísima falta de penetrar sin mi intervención á un Establecimiento cuya asistencia facultativa está á mí esclusivamen- te encomendada. Si grave es atropellar asi todo deber de com- pañerismo hasta en el hogar de una familia, es mas grave todavía a- tropellarlos en el presente caso en que existe un médico de nombra- miento oficial, único llamado á prestar asistencia á los enfermos. Agravó mas su falta el Doctor Andrino al injuriarme en donde le era vedado presentarse en calidad de Cirujano, aun con el come- dimiento que enseñan la educación y la misma moral médica. Comoen la parte narrativa he dicho, no llególa oportunidad de que yo examinase al paciente sin la inflamación que trataba de hacer disminuir para fundar mi juicio sobre la naturaleza y valor clí- nico de la lesión, y por consiguiente no puedo comprender por quémé- dios supo el Señor Andrino que yo diagnosticase ésta como un simple golpe. La posición en que el pié quedó después de la caída, los in- formes queme suministraron el enfermo y otras personas que in- mediatamente después de lo ocurrido le observaran, la inflamación que se produjo, los acerbos dolores que tanto aflijían al Cadete y por último, el no presentarse la mas lijera equimosis, escluyen el fundamento de podérseme atribuir el erróneo diagnóstico que se me imputa. Pudiera llegarse ó creér que dicho quimérico diagnós- tico fuese un arbitrio inventado á fin de procurar una discusión. Desvirtuando asi los hechos, formando peregrinas novelas sobre curaciones maravillosas, se podría muy fácilmente llegar á ser un médico notable, tener polémicas á cada paso ante la Facultad, me- ter mucho ruido y desacreditar á todo aquel que con mas ó menos razón nos infunde alguna antipatía ó que con su constancia, estudio y honradéz trata de conquistarse un puesto ante la respetabilidad social. Pero no siempre esa conducta alcanza el triunfo; porque descubierta la verdad, resulta la ineludible ridiculéz de que el mismo que le diera interesante novedad con su calenturienta imaginación, 12 se muestre después asombrado de su obra y se lance implacable sobre el fantasma forjado por sus propias concepciones. Mees en estremo desagradable y lo digo ingenuamente, el haber lie gado á las anteriores conclusiones sugeridas por los hechos demos- trados en éste incidente que yo no provoqué; pero me es muy mas desagradable el creér que el objetivo del Señor Doctor Andrino fue- ra lucir, según, se desprende del alarde desús cartas, su victorio- so diagnóstico, el cual, a su juicio, me ha salvado de una grave responsabilidad constituyéndome, para colmo, hasta deudor de su gratitud. Y he dichoque esto me parece muy mas desagradable porque cualquiera, aunque no tuviese la respetabilidad científica del espresado Señor Doctor, habría hecho ese diagnóstico, que si bien era imposible establecer ante una escesiva inflamación, era yafacilí- simo sin ella; y del cual no podría jactarse el menos aventajado al- béitar, quien hubiese diagnosticado déla misma manera con solo observar al paciente sin mas auxilio que el que sus sentidos le pro- porcionaran. No es, pues, una grande obra la que llevó á feliz término el Sr. Andrino: no es éste, de seguro, el caso mas difícil que se le ha pre- sentado en su larga carrera profesional, á menos que se deseara in- ferirle el agravio de estimar bastante reducido el campo de acción de sus facultades médicas. Si por el contrario, se me afirmara que pudo diagnosticar, no obstante la inflamación escesiva que me lo im- pidiera; entónces diría que tiene aquel Doctor el inapreciable mara- villoso don de vencer la naturaleza é ir mas allá de los límites de la ciencia y de la posibilidad; mas diagnosticar en un caso que, repito, se presentó al Señor Andrino ya simplificado, no merece la vana- gloria que pudiera atribuírsele haber hecho en circunstancias nada difíciles. Llama muy especialmente la atención que persistiese mi adversa- rio en que ésta ocurrencia tomase un giro que yo esquivaba, enemigo como goy de tener rencillas y de distraer mis ocupaciones con enojosas disputas. Fácil es observar que miéntras el Señor An- drino me fastidió con sus continuas y ofensivas cartas sobre un tema injustificable, yo apuré mi paciencia al grado de contes- tarlas con el silencio. Este, sin duda, le hizo tomar mayores bríos y perseverar en sus propósitos hasta acudir ante la Facultad de Medicina pensando así dar un golpe terrible á mi reputación (jue tengo el deber de conservar incólume defendiéndola de tan inme- recidos ataques. El Señor Andrino pretendió, como he dicho en la esposicion de los hechos, atribuirme la iniciativa de ocupar con este asunto á la Junta 13 de aquella Facultad, en la creencia sin duda de que habiendo ansia, también por mi parte, de llamar la atención pública, vería en ello una ocasión felicísima para lograrlo. Pero deseoso, como lie estado siempre, de no figurar de esa manera y resuelto á no desviarme un ápice de la verdad en éste relato, confieso ingenuamente que los mo- tivos de la cuestión, los pasos dados para (pie tomara incremento y el camino por donde se le ha hecho marchar, todo es obra propia y esclusiva del Doctor Andrino. Lo digo para que si hav algún mérito con esta conducta conquistado; tal mérito, en justicia, á él y solo á él se conceda. Me atribuye, por último en su queja, haber hecho completo aban- dono del enfermo mientras estuvo sujeto á mi cuidado; y á pesar de no reconocer el Sr. Andrino la falta que cometiera al entrometerse entónces en su curación, crée, con énfasis estreñía, haberme salvado de la grave responsabilidad que como Cirujano de la Escuela Politéc- nica contraje por aquel supuesto abandono. Se falta así á la verdad y se dirijo á la vez un inmerecido cargo al pundonoroso Director de ese Establecimiento, cuyo celo reconocido no podría jamás per- mitir que yo me desviara de la línea de mis obligaciones. Para probar con mayor abundamiento el avance que se comete con ase- gurarse tales omisiones, publico bajo los números 16, 17, 18, 19 y 20, atestados de todas aquellas respetables personas que pueden responder del exacto cumplimiento de los deberes que pesan sobre mí como Cirujano Militar. Bien se comprende que el Señor Doctor Andrino emplea tan in- justificable cargo como un ingenioso ardid para disculparse de la fal- ta que cometió introduciéndose en un hospital (pie está bajo mi asistencia facultativa á examinar uno de los enfermos y á criticarme injuriosa y dogmáticamente, ardid que hubiera sin duda omitido emplear al saber que á tal falta de moral médica, á su ágria crítica y también á sus trascendentales injurias, les di la calificación mé- recida persuadido de que su entusiasmo al criticarme lo remontó á tal altura, que por efecto de la distancia se olvidó de-observar las reglas mas triviales de urbanidad cuando se referia á un comprofe- sor á quien indudablemente hubiera tratado de otro modo en su pre- sencia. En resumen, muy lejos de que las constancias que arrojan la luz de la verdad sobre la presente materia, y que son sacadas de las mis- mas fuentes que en su apoyo cita el Señor Andrino, demuestren uno solo de loá cargos que se me deducen ante la Junta Directiva de la cuitad de Medicina y Farmacia (Documento número 7), hacen des- prender en contraposición á ellos y sin necesidad de mayores esfuer- zos intelectuales, las siguientes conclusiones: Que además de no tener razón para atribuirme el Señor Doctor don José Luis Andrino falta alguna, es él quien infringió los debe- res que recomienda la moral médica: Que fué obra esclusivamente suya la provocación, obra de sus de- seos fue llevar el asunto hasta la Facultad y producto de su imagina- ción fueron los fundamentos en que creyó apoyarlo: Que no hay motivo racional para justificar la existencia de una cuestión científica; ya que, como se demuestra, el diagnóstico que me atribuye fué forjado por el mismo Señor Andrino; ó bien por in- formes cuya procedencia ignoro: Que fué un ardid del mencionado Doctor el hecho de asegurar que yo abandoné á su protegido durante los tres dias que le asis- tí: Que no existiendo tal diferencia científica sobre la cual iba á ver- sar el conocimiento de la Junta Directiva, fué una falta de conside- ración el importunarla con puerilidades: y; Que habiendo sido contraproducente á mi detractor el testimonio délas fidedignas personas con quienes se prometió demostrar los he- chos que su queja contiene, le aconseja la prudencia que no toque ya mas esta cuestión destruida en sus cimientos. Lastimada mi dignidad, herido en mi honra profesional; pero sin ningún rencor ni resentimiento, he ocupado la atención publica convencido de que al salir en mi defensa no he devuelto al Doctor Andrino injuria por injuria. El fallo de la Sociedad, á que apelo en mi desagravio, dará, sin duda, la razón á quien con hechos incontestables ha demostrado que la tiene. Guatemala, 19 de Mayo de 1888. F. Chovss. DOCUMENTOS JUSTIFICATIVOS. CARTAS del Doctor Don J. Luis Andrino. DOCUMENTO NUM. 1. 1888 Abril 7. Sr. Dr. Don\ Fernando Cheves.—Presente. Mui Sr. mió: Por complacer á la estimable familia del Dr. Don Salvador Chéves; fami- lia con quien tengo la honra de cultivar relaciones de alto aprecio para mi; i además, para salvar á U de la mui trascendental responsabilidad en el ca- so grave de la enfermedad quirurjica del apreciable joven José Victor Ché- ves, me hice cargo de su curación, poniendo inmediatamente todos los me- dios pocibles para evitar el mal resultado que traería consigo el indiferentis- mo y frialdad con que U vio á dicho joven. Tengo la convicción, que este (Acontecimiento, debiera interpretarlo U, co- mo un servicio á U mismo, i no en el sentido poco lisonjero en que desgra- ciadamente ha querido U tomarlo, profiriendo insultos contra mi, jcalifican- dorne de ingnorante; fallo, de que no apelo, una ves que un mi compañero lo dice. Bien pues, aceptando todas sus injurias, con la mayor buena fé; quiero Unicamente rechazar con la dignidad que me caracteriza, otras especies qe U. candorosamente se ha permitido evaporar. Por ejemplo: entre sus muchas cosas que U profiere contro mi, dice: que mi deseo es disputarle su destino. A eso contesto, autorizando á U por medio de esta, para que pregunte al Señor Ministro Mendizabal, si es ó no, cierto, que se me han propuesto va - rios destinos y que no he aceptado. Dirá U. que esto es una cachurecada; no señor, talves no he aceptado, por mi incompetencia en la cual pienso todos los dias.... Tengo sin embargo; una pocision mui humilde por cierto, pero has- ta ahora no me he valido nunca de medios infames para optar á ningún puesto. lie tenido varios que pudieran envanecerme; no obstante, no es asi. Solo me envanece el cumplimiento de mis deberes i haber alcanzado una mediana aceptación publica, por mi manejo digno, cp\e es \J, el primero en calificar á su modo. 18 Ha dicho U. tarnbiem que yo soi cachureco. Como esta cuestión, nada tie- ne de política, pues yo no he leído hasta ahora ninguna obra de Politica- quirurjica, hago abstracción de ese asqueroso epiteto que me parece un cu- curucho. Termino por invitar á U, para que si lo tiene á bien, se sirva pasar á esta su casa con el objeto de que vea U. confirmado mi diagnostico i tratamiento por una autoridad medico quirurjica, mui notable entre nosotros, quien de- tenidamente examinó al estimable joven José Y. Cheves. de su enfermedad, lo que hice, por haber dicho U. que el ilustrado Doctor Dn Samuel Gronza- les era acérrimo enemigo de U. Sin otra cosa por ahora soi de U. atto. S. S. (A!)—J Luis Andrino DOCUMENTO NUM. 2. 1888. Abril 17. Sr. Dr. Don Fernando Cheves—Presente. Mui Sr mió: Hasta anoche supe por medio de mi hermana Dolores, que U desea viva- mente que tengamos una entrevista ante la Escuela de Medicina, con el ob- jeto de tratar de la cuestión quirurjica, con motivo de la curación que es- toi haciendo al apreciable joven José Y. Clieves. Como esto me parece un medio decente y de caballero, estraño muchísimo que U. no me lo hubiese propuesto en contestación á la carta que con fe- cha seis del presente diriji á U i la cual tengo seguridad que recibió Ahora espero me conteste á la mayor brevedad pocible si esta ó no dis- puesto á lo que dijo U. á mi hermana para que entremos inmediatamente en la cuestión. Soi de U. atto. S. - (id)—J. Luís Andrino DOCUMENTO NUM. 3. 1888. Mayo 5. Sr. Lr. Don Fernando Chever—Pte. _ Sr. Para hoi á las cinco de la tarde está U. nuevamente citado para nuestro asunto en la Escuela de Medicina. Deseo que U. esté mejorcito para tener el gusto de verle este tarde sin falta. Su affmo. [id]—J L Andrino NOTAS de la Facultad de Medicina; y contestación á una de ellas. DOCUMENTO NUM. 4. Secretaria de la Facultad de Medicina y Farmacia Guatemala. Guatemala Abril 25 1888. Sor. Dr. don Fernando Cheves.—Pte. El Señor Dr. don Luis Andrino, dirijió á la Junta Directiva de la Facul- tad de Medicina y Farmacia, una exposición en la que manifiesta que entre U. y él, lian ocurrido algunas desavenencias respecto á un caso quirúrjico, y que deseaba tener una explicación ante la referida Junta. Digna de encomio es la conducta del Dr. Andrino, porque celoso del deco- ro profesional y atendiendo á los principios do moral médica, se dirije á un Tribunal técnico en vez de hacerlo á los ordinarios. En guarda, pues, de los fueros y prorrogativos de los comprofesores, la Junta dispuso, se oficiara á U., indicándole lo que desea el Dr. Andrino y en la seguridad de que U. no se negará á concurrir ante ella, el lúnes próximo á las 11 a. m. Para el efecto indicado, me es grato suscribirme su atto. y S. S. [A7.] 11. Benyoeclica Srio. DOCUMENTO NUM. 5. Guatemala, 30 de Abril de 1888. Sr. Srio de la Facultad de Medicina y Farmacia.—Presente. Señor: Recibí la atenta nota de Ud., fechada el 2o del que hoy fina, en la cual Ud. se sirve manifestarme que el Doctor don Luis Andrino desea tener una esplicación ante la Junta Directiva de la Facultad de Medicina y Farmacia respecto á un caso quirúrgico que el mismo Doctor Andrino asegura haber ocasionado algunas desavenencias entre él y yo; y que la propia Junta, en guarda de los fueros y prerrogativas de los comprofesores, dispuso: que se me oficiara indicándoseme el laudable propósito del espresado Doctor Andrino, con la seguridad de que yo no me negaría á concurrir el di a de hoy á las once. Aunque desde el momento en que me impuse del contenido de la referida nota, tuve el propósito de asistir, un negocio imprescindible de familia me impide comparecer ante esa honorable Junta, como me proponía verificarlo hoy mismo para que se me diese á saber la esposición que Ud. dice haberse producido. Dígnese Ud., pues, hacer presente á la respetable Junta Directiva lo es- puesto; y que por mi parte no hay inconveniente en comparecer, siempre que se sirva señalar, con tal objeto, nuevo dia y hora. Encarezco, además, al Señor Secretario, que sea muy servido darme el correspondiente aviso de lo que se resuelva; y al mismo tiempo que acepte las muestras de la respetuosa consideración con que me suscribo de Ud. S.S. (.F.)—F,: Cheves. DOCUMENTO NUM. 6. Secretaria de la Facultad de Medicina y Farmacia Guatemala. Guatemala Mayo 5 de lí 88. Señor Dr. don Fernando dieres.—Pte. En la apreciable comunicación de U. de fecha 30 del mes pasado, se sirve U. decir lo siguiente: ‘‘Dígnese U., pues, hacer presente á la respetable .Jun- ta Di rectiva lo esptiesto; y que por mi parte no hay inconveniente en com- parecer siempre que se sirva señalar, con tal objeto, nuevo dia y hora.” En virtud de lo que antecede, el Sr. Decano, me encarga manifestar á U., que la Junta Directiva, celebrará sesión el dia de hoy a las o p. m. y que espera se sirva U. concurrir á ella. Soy de U. muy atto. S. S. (F.)—B. Bernjcechea Srio. DOCUMENTO NUM. 7. Secretaria de la Facultad de Medicina y Farmacia Guatemala. Guatemala, Mayo 7 1S88. Sen cr. Dr. don Fernan lo Cl eres.—Pte. Se ha recibido en esta Sria. la nota que literalmente dice: ‘‘Honora- ble Junta Directiva déla Facultad de Medicina y Farmacia.—“Teniendo actualmente en curación un caso de cirujia que consiste en una fractura do- ble déla estremidnd inferior de la pierna den cha, ó sea in ]cs meleolos ínter* 21 no y esterna, ahora que aún es tiempo que la Honorable Junta Directiva de la Facultad, nombre una comisión para que examine al enfermo, prévia citación del Dr. Dn. Fernando Clievez, quien maliciosamente y tahez por i/novando, sostiene que no hay fractura sino un simple golpe.—Ala Honora- ble Junta Directiva pido, se sirva ex i j ir al Dr. Clievez, una explicación sa- tisfactoria sobre el caso en cuestión, conferenciando al propio tiempo con el (pie habla. La presente exposición la hago en honor á la moral médica, }jorque el Dr. Clievez se ha permitido verter especies altamente injuriosas contra mi, debiendo mas bien agradecer que le salvé de la gran responsabi- lidad, que tiene, pues como médico de la Escuela Politécnica, debió haber asistido con todo empeño al enfermo y no abandonarle por completo, lo que se puede probar no solo con el dicho del enfermo, sino aun con el del propio Director del Establecimiento, enfermero, algunos oficiales y cadetes com- pañeros del paciente.” Protestando á la Honorable corporación médica todo mi respeto y consideración, tengo la honra de suscribirme su muy atento Servidor.—(F.) J. Luis Andrino.” La Junta Directiva dispuso que se oficiara á U. la exposición dirijida por el Dr. Andrino, con el objeto de que si lo tuviere á bien, se sirva concu- rrir ante esta Junta, para ver si se puede arreglar el incidente ocurrido en- trambos comprofesores. Con fecha 80 de Abril dirijió U. una nota en la que decia que un nego- cio imprescindible de familia, le impedia comparecer ante la Junta Directiva, pero que no tendría inconveniente en comparecer, siempre qne se señalara nuevo dia y hora. En esta virtud el Sr. Decano tuvo á bien señalar el dia sábado 5 del corriente, y en esa Junta á la cual U. concurrió, se dispuso á solicitud de Ü. que habiéndose presentado el Dr. Andrino por escrito ante la Junta Directiva, se diera á U. traslado de la solicitud del Sr. Andrino, para contestarla U. de igual manera. Lo que tengo el gusto de manifestar á U. suscribiéndome su atto. y S. S. [A7.] —R. BemjoccJiea,. Sido. DOCUMENTO NUM. 8. «OIA del Señor Director de la Escuela Politécnica. Escuela Politécnica. Dirección. Guatemala, 5 de Majo de 1888. Sr Cirujano de la Escuela Politécnica.—P. En contestación á su atento oficio en que pide de ésta Dirección un certi- 22 ficadode la asistencia facultativa prestada por Ud. á esta Escuela, debo mani- festarle, que con referencia al estricto cumplimiento de los deberes de Ud. como Cirujano de este Establecimiento, solo he tenido una queja suscitada por el oficial Fidencio Zaldaña. Como quiera que haga muy poco que es- toy al frente de ésta Escuela, no he querido resolver este asunto yo mismo y se lo he encargado á los Sres: D. Francisco Vela, D. Francisco Orla y Juan G. Santiago. Aparte del incidente mencionado de cuyo resultado remito á Ud. co- pia, (1) me es satisfactorio manifestarle que no tengo motivo alguno sobre la asiduidadad y buen comportamiento de U. en el ejercicio de sus atribu- ciones en esta Escuela. L. v R. (F.)—E. Carrera. CARTA dirigida al Sr. Licenciado Don Manuel Barrera, Coronel del E- gército y Ex-Director de la Escuela Politécnica; y contesta- ción del mismo Señor. Sr. Coronel Lie. Dn. Manuel Barrera.—Presente. Estimable Señor: Kuego á üd. se sirva manifestarme, al pié de la presente, si.yo, como médi- co encargado de visitar la Escuela Politécnica, establecimiento que U. tuvo bajo su dirección, descuidé alguna vez de los enfermos que estuvieron á mi cargo en la enfermería de la Escuela; y especialmente encarezco á Ud. relacione las circunstancias que se refieran á la lesión de que adolece el Cade- te conocido por José Víctor Cheves, á la asisténcia que presté á ese enfermo, á la conducta de éste durante su permanencia en la enfermería y á todo lo demás que Ud. crea digno de mención. Sírvase dispensar la molestia que le ocasiono y recibir anticipadamente los agradecimientos de su atto. S. S. {F.) F. Cheves. DOCUMENTO NUM. 9. Guatemala, 3 de Mayo de 1888. Señor Doctor Don Fernando Cheves. Estimado Señor: Obsequiando los deseos manifestados por Ud. en su apreciable de fecha (1)—Con el número 21 se publica la información á que se alude. Se verá por ella la intención que algunos tuvieran de lastimar mi honra; y talvez serian quienes ofrecieron datos que no pudie- ron obtener conforme á §ps propósitos. dos del corriente, tongo el honor de contestarle sobre los punto» á que se re- fiere. D arante el tiempo que yo tuve el mando de la Escuela Politécnica y que U. servia como médico de la misma, no hubo queja ninguna respecto á descuido ó negligencia por su p irte en el cumplimiento de su deber, pues las visitas ordinarias las practicaba con la debida puntualidad, y cuando se le llamaba extraordinariamente llegaba sin pérdida de tiempo, prescribiendo en ambos casos, lo que creia indispensable á los enfermos que se le presentaban; y en honor á la verdad puedo asegurar que siempre vi solicitud de su parte para que nada hiciera falta á la buena asistencia de los mismos. Respecto al Cadete Cheves debo manifestar á Ud. que fue asistido con el esmero y prontitud - que el caso requería; y la única queja que tuve sobre el particular fue la de (pie dicho joven no quería hacerse las medicinas que Ud. le había prescrito, por lo cual, yen cumplimiento de mis instrucciones, vá- idas veces le reprendió el oficial de guardia. También tuve noticia de que aquel Cadete se espresaba contra Ud. en términos ofensivos. Creo que con lo espuesto anteriormente, que es la relación verdadera de los hechos, he cumplido con lo que Ud. se sirve pedirme. Con protestas de mi distinguida consideración, soy de Ud. atto. i S. S. (F.)—Manuel Barrera, CARTA al Señor Comandante 1 ° Don Leopoldo Orellana, Capitán de la Compama de Cadetes; y contestación de dicho Sr, Guatemala, Abril 27 de 1888. Señor Comandante 1. ° Don Leopoldo O rellana, Capitán de la Compañía de Cadetes.—Presente. Estimable Señor: En la necesidad de precisar las circunstancias que acompañaron al acto en que el Cadete conocido por José Víctor Clieves sufrió en el pie dereclio la lesión de que hoy padece y las circunstancias también que precedieron hasta la salida de óste de la enfermería de la Escuela Politécnica, suplico á Ud., como Capitán de la Compañía de Cadetes y como testigo presencial, se sirva á continuación referirme los hechos á que me contraigo. También suplico á Ud. se sirva repetirme por escrito, las cspresiones que el Doctor Andrino se permitió decir en contra de mi personalidad, cuando diri- gía la estraccion de la enfermería del joven á que he aludido. Como puntos esenciales que deseo se consignen, manifiesto á Ud. lo si- guiente: el estado de hinchazón en que se encontraba el pie del < paciente cuando lo vi por primera vez; y si ésta había disminuido cuando el enfermo 24 fué llevado á su casa. Anticipándole á Ud. mis agrade emientos, tengo el gusto de suscribirme de Ud. muy atto. S. S. (F.)—F. Cheves. DOCUMENTO NUM. 10. Señor Doctor Don Fernando Chevcs.—Presente, Apreciable Señor: En contestación á su estimable del veintisiete de los corrientes, en la que Ud- me pide le informe sobre las circunstancias que ocurrieron al acto de la lesión del joven Cadete José Victor Cheves, le digo: que no tengo inconve- niente en satisfacer el deseo de Ud. y lo hago con el mayor gusto. El dia diez y ocho del mes de Marzo pmo. pdo., en ocasión que la Com- pañía de Cadetes se dirijia á los baños de “El Zapote”, el joven aludido con otros de sus compañeros, separándose del resto de la fuerza y sin hacer caso á mis reprensiones, se dirigieron en carrera por uno de los lados del camino, atravezando una cortadura como de dos varas de alto y en la que cayó el joven Cheves dando gritos de dolor, á lo que ocurrí pronto v encontré que el pié derecho lo tenia safado hácia afuera, de tal modo, que la planta del pié quedaba en paralela á la perpendicular del cuerpo. Le hice volver el pié á su postura natural y ordené que se condujera al enfermo en el ácto á los mencionados baños, en donde se le hecho en el pié descompuesto, un poco de aguardiente y se le aseguró en seguida con un pañuelo, atado en forma de estribo, al resto de la pierna. Lo relacionado fue entre siete y ocho de la ma- ñana. Como en aquel momento y lugar no disponíamos de prontos médios de co- municación, tuvimos que esperar que un joven paisano avisara al referido Es- tablecimento, con objeto de que remitieran una camilla; pero como el tiem- po que trascurría podía ser causa de la gravedad del paciente, dispuse que se improvisara una, en la que fué conducido. En el momento de llegar á la Escuela, viendo que el joven tenía muy inflamada la pierna y flojo el pañue- lo que se le había puesto, mandé á un ordenanza para que le llamara á Ud. y Ud. se presentó pocos momentos después. Me consta que Ud. puso todos los médios posibles para curarlo; y que le vio con el mismo interés conque ha visto á los demás enfermos de la Escuela. En una de mis frecuentes visitas que hice al enfermo en el mismo día del acontecimiento, me manifestó que tenia muy fuertes dolores y en esos mo- mentos dirigía una carta al Señor Monge para que le mandara algunas medi- cinas, pues no se quería aplicar las que Ud. le recetó. No me consta que al enfermo se le haya inflamado mas la pierna; lo que sí noté es que ya no se quejaba como al principio, pues le encontré más cal- mado la última vez que le vi. Tampoco me consta personalmente, sino por medio del enfermero, que el Se- ñor Doctor Andrino haya proferido insultos contra Ud.; pero sí me consta que este Señor dijo ante mí al Señor Director de la Escuela, que se había descuida- do la curación del joven Cheves v que con un dia mas tendría para gangre- narse. No me consta que Ud. haya proferido alguna vez, malos conceptos para el Señor Andrino, ni para ninguna otra persona; por el contrario, no he vis- to en Ud. sino portes de un cumplido caballero. He observado que durante el tiempo que Ud. sirve en esta Escuela, ha asistido con puntualidad á la hora reglamentaria; y que al Señor Director y ámí, varias veces nos ha propuesto puntos de higiene para el Establecimiento. Esta es la verdad de lo ocurrido. Sin otra cosa, Señor Doctor, me es honroso susciibirmc de Ud. su Atto. S. S. (F)—Leopoldo 0 rellana. Guatemala, 2 de Mayo de 1888. CAUTA al enfermero de la Escuela Politécnica y su contestación. Guatemala, Abril 27 de 1888. Señor Don Ignacio Peña—Presente. Señor: Espero de Ud. que á continuación de la presente, se sirva manifestar, como enfermero que fue de la Escuela Politécnica, cuál fue el estado en que se ha- llaba el Cadete llamado José Víctor Cheves cuando le empesé á asistir por la lesión que sufrió el mes pasado en el pié derecho, cual fué el tratamiento que inmediatamentely en los dias sucesivos indiqué parala curación de dicho jo- ven, la dieta prescrita y demas circunstancias que sean dignas de mención y que sucedieron en los dias corridos desde que el Cadete de que me ocupo su- frió la lesión hasta que fué estraido do la enfermería de la Escuela para llevar- lo á su casa. También suplico á Ud. se sirva indicarme las espresiones que el Doctor Don Luis Andrino vertió contra mí en los momentos en que se trataba de sa- car al espresado Cadete. De Ud. atto S. S. SEÑOR DON (F.) F. Cheves. DOCUMENTO NUM. 11. En birtud de las preguntas que Ud. me hace le diré que, desde el dia en que llego el joben á la espresacla enfermería; tenia el pié muv inchado, en cuanto U llego en el momento y fué examinado el pie del caballero cadete se le aplico por mandado c.e Ud. unos liensos de agua blanca, que cubría to- do el pie y se renobaban, a cada momento, esta prescricion la cunpli lio tan- to mas que me bi obligado á pedir un joben de la conpañia modelo para que me alludara puesUd. me había dicho que el caso ñera grabe, me dijo Ud. tan- bien que si seguía malo que le aplicara hasta tres cucharadas de elixir bromu- rado, para calmar el dolor si hera muy fuerte lo que isc besa noche, al dia siguiente al pasar Ud' la bisita de medico me dijo que se le canbiara la agua blanca por untadas de pomada mercurial con belladona y cataplasmas de aros con linasa tanto mas que no se las dejaba poner, y continuamente tenia que dar parte de esto al ofisiai dc'guardia. el elixir mando U que se le continuara dando sinco cucharadas; en el dia y por la noche, sí recordará U. que continuamos barios dias con estas medicinas pero mas presto llego el dia en que se acabo el elixir y entonses pidió en el recetario en la botica y no ul o pol- lo que U. al dia siguiente le puso una receta que se la di por cucharadas lia entonses la inchason lia abia disminuido entonces llego el doctor andrino y fue ecsaminado por el y dijo que en el acto (pie susedio se le había de bcr bendado el pie v que hera un descuido de parte de U. y que si no ubiera llegado tan á tienpo se iba á gangrenar el pie y se manifestó muy disgustado contra U. esto es cuanto yo le puedo contestar en birtud de la carta que U. me pone acegurandolc que lo dicho es la bordad, y me suscribo de U. como su Afectísimo S. S. (F.) Ignacio Peña. CIRCULAR á los Cadetes Sargento 1 ° don Juan B. Padilla, Sargento 2 ° dolí Víctor López y don Nicolás Maldonado. Contestaciones de estos Señores y del Cadete don José S. Rojas, quien espontáneamente se sirvió informar lo que le consta. Guatemala, 2 de Mayo de 1888. Estimable Caballero: Espero de Ud. que como testigo presencial de la conducta observada por el Cadete conocido bajo el nombre José Víctor Clieves durante los dias que permaneció en la enfermería de la Escuela Politécnica y de la asisten- cia que le presté con motivo de la lesión que ocasionó su permanencia en la indicada enfermería, se sirva U. relacionar, en seguida de esta carta, si el re- ferido Cadete permitía ó no que se le aplicaran los medicamentos que yo le prescribí, los conceptos en que aquel joven se espresaba respecto de mi per- sona y todo lo demás que Ud. crea digno de mención y que se reñera á los hechos y comentarios originados por la enfermedad de dicho Cadete. No dudo que ETd. tendrá la bondad de corresponder á mis deseos; y a- gradeciéndole desde ahora esa atención, me suscribo de Ud. atto. S. S. (F.) F. Cheres. DOCUMENTO NUM. 12. Guatemala, Mayo 4 de 1888. Señor Doctor don Fernando Cheves — Presente. Distinguido Señor: En atención tí su apreciable en la cual me pide informo de la con l neta observada por el Cadete J. Víctor Cheves durante su permanencia en esta enfermería, con respecto á las medicinas que U 1 le suministró, de las pala- bras proferidas contra su persona y demás cosas referentes al caso; contesto á Ud. que no habiendo ningún inconveniente lo hago con el m lyor placer, consignando en cada una de las partes lo que sé y que justamente lia pasado. Si bien es cierto que yo no estuve en la enfermería en esa época, tuve sin embargo ocasión de visitar á los enfermos varias veces y observé (pie el Ca- dete Cheves no se hacia los medicamentos que se le dejaban, á pesar de in- sistir en ello el enfermero: que según me dijo mas de una vez, era con el objeto de ponerse en peor estado y poder así conseguir malos resultados para usted. Las frases injuriosas que dicho Cadete Cheves dirijía contra Ud. son las si- guientes, las cuales escribo con las mismas palabras: Yo no me hago los remedios solo para ponerme peor y (yue. .. .á este bruto' ’ (1) — ’No sabe nada, es un animal. t< » Y otras de la misma naturaleza. El escrito que vino á ésta Compañía contra Ud., fué redactado en casa del propio Cadete Cheves, según me dijo el mismo que lo trajo. Es cuanto puede decirle quien por primera vez tiene la honra de sus- cribirse de Ud. atto. Servidor. ( F.) Juan B. Padilla. DOCUMENTO NUM. 13. Guat. E. P. 4 de Mayo de 1888. Señor Dr. don Fernando Cheves —Presente. Muy Señor mío: Con feclia 2 de los corrientes, recibí sil apreciable que le adjunto, en que me pide le informe algo de lo ocurrido mientras el joven Cadete J. Víctor Cheves permaneció en esta enfermería con motivo de una lesión recibida en el camino que conduce á los baños de “ El Zapote.” En tal concepto y no teniendo inconveniente de ninguna naturaleza, le re- fiero en ésta todo lo que observó en dos dias que estuve junto con ól por (1) Se suprime la pala'bra con que se esplicó el deseo de perjudicárseme por Ser sumamente soez. hallarme enfermo, lo mismo que algunas palabras injuriosas para su persona, cuyo motivo ignoro. Al llegará la enfermería, lo primero (pie observé fue que el enfermero le preguntaba al mencionado joven si quería los remedios; y respondía que nó. No obstante tal negativa, el enfermero le traía las medicinas que Ud. le habia indicado. Al verlas el enfermo decia Uque no se las ponía, porque no quería los remedios de ese bruto, refiriéndose á Ud.: y que aunque lio se compu- siera, quería que lo á Ud. Cuando se aproximaba la hora del reconocimiento médico, decia que le i- ba á decir á-Ud. que ya