' SSiáilififfiffl ™ m^wmmm Ü$£& mi •jjjjjRI 1 si f \ I i / INSTRUCCIÓN QUE PUEDE SERVIR PARA QUE SE cure á los enfermos de las viruelas epidémi- cas, que ahora se padecen en México, desde fines del Estío, en el año corriente de 17^9. extendida y presentada á la Nobilísima Ciu- dad per el Dr. D.José Ignacio Bartolache\ Profesor que ha sido de Medicina y Materna* ticas en esta Real Universidad, y ahora Apar* tador general del Oro y Plata de todo el Rey no. UPUESTA la favorable aceptación que; el Excmó. Señor Virrey se ha servido manifestar por el Superior Decreto de 23 del presente, remitiendo á la No- bilísima Ciudad el Plan que yo propuse, en razón de impedir con algunos remedios físicos la propa- gación de las Viruelas;y en consecuencia de loque prometí en el Artículo último de dicho Plan: voy á dar al Público los siguientes avisos de instrucción, para que le sirvan de gobierno en la actual calami- dad, y constitución epidémica en que nos hallamos. Y Y como tengo que darme á entender con el Pueblo, hablaré de propósito en un estilo popular, liso y llano, para explicar tres puntos. El primero: Qué cosas son las Viruelas: El segundo: Como se cu* ran bien; y el tercero: Como se curan mal. Todo lo trataré por clausulas breves á manera de aforismos: y el Público me hará el favor de creerme sobre mi palabra, por quanto soy Médico graduado, aunque no me acomoda el exercicio de visitar enfermos: y he sido en otro tiempo Profesor público, enseñan» do la Medicina en esta Real Universidad PUNTO L Qué cosas son las Viruelas. Xx_EguIarmente hablando, las viruelas no son aqui en nuestra América una cosa de cuidado, ni hacen los estragos que en otras partes del Mundo. Aqui suelen aparecer cada diez, cada quince, 6 cada veinte años, y en la Europa, por exemplo, casi nunca faltan, y son bien formidables, como se percibe de la lectura de los Autores Médicos, que allá observaron y escribieron sus observaciones. Si yo hablara con Médicos, y me pusiese á decirles lo que son viruelas, perdería el tiempo en explicar lo que ya se saben. Y asi hablando con so* los los enfermos, digo-— Y Que las viruelas no se ha de entender, que son una enfermedad, sino mas bien un remedio y diligencia, que oficiosamente hace la naturaleza, pa- ra purgar y evaquar cierta cantidad de mal humor, que sacamos de el seno de nuestras Madres. Tarde ó temprano, todos las padecen alguna vez en el discurso de su vida, si es larga, escapando apenas «no entre mil. Lo mismo es de los que caen segunda vez de viruelas: será uno por mil, con tal que las prime- ras hayan sido muchas y tupidas. En mugeres, niños, y personas flemáticas, y de naturaleza húmeda, no se ceban las viruelas tanto, como en hombres hechos, cálidos, resecos, y de una recia encarnadura. Las viruelas, que llaman locat, y son pocas, gordas, y salteadas, con razón pasan por de buena calidad. Las muy tupidas, menudas, confusas y em- brolladas, y que parece que no se pudieran contar, y especialmente si no crian á lo último podre blan- ca, ó medio amarilla, sino un humor como agua de carne: estas sonde mala casta,y por la mayor par- te fatales. Siempre las viruelas acuden mas á la cara, que á lo restante del cuerpo: y esto no se puede remediar. * Las Las que brotan mas presto, no son las mejo- res. Es obra de tres á quatro días el que empiezen á brotar: y mejor será si tardan mas, No se pueden acelerar ni urgir las obras de la naturaleza, sin cor- rer riesgo de irritarla, y que tome venganza del agravio que se le hace. Siempre se comunican las viruelas por con* tagio de persona á persona. De modo, que si hoy dia quedase México sin comunicación alguna, ni comercio con gentes de otro lugar, no pasarían de aqui adelante las viruelas. En otros tres ó quatro dias acaban de brotar, y en los cinco ó seis últimos se hace la supuración perfecta. Con que tienen tres tiempos: el del con- tagio, ó inflamación; el de la salida, ó eflorecencia; y el de la supuración, ó madurez. De ai en adelan- te ya es tiempo de convalecer. •' PUNTO II. Cómo se curan bien las Viruelas. 3L#IGO en dos palabras^que como todas las en* fermedades en que hay fiebre: conviene á saber, con muy pocos medicamentos, y muy simples.. Va* yan. puesj las reglas siguientes, que son generales. I. Si al comenzar á sentirse heridos de este mal, hubiere basca, (como es regular) ayúdense cora con beber agua tibia üán sal, y unas plumas, provo- cando el vómito: y en ese mismo dia sé limpiará el vientre con una ó dos lavativas de agua de mal- vas, endulzada con un poco de miel prieta, de la mas ruin que hubiere. II. Supuesta la lavativa, tómese seguidamen- te como medio quartillo de agua, lo mas Caliente que se pueda, á soplo y sorbo. Hablo de agua na- tural , sin mezcla ninguna. Quando mas, échesele un poquito de azúcar, que apenas la endulze: y acuéstese bien abrigado y estendido el enfermo. No será mucho, que se corte la enfermedad con solo esto; pero quando no, es á lo menos una bue- na preparación, para pasarlo bien después. III. Durante los dias primero, segundo, y ter- cero, ha de beber el enfermo quanto apeteciere, á qualquiera hora, de agua cocida con amapola, ó con flor de borraja, y echándole para cada olia de á quartilla el peso de dos reales de salitre, bien refinado, ó de sal prunela. El alimento será atole puro; y se prohibe el caldo. IV. Nadie se asuste con las ansias del tercero y quarto dia. A los niños suelen venir hasta tremo- res de convulsión, y es la señal mas cierta de que ya van á brotar las viruelas. Una friega suave y general, ó en seco, ó untándose ligeramente la ma- no con azeyte común, ó qualquiera otro que no esté rancio, será muy del caso- V. V. Estando ya de fuera las pintas, se dismi- nuye la calentura, y empieza el continuo cuidado con la garganta, y con los ojos. Un gargarismo de agua, mezclada con su poco de vinagre, ó de ato* le azedo, se podrá repetir. A los ojos agua pura. VI. Mucho aseo y limpieza, y que no se so- foque al enfermo con bochorno, ni concurso de gen« tes. No es menester bebida de botica á tarde y ma- ñana. El alimento sigue como los primeros días, pu- ro atole. Las viruelas irán engordando, y nutrién- dose. VIL Quando comienzen á dar señales de ma- durez,se puede ir dando al enfermo un poco de mi- gas bien cocidas, y con sus granitos de sal. Tam- bién peras, ó manzanas (nocidas. Puede abreviarse la supuración, con untar las viruelas, dos veces al dia, muy suavemente, con azeyte vulgar, ó de almen- dras dulces, ó de ajonjolí. La comezón y el ardor son molestísimos en este estado. Cuidado, y no ras- car las viruelas. VIH. Estando estas muy maduras, convendría romperlas, picando una á una, sin tocar en la carne que está debajo, y oprimiendo con un poco de hi- las suaves, para enjugar la podre. Este es un medio eficaz para abreviar la convalecencia, y un secreto apreciable, para que no queden cicatrices y hoyos, que tanto afean el rostro. Es obra de paciencia, y que que podrá servir de entretenimiento al mismo en- fermo. IX. La curación se termina con un purgante suave. A estas pocas reglas se reduce lo mas princi- pal y general de la curación. Si ocurre algo de ex- traordinario, ó intervienen particulares circuns-1 tancias, consúltese á un Médico. Pero tengo con- fianza de que será raro el caso de esta necesidad. Mis avisos son especialmente dirigidos á los Pobres, á quienes la vigilancia del Superior Go- bierno, y la actividad del Señor Corregidor, y Ca- pitulares de esta N. C, junta con la misericordia verdaderamente paternal de S. Illmá, van propor- cionando todo género de asistencias á estos misera- bles. Los que tienen facultades, y quisieren curarse á todo costo, hagan lo que mas les acomodare. PUNTO III. Cómo se curan mal las Viruelas. JLr E infinitos modos se puede errar en qualquie- ra cura; aunque en pocas se verifica, que haya mu- chas maneras de acertarlas. Hablando de viruelas, digo, que generalmente se errará con amontonar medicamentos, y variar todos los dias,por contem- plar á los interesados, que gustan de eso, especial- mente mente las mugeres. También con sangrar sin mu- cha consideración, queriendo abreviar la obra de la naturaleza. Con observar poco, y no informarse bien. Ya se vee, que ningún buen Médico hace nada de esto; pero yo no hablo sino con los enfer- mos, y sus asistentes, quienes por su ignorancia creen, que la cosa no va bien, si no menudean las recetas á todas horas: y creerán también, que no se les hace caso, si no se les cura de un modo ex- quisito y costoso. Se me olvidaba decir, que el vinagre fino, aplicado á la boca y narices, es un buen preserva- tivo para no contagiarse: y sobre todo elbuenáni- irio, y el no tener aprehensión. Dios quiera, que mis consejos sean útiles, y bendiga los medica- mentos que aqui van prescritos, asi como es testi- go de mi buena intención. Octubre 26 de 1779. LAUS DEO. Impresa á instancia y expensas de dicha N. Ciudad, y con aprobación del Exmó. Señor Virrey, EN MÉXICO, En la Imprenta Matritense de D. Felipe de Zuñí- ga y On uveros, calle de la Palma. mi ★ ★ ARMY * * MEDICAL LIBRARY Cleveland Branch