UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN MARCOS EL (URETAGE UTERINO TESIS PRESENTADA ANTE LA FACULTAD BE MEDICINA PARA OPTAR EL GRADO DE DOCTOR EN DICHA FACULTAD DPOIR, WENCESLAO P. MOLINA. cima mvp. éTÁfm ¿ftW'W-w, ISO, 10-1896 UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN MARCOS Et Jlü ■191 v (IÍrETAGE UTERINO TESIS PRESENTADA ANTE LA FACULTAD DE MEDICINA PARA OPTAR EL GRADO DE DOCTOR EN DICHA FACULTAD POE WENCESLAO P. MOLINA. \v V ci mn Imp. d<¿ oíor-rm oftgwWj lüwiw 150 10-18Q6 /Señal Decano.. \s (oatediáticO'b: a marcha de las Ciencias Experi- mentales en las postrimerías de nuestro siglo, ha llegado á ser tan rápidamente progresiva, que la capacidad individual del fa- cultativo por poderosa que sea, no basta para abarcar en toda su amplitud y profundidad la Ciencia de la Naturaleza; por tanto, hoy la Ciencia Universal está ya casi proscrita, y los especialistas constituyen los campeones seguros del adelanto científico. Pastenr, Koch y Bérhing descorrieron el velo de importantes verdades y últimamente 4 • c Roentgen, astro de primera magnitud, instantá- neamente aparecido en el horizonte científico, ha proyectado tal intensidad de luz, que en breve tiempo las más secretas células del organismo animal serán visitadas por el rayo misterioso que presidirá, de una manera segura é inequí- voca al bisturí del Cirujano. La Ginecología es una de las especialida- des de la Medicina moderna y que indudable- mente aprovechará con ventaja de estos nue- vos rumbos pues, si solo con el auxilio de la antisepsia ha podido sorprender los proce- sos patológicos que silenciosamente des- truían el organismo, y ha ejecutado opera- ciones hasta hace poco impracticables;—¿No es cierto que hay derecho para acariciar las más halagüeñas esperanzas en el porvenir^ Por mi parte, durante mi último internado en el servicio del doctor Néstor Corpancho, he tenido ocasión de admirar tales progresos y observar de cerca los casos clínicos que acom- paño. Por hoy, he creído conveniente hacer girar este modesto trabajo sobre el curetage uterino cuya utilidad viene imponiéndose de una ma- nera necesaria. 5 Estudiar su técnica, sus indicaciones, lor terapéutico etc. y desvanecer los temores que este procedimiento inspira, es el objeto de este ensayo, que someto á vuestro ilustrado criterio, para optar el grado de Doctor en Me- dicina, que si me lo otorgáis me servirá de no- ble estímulo en las luchas profesionales, y será al mismo tiempo la distinción más honrosa que obligará mi gratitud hacia vosotros, mis respe- tados maestros. I El curetage ó raspado del útero ideado por Recamier en 1846, es la reforma más radical en la Terapéutica Quirúrgica de los órganos geni- tales de la mujer. Numerosos partidarios lo han defendido: Lis- franc, Malgaigne, Nelaton etc.; y llegaron á vulgarizarlo de tal modo que han pretendido curar todas las afecciones uterinas por este medio. Mas; el abuso del procedimiento, por una parte, y la falta de nociones claras y exactas sobre los métodos antisépticos, por otra; oca- sionaron frecuentes insucesos, al extremo que una reacción en sentido contrario echó por tie- rra un tratamiento tan racional. Braun y Scanzoni en Alemania, Becquerel y Aran en Francia, lo condenaron como una ope- ración «bárbara, irracional y cruel.)) Polaillon 8 c decía: «el descenso del útero es perjudicial á la integridad de los anexos, la cloroformización es un recurso muy serio para la escasa importan- cia y gran frecuencia con que se practica la ope- ración, las hemorragias que provoca tienen mu- cha trascendencia y más en mujeres anémicas; son frecuentes las recidivas, etc.» Pero, desde que Lister en Inglaterra y Pas- teur en Francia pusieron los cimientos de la moderna antisepcia los peligros de la infección desaparecieron y el raspado del útero recobró su verdadero puesto. Sin embargo; su valor terapéutico no está aún bien definido, y entre nosotros el temor de los peligros operatorios hace que no se le dé toda la aplicación de que es susceptible, espe- cialmente en los casos de septicemia puerpe- ral y retención de restos placentarios. El raspado del útero es una operación con- servatriz que consiste en la extirpación de la mucosa uterina (alterada por lesiones patoló- gicas) por medio de envetas ó cucharillas, y tiene por fin restituir á este órgano no sólo su integridad anatómica sino también la funcional, papel por demás elevado de la moderna Gine- cología. 9 Un autor, hablando del raspado «es el gran oaliativo del dolor y de la hemorra- gia en el cáncer del útero, soberano recurso en los abortos con retención placentaria, pre- cioso remedio en algunas variedades de infec- ción puerperal, gran auxiliar en el tratamien- to de las salpingitis crónicas, sedante poderoso del dolor en algunos casos de flexión y versio- nes ligeras, indispensable en la terapéutica de muchas afecciones del parametrio, única solu- ción incontrovertible en todos los terminismos morbosos del endometrio, desde el simple ca- tarro de la mucosa hasta la endometritis hiper- trófica y la fungosa ó hemorrágica contra las que se estrellaban siempre los mejores prác- ticos ...» El raspado del útero puede ser: explorador: una pequeña porción de la mucosa uterina lle- vada al microscopio resolverá el diagnóstico dudoso en muchos casos; modificador, del que voy á ocuparme especialmente; destructor, em- pleado en los neoplasmas. Dos son las bases fundamentales del buen éxito de la operación: diagnóstico preciso y téc- nica minuciosa. II Técnica del paspado "Uterino Tintes de la Qperación lo Anestesia.—La cloroformización tan com- batida por los enemigos del raspado uterino, si bien tiene sus peligros y dá mucho aparato á la operación, es un auxiliar inapreciable que debe emplearse en las personas nerviosas es- pecialmente y en los raspados de larga dura- ción, tanto porque suprime el dolor, cuanto porque favorece la relajación muscular, nece- saria para precisar con exactitud el estado de los anexos; y de otra parte asegura el éxito de la operación. No me ocuparé de la manera de administrar- lo, por ser de uso diario en nuestros hospitales. c La cocaína, á mi juicio debe emplearse de preferencia: la sencillez en su aplicación y la anestesia completa que hacen desapa- recer los inconvenientes del cloroformo. Para emplearla, algunos hacen uso de tapo- nes impregnados de una solución de cocaína al io % que los colocan dentro del útero y en los fondos de saco vaginal; otros, mediante la jeringa de Braun hacen una inyección de co- caína (solución al 20 °/0 ) dejando un algodón en el cuello del útero para impedir el escurri- miento de la solución. (Gossman) En mi concepto, el mas racional me parece el siguiente procedimiento: previa dilatación del cuello, se practica una inyección de una so- lución de cocaína al 20 0/0 con una jeringa de 5 cc. de capacidad; para esto, se coloca la cá- nula en la mucosa uterina rodeada de algodón hidrófilo en su parte media, se inyecta de cen- tímetro en centímetro cúbico; concluidos los 5 cc. se deja la aguja en la mucosa y se carga de nuevo la jeringa. La anestesia es completa y permite practicar el raspado en quince minu- tos. 2o Desinfección del canal genital.—El exa- men bacteriológico ha demostrado que existen microbios en el canal genital, excepto en el cue- llo del útero. Los estudios de Strao-noff son O muy interesantes y se pueden reasumir así: cinco horas después del nacimiento existen mi- crorganismos en el mucus vaginal del 50 0/0 de las criaturas; 89 0/0 en las que tienen vein- ticuatro horas de nacidas, y en las adultas exis- ten constantemente. Se comprende que para esterilizar un terre- no tan favorable para los cultivos (calor y hu- medad, pliegues y fondos de saco) se necesita una desinfección rigurosa; con este fin se prac- tica durante varios dias, inyecciones vaginales de sublimado al 1X4000, mañana y noche, pro- curando desplegar con el índice las paredes de la vagina, al mismo tiempo que corre el líquido, y dejando á permanencia tapones de gaza yo- doformada ó yodolada. El raspado del útero debe practicarse algu- nos dias después de la menstruación para evi- tar su proximidad, y porque según Stragnoff, los microbios aumentan en número antes de las reglas, al punto de encontrarse en el cuello. Esta indicación desaparece en los casos de ur- gencia (raspado puerperal). La víspera de la operación se administra- rá un purgante para la vacuidad de los intes- © tinos. En la mañana se prescribirá un baño tibio, con escobillonaje del pubis, y un enema de gli- cerina. En la mesa de operaciones, colocada la pa- ciente en la posición dorso-sacra, sin más ves- tidura que un camisón, se cortarán los pelos del pubis, se practicará el cateterismo de la ve- jiga, y una inyección vaginal con sublimado al iX4000> teniendo cuidado de que no queden restos de microrganismos en los fondos de sa- co vaginal; algunos emplean creolina al i o/o [Gossman]; otros, ácido fénico al 2 0/0. 39 Dilatación del cuello uterino-—La dila- tación gradual aconsejada por algunos autores, me parece debe evitarse, tanto por que com- plica la operación cuanto porque si no se llenan debidamente las indicaciones, es una amenaza de infección. Sinembargo, me ocuparé de élla para afirmar mi opinión. Se emplean esponjas preparadas, gaza yodo- formada ó tallos de laminaria, siendo esta últi- ma la más empleada. Previamente desinfectada la vagina, la pa- ciente en la posidpn obstétrica, se dilata las pa- recles de la vagina, mediante valvas. Se deter- mina la longitud del útero por el histerómetro. Con una pinza de curación se toma el tallo de laminaria, de calibre y longitud conveniente; se introduce suavemente en la cavidad cervical hasta que toque el fondo del útero. Los tallos de laminaria deben ser prepa- rados antisépticamente y conservados en fras- cos cerrados con una solución de éter yodofor- mado al io °/0; la longitud del tallo debe ser bien precisada, porque si es mayor mortificará el fondo del útero ó la pared vaginal, si es me- nor al dilatarse dentro del útero será imposi- ble su extracción. Si el tallo encuentra resistencia á su paso por la cavidad uterina, no se debe hacer fuer- za, debe esperarse pocos momentos á fin de que la relajación muscular ceda; si continúa el obstáculo, se debe tomar otro de menor cali- bre. Una vez que haya penetrado, se le fija me- diante un tapón vaginal de gaza yodoformada. El efecto que produce es variable, según las resistencias que tengan que vencer; en un cue- llo esclerosado, la dilatación en veinticuatro horas, es suficiente para el raspado, pero si el c c • cuello está degenerado habrá que vencer las resistencias con laminarias de mayor calibre y en sesiones repetidas. • Los dolores que experimentan las pacientes por los efectos de la dilatación de la laminaria son variables: en unas se producen verdaderos cólicos que hay que combatir por inyecciones de morfina; en otras es pasagero é insignifi- cante. Se extrae el tallo de laminaria á las veinti- cuatro horas, para lo que se coloca á la enfer- ma en la posición del especulum; con una pin- za ó los dedos se hacen ligeras tracciones con movimientos de rotación. Es indispensable fijarse en las formas que toma el tallo, pues modela perfectamente la ca- vidad uterina. Algunas veces la extracción es imposible por el considerable desarrollo de la laminaria den- tro de la cavidad uterina y la extrangulación del cuello; en este caso es necesario seccionar las partes laterales del cuello por medio de ti- jeras. Su acción lenta y gradual favorecida por el calor y la humedad de la matriz es una venta- ja que hace de la laminaria un auxiliar impor- tante; pero, los sufrimientos que ocasiona, el manual operatorio tan minucioso, la dilatación inconsciente que determina y el peligro de lie var elementos sépticos, como dije, deben ha- cerlo proscribir. La dilatación por aparatos metálicos de dos ó más ramás tampoco es el mejor procedimien- to. Las bujías de Hegar, además de dar una di- latación á voluntad, tienen la ventaja de poder ser aseptizadas de una manera completa. De- ben preferirse las bujías nikeladas. Para hacer uso de ellas, se toma el número inferior, se introduce suavemente en la cavidad del útero, después de pocos momentos de per- manencia. se reemplaza con rapidez con otro de mayor calibre y así sucesivamente hasta ob- tenerla dilatación que se desee; si el número siguiente ofrece resistencias es preferible vol- ver sobre el anterior antes que forzar. Dilatado el cuello, se hace una inyección al sublimado, antes de proceder á la operación. 49 Instrumentos y objetos de curación.— De- ben preferirse los que se aseptisen con mayor facilidad, por ejemplo los instrumentos de man- go metálico y sin ranuras; deben ser esteriliza- dos á la estufa á 140o ó hervidos en una solu- cióp de carbonato de potasa al 2 7o! pocos mo- mentos antes de la operación se distribuirán por orden en depósitos que contengan líquidos antisépticos, los que estarán cubiertos con una gaza hasta el instante preciso en que se tenga necesidad de éllos. La gaza yodoformada y el algodón esterili- zado deben estar en frascos de boca ancha y en pedazos convenientes. No debe omitirse el tener á la mano: vaseli- na mercurial al uno por mil, solución de creo- sota de haya, tintura de yodo, percloruro de fierro, agua hirviendo, solución de bicloruro de hidrargirio á diferentes proporciones. Los irrigadores deben tener tapa. Las cánu- las nikeladas deben preferirse* La sala de operaciones debe estar libre de gérmenes infecciosos. ep e ración Ayudantes.—Es suficiente lino; cuando se emplea el cloroformo se necesita por lo menos dos, generalmente se acostumbran tres: uno para la cloroformización, otro para mantener los instrumentos fijos y el último para ateftd'ér al cirujano en los más pequeños detalles; es de importancia que siempre se encarguen de la misma ocupación. Preliminares.—Colocada la paciente en la po- sición dorso-sacra, tan luego como principia el periodo de relajación si se emplea el clorofor- mo, ó la anestesia si la cocaína, se fijan las piernas en pedales. El Dr. Néstor Corpancho ha introducido en su servicio la muleta ó bar- ra de Von-Ott que á mi juicio llena mejor las in- dicaciones tanto porque disminuye la longitud de la vagina cuanto porque asegura la inmovi- lidad de la paciente. Si se ha empleado los tallos de laminaria ó alguna otra sustancia para la dilatación del cue- llo se le extrae, como queda indicado. Se practica el cateterismo vesical, se jabona con una escobilla por última vez el pubis y la región ano-vulvar y se determina la longitud del útero por el histerómetro. Mediante valvas se apartan las paredes va- ginales; el cuello del útero aparece en el fondo; con una pinza de ganchos (tira-bala) ó de Musseux si el útero es desgarrable, se le toma del labio anterior á un centímetro del borde libre, y con tracciones suaves, se le hace descender en la vagina; una cremallera de que está provista la pinza permite fijar el útero y que un ayudante la sostiene.—Si tiene adhe- rencia no se debe hacer fuerza para vencerlas. Algunos como el Profesor Gossman, aconse- jan no hacer descender el útero, á fin de evitar complicaciones de los anexos y mas que todo las hemorragias que sobrevienen por dificultad de la circulación de retorno,causada por la com- presión que hace el útero sobre la pared vagi- nal. A mi juicio, el descenso del útero debe prac- ticarse siempre; tanto porque evita la mobili- dad del útero, tan peligroso en el raspado, cuanto porque las tan temidas hemorragias y complicaciones de los anexos no sobrevienen con la frecuencia con que se las pinta. En este momento se practica la dilatación del cuello por la bujía de Hegar como queda indicado Operación misma.—Fijado el útero, se intro- duce con suavidad la cucharilla hasta el fondo, se quitan las valvas para dar mayor amplitud á los movimientos de la cucharilla, se recorre con la parte cortante, de arriba abajo la cara anterior, después la posterior, en seguida las laterales; y por último al nivel de las trompas se procede con mucha precaución. La fuerza que se debe emplear se adquiere con la práctica. La sangre que corre con mayor ó menor abundancia no debe preocupar; pues, la exita- ción que sufren las fibras musculares por la ac- ción de la cucharilla, las contraen poderosa- mente y la hemostasis se realiza á los pocos mi- nutos; á veces los movimientos libres de la cu- charilla, condición indispensable del raspado, son imposible por efecto de esta contracción; y hay necesidad para continuar la operación, volver á dilatar el cuello por las bujías de Hegar. Para asegurar el éxito de la operación es ne- cesario recorrer siempre, por segunda vez, la superficie de la mucosa con la cucharilla hasta percibir esa sensación especial, y que los auto- res llaman «grito iitermo,» solo así hay certi- dumbre que está libre de volver á infectarse por restos de tejidos patológicos. La elección de la cuchanta varía según la clase del raspado que se vá á practicar: en la explovcitj'iZy basta la cucharilla mas pequeña; en 22 la destructora, las medianas y cortantes; en la puerperal las obtusas; en la ginecológica, es preferible las rectas, pequeñas y cortantes, tan- to porque es posible recorrer las superficies más anfractuosas cuanto porque los movimien- tos son más extensos. Las formas de las cucharitas varían mucho; no me ocuparé de ellas; solo sí llamaré la aten- ción sobre las irrigatrices que al mismo tiempo que destruyen la mucosa uterina desalojan los detritus mediante el líquido que conducen; en la práctica tienen el inconveniente de despren- derse con facilidad el tubo de jebe que va uni- do á un extremo, y si está muy asegurado de- manda tiempo para cambiar la cucharita por otra según las necesidades de la operación; ade- más el tubo de jebe mencionado impide el libre movimiento de la cucharita. Terminado el raspado, se practica una inyec- ción intra-uterina de sublimado al uno por cua- tro mil con la sonda de doble corriente, hasta que el líquido de retorno salga claro y se eli- minen los detritus que pueden ser causa de nuevas infecciones. Escobiiionage.—Con sustancias más ó ménos duras y regularmente con una escobilla cilin- drica de pelos rígidos [Doleris] se recorre la superficie dei útero, después del raspado, para completar la acción de las cucharitas; su efica- cia es mayor por las sustancias causticas de que se les impregna. El escobillonage es reemplazado por inyec- ciones de líquidos antisépticos y ligeramente cáusticos practicados con la jeringa de Braun. Creo de importancia el empleo de estas inyec- ciones. Lavado intra-uterino.—Desde Hipócrates se han usado las inyecciones para combatir las metritis; y á pesar de su antigüedad encuentra opositores como Depaul, Gosselen, OIdham, Thomas.—Han querido atribuirle los dolores que algunas veces coinciden con las inyeccio- nes; algo más, aseguran que las complicaciones de los anexos que sobrevienen en las metritis son ocasionadas por el pasaje del líquido en las trompas; algunos de nuestros facultativos creen en la facilidad con que las inyecciones pasan del útero á las trompas y con no ménos facilidad explican la peritonitis, pelvi-celulitis etc., como consecuencia de las inyecciones, sin pensar en la deficiencia ó lo tardío del trata- miento. C p Sin discutir este punto, basta fijarse en la disposición anatómica de las trompas y la ac- ción fisiológica de las fibras musculares para convencerse de la impermeabilidad de las trom- pas. Además, se han hecho experiencias sobre cadáveres, y á pesar de faltar la acción de los músculos no han podido conseguir el pasaje de los líquidos del útero al canal de las trompas sino en pocos casos. Después de la inyección de algún líquido caústico ó antiséptico, por ejemplo la tintura de yodo ó creosota de haya etc. se hace un lavado intra-uterino de bicloruro de mercurio al 1X4000, con el auxilio de la sonda de doble corriente á fin de eliminar el exceso de caústico. nrenage del ulero.—Se practica con tubos de caucho de 2 mm. de espesor por término me- dio [BonnaireJ, hilos de vidrio [Schwarz], ta- llos de aluminio [Lefour], crines de caballo [Cheron], gaza yodoformada [Landau] más ge- neralmente empleada porque al mismo tiempo que es hemostática es antiséptica. Terminado el drenage, se ponen tapones de gaza yodoformada, teniendo cuidado que no comprima la vejiga ni el recto. £)es£>ués de la Qperaeión. Curación.—Colocada la enferma en su lecho debe guardar reposo; si se ha empleado cloro- formo se prescribe dieta por veinte y cuatro horas para evitar los vómitos. La primera curación se hace después de dos dias; las siguientes cada cinco, salvo que las se- creciones sean abundantes ó la temperatura ascienda de la normal. Después de quince dias se suprimirán los ta- pones pero nunca antes; pues, Cual barreras inexpugnables, impiden el acceso de los micro- bios á la superficie todavía cruenta del endo- metrio; solo después de esta época se permiti- rá á la paciente hacerse las inyecciones; antes debe encargársele á un práctico. Hecha la operación y las curaciones, con las prescripciones que dejo anotadas, no hay peli- gro que temer. Hay cirujanos que practican el raspado del útero en su gabinetes, y las pacientes continúan á los pocos dias en sus ocupaciones ordinarias; los peligros de semejante conducta que resal- tan á primera vista deben evitarse siempre. Las relaciones conyugales pueden ser causa de nuevas infecciones y deben prohibirse á la operada por seis semanas, época en que la mu- cosa se ha regenerado completamente. III 'Valor Terapéutico del IRaspa* do del ditero Estudiaré las diferentes enfermedades en que se puede emplear y sus efectos. lo Septicemia puerperal y retención de restos placentarios—Puesto en práctica por el profe- sor Rivier da brillantes resultados. Su aplicación debe ser rápida y precisa; -puesto que el endometrio es el punto de parti- da de la infección que se inicia, destruirla en su origen es lo mas práctico. Pueden ocurrir varios casos: 19 El cuello se estrecha, el cordón se rom- pe, el útero no se contrae yá, los sintomas de infección se inician; la indicación del raspado es formal. Esperar beneficio de las inyecciones intra- uterinas de las que se hace tanto uso, es per- der tiempo, es prolongar una espectativa por demás angustiosa que debilita día á día á la en- ferma; en el caso de insuceso la responsabili- dad es ineludible. La perforación del útero en este caso, y al que tanto horror se le tiene, es muy raro y en caso de que se realice acusará la torpeza del ci- rujano; un poco de ejercicio en el manejo de la cucharita y una rigurosa antisepcia permitirá salvar al 99 °/0 de las víctimas que actualmen- te sucumben de septicemia por restos placen- tarios, ya por falta de práctica, ya por incuria para ceder el puesto á los especialistas. Se refiere que Recamier, fundador del raspa- do uterino, y que ha practicado un gran núme- ro de operaciones, cuenta con dos casos de perforación. En el hospital de Santa Ana, des- de que se ha introducido este procedimiento, ha tenido lugar un sólo caso que tuve ocasión de presenciar y que como interno del departa- mento de cirujía practiqué la necropsia, cuyo resultado consigno en la observación núm. 5. 20 Quedan restos de placenta ó membra- nas. La indicación es la misma que en el caso an- terior y los resultados igualmente brillantes. 3.0 La infección es producida por microrga- O nismos llevados del exterior; la conducta que debe seguirse varía según el período de la in- fección; en los casos lijeros ó cuando se inicie debe esperarse de las inyecciones intra-uteri- nas que en muchos casos dan buenos resulta- dos; pero si á pesar de este tratamiento los síntomas persisten por cuarenta y ocho horas se debe proceder al raspado; cosa notable, á las pocas horas después déla operación la tem- peratura baja, el dolor desaparece y el bienes- tar se manifiesta. En las observaciones núme- ros 2 y 5 que acompaño se puede ver la reacción favorable que dejo anotada. Entre nosotros, como he dicho, ya por la re- sistencia de las familias para las operaciones , ya por temor á la perforación del útero por parte de los facultativos, no está en la práctica civil definitivamente establecido un tratamien- to tan científico y de tan buenos resultados. Cuando la infección ha franqueado los lími- tes del endometrío, el éxito del raspado no es tan inmediato como en los casos anteriores; si el foco principal reside en el útero, el raspado destruirá la fuente; pero si la complicación de los anexos ha adquirido su autonomía, la ope- ración elimina los elementos sépticos del útero y deja subsistentes los de los anexos que ame- nazan constantemente reinfectar el endome- trio. Si las complicaciones han avanzado sobre el peritoneo y el tejido celular que rodea el úte- ro, el raspado está contraindicado. Sin em- bargo, se citan casos desesperados en que la intervención por las cucharillas ha dado éxito favorable. Desde luego, para aplicarlo en estas condiciones se debe proceder con todas las re- servas: á los interesados se les debe hacer ver que el procedimiento que se emplea es el últi- mo recurso y por consiguiente el éxito du- doso. En el raspado puerperal no es necesario ni el cloroformo, ni la dilatación prévia, salvo los casos en que el cuello se ha estrechado; los cui- dados antisépticos deben ser rigurosos. 2.° Hemorragia uterina.—Según la natura- leza de los procesos patológicos de los cuales la hemorragia es un síntoma, será el éxito del raspado. (a) Metritis.—Si es fungosa y sangrante, la 4 indicación es precisa; el punto de partida de 1 as hemorragias es la mucosa; destruirla es lo más racional. Las observaciones números i y 3 de éxito satisfactorio y otras muchas cuyos datos no he podido recoger, hablan con elocuencia de las ventajas del raspado en este caso. En la metritis aguda, si la inflamación se lo- caliza en la mucosa del cuerpo, el raspado da- rá resultado diferente del caso en que se localice en el cuello; la Anatomía y Fisiología explican racionalmente esta diferencia. Así: la mucosa del cuerpo, pobre en glándu- las y rica en vasos, cuando llega á inflamarse es blanda, tomentosa y sangrante; en el cue- llo dominan los utrículos en racimo, es menos vascular y muy accidentada. La cucharita en la primera desprenderá fácilmente y conjugará la inflamación; en la segunda no podrá penetrar en las anfractuosidades ni destruirá las lesio- nes que son más profundas; será insuficiente. De aquí, en la endoinetritis aguda del cuerpo se intervendrá con la cucharita; en la del cuello se practicará la ablación de la mucosa por el bisturí (operación de Schroeder). En el caso de que el cuerpo y el cuello es- tea inflamados á ia vez, el raspeado surtirá sus efectos por una parte y dejará restos patológi- cos por otra, que volverán á infectar el todo; en este caso el raspado se deberá practicar an- tes que la operación de Schroeder. Se ha empleado en el tratamiento de las me- tritis numerosos procedimientos; para hacer re- saltar las ventajas del raspado voy á ocuparme de ellos á grandes rasgos. Prescindiré del tratamiento general que siempre debe acompañar al raspado del útero como á los demás tratamientos locales, según cada caso particular. Con el objeto de modificar la mucosa uteri- na se ha empleado: cáusticos sólidos, nitrato de plata (Pajot), cloruro de zinc (Dumontpelier), lápices medicamentosos; cáusticos líquidos: ni- trato ácido mercúrico (Richet), ácido nítrico anhidro, tintura de yodo, percloruro de fierro, solución de cloruro de zinc (Rheinstoeedter), glicerina creosotada. También se ha empleado el fierro rojo, termocauterio, galvanocauterio (Spiegelberg), etc. Las principales consecuencias de este trata- miento son: i.° Destrucción de la mucosa ute- rina por cáusticos, que ya son muy fuertes y su acción profunda; ó ya muy débiles y su ac- ción superficial. 2.0 Pérdida de la función de la mucosa, esterilidad, por formación de tejido fibroso y hemorragias graves por la caída de las escaras que son más ó menos profundas. 3.0 atresia y aún obliteración del cuello y de los orificios de las trompas por el tejido cica- tricial que reemplaza á la caída de las escaras.. 49 supresión de las reglas por más ó menos tiempo y cuando vuelven son muy dolorosas; y en caso de atresia del cuello, hematometria y dilatación de las trompas. 5.0 algunas veces perforación del lado del peritoneo. 6.° infec- ción por los detritus que se acumulan en la ca- vidad uterina y que á medida que se estrecha el cuello se eliminan con dificultad. Antiguamente se usaban sanguijuelas aplica- das al cuello del útero y en el hipogastrio; la difi- cultad de su aplicación, y de otra parte, la es- poliación á enfermas más ó menos agotadas, las he hecho proscribir. También se han empleado baños tibios, ca- taplasmas en el vientre, lavativas emolientes, inyecciones vaginales calientes y narcóticas, inyecciones astringentes, de alumbre, acetato de plomo etc.; cataplasmas vaginales (Cru- veilhier y Amu&at), pomadas y sustancias me- dicamentosas aplicadas en el cuello por medio de porta-tópíco'S, Sin hacer mucho hincapié, se comprende que los resultados de estos tratamientos tenían que ser estériles; por eso, Scanzoni, hace quince años, decía hablando de las metritis: «son de una excesiva rareza los casos de curación radi- cal.» (b) Fibra-miomas—Los resultados del ras- pado, si bien no son radicales son de lo más satisfactorio: el volumen del fibroma disminuye, el útero se retrae, las hemorragias se detienen para ser reemplazadas por reglas normales, los dolores desaparecen. Si las metrorragias son muy abundantes, la indicación del raspado es formal y mucho más si el estado de postración y anemia amenazan la vida de la enferma; esta intervención en caso de que no produzca todos sus beneficios, per- mite operaciones radicales, laparotomía por ejemplo, conjurando las hemorragias tan peli- grosas. Por otra parte, cuando la menopausia no es lejana, salva á las enfermas de la extirpa- ción de su útero, atrofiando el fibroma en cada raspado que se repite. . (c) Cáncer.—Sabemos que las hemorragias ocasionadas per esta enfermedad, así como la pérdida de líquidos albuminoideos, son de lo más mortificante para las enfermas que diaria- mente van perdiendo sus fuerzas. La indicación del raspado varía según la for- ma y extensión de las lesiones. * Fungosidades del cuello.—Cuando por la extensión que ha tomado el cáncer, no es posi- ble la amputación del cuello, el raspado está in- dicado; pero, si ha comprometido los órganos vecinos y hay peligro de perforar el peritoneo, la contraindicación es también formal; sin embar- go, en este caso, cuando el objeto es detener las hemorragias muy abundantes sin pretender destruir las fungosidades hasta los límites del tejido sano, es posible intervenir con las cucha- ritas, como medio paliativo muy superior á las cauterizaciones que á la caída de las escaras produce hemorragias más abundantes. La intervención por las cucharitas debe ser rápida para evitar pérdida del líquido sanguí- neo; el campo operatorio debe estar suficiente- mente alumbrado; las cucharitas que se emplee son las cortantes de tamaño mediano y fuertes; deben dirigirse paralelamente á la superficie del cuello para evitar perforarla. Al destruir las vegetaciones, llega un mo- mento en que se siente una capa resistente; por falta de práctica en estas operaciones es posi- ble tomarla por tejido normal y dar la opera- ción por concluida; siendo así que esta capa es la que sostiene las vegetaciones y que hay que destruirla hasta llegar sobre las fibras muscula- res. Pero antes, es necesario hacer una inyección antiséptica, secar la superficie cruenta con ta- pones de algodón y darse cuenta exacta del estado de la operación. Si aun quedan vegeta- ciones, se vuelve á introducir la cucharita pero de menor tamaño que la primera, para destruir estas y también la capa resistente. La presen- cia del tejido normal se revela por un ruido especial y una resistencia casi absoluta á los golpes de la cuchara y que solo con la prácti- ca se llega á reconocerla. Terminada la operación quedan pequeños colgajos que no han podido ser destruidos por la cucharita; con una pinza y una tijera larga se les secciona de su base. Las inyecciones an- tisépticas, drenage del útero, tapones vaginales, como en los casos anteriores. b) Ulceraciones del cuello.—La intervención • es más delicada, por la posibilidad de perforar el cuello y llegar á la cavidad peritoneal. Las cucharitaS que se emplean deben ser pe- queñas, dirigidas paralelamente á la superficie del cuello á pequeños golpes hasta llegar á te- jidos sanos, Para terminar se debe cauterizar ya por el termo-cauterio ó el cloruro de zinc, ya con la creosota ó tintura de yodo procurando evitar sufran las paredes vaginales. a Cáncer de la mucosa del cuerpo y del cuello del útero.— Como el neoplasma de predilección que se desarrolla en la mucosa uterina es el sarcoma de evolución lenta, es posible el ras- pado durante este tiempo con éxito favora- ble. Pero, cuando ha ganado en extensión y pro- fundidad, los resultados serán cada vez menos felices. Sinembargo, como tratamiento paliativo podrá aplicarse siempre. Después del raspado se ha empleado las in- yecciones de alcohol con éxito satisfactorio, es- pecialmente en el cáncer del cuello. Muchas veces la intervención por las cucha- ritas provoca recidivas de mayor malignidad, el criterio del cirujano resolverá un problema en que faltan los signos patognomónicos, e) Resumen.— i9 Las formas vegetantes y hemorrágicas del cáncer son las mas favorables para la intervención por las cucharitas. 29 La supresión de las hemorragias, del ícor cance- roso y del dolor, son beneficios que levantan el estado moral de las pacientes y suprimen las causas de debilitamiento progresivo. 39 La in- tervención con Jas cucharitas, en el cáncer no es radical, su fin es aliviar por mas ó menos tiempo. 49 El auxiliar de la antisépcia hace de- saparecer todo peligro de infección; su empleo debe ser riguroso. 3o Lesiones inflamatorias ele los anexos.—Si la inflamación se ha propagado del endornetrio y está sostenida por la de esta, el raspado será eficaz, pues destruirá el foco principal; pero si ha adquirido su autonomía no dará resultado favorable. Si la inflamación es independiente de la mu- cosa uterina, la intervención es muy delicada: Pozzi aconseja el raspado en las primeras faces de la salpingitis\ Robert—Bell afirma que en la inflamación de los anexos le ha dado buenos resultados; Biskallah y Finkelstein dicen, «las salpingo-oforitis crónicas mejoran notablemen* te, el tumor disminuye, el dolor desaparece, el estado subjetivo de la enfermedad se levanta» Trelat aplica con éxito á las ovaro—salpíngitis. Creo que el raspado en las inflamaciones de los anexos es un tratamiento de poca impor- tancia; debiendo preferirse la dilatación prolon- gada del cuello, seguido del drenage del útero por el método de Landau. 49 Esterilidad.—Los opositores del raspado uterino creen que ocasione la esterilidad, precisamente su papel principal es destruir la mucosa alterada por procesos patológicos, pa- ra reemplazarla por otra igual á la normal; los hechos hablan con elocuencia; gracias al raspa do uterino el endometrio recibe, permítaseme la comparación, el abono que ha de fertilizar un terreno hasta entonces estéril; gracias al raspado muchos matrimonios que habían perdi- do la esperanza de descendencia han visto rea- lizadas sus ambiciones. Estudiadas á grandes rasgos las enfermeda- des en que se puede emplear el raspado uterino y sus efectos se vé que sus límites están bien definidos; pretender curar por este procedi- miento las diferentes y variadas afecciones del 40 es querer convertirlo en panacea vulgar; proscribirlo en los casos de urgencia, como en la retención de restos placentarios, es renun- ciar á un tratamiento radical. El mérito del ci- rujano esta en saberlo utilizar; ya como medio de curación definitiva, ya como en un auxiliar de otros tratamientos, ó en fin como un medio paliativo. Antes de concluir, voy á desvanecer algunas de las principales acusaciones que se han hecho al raspado uterino. Sus peligros han desapare- cido con el auxilio de la antisepcia; á pesar de todo se le acusa; lo de perforación del útero; muy raro desde luego, cuando se realiza acusa la impericia del cirujano, pero no contra la bondad del procedi- miento; con un diagnóstico preciso de la natu- raleza de la lesión, con una dilatación ámplia del cuello, el útero fijo, y la cucharita en manos de un buen práctico es así imposible este peli- gro. De otra parte, con los progresos de la anti- sepcia, la perforación del útero no tiene los emi- nentes peligros de hace pocos años; se citan ca . sos en los que se ha perforado el útero segui- do de éxito. De modo que en un medio*arrti- séptico, la perforación del útero es inocua. 2a de hemorragias uterinas; precisamente el fin del raspado es suprimir este síntoma, y se comprende que contrayendo las fibras muscu- lares por la acción de las cucharita, la hemosta- sis se realice. En algunos casos, al principio de la opera- ción, la pérdida de sangre es mas ó menos abundante; para cohibirla basta acelerar el ras- pado, á fin de destruir la mucosa sangrienta y provocar la contracción del útero; á facultati- vos poco prácticos pueden alarmarlos estas he- morragias. o Como consecuencia del raspado, tampoco es posible este peligro; de una parte las inyeccio- nes de líquidos cáusticos ó calientes, de otra el taponamiento con la gaza, hacen imposible esta complicación. 3o Jltresia del cuello.—La cicatrización des- pués del raspado se realiza sin supuración y con ausencia de yemas carnosas; de aquí la im- posibilidad de estrechez del cuello. 4o inflamatorios.—El empleo de L a itisepcia evita todos los peligros de esta na- turaleza; si se realiza debe acusa/se á la falta de precauciones. c 5o Esterilidad.—El fin del raspado es la re- novación de una mucosa patológica por otra normal; acusarla de este peligro equivaldría á condenar la antisepcia como causa de infección. Un procedimiento sin complicaciones y con fines tan elevados es el mayor beneficio para la humanidad doliente. l\l Conclusiones io El raspado uterino es inocuo. 20 La antisepcia es su base fundamental: de- be aplicarse con todo rigor, como en las opera- ciones más serias. 39 Un diagnóstico preciso es condición in- dispensable. 40 La Anestesia cocaínica debe preferirse; salvo ciertos casos. 59 La dilatación del cuello debe*ser amplia; de tal modo que permita todos los movimien- tos á la cucharita. 69 La dilatación gradual debe proscribirse. 79 El éxito de la operación varía según el objeto que se persiga; asi, es incomparable en las endometritis hemorrágicas, en los casos de retención placentaria; es platiativc del cáncer. 8o Los cuidados después de la operación de- ben ser observados minuciosamente. 99 El raspado debe limitarse antes que con- vertirse en panacea. V Casos Clínicos 1° Emilia Jftiranda, de veinticinco a ños de edad, casada, natural de Lima; ingresó el 12 de Junio de 1894 á la sala de San Pedro del Hospital de Sta. Ana, y ocupó la cama N.° 5: A consecuencia de un aborto, hace dos años, le sobrevino metrorragias abundantes.—Hacen dos meses, tuvo un parto de término; á los pocos dias, fiebres que le duraron veinte dias. Estado actual. — En el hipogastrio siente do- lores agudos que aumentan por la presión y el tacto; el cuello del útero es blando y caliente, al especulum se observa que está rojo y grue- so; tiene leucorrea abundante. Desde el día de su ingreso hasta el 24 del c c presente mes, se le prescribió un tratamiento antiflogístico; en esta fecha se practicó el raspado del útero.—Las curaciones se hicieron confor- me se indica en el cuerpo de esta tésis.—El 27 de Julio se le dió de alta. Esta enferma volvió el 8 de Agosto en el es- tado más desesperante por los dolores que la hacían sufrir.—El útero estaba aumentado de volumen, el cuello grueso, la vagina caliente, la menor presión la exasperaba. Investigada la causa de su recidiva, se des- cubrió, que á su salida del hospital tuvo rela- ciones con su marido enfermo de blenorragia. Este caso confirma que después del raspado se debe prohibir por seis semanas, como que- da indicado, las relaciones conyugales. 2o Clotilde Espinoza, soltera, de dieciocho años de edad, multípara, ingresó el 4 de no- viembre de 1894 á la Sala de San Pedro No 25- E1 30 de octubre cayó de una azotea; á los pocos minutos tuvo una metrorragia abundan- te; á los tres días, fiebre, calofríos repetidos, sudores copiosos. El día de su ingreso tenía 40o de temperatura, pulso frecuente, cara gri- pal, dolores en el hipogastrio que se exasperan á la palpación; al tacto, se siente un pequeño tumor blando, que hace hernia en el cuello del útero; secreciones sanguinolentas, abundantes y de mal olor. El 5 de noviembre se practicó el raspado del útero, eliminándose la placenta á pequeñas porciones. En la tarde de este día disminuyó el dolor notablemente, la temperatura bajó á la normal y las secreciones desaparecieron. El 5 de diciembre se le dió de alta en las mejo- res condiciones. 3o Juana Bruna, de veinticinco años de edad, soltera, multípara, ingresó á la sala de San Pe- dro N9 7, el 11 de Agosto de 1894. Hace once días que tiene metrorragias, á consecuencia de haber caído de dos metros de altura; anemia profunda, pulso pequeño y de- presible; al tacto se siente cuello largo, dirigido hacia atrás y doloroso; á la palpación útero au- mentado de volumen y doloroso. El 22 de Agosto, se practicó el raspado del útero. El 31 de Setiembre salió curada. 4o jr. Jl\ de 27 años de edad, zamba, primí- : B 1 para, ingresó á la sala de San Miguel 29, el 14 de Octubre de 1894. A consecuencia de un parto normal, hace quince días, tiene metrorragias, dolores en el vientre y leucorrea.—El 20 de Octubre se prac- ticó el raspado, pero con tal desgracia que á los pocos minutos de principiada la operación dió un grito la paciente y cayó en síncope; se suspendió la operación y después de pocos mo- mentos se consiguió reanimar á la enferma y trasladarla á su lecho. A las 5 p. m. de ese dia falleció.—A la ne- cropsia se comprobó que la cucharilla había pe- netrado en la cavidad peritoneal al nivel del orificio de la trompa derecha. 5o .Haría Rosa Canelos, de 36 años de edad multípara, soltera, ingresó el 12 de Julio de 1896 á la cama No 26 de la sala de San Pedro. Tuvo dos abortos en épocas anteriores.—El 2 de Julio del presente año, después de un ac- ceso de cólera, abortó un feto de cuatro me- ses; dos días después continuaron los dolores y aboitó un segundo feto.—Metrorragias conse- cutivas, fiebre alta, calofríos repetidos, dolores en el vientre El 14 de Julio se practicó el raspado del úte- ro con eliminación de restos de placenta en des- composición.— El 16 bajó la temperatura, las hemorragias se cohibieron.—El 20 de Agosto salió curada. 60 jr. jv. de 40 años de edad, casada multí- para, robusta, dismenorreica. Tiene dolores hipogástricos y lumbares, leu- correa y estenosis del cuello.—El doctor Matto acompañado de los doctores Velázquez y Tor- res deben practicar la amputación del cuello del útero; mas, al ver que franqueaba libremen- te la bujía de Hegar N9 2 por la cavidad cervi- cal continuaron dilatando el cuello y practica- ron el raspado el 12 de Julio de 1896. A la fe- cha la enferma debe estar curada. El Dr. Matto emplea para el raspado la cu- charita de Auvard modificada, y para dilatar la vagina la valva de Edevold. lo jr. jw\ —casada, multípara. En los primeros días de Setiembre del pre- sente año, después de un parto le sobrevino r septicemia puerperal. El 5 del mismo mes, los Doctores N. Corpancho y Castro practicaron el raspado; al día siguiente bajó 1? temperatura y disminuyeron los dolores; hoy esta curada. Los cinco primeros casos he recordado de mi cartera de Interno de los Hospitales, los dos úl- timos son recogidos posteriormente en la prác- tica civil de los Doctores Matto y Corpancho; en muchos otros casos he visto practicar el ras- pado del útero con buen éxito en el consulto- rio del Doctor Carvallo, y en el Hospita Ita- liano; por falta de datos completos no los con- signo en esta tesis. Lima, Setiembre 28 de 1896. 6W. 3, oíTlolina, ; t. V.° B.°, ’Vílzz. Cuestionario PARA EL GRADO DE DOCTOR MÉDICO Y CIRUJANO I¡). \üenceslao 7- Molina. «Inatomía Descriptiva— Tejido erectilen los órganos erectiles.. Física Jfíédica é Higiene. Profiláxis del cólera. Química JJIédica Indoxil—Sulfato sódico de la orina, su trasforma- ción en indigo y su sig- nificación patológica. Historia .Va tur al .11 é- dica Coleópteros empleados en Medicina. «Inatomía General y Patológica Tejido cartilaginoso y Con- droma. Farmacia Causas de la fermentación del jarabe de polígala. Fisiología General y hu- mana . Centros de la médula oblon- gada. Patología General. . . Perturbaciones de la motili- dad (parálisis) Vacfxriología y Técnica .Microscópica .... Estreptococus en la fiebre puerperal. Nosografía Médica , . Fiebre tifoidea. Nosografía Quirúrgica Patogenia déi Tétano. Terapéutica y Materia Médica Yodoforrao. Oftalmología y Clínica oftalmológica . . . Conjuntivitis flictenular. Jtnatomía Topográñca y Medicina Opera- toria • Región perineal.—Métodos operatorios para la talla perineal. Obstetricia y enferme- dades puerperales. . Patogenia de la albuminuria gravídica. Medicina legal y Toxi- cología Envenenamiento por el cia- nurio de potasio. Clínica Quirúrgica. . . (Hospt. 2 de Mayo) Trau- matismos de la Laringe. Id. Id. . . . (Hospt. de Sta. Ana) Raspa- do en las enfermedades de los huesos. Id. Médica (Hospt. 2 de Mayo) Hemo- globinuria. Id. Id (Hospt. de Sta. Ana) Reu- matismo articular agudo. Id. Obstetrical. . . Causas de las presentaciones pelvianas. Lima, á 27 de Octubre de 1896. EL SECRETARIO ¿m. J§, Vo Bo