NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE Bethesda, Maryland INSTRUCCIÓN FORMADA PARA MINISTRAR LA VACUNA, como único preservativo del contagio de las vi- ruelas, y en defecto de su fluido inocular con el pus de esta; del modo de conocer y distinguir las calidades de las naturales, y ei método de curarlas. IMPRESA DE ORDEN DEL EXMO. SEÑOR DON FÉLIX MARÍA CALLEJA, VÍREY, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DE ESTA N. E. á consulta de la Junta superior de Sanidad, y á costa de los fondos públicos, para repartirla por todo el distrito del vireynato á beneficio de la salubridad de los pueblos. MÉXICO: En la oficina de D. Mariano Ontiveros, año de 1814. r 3 Breve instrucción que sobre la vacuna, los dos profesores del establecimiento presentaron en 9 de Febrero de este ano al E-xmo. Ayunta- miento constitucional, protector de él, y se im- primió a costa de sus Propios y Arbitrios^ para que pueda adaptarse y operarse con fa- cilidad por los pueblos del distrito de esta Ca- pital, con arreglo al articulo 6 y ? del Regla- mento impreso que de orden de S. M. se man- dó observar en io de Octubre de 1810 para la propagación y perpetuidad de la vacuna. Mpoca en que se ha de tomar el fluido vacuno ^ara vacunar con éh |. i. -TI JLZsri el dia octavo y noveno se ha de tomar el fluido -.vacuno al tiempo que el grano esté rodeado de una areola viva de color de íosa, mas ó menos encendida, según el color del cutis, y bien formada en los muy blancos. Si se comenzase á formar costra en medio del grano, no sería la materia segura, porque entonces ha perdido ya su claridad y transparencia, que es como ua cristal, y se ha puesto amarillenta y en forma de pus. Se ha de comunicar de brazo á brazo: esto es, de un niño que tiene grano, á otro que se va á vacunar; jorque entonces no tiene el fluido tiempo para desme- 4 jorarse. Se ha de tomar este fluido de los granos que es- tán todavía intactos, o que no se ban abierto, ni con instrumento, ni por otra casualidad, algunas horas antes de la operación. Método para sacar el fluido vaamo del grano? y modo de hacer las picaduras. C5e pica ligeramente con la punta de una lanceta, en diferentes partes, el borde que forma el grano, procu- rando no profundizar, para evitar hacer sangre j pues si esta se mezclase con el fluido, lo desmejoraría. Al ins- tante se ven salir de las picaduras gotitas de una sero- cidad transparente, con el que se humedece la punta de la lanceta. La picadura para vacunar se debe hacer muy su- perficial, entre la epidermis y la piel: esto es, como se' hace quando se juega con una aguja, ó se prueba en el cutis si un instrumento corta : si se hiciese profunda, saldría sangre, y esta, ó echa fuera el fluido vacuno que se ha introducido, ó disminuye su actividad mezclándose con ella; esta es una de las razones porque no surten efecto todas las picaduras. Hecha la picadura así superficial, y levantada la epidermis, se debe dexar allí por un instante la lanceta,, y no sacarla hasta comprimir un poco con la yema del dedo la picadura, como para enjugar la lanceta. Aunque el instrumento más usuai para esta sen- cilla operación es la lancera, con todo, una agujita plana con una media caña en sus dos superficies es mas adap- table, y no ofrece á mas, repugnancia de parte del niño,. nj. de sus allegados, como la vista de aquella. 5 §• 3* Método para conservar el fluido vacuno, y enviarlo lejos. JL^e quatro maneras se conserva el fluido vacuno: en hilas, en lanceta, en costras secas, y en cristales ó vidri- tos planos. Ef que se pone en hilas tiene el gran inconveniente de que forma escamas, y no se conserva enteramente en ellas porque se absorve lo mas sutil, en cuyo caso no surte efecto. Recogido en lancetas, para conservarlo tom?.n orin ó moho, y esto lo desmejora totalmente, y le hace mu- dar de naturaleza. El uso de las costras no es un medio seguro, por- que era necesario que se hubiesen secado sin haberse roto el grano en ningún punto, y que las vexículas con- servasen dentro la consistencia del humor; pero es ca- sualidad acontezca esto en toda su integridad: por ti contrario, quedan solo las vexículas que contenían el íiuido, y de aquí es no surten el efecto. El mejor medie, y mas conveniente de conservarlo bien, y de enviarlo lejos, (pero, es necesario que no^pase de un mes, porque teniendo mas tiempo suele no surtir efecto) es ponerlo entre dos cristales, junta una super- ficie con otra, y cubrir con cera todo el rededor. Para usar el fluido vacuno conservado de esta suer- te, se deslíe con mojar el instrumento en agua fria^-y bien clara, y con él se frota la superficie del vidrito qite^ fué untada del fluido, hasta que adquiera una con istn- <¿1ü- ligeramente espesa, v se cargan ó mojan de él ias kn- 6 cetas con que se han de -hacer 1as picaduras. Una gota de agua echada en el vidrito para desleír el humor con la lanceta, .suele ser macha, y no surtir efecto., porque pierde la actividad. EFECTOS DE LA VACUNA. Vacuna verdadera. (jL*tn las partes vacunadas no se siente regularmente incomodidad alguna desde el primer dia al tercero. Desde el quarto al quinto se advierten un poco encarnadas las picaduras. Del quinto al séptimo .se ponen mucho mas encen- didas, y se forma un grano algo baxo ó hundido por e;í centro. Al cumplirse el dia séptimo se extiende el grano, y presenta un borde que contiene ya una materia clara y muy transparente : entonces se hunde mas el grano por el medio. En esta época se observa al rededor de cada grano un cerco de color encarnado, mas ó menos subido, que se llama areola. A este se sigue acia el fin del día octavo, ó á prin- cipios del noveno, una corta irritación al rededor de lo$ granos, porque entonces han tomado todo su incremen- to, y contienen el humor claro, ya en sazón para comu- nicarlo á otro. Desde el dia nueve al diez se va desvaneciendo la irritacioncita, que aun suele no acontecer en todos j pero quando la ha habido, con solo picar y desahogar el grano con la punta de la aguja para vacunar, ó co$ qualesquiera otra, cede: ó bien se le moj.i un pedacito de lienzo en leche, y se pone sobre la areola. Al fin del dia diez, y al once, se forma una costra amarillenta en medio de cada grano, y ya no sirve para vacunar r esta se ennegrece del doce al trece, y cae desde el veinte y cinco al treinta»- pocos dias antes o después. A veces, si las picaduras se hacen profundas, ó se ha rascado mucho el niño, se forma debas© de la costra ana escoiiacioncilla > pero esto es de muy peca-entidad. Falsa vacuna* JL/lamase falsa vacuna, la que no preserva tíe las vi- ruelas, y se conoce en las señales siguientes. Su curso es mas rápido, y mas anticipadas las seña- les, pues se comienzan á advertir d^sde el día siguiente, y á veces en el mismo dia de haberse vacunado, for- mándose en donde se hizo la picadura una pequeña hin- chazón, que se baxa y se extiende: desde entonces se presenta la areola» que es de un roxo-pálido. Antes del dia sexto ya aparece formado el grano, de figura irregu- lar al verdadero, pues en lugar de estar hundido y chato por el centro como éste» aquel se levanta en punta, y parece formado por una materia amarillenta, que al se- carse toma el aspecto de la goma, y nunca presenta aquel viso cristalino de la verdadera vacuna. Ni por la salida de estos granos de falsa vacuna se queda libre de padecer las viruelas, ni sirven para vacunar de ellos. Por tanto, á el que le saliese tal grano de fal¿a vacuna, cu- yos periodos no son regulares como los de la verdadera, se le volverá á repetir la vacunación, 8 OBSERVACIONES. MZjn la persona que se va á vacunar no se exige pre- caución alguna: un exceso de prudencia puede pedirla en algún caso, ó el de demorar el vacunarla: v. g., quando tenga alguna incomodidad, no sea que tomando esta incremento, sin relación con la vacuna, atribuyan á esta, que solo es bondad y preservativo, lo que no tiene conexión con aquella. El método de Jas picaduras es preferible á todos los demás. Aunque basta que salga un solo grano vacu- no para que la vacuna sea legítima y preserve de las vi- ruelas, se hacen desde tres hasta seis picaduras; pues .quantas mas sean, mas seguro es que alguna de ellas forme grano, y mas fluido vacuno se podrá extraer. En algunos es necesario repetir la vacunación mu- chas veces, hasta que se presente el grano vacuno, pues de lo contrario no quedan libres de las viruelas. No salen granos de vacuna sino en las partes en que se hacen las incisiones. No hay un solo exemplo de que la vacuna pueda comunicarse sino mediante la inserción del fluido va- cuno. A veces no se declara la vacuna hasta el dia seis, siete, ocho, y aun mas tarde; y se han visto picaduras en que comienza á hacer su efecto .mientras se van se- cando otras hechas al mismo tiempo. Mientras dura la vacuna, no es necesario dar ai vacunado medicamento alguno, ni sujetarlo á cierto ré- gimen, á no ser que le sobreviniese alguna novedad par- ticular independiente de la vacuna : basta precaverle de las causas de las enfermedades y de las indisposiciones, como en todo tiempo, para que goce salud. 9 Aunque la vacuna preserva de las viruelas, no pone al que la tiene á cubierto de otras enfermedades que le pueden atacar mientras tiene el grano; pero como no recibe nada de estas enfermedades, ni tiene influxo sobre ellas» las señales del mal que sobrevenga, pues que no tiene conexión ni relación con la vacuna, indicarán el régimen que se ha de seguir en su curación. Puede suceder que algunos días antes de la vacu- nación haya contraído alguno el contagio de las virue- las, y entonces como el fluido vacuno no está á tiempo de impedir los efectos del virus varioloso, siguen su cur- so regular las viruelas y la vacuna, sin confundirse una con otra, como se ha observado en Europa; y en esta se vio en la inoculación de las viruelas naturales por el año de 1797, en el que fué la epidemia, que á el que estaba ya contagiado del virus varioloso, no porque se le inoculase y le saliese grano en la parte, se libertaba del estrago de las viruelas. Por tanto conviene preca- verse antes de que llegue el fatal tiempo de la epidemia, en el que no puede conocerse si ya está infeccionado, y al estarlo, por mas que se inocule, no se exime de la gravedad y riesgo. No se puede usar del grano vacuno que le salga á el que esté con viruelas, por haber contraído este virus antes de vacunarse, y porque con dicho fluido se propa- ga la falsa vacuna, que no preserva de las viruelas. Conviene que un facultativo instruido sea el que señale y prefixe el tiempo favorable para vacunar, reco- nociendo el grano si está en disposición, así como si la vacuna es verdadera ó falsa; pero como en muchos pun- tos de este distrito puede carecerse de ellos, ha sido pre- ciso dar esta circunstanciada y exacta aunque breve ins- trucción, para que con presencia de ella, el sangrador, 2 ó algún.sugeto experto amante de la humanidad, pueda proceder con conocimiento, que lo verificará^ y no in- currirá en error, si no se aparta de lo que se expone con toda claridad: y si aun á pesar de lo expuesto, encon- trase, ó tuviese alguna duda, que parece no debe haber- la, les será de gran satisfacción á los profesores del esta- blecimiento el aclararla. ==. Iv^y ■ B ti; Mayo de 1814. == Dr. Serrano. 1ÉV * /\ Aviso que se dio al público en i? de Majo de 814 por la Junta municipal de Sanidad de ¡a Ciudad de Méjico. iTjai-fl Junta municipal de Sanidad ha tenido la complacen- cia de ver acudir en mayor número los habitantes de esta hermosa y popuíosa^iudad á los varios puntos en que se ha dispensado la v^eua^á solicitud de la misma Junta y del Exmó. Ayuntanjrfento constitucional por la candad de los señores cu/as-J^ comunidades religiosas vistas para el efecto. '^v Sabia la Junta que uno de los obstáculos que emba- é i razaban sus deseos y los del Ayuntamiento de que se vacu- nasen todos los individuos expuestos al contagio, es el te- mor de que Ja vacuna, ó porque se haya desviituado ó por el clima, no produzca en estos países su admirable efecto de preservar del terrible contagio de las viruelas. Bien veíamos que este temor era del tado infunda- do, porque teniendo nuestra vacuna todos los caracteres y señales de la legitima y encaz, no habí i racional motivo pa- ra desconfiar de su virtud? y la benignidad de nuestro cli- ma, que fué tan favorable á la inoculación, lo debia ser igualmente á la vacuuacion; pero deseábamos dar una prue- ba de bulto y á que nadie pueda resistirse, de que nuesna vacuna liberta del contagio de las viruelas. % Dispusimos Se inovü.asen con viruelas naturales seis niños que hubiesen sido antes vacunados, y que constase haberles prendido la vacuna. Nos los proporcionó la huma- nidad del señor regidor D. Francisco Manuel Sánchez de Tagle de los de la escuela patiiótica, de que es diputado, y el dia 7 del corriente fueron inoculados tn el lazareto de Ja calzada de Chapultepec los niños Francisco Ibarrola de 14 años de edad, Sostenes Sotomayor de 10, Anselmo Sánchez de 12, Mariano García de 9, Pedro Arteaga de 10 y iü- cardo Ocio de 9. 12 La operación se hizo á presencia de esta Junta y de los señores Marqués de Castañiza, Conde de Regla, Dr. D. Ignacio González, D Joaquín Prieto Bouilla, D. Mariano Díaz barbarena, y de ios facultativos D. José Joaquín de Pina, primer profesor del establecimiento para la perpetui- dad de la vacuna, D. Manuel Vasconcelos y D. Mariano Cardoso. La Junta ha cuidado de visitar á los inoculados, y ha visto por sus propios ojos que no les han prendido las viruelas naturales en los diez dias que van corridos desda el de la operación, ni les prenderán ya, pues la inoculación produce su efecto al quarto ó quinto dia. No es esta la única prueba que se ha hecho. El Sr. Dr. D. Luis Montaña, luego que se presentaron las viruelas naturales en esta Capital, inoculó á otros seis oiños vacu- nados: lo mismo hizo después con otros once D. Vicente Ferrer, y todos tuvieron el misino feliz éxito que los de la escuela patriótica. Habitantes de México, nada tenéis ya que desear en orden á pruebas de que la vacuna preserva en este pais de las viruelas. Oíd con desprecio, si es que todavía se vier- ten, los discursos contrarios á la vacunación, como oiríais al que á las doce del día os dixese que era de noche: y continuad apresurándoos á conducir vuestros hijos y pu- pilos á que se les ministre la vacuna, con lo que satisfaréis á las obligaciones que Dios os ha impuesto de que veáis por su conservación, y llenaréis los deseos de esta Junta y del Exmó. Ayuntamiento constitucional, que se desvelan por vuestra salud, y que os reencargau cuidéis de que se repi- ta la operación hasta que les salga el grano vacuno en aque- llos niños que no lo logran á la primera vez, pues solo ha- biendo tenido aquel grano quedan libres de ser atacados por las viruelas naturales. Méxieo «7 de Mayo de 1814.= El Mariscal ae Castilla Marqués ue Ciria. = José Igna~ cío Náxsray secretario. Instrucción de la Junta provincial, ó superior de Sanidad, par-a ministrar la vacuna, y en defecto de su fluido inocular á los niños para precaverlos del contagio de las viruelas, y el método de curarlos. JL/a Junta provincial, ó superior de Sanidad, instalada en esta Capital el día 18 del presente Mayo, por superior re- solución del Exmó. Sr. Virey de 24 de Abril próximo pa- sado, compuesta de los Señores D. Ramón Gutiérrez del Ma/o, Intendente y Gefe político, presidente por ocupa- ción del Exmó. Sr. Virey; vocales, ci Ü¡. D. Miguel Gu- ridi y Alcocer, Provisor y Vicario general de este Ar- zobispado, por el lllmó. Arzobispo, Regidor D. Juan Ig- nacio Vertiz, como individuo de la Dipi tacion provin- cial i estuviese establecida, Conde de la Coa a, Maestre- escuela de esta Santa Iglesia M-.tropo iuna Dr. D. Juan José Gamboa, en calidad de vecinos; del Dr, y Lie. D Antonio Serrano, Físico honorario de cámara de S. M., Director de la Escuela nacional de Cirugía, y Dr. D. Ra- fael Sagaz, ex catedrático de dicha Escuela, en la de fa- cultativos: con presencia del cap. ?. art. 11 de la Instruc- ción de 23 de junio del año pa a 1 >, para ocurrir á auxi- liar á las provincias en las enfern.edides conta iosas ó epi- démicas que puedan sobrevenirles, con arreglo a lo que igualmente y al mismo objeto se dirige el art. 3 del cap. 1, y el art. 22 del cap. 3 de dicha instrucción, por el que instruido el Exmó. Sr Virey de empezarse á experimentar la epidemia de viruelas, que tanto estrago ocasiona á los habirantes de este dilatado Reyno, lleno S. E. de ternura y compasión, y zelosa la Junta superior en el cumplimien- to de lo que le impone la Instrucción, no puede menos de dirigir esta sucinta exposición de las viruelas, no para los 4T profesores de medicina prácticos y doctos, sino es para los que ó no lo sean, ó á los que se destinan á curar, au« tcrizados de la necesidad, en una epidemia que tanto se propaga por todas partes. Espera esta Junta superior de Sanidad, de los pro* fesores hábiles y científicos, que no omitirán el exponer la malignidad que observaren, (en los distintos aspectos con que suelen presentarse las viruelas) métodos favorables que hayan experimentado, dándoles el aviso por el conducto de sus respectivas Juntas municipales, para que unánimes y con la mayor sinceridad y candor, pueda proceder esta Junta superior á un objeto que tanto interesa, qual es la vida de los hombres; pur tanto se limita por ahora á estas cortas instrucciones, para los que no sean profesores, como va dicho, reservando p»ra mas adelante exponer las que mutuamente le comuniquen los sabios, por los diferentes accidentes malignos y perniciosos que puedan acompañar á las viruelas, y que suelen resistirse á los auxilios mas eficaces. El exponer esta Junta superior de Sanidad todo lo observado en otras, no le parece conveniente en la actuali- dad, porque seria inuy difusa, y podría ofuscar y entorpe- cer aun el primer tratamiento de la viruela, sin complica- ción ni malignidad. Si en la epidemia inmediata pasada de viruelas del año de 1797 se socorrieron ppr la Junta principal de Ca- ridad de esta Capital, como ocho mil enfermos mas que en la anterior del año de 1779, y en esta murieron un duplo mas que en aquella, debe atribuirse el buen éxito de la de 1797, (á mas de las activas providencias que por la Junta se tomaron, y el distinto tratamiento curativo) á la inoculación de la viruela, que aunque no adaptada ge- neralmente por capricho y timidez, con todo se verificó una gran parte de lo principal de esta Capital, y aun en muchos pobres, gratificándolos para que se dex.isen inocu- lar: y si con la inoculación de la viruela, que en lo abso- luto no impide el peligro en todas sus partes, pero que es con relación al acometer la viruela natural, e! riesgo de uno á ciento, por dicha inoculación no causó tanto estrago la viruela; ¡no será gran dolor, que teniendo el maravilloso preservativo en la vacuna, se omita en algunos para que se apodere el enemigo desolador! El ser la vacuna eí pre- servativo de las viruelas, está autenticado por todos los impresos de la Europa y América, y la Junta municipal de esta Capital acaba de manifestarlo á este público, avi- sando por rotulones impresos, haber inoculado con la vi- ruela á niños vacunados, y no haberles producido las viruelas. Hay una gran diferencia entre la curación preser- vad va ó prophyláctica, y la paliativa: aquella es la qaie se dirige á destruir la causa predisponente de la enferme- dad para precaverla; y esta es la que modera los síntomas y accidentes urgentes de la enfermedad, sosegándola antes de destruir la causa próxima haciéndola tolerable, para conseguir la curación radical: la vacuna es la preservativa ó prophyláctica, la que en lo absoluto no causa el mas mí- nimo perjuicio y liberta de las viruelas; y la inoculación de las viruelas es la paliativa, la que aun quando no carece de peligro, pero con relación á la voracidad de acometer las viruelas, es preferible: de consiguiente está bien claro, que pudiendo impedirse la enfermedad con la preservativa ó prophyláctica, debe ser esta preferida. ¡Felices habitantes los de algunos puntos de este Reyno, que tienen el gran preservativo de las viruelas con la vacuna, la que á impulsos del amor paternal de nuestro Soberano y á costa de grandes estipendios hizo venir á estos dominios la expedición de la vacuna, para que se po- seyese en este el gran bien que disfrutaba la Europa 1 Por todas partes de este Reyno se extendió la vacuna por los individuos de la expedición, pero por desgracia no se con» serva en todas las poblaciones, á pesar de los grandes es- fuerzos, en bieqde la humanidad, del Superior Gobierno. El impedir los estragos de la epidemia de viruelas^ que ya se empieza á experimentar, es todo el objeto que i6 se propone, y se le impone a ía Junta superior de Sanidad; desearía esta auxiliar á todos los puntos de este dilatado Reyno con la vacuna, cuya inoculación es simplísima, como lo manifiesta la breve instrucción que poco ha dio al Ayun- tamiento constitucional, y se imprimió á costa de sus propios y arbitrios, para remitirla á todas las poblaciones de esta jurisdicción, uno de los vocales facultativos de esta Junta superior de Sanidad; pero no siendo generalmeate asequible el preservar con la vacuna, por muchos funda- mentos: á los muy distantes, recomienda en defecto de esta la inoculación de la viruela, caso de total imposibilidad de obtener la vacuna á tiempo como va dicho:-y para aquellos que ni la curación preservativi con la vacuna hayan te-- i;iio, ni la paliativa con la inoculación de la viruela por omisión, manifiesta esta Junta superior la siguiente ins- trucción, proponiéndose de esta sueite hacer la epidemia menos cruel. Por benignas que sean las viruelas, no por esto se han de abandonar sin consideración á la voracidad de sus deseos, pues aun quando algunos salgan bien, otros tienen resultas muy funestas por mal cuidados. Alterada la naturaleza con el virus virolento que recibió, por s-r una emermedad originada de un contagio particular, hace esfuerzos para desembarazarse de él y ex- pelerle por la piel, en aquel momento en que todo está dis- puesto : el esfuerzo de la naturaleza unas ocasiones es su- ficiente, otras demasiado impetuoso, y otras muy débil, baxo cuyos tres aspectos ó estados, debe dirigirse la cura» cion; y quaViuier imprudeute administración, bien sea de- bilitando con los refriterantes ó atemperantes, ó estimu- lando con los de esta clase, quando ro se' necesite, vuelve mortal la enfermedad, ó la hace mas cruel, ó que tenga residías muy perjudiciales. hiendo el acometimiento de las viruelas en este con- tinente epidémico, esto es, atacando á todos los que no las han tenido á un mismo tiempo, se experimenta con todo, que aun quando al principio sean benignas y acome- tan con lentitud, á medida que va apoderándose el vene- no de muchos, se malignan y hacen todo el estrago de una cruel epidemia; por estos mismos mes'es dio principio con lentitud la epidemia de viruelas del año de 1797, y á últimos de octubre $omó todo ej carácter maligno en los mas y con general acometimiento. Dividense las viruelas en discretas y confluentes; se diferencian aquellas de estas en que las primeras se presen * tan con pocos granos y pústulas (y son las que llama el pueblo locas) y porque cesa la calentura quando se com- pleta la jerupcionj y en las segundas los granos son en grande número, y van acompañados de calenturas altas que no cesan con ja facilidad que en las primeras; tanto de las unas como de las otras las hay simples, benignas y regulares,? y complicadas y malignas las que se conocen con los nombres oV disentéricas, cristalinas, verrugosas, algarrobosas, miliares, y acompañadas jde síntomas parti- culares al tiprjus ó calentura pútrida ckc. &c, cuyo cono- cimiento y tratamiento es solo peculiar de la inspección del profesor de medicina, y seria causar errores el expo- nerlos para los que no lp son, á los quales se uUrigen estas iustrucciones. Tres ó quatro dias antes que se manifieste la ca- lentura, se sienten los sugetos con abatimiento, pierden su natural viveza, sudan con facilidad, están inapetentes, se les desfigura la cara y decae ia vista; les entra alternativa- mente frió y calor, dolor de cabeza, conatos á vomitar 6 basca: sigúeseles á las pocas horas la calentura con sudor muy abundante algunas vpces; se remite la calentura al poco tiempo, esto es calma, pero vuelve por la tarde á to- map incremento: este primer periodo dura tres ó quatro dias, y ál fin de estos se manifiestan los granos, que em- piezan por Ja cara, manos, pecbo, y extremidades inferio- res: manifestada la erupcionvsi la viruela es benigna» cesa del todo la calentura; continúa traspirando y se aumen- tan ó toman incremento los granos en todo el cuerpo. Al manifestarse los granos, son unas manchas roxas pequeñas. i8 semejantes á las picaduras de las pulgas, con un t punto blanco elevado en el centro, cjüe se engruesa, aumentán- dose la rubicundez al rededor dé él: al dia 6 están en Su' mayor magnitud y llenos de materia, la que en seguida empieza á amarillear: á los 10 12 dias ó poco mas tarde, se secan los granos y caen en foima de escamas de color obscuro. La piel, á proporción del mayor número de gra- nos, se inflama, estira» ó hincha mas ó menos. En el es- tado de la supuración, quando son muchos los granos, vuelve á manifestarse la calentura, la que cesa, quando está formado el pus, y se disminuye la sed, calor, do- lor é inquietud. Quando la cara y cuello están muy in- flamados ó- hinchados, es quando hay el mayor peligro por la tensión de las partes inmediatas, que ocasionan delirio, opresión, letargo, &cv A mas de estos síntomas» hay muchos otros que se presentan baxo de diferentes aspectos y complicacio- nes, tanto en sus principios y estados» quanto en las de- clinaciones y terminaciones, lo que merece mucha aten- ción, y según lo que se experimente ú observe podrá discurrirse lo que pueda convenir; los síntomas mas co- munes son el dolor de garganta, no por granos que en ella salgan, sino por el grado de inflamación que se le comunica, gran salivación dimanada de la misma infla- mación, convulsiones ó alferecías en los niños, las que no son tan peligrosas antes de saliries los granos, como quando les sobrevienen ó al tiempo de efectuarse la su- puración, ó quando derepente desaparece ía erupción. Suele haber hemorragia nassal» ó lo que es lo mismo, fluxo de sangre de narices, el que moderado, á propor- ción de las fuerzas del sugeto, es Conducente, pues por él se minora el dolor de cabeza y modorra. Con quanta mas violencia acometan muchos sin» tomas al principio tanto mas abundantes serán las viruelas; y serán mas temibles quanto mas pronto se manifieste la erup- ción; y al contrario guardando una justa proporción,. El exceso de calor y frió no favorece la erup- ción de las viruelas, y sí le es perjudicial; una justa prudencia de estos dos estados hace la evacuación fa- vorable. Los vomitivos y purgantes, comunmente admi- nistrados en las viruelas, no son de menos circunspec- ción, cuya deliberación debe ser del prudente médico, para aquellos casos en que juzgue embarazados de ma- teriales nocivos el estómago é intestinos; la impruden- cia ó facilidad en el uso freqüente de estos evacuantes, ó bien el defecto de ellos, suele producir grandes alte- raciones, agravando los síntomas y\ haciendo mortal la enfermedad que era benigna: por tanto, en donde se ca- rezca del auxilio de médico, convendrá que inmediata- mente que se adviertan las señales dichas de acometer las yiruelas, que en tiempo de ellas muy .poco pueden con- fundirse con otra enfermedad, á (mas de. ponerlo .al ré- gimen dé alimentos que se expresará, se dará al pacien- te por mañana y tarde un baño de agua tibia en las piernas para derivar ó reveler la incomodidad de cabe- za, impidiendo, en ésta parte así. el maypr,número de.vi* rüelas y facilitando la erupción abundante en las partas inferiores. Las lavativas comunes contribuyen mucho para mitigar los conatos al vomito ó bascas, y caso de que aun administradas ellas existan éstas, deben auxiliarr se con una poca de agua templada, absteniéndose de otros estímulos para vomitorio, que solo son propios del jui- cio médico. Quando la calentura es fuerte, se dará por be- bida cornüh las tisanas ó infusiones de saúco ó de ceba- cía, "y tiángüispepetla; de la primera un puñado con dos onzas de miel y onza y media de vinagre, loque se'ecria en.quatro qúartillps de agua hirviendo, se me- nea todo en ía olla, después se tapa y estando fria se cuela: y "de la segunda y tercera, dos onzas de cebada cociéndola hasta que reviente en cinco quattiUos de agua; se cuela, ya mas de la dicha cantidad de miel y vi- tiágre'y uíi puñado de tiángüispepetla, se le aumenta una * 20 dracoía ú ochava de onza de sal nitro purificado, y en estando fria se vuelve á colar para beber con modera^ cion. No habiendo calentura se le puede dar la leche á los que no son muy robustos, si le sienta á su estó- mago y no tuviesen éste sucio, mediandola ó coa la in- fusión sola de saúco ó con agua clara. Quando la calentura es muy alta, el pulso duro, el dolor de cabeza fuerte, acompañado de los síntomas dichos, por la mucha inflamación y tensión de la cabe- za, conviene que se sangre con mucha moderación, mas vale hacer dos ó tres sangrías pequeñas, que una al prin- cipio muy larga; y con esta misma indicación ó idea se le auxiliará con el régimen atemperante dicho de tisana é infusión, sacándolo de la cama en los fuertes calores, sen- tándolo en paragé donde no le dé el ayre de frente, pero sí renovando el del aposento abriendo la puerta ó ventana algo distante, evitando exista mucha gente en la pieza y poniendo bateas, cazuelas, ó lebrillos con agua y vina- gre para humedecer en la estación seca y calorosa. En el estado de ía calentura, en que los vasos están muy llenos por la inflamación general, con gran tensión en el cutis, y quando conviene que el vientre esté libre, la salivación y orina abundantes, los narcóti- cos ú opiados con la idea de hacer dormir son muy per- niciosos por su acción grande estimulante. Si principiada la erupción se suspendiese ó retro- cediese repentinamente, deberá usarse de los remedios se» gun el estado del sugeto, esto es, si está débil adminis- trarle los estimulantes tónicos y sudoríficos internameíí* te y al exterior^ la quina es preferente, (en defecto de esta se usará el copalche que lo hay abundante en tier- ra adentro) á la que se le- echan los ácidos minerales, co- mo el sulfúrico duice, (espíritu de vitriolo dulce) desde medio escrúpulo ó doce gotas, á uno, ó veinte y quatro gotas en cada medio quat tillo de la tintura aquosa de quina: el uso de esta espirituosa será en poca cantidad respecto á las fuerzas débiles del enfermo, los excesos de 21 estos son muy perjudiciales; ía espinosilla y amapolas co- ma sudoríficos, sin omitir el estímulo á la piel, pues que por este emuntorio se ha de hacer la expulsión, y asi es necesario no abandonarla, aunque con mucha prudencia, en este caso. Si después de algunos dias de calma la supura- ción renueva la calentura, debe pensarse que no se ha hecho toda la expulsión del virus á la piel y es necesa- rio ayudar á la naturaleza para el buen éxito; al efecto conviene mantener el vientre libre con las lavativas, es- to es, en el estado de robustez darle de tres en tres ho- ras como un posillo de la tisana hecha con tres onzas de tamarindos en un quartillo de agua hirviendo y des- pués colado, y si con esto no se moviese el vientre sé aumentará á esta tisana, ó dos onzas del maná, ó bien dos dracmas de sen, que es una quarta de onza: y en caso de debilidad, la quina con los ácidos minerales, si* napismos y cáusticos ambulantes. Se harán gárgaras, sorbetorios ó geringatorios en la garganta y narices con agua y miel para suavizar y limpiarlas de la acritud y atenuar el humor que en ellas se segrega. Desde el principio de la erupción conviene fomen- tar los parpados con agua fria, para que como repecur- siva por el frió, evite el que salgan granos en este ór- gano tan esencial y necesario; puede ser mas eficaz echán- dole uno ó dos dientes de ajos mondados en un posillo del agua: este mismo efecto produce el vapor del ajo mascado. Quando las viruelas estén ya llenas del humor blanco y empiezen á amarillear convieae abrirlas cortán- doles las vexículas con las puntas de la tixera, limpian- do la supuración con una poca de agua tibia, no solo para evitar que el pus ó humor corroa el cutis forman- do hoyos, sino es que se impide el que pueda ocasionar absorción de él á ía masa general, y se quita igualmente la tensión é inflamación de las partes desahogándolas ó alioxandolas. 22 Quando empiezan á secarse las viruelas de la ca- ra aun quando no se presente vicio de.estómago, no está por demás purgar al enfermo, ó con dos onzas del maná y media de sal catártica disuelta en quatro on- zas de agua caliente, ó con dos dracmas, que es la quar- ta de onza, de sen, lo que se echa en infusión en me- dio quartillo de agua de malvas ó de saúco hirviendo, y después se cuela: á los seis dias de este purgante si hubiese vicio de estómago se le repetirá, y hasta des- pués de este tiempo no se le dará á comer carne, pues que desde el principio de la invasión deberá abstenerse de ella, no solo porque las fuerzas del estómago no es- tán en disposición de efectuar buenas digestiones, sino por la tendencia que tienen á la putrefacion, por lo que de- berá estar al régimen de atoles, caldos colados, ó frutas sub-ácidas cocidas, sopas de pan ó tortillas muy claras, y por bebida común en las viruelas benignas, discretas y confluentes, agua clara, y quando mas el suero, pero es necesario prudencia en el uso continuo de éste, porque 'en los débiles de estómago perjudicaría debilitándolos mas. Por ultimo se ha djcho, que entre la curación pre- servativa ó piophtlactica, que es Ja que se efectúa con la vacuna, preservándose por esta el acometimiento de las viruelas, y la paliativa que es solo la que modera los sín- tomas y accidentes de la enfermedad qual es la inocu- lación de las viruelas, hay una grande diferencia: aque- lla se practica en todo tiempo ó estación, en toda edad y en todos estados, y no hay resultas en lo absoluto; y para esta se necesita preparar al sugeto, elegir el tiempo, &c, para su feliz éxito, y siempre es algo incómoda con relación á la vacuna, per,o útilísima respecto al acorné-' timiení-o de la viiuela natural, por lo que quando la en- fermedad está muy próxima á atacar, como sucede en tiempo de. epidemia, no debe haber esperas, sino to- mar todas las precauciones que puedan hacerla mas be- nigna: per tanto, para aquellas poblaciones que pueda remkirseles la vacuua, se. acompañan las breves instruc- ciones impresas, y con presencia de ella qualquiera (sea quien se fuese) podrá vacunar y observar sus progresos sin cometer error: ;quan útil seria (si las desgraciadas actuales circunstancias de interceptación de los caminos no Jo impidiesen) el que se formase Una expedición de vacuna, para que,los profesores que.se destinasen recor- riesen rápidamente todo el reyno, administrando y dexan- do en todos los pueblos tan admirable preservativo! pe- ro, también podrían obtenerlo por cordillera si los Ayun- tamientos de cada uno mutuamente se socorriesen, esto es, del pueblo distante quatro leguas de esta capital pa- sase á adquirirla el otro de igual distancia de él, y así succesivamente en poco tiempo sin expedición ni algún gasto podrían propagarse en todo el reyno. Mas si por ¡as circunstancias enunciadas no se pudiese obtener en al- gunos pueblos este don particular de la providencia di- vina, para libertarlos de las viruelas será conducente no omitan á lo menos inocular.;con ellas; para esta opera- ción debe preceder el tenerlos uno ó dos dias á una dieta simple, vegetal y atemperante, para los no muy débiles, como de arroz, atoles de éste, de cebada, pan, fru- tas, naranjadas, limonadas, vinagradas, y en caso de usar la animal, que sean Jos caldos sin grasa, y medias Ie« ches, limpiándoles el estómago, si se advirtiese sucio, y practicando la inoculación de la viruela del mismo mo- do., que se prescribe para la vacuna, pues basta que se introduzca el pus con Ja aguja ó lanceta entre la epi« dermis para que haga su efecto; pero sí debe tomarse de la viruela ó grano que esté en su estado, esto es, bien blanco y que no empieze á amarillear: en quanto al ré- gimen posterior será el mismo ante dicho para la virue- la benigna, con la diferencia que en la inoculada habrá mas libertad, en quanto al recogimiento, pues pueden pa- searse en la calle, en los dias serenos, no muy frios ni húmedos, pero por lo tocante á los alimentos no debe haber excesos, Ei plan leido en la tarde del 21 del presente, se- 24 gunda sesión de la instalación de la Junta superior de Sanidad, en quanto á ia distribución de profesores, or- den que han de observar para inocular (que ha de ser el que deberán tener para la asistencia de la viruela, ca- so de que no se pueda precaver en todos) será muy á propósito se cumpla en todas las demás poblaciones de esta gubernacion, no solo para el pronto socorro sino es para evitar los gastos que pudieran ocasionarse sin él. Desearía esta Junta superior, produxese todo el sa- ludable efecto que se propone y á que se dirige su ins- talación por la salubridad general y á lo que tanto le im- pelen las altas repetidas provid¿nqas del sensibilísimo cq* razón del superior gefe que nos gobierna, por lo que no puede menos esta Junta en cumplimiento igualmente de su instituto, de anhelar por todos los medios posibles. sean sus providencias las mas acertadas, las que asi se- rán, si se le comunica con arreglo á la instrucción, lo que los profesores adviertan de particular, para el buen éxito de lo que tanto ipíeresa.que es la conservación del género humano. N0T4. Aun quando, como se ha dicho, la instrucción cij» ratjva solo se dirige para los que autorizados de la nece- sidad, socorran en aquellos pueblos que carecen de los ver- daderos profesores, é igualmente para los que en lo abso- luto, ni aun lps términos mas comunes pueden entender, y por lo tanto se ha acomodado la exposición á la mas in- teligible explicación; con todo advirtiendo que pudiera po- ner perplejo á alguno en su deliberación y modo de hacer el remedio, se manifestará los antedichos términos dé m- fusion, tintura, cocimiento y sinapismo ambulante. infusión ó la tintura, es quando así que el agua está caliente, (ó aun quando no lo esté pero retarda mas) sin que llegue á hervir se le echa ó el saúco, ó la quina ma- chacada ó molida en polvo grueso., se tapa y permanece 2S en sitio caliente por espacio de seis horas, hasta que pasa- das éstas y estando fría se cuela para el uso. El cocimiento es semejante á la infusión, con la di- ferencia de que se hace con evulieion, esto es, que ha de hervir el agua, habiéndole echado, antes de ponerla al fuego la cebada, y consumida la quarta ó tercia parte, se separa del fuego y se cuela. < Sinapismo es una cataplasma, (esto es una pasta de mediana consistencia) que se extiende sobre lienzo ó bada-» na, se aplica á las plantas de los pies, pantorriilas, muslos y brazos hasta que incomoden ó irriten la parte donde se apli- ca; el que se hace con quatro onzas de levadura muy agria, dos onzas de polvo de mostaza, media cabeza de ajos ma- chacados, un puñado de hojas de rábano, y con vinagre de ruda, ó en su defecto el común bien fuerte, se dará la consistencia de la dicha pasta. En los parages donde ni hay quien sepa echar cáusticos ni sus ingredientes, podrán servir estos sinapismos, por ío que van estimulantes, como siempre deben de ser. Se dicen ambulantes porque así que irritó ó esti- mula la- parte donde se aplica se levanta y vuelve á apli- carse en otra- No se señalan los medios capaces de désinficionar la atmósfera» porque son demasiado conocidos aun por los que no poseen conocimientos del arte de curar, y porque se está firmemente en la inteligencia, que la en- fermedad no es debida, tanto á la mezcla que de gases- eterogéneos ó deletéreos sufra el ayre, quanto á su tem- peratura é inconstancia, cuya graduación ó- arreglo ex» cede á los cooocimientos médicos del- dia. = México 28- de Mayo de 1814. = Dr. Serrano. — Dr. Raf¿ul Sagaz, Boek taken apart, folds reinforoed. Reseved on llnen oords vlth nev all- rag end paper signatures. Rebound in m / U,'■■ ■■ "'■■•>•' .->•'•.' ■:■ -•• ;-V ^£"'! 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