*'■ A^ 7 V < ijó-ry INFORME SOBRE LA SINTOMATOLOGIA DE LA FIEBRE AMARILLA DE LIMA. LEÍDO POR ELDr.D. J.M.MACEDO EN LA SOCIEDAD MEDICA EN SU SESIÓN DEL 13 DE MARZO. C/SdróJ >o, ,7* wjiaiiyw? / Si: ñores: La fiebre amarilla, que tan dolorosos recuerdos nos ha dejado esparciendo por todas partes el temor y el llanto, por el interés de la ciencia, por clamor á la vida de nues- tros semejantes y porque debemos llenar las obligaciones que nuestra sagrada misión nos exijo, ha querido impo- nernos, también, la tarea, harto difícil pero indispensable, de hacer de ella un estudio concienzudo. Comprendiendo nuestra Sociedad de Medicma, toda la importancia de es- ta materia, hace algunos meses se ocupaba de la discusión de una de las cuestiones mas espinosas, aunque rro mas útiles, de este proteo del cuadro nosológico. Convencida la Sociedad de que era necesario dar un jiro mas práctico á las investigaciones de todo lo relativo á este mal, en su sesión del 13 del pasado ha resuelto ocuparse de prefe- rencia de su sintomatológia, bien penetrada de que este estudio, basado en la observación de los hechos que han pa- do por nuestra vista, será mucho mas útil que la indaga- ción ya harto cansada de saber si esta enfermedad se ha propagado entre nosotros por contagio ó por infección, cuestión que, por otra parte, ha atravesado mas de 300 años, dejando en una invencible incertidumbre, á los que con juicio imparcial tratan de abordar el terreno de la verdad, por mucho que los partidarios de una ú otra opi- nión hayan pretendido resolverla definitivamente. Con tal designio, y á fin de tener á la vista los hechos sobre que debe rodar la discusión, la Sociedad ha creído convenien- te encargar á uno de sus miembros la comisión de informar acerca de este punto. nuestro respetable socio, el Dr. Bravo, por títulos que todos conocemos, y porque á mi entender mas que ningún otro posee los materiales necesarios para ventilar las cues- tiones que á cada paso nos ofrecerá esta enfermadad, era el socio que naturalmente estaba llamado á satisfacer con sobrada ventaja la determinación de la Sociedad: la con- sideración de su salud quebrantad* y el haber seguido yo las huellas de este distinguido compañero, os ha resuelto á honrarme con el desempeño de este trabajo. Al cumplir este encargo, con mas voluntad que suficiencia, voy, pues, á presentaros la descripción sintomatológica de la fiebre amarilla, tal como la he observado en el Lazareto y en mi práctica civil. Aunque esta enfermedad, en sus síntomas invasores, no ha ofrecido, en lo general, notables diferencias; en su curso ha presentado modificaciones tan profundas y de tan alta importancia práctica, que no se tendrá una idea ca- bal de ella, si no procurase presentaros una filiación tan exacta como pueda de las variadas faces do esta enferme- dad: por esto es que bajo la denominación de formas os describiré las que me han parecido mas bien marcadas. PRÓDROMOS. Aunque muchos médicos que han estudiado el tifus icte- rodes, aseveran que algunos enfermos atacados de esta fie- bre, presentan pródromos marcados, como laxitudes es- pontáneas, accesos de mal humor, ardor de la piel, dolores vagos en los miembros, vértigos, mal sabor de la boca, dis- gusto, sobre todo, para alimentos del reino animal; sin embargo, todos convienen en que el mayor número de en- fermos son repentinamente acometidos de esta fiebre en- medio de la salud mas completa. Esta invasión repentina ha sido el carácter dominante de nuestra fiebre. INVASIÓN. Entregados los individuos á sus ocupaciones habituales del dia,ó bien después de una noche tranquila, eran repenti ñámente atacados de un frió mas ó menos intenso, algunas veces tan lijero,que solo experimentaban la sensación de un resfrio, pero otras veces tan intenso, que les ocasionaba un temblor general del cuerpo, al punto de que lo comparasen los enfermos á una accesión de terciana: la duración de cste frió era muy variable, pero nunca he visto que se prolon- gue mas de doce horas: al frió succedia un calor febril, que cada vez se hacia mas intenso y la piel se presentaba seca y árida en los primeros dias, sin ser raro (pie estuviese ma- dorosa; en muy pocos casos el sudor se anunciaba des- de el principio. Desde la invasión del mal, y, lo que os mas común, desde que principiaba la reacción febril, se (jUc. 2 FIEBRE AMAR jaban los enfermos de un fuerte dolor de cabeza, cuyo asien to principal se localizaba en la frente, las regiones tempo- rales y las orbitarias; en algunos solía faltar en estas últi- mas regiones, mientras que en la primera era característi- co y constante. En el crecido número de enfermos que he asistido, no pasarán de cuatro casos en los que ha faltado la cefalea frontal; sufrían asi mismo dolores con tusivos mas ó menos intensos en la espalda, en la región lumbaí', en las articulaciones y extremidades. Estos dolores, por lo regular, aumentaban progresivamente en intensidad, ó eran mas fuertes en una región que en otra. Los mas constan- tes eran los de la espalda y la cintura; en algunos casos fueron de tal naturaleza, que embargaron los movimien- tos del enfermo. La duración de estos dolores fué muy va- riada: raras veces desaparecieron antes del tercer dia y en muchos casos se prolongaron hasta el quinto ó sexto. En la mayoría de casos, las conjuntivas aparecieron inyecta- das desde el principio, y en un período avanzado de la for- ma hemorrágica, he visto dos enfermos en quienes era tal esta inyección, que daba álos ojos un aspecto particular; parecían dos tomates muy encarnados. Los ojos general- mente se presentaban lagrimosos, brillantes y mas tarde 011 algunos casos tomaron la expresión de embriaguez (ojos de borracho), la cara estaba encendida, revelaba disgusto y en algunos agitación; el pulso se hacia febril y su reac- ción guardaba cierta relación con eltiempo que había du- rado el frió. En aquellos en que fué prolongado é intenso ol pulso se presentó frecuente de 100 á 130, las mas ve- ces desarrollado, aunque nunca tuvo la tensión, plenitud y dureza que en las inflamaciones francas. No pocas veces se vio que la reacción febril era muy moderada, y daba poco cuidado al médico. La lengua se presentó, por lo re- gular, cubierta de una capa blanco-sucia, ligeramente ama. rillenta y ligosa; los bordes limpios, pero algo enrojecidos Si esto era lo común, es necesario advertir que ningún ór- gano ofrecía mas variedad en su aspecto, ni tuvo menos expresión semeyológica que el estado de la lengua—en al- gunos se presentó limpia y húmeda, era natural, en otros, sobre esa capa sucia de que he hablado, se presentó un salpicado de puntitos mas o menos rojos del tamaño do cabezas de alfileres. Hubo enfermos en quienes la lengua ofreció un color particular, que puede compararse al del ladrillo, mientras en otros se encontró pálida y descolori- da, mal gusto en la boca, anoréxia, generalmente poca sed; la respiración, sin ser al principio fatigosa, era acole- rada; las nanceas se anunciaban desdo muy temprano y no tardaban en ser seguidas de vómitos, cuya naturaleza al principio variaba mucho, unas veces arrojaron flemas blan- cas, mezcladas con mucosidades; otras predominaron en principios biliosos amargos. La cantidad que arrojaron va- rió mucho; generalmente los vómitos eran exilados por las bebidas, por inocentes y sencillas que ellas fuesen, sien- do notable que arrojasen mayor cantidad que los líquidos que tomaban los enfermos y esto en el mayor número de ca- sos con mucha angustia y fatiga, razón porque muchos de ellos se resistían tenazmente á tomar las prescripciones de AjA DE LIMA. su médico. Sentían, los mas, dolor al epigastrio, principal- mente hacia la porción del cardias, y algunas vec s se ex- tendía este dolor al hipocondrio dereclr. Fué muy raro que el resto del vientre estuviese doloroso; la compresión de la mano les ocasionaba un disgusto muy grande, pro- duciéndoles las mas veces gesticulaciones en la cara que expresaban el sufrimiento del enfermo. La constipación de vientre era muy común, la orina al principio no ofrecía nada de notable. La falta de sueño en esta enferme- dad era característica:—los enfermos fatigados é in- quietos con el pervigilio cambiaban constantemente de posición. Muchos creían conciliar el sueño cerrando los párpados, pero nada hubo que pudiera proporcionarles este descanso tan deseado por los pacientes. Tales son los síntomas que pueden referirse al primer período de esta enfermedad. Este estado dura de 25 á 48 horas, y según la tendencia ó forma que debe tomar el mal, se modifican los síntomas, ya desapareciendo gradualmente, ya agra- vándose unos ó ya apareciendo otros mas ó menos omino- sos. Aunque lo común sea ver este conjunto de síntomas en lo que se ha llamado primer período de esta enfermedad, no es raro ver faltar muchos de ellos, reduciéndose enton- ces á calosfríos, dolores al cuerpo, cefalea frontal, fiebre mas ó menos intensa y pervigilio. Cuando felizmente la tendencia del mal es favorable, todos los síntomas empie- zan á ceder: de ajilados que están los enfermos, experw mentan un reposo satisfactorio, la fisonomía recobra su tranquilidad, las conjuntivas se hacen menos encarnadas, la respiración es mas libre, los vómitos ó desaparecen súbi- tamente ó se hacen menos frecuentes, el pulso pierde su frecuencia; al calor de la piel signe un mador general del cuerpo, en muchos viene un sudor copioso, indicio de una pronta mejoría, cuando está acompañado de la remisión de los otros síntomas, pues he visto casos de un éxito fatal y violento en que un sudor abundantísimo,hasta empapar las coberturas, se anunció desde el principio de la enfermedad. La cefalea y los dolores al cuerpo mortifican menos álosen- fernios, estos duermen á ratos prolongados, siendo para mi este un indicio el mas seguro de mejoría. Asi entran gra- dualmente en una verdadera convalescencia,siendo notable que por benigna que sea la forma de la enfermedad, el aba- timiento y la postración de fuerzas de (pie se quejan los enfermos dura muchos dias, y algunas veces no recobran su energía habitual por mucho tiempo. Muchas voces se nota un cambio favorable tan sorprendente que todo el cua- dro alarmante con que se anuncia la enfermedad, y que in- duciría á un médico poco acostumbrado á ver lo incidióse de esto mal, á pensar de que se trataba de un caso muy gra- ve,cosa mediante un sudor copioso untes de 4S horas. Otras veces comienza el mal con algunos pocos síntomas de los ^ídicados, que á la verdad no dan mucho cuidado, para tomar mas tarde un carácter grave y mortal. Yo no he vis- to una enfermedad en que se presente mas incoherencia, e ntre su expresión sintomatológica y su éxito. Cuando este mal no pasa, del primer periodo y termina en 18 ó 12 horas, sea que se presente coa todo vi > SIXTO MATO conjunto de síntomas al parecer graves ó solo con algu- nos de ellos, hemos convenido generalmente en llamarlo: la forma benigna de nuestra fiebre amarilla—Pero si des- graciadamente el mal progresa, su curso y la espresion sintomatológica se modifican de un modo muy notable dando lugar á las variadas formas que os voy á describir. SEGUNDO PERIODO. Forma- congestiva—En esta forma, que es la mas vio- leuta y mortal de la fiebre amarilla, los cambios se succe- den con asombrosa rapidez: la reacción febril persiste, unas veces con un pulso frecuente, desarrollado, pero que no tiene la dureza y plenitud flegmásicas, notándose cuan- do hay costumbre cierta vaciedad en la arteria; otras ve- ces el pulso es frecuente pequeño y concentrado; el pervi- jilio es muy tenaz en esta forma, acompañado siempre de un desasosiego del cuerpoy ardor en los ojosda inyección de las conjuntivas se hace mas pronunciada; las mas ve- ces las pupilas están dilatadas y les molesta generalmente la impresión de la luz artificial—la respiración se hace anhelosa, el dolor epigástrico en algunos es tan vehemente que no pueden soportar la presión de la mano por mode- rada que sea. .Por lo regular del 3.° al 4.° dia se nota un color amarillento en las escleróticas, que cada vez se hace mas intenso, y cuando aparece en el fondo de la inyec- ekr: ocular da á los ojos una espresion muy característica. La piel no tarda en manifestar la misma coloración: el pe- cho, cuello y cara, son los parajes donde es mas pronun- ciada esta coloración; algunas veces,aunque muy raras apa- rece la ictericia en esta forma antes de las 24 horas, in- dicio casi seguro de que el caso será mortal, aunque en otros esta coloración no se presenta sino horas antes ó después de la muerte—En esta forma se nota en algunos enfermos el delirio desde muy al principio del mal, las mas veces tranquilo, y solo recuerdo haber visto á uno con delirio furioso—en otros no hay delirio, pero se nota desde la invasión un entorpecimiento muy marcado del cerebro. Los enfermos están como en el segundo grado do embriaguez; contestan con mucho trabajo á las pre- guntas que se les dirige, y las palabras son cansadas y como vertidas entre saeños—en cuatro casos, personas no- tables en quienes comenzó el mal con este síntoma murie- ron antes del 5.° dia. La orina empieza á escasear po- co á poco, sin cambio notable en sus cualidades visibles, y es muy común que se suprima totalmente, á medida que se agravan los demás síntomas, lo que generalmente su- cede del tercero al quinto dia—Parece que los ríñones, faltos de la influencia vital, no llenan ya sus funciones fisiológicas. Este síntoma es de un pronóstico de alto peso. Si no ha tenido vómitos el enfermo no tarda en presentarlos. En las formas violentas, del segundo al ter- cero dia aparecen los vómitos negros; En aquellos que desde el principio han empezado á vomitar flemas blan- cas ó materiales biliosos, los vómitos persisten con mucha rebeldía y por lo general el cuarto dia empiezan estos á cambiar de naturaleza, Los primeros salen teñidos deli- beras estrias negras á manera de pequeños filamentos, OGIA DE LA____________* _ que sobrenadan ó están mezclados con el líquido arrojado; en algunos toman el aspecto del agua sucia mezclada con pequeños granos filamentosos mas ó menos abundantes y de mayor ó menor estension, muy semejantes á las telas de araña: no tardan estos vómitos en hacerse del todo negros, unas veces asemejándose al sedimento del café cargado, otras á una disolución espesa de brea, ú ollin di- suelto, cuando los enfermos vomitan en la cama, las sa- banas ó coberturas quedan teñidas de oscuro y presentan á trechos ya estrias ó filamentos negruzcosja grumos fila- mentosos mas ó menos irregulares; otras veces queda una materia homogénea, espesa y negra. La cantidad que arrojan es muy variable; cuando son líquidos y suel- tos y tienen el aspecto de agua sucia, he visto que los vó- mitos son siempre mas abundantes y repetidos,al punto de llenar en pocas horas una vacija, no así cuando el vó- mito es negro y espeso; entonces es mas raro y en menos cantidad. Son gruides las angustias con que vomitan los enfermos y el ruido particular que producen se oye á larga distancia, al mismo tiempo se anuncian deposicio- nes mas ó menos oscuras. Por esta vía no se presenta la variedad de coloración que he hecho notar en los vómitos; del oscuro café al negro intenso ofrece pocos matices; pe- ro cuando la materia melánica se precipita por el recto son mas abundantes y repetidas: las evacuaciones se ha- cen sin dolor ni gran molestia de los enfermos. TERCER PERIODO. En este periodo, que es de estrema gravedad, todos los sintomas llegan á su mayor grado de intensidad—La reacción febril continúa con la misma fuerza hasta los úl- timos momentos de la muerte, y si baja ol pulso es para hacerse pequeño, concentrado, filiforme y casi impercep- tible, la piel conserva su sequedad y calor urente; y cuan- do cae (el pulso) la temperatura disminuye, las estremida- des se ponen frías y aparece el sudor meloso de la muerte, el pervíjilio no les proporciona á los enfermos ni un ins- tante de reposo; entran en una ajitacion espantosa; la ca- ra toma una espresion de temor y de sobresalto.—La res- piración de acelerada que era al principio se hace lenta fatigosa, acompañada de profundas inspiraciones produciendo un ruido nasal muy característico que se oye á alguna distancia, las alas de la nariz en la espulsion del aire se ensanchan y deprimen á la manera de un fuelle. La columna de aire arrojada por las ventanas de la nariz Ino- re la mano á veces á distancia de media vara y he visto apagar la luz de una vela—Los músculos ventrales to- man una parte muy activa en esta respiración; el vien- tre se eleva y deprime alternativamente—El pecho hí- fre las mismas modificaciones, tan fatales esto síntoma, que no he visto en los muchos casos que he observado escapar uno solo—Los vómitos y evacuaciones negras conti- 4 FIEBRE AMARILLA DE LIMA. núau con mas repetición y no es raro que 'se suspendan seis ú ocho horas antes de ia muerte—Algunos enfermos entran en un estado soporoso ó de coma profundo, mien- tras otros conservan su inteligencia despejada hasta los últimos momentos de su vida. Si el hipo se ha anunciado desde antes, se hace muv repetido y tenaz. En este pe- riodo se presenta en alamos enfermos un temblor general del cuerpo ó solo limita '-i á las estremidades—En solo dos casos he visto apaiecer, pocas horas "antes de morir, una oscilación violentísima é instantánea de los ojos. Cuando la ictericia se ha anunciado desde el principio, el aspecto de estos órganos en este periodo toma una espresion muy particular: sobre un fondo amarillo azafranado ó color de amancay se nota un rojo subido y todo el cuerpo toma un tinte amarillo muy pronunciado, al estremo de teñir en algunos casos la camisa y las telas de que hace uso el enfermo. La duración de esta forma de la (iebre,es la que sufre menos variaciones: del 5" al 6o dia es casi inevitable la muerte: es raro que ella tenga lugar an- tes del cuarto dia.Cuando se aproxima el éxito fatal,no en- cuentro palabras con que pintaros la ajitacion, la angus- tia y la desesperación en que entran los enfermos, y en tan lamentable estado, la muerte es el término inevitable de tantos sufrimientos. Al describirost^sta forma, la mas terrible y mortal de la fiebre amarilla, vivas tengo las im- presiones (|uc en mi produjeron tan dolofósos cuadros,que por la primera voz de mi vida, el deber de médico y mu- chas veces de amigo me obligaron á presenciar. No hay corazón por insensible que sea, que al recuerdo de tan ' sentidas escenas, no se conmueva de ternura, ni deje de sentir la necesidad de buscar los medios de combatir, con mas pro /echo de lo que se ha hecho hasta hoy, esta forma aterradora de la fiebre amarilla. Forma congestiva de reacción prolongada.—Bajo esta denominación, que no se si sea propia, os descirbriré en po- cas palabras otro modo de manifestarse de esta fiebre, que aunque no tan grave y frecuente como la anterior, no exije menos nuestra atención y estudio. La invasión de la enfermedad mas ó menos es la mis- ma, y ya os he hecho notar que en la forma oonjestiva que acabo de describir, los síntomas graves y característicos de esta fiebre, tales como la ictericia, las alteraciones de la respiración, la sensibilidad estremada del epigastrio, las cámaras negras, disminución y supresión de la orina, aparecen por lo regular del tercero al cuarto dia y que la muerte tiene lugar del quinto al sexto á lo mas: no suce- de así en esta forma. lia reacción febril intensa es el ca- rácter mas constante: el pulso desde el principio del mal se conserva desarrollado y frecuente: ol pervijilio, como en la forma anterior, es tenaz; las noches son muy inquie- tas y ajitadas. Si hay vómitos no son tan frecuentes, ni tienen lugar con la angustia y mortificación que en la for- ma anterior*, el dolor del epigastrio es moderado. Con es- tos pocos síntomas, pero sin (pie la reacción febril ceda á niuouna medicación, llegan los enfermos al octavo, nove- no y muchas veces al décimo dia; entonces como por es- plosion aparecen en el momento menos pensado los síuto- mas mortales de esta fiebre. El pervijilio es reemplazado por una tendencia invencible al sueño, sopor ó un estado verdaderamente comatoso: vómito? y evacuaciones negras abundantes aparecen entonces; la orina, qué desde los pri- meros días escasea, se suprime totalmente;'la respiración se hace anhelosa; y en la muerte, que después de la apa. riciou de estos síntomas no pasa de 24 horas, presentan los enfermos, poco mas órnenos el cuadro de la forma conges- tiva aguda. La duración de esta forma no tiene días fijos, como la anterior; pero de un modo general puede com- prenderse entre el noveno y el duodécimo dia. Forma htmorrágica. Ya he dicho que en el primer pe- riodo, invasión de la fiebre amarilla, no se observan sínto- mas diferenciales, que pudieran darnos á conocer desde el principio la forma que tomará la enfermedad, y aunque la manifestación de uno que otro síntoma, la consideración de la raza, edad, aclimatación y constitución del enfermo, puede hacernos sospechar que se trata de una forma mas bien que de otra, esto no pasa de meras probabilidades y para conocerlas, es necesario que las modificaciones sin- tomatológícas se demarquen bien, lo que no pnode conse- guirse antes del segundo ó tercero dia. Asi, en la forma hemorrágica, del cuarto al quinto dia caen los enfermos en un abatimiento notable; el pulso se hace lento y depresi- ble, la temperatura de la piel es mas baja que de ordinario, las epistásis se anuncian muchas veces desde el tercero al cuarto dia y son rebeldes al uso de los astringentes; la sangre que pierden, por lo general, es muy considerable: la lengua generalmente se pone roja en los bordes, engro, sada y en muchos como redondeada; las encías empiezan á hincharse; se presentan esponjosas y poco á poco pierden su forma y demarcación ordinaria, para hacerse irre- gulares y muy desiguales; sus bordes aparecen en- carnados; por lo general el inferior primero que el su- perior y no tardan en trasudar una sangre fluida mas ó monos negra; la lengua entonces se barniza de una capa morena sanguinolenta; los dientes presentan en sus comisuras pequeños coágulos de sangre; hay po- ca sed, anoroxia y la respiración es lenta, acompaña- da algunas veces do profundos suspiros: hay naúceas y vómitos, al principio de flemas abundantes, y cuan- do aparecen negros, ofrecen las mismas variaciones que en la forma congestiva, es decir, que son, ó como agua sucia, flemas con grumos parecidos á las telas de. araña, ó negros como el sedimento de café ú ollin des- leído; las evacuaciones negras, abundantes, son mas comunes en esta forma; si hay dolor epigástrico, no es tan esquisito como en la forma congestiva. La ori- na generalmente se conserva abundante y va toman- do en el curso de la enfermedad, un color oscuro cada vez mas intenso, asemejándose unas veces á la infusión de té negro, al vino oporto ó al café cargado; otras, su- friendo succesívamente estas transformaciones: tiñe de amarillo las vacijas en que se deposita. A medida que avanza el mal, las escleróticas y la piel empiezan SINTOMATOLOGIA DE LA á teñirse de amarillo cada vez mas subido: en esta for- ^ ma es muy frecuente la aparición de las manchas pe- tequiales, siendo los" sitios de predilección el pecho, •\ vientre y extremidades. Cuando es muy pronunciada la tendencia á las hemorragias, tiene lugar por todas las mucosas en uj* enfermo-he visto presentarse por las conjuntiva* y la uretra.' La inteligencia, en el ma- !"SÍ3*-¿—-• yór número de ení'ofmos, permanece "despejada, pero hay algunos que la tienen entorpecida y están como atolondrados. Si seles manda sacar la lengua, se que- dan con ella afuera, encontrando mucho embarazo para introducirla en la boca. En esto estado p ueden per- manecer por algún tiempo, generalmente de 1 á 14 dias, no siendo raro que se prolongue aun mas. Cuan- do los enfermos marchan á un término funesto, la pos- tración se hace cada voz mas notable, el pulso es muy lento,pequeño ven algunos imperceptible; la tempe- ratura del cuerpo disminuye, las hemorragias se hacen incontenibles; en muchos aparece el hipo; la respira- ción se vuelve dificultosa con profundos suspiros; caen los enfermos en sopor ó coma profundo: la ic- tericia se hace general y muy pronunciada; los en- fermos generalmente permanecen en la posición su- pina, en un completo abandono; muchos conservan su inteligencia despejada hasta algunas horas antes de la muerte. Recuerdo mucho el caso de una po- bre mujer, que fría y sin pulso, cuatro horas antes de morir, me hizo una relación tan circunstanciada de su mal, con tanta tranquilidad y con la voz tan ínte- gra, que, ájuzgar por cstorioridades nadie habría pen- sado que á esta desgraciada le restaban tan pocas horas de vida. Las estremídades se ponen frías, la piel pierde su elasticidad, sobrevienen sudores fríos y y melosos, estos enfermos mueren en un completo aba- timiento. En esta forma se observa una circunstan- cia que es muy importante no perderla de vista: mu- chas veces sucede que pasados los dos ó tres primeros dias de la invasión del mal, desaparece la fiebre con los demás síntomas que constituyen el primer periodo y quedan los enfermos en una aparente mejoría por uno dos, ó tres dias, al estremo, que algunos llegan á le- vantarse de la cama y á empezar á tomar alimentos pe- sados, creyéndose ya enteramente buenos: no pocas veces, algunos médicos poco esperimentados en esta remisión engañosa, autorizan las exigencias de sus en- fermos y se despiden creyendo haber completado la curación. En este estado de aparente mejoría suelen pasar uno, dos ó mas dias, y en el momento menos pen- sado aparecen los síntomas graves de esta enfermedad; sobrevienen nuevamente calosfríos ó temblores del cuerpo, las hemorragias se anuncian por todas las mucosas, los enfermos entran en grande inquietud, el pulso es lento, pequeño y concentrado, la temperatura del cuerpo baja notablemente; algunos se ponen como un hielo y si en este estado aparecen las cámaras negras, casi es inevitable una muerte próxima: para evitar es- tas funestas consecuencias creo muy importante el pre- cepto práctico de no abandonar á log enfermos, en tanto que el restablecimiento de las fnerzas, el desarro- llo normal del pulso y el egercicio fisiológico de; todas las funciones, nos deja, una plena seguridadfde uua cura cion verdadera. Eoil otra parte, enande s^pre^H latie^- bída atención ál examen minucioso de este periodo in- termedio ó engañoso, y cuando uno está aleccionado con la repetición de estos tristes resultados, no es difícil pre- sumir que esta mejoría es falaz. El pulso, á pe.-ar de la desaparición de los demás síntomas, siempre se presenta pequeño y débil, ó se hace muy lento y blando; el cuer- po no recobra su temperatura normal; la piel se halla ti- biona ó está fría en algunas regiones; algunas veces las encías aparecen ligeramente esponjosas aunque no tra- suden sangre, y hay una cierta languidez de fuerzas, (¡ue debe llamar mucho la atención del práctico. En tales ca- sos, yo uohé trepidado en someter ámis enfermos al uso de las preparaciones estimulantes con que hemos comba- tido esta forma de la fiebre, sin esperar la aparición de otros síntomas mas característicos}' que las mas veces so- brevienen cuando el mal no tiene remedio. Forma colérica—esta es muy rara y solo recuerdo ha- ber visto tres casos. La invasión del mal es repenti- na como en las otras formas. En las primeras veinte y cuatro horas presentan mas ó men os los mismos sín- tomas comunes á esta fiebre, frío inten so, cefalea fron- tal, dolores en todo elcuerpo, reacción intonsa,insom- nio: pasado este tiempo los síntomas >e modifican no- tablemente, aparecen diarreas, al principio escremon- ticias y moderadas, mas tarde se hacen abundantes y toman el aspecto de la agua de arroz. La reacción franca se convierte en una irregularidad del pulso, ya en su frecuencia, ya en su consistencia y desarrollo. En uno de estos casos la irregularidad del pulso era tal, que en el trascurso de la noche, con intervalos que noexediande dos horas, el pulso estaba unas ve- ces á ochenta, otras á ciento y á veces á 130, observa- do por una persona inteligente; al mismo tiempo ,-e presenta mas ó menos desarrollado. La temperatura sigue esta misma irregularidad; aunque la infrigida- ción general es el estado común, hay momentos en que el calor aparece, hay bochornos de la cara; la respi- ración es anhelosa, pero hay ratos en que se encuentra tranquila: la inquietud es muy grande: los enfermos no pueden permanecer en una misma posición: se agitan sobremanera, y las estremídades las mueven irregularmente á uno y otro lado. La ospresiui déla cara, es la de un colérico: ojos escavados, facciones deprimidas, la voz apagada. Los vómitos no son muy abundantes, ni están en relación con el número y can^ tidad de las deposiciones: hay delirio, á ratos, espe- cialmente por la noche. Hay una irregularidad tal en la marcha déla enfermedad, queá no dominar en es- ta forma la algidez, las diarreas abundantes v la cara verdaderamente colérica, se podría mas propiamente 6 FIEBRE AMARILLA DE LIMA. designarla con la denominación deforma ataxica. La duración es de cinco á ocho dias, y apesar de tan alar- mantes síntomas, én los tres casos que he visto se ob- tuvo la curación. Variedades de esta forina—Dos enfermos he visto de una marcha y sintomatológia tan especial, que únicamen- te en atención al frío marmóreo que presentaron, los con- sidero como una variedad de la forma colérica. Después de los tres primeros dias en que ofrecieron todos los sínto- mas de la fiebre amarilla, no presentaron estos enfermos, para los que fui llamado en consulta, otras altera2Íones que un abatimiento profundo de fuerzas, que los obligaba de un modo invencible á mantenerse en la posición supi- na ; frió marmóreo de la piel, con algunos sudores frios parciales, pulso lento á 38 ó 40, pero no deprimido, res- piración lenta, y á veces con inspiraciones profundas, ori- na escasa y algo descolorida; sueño tranquilo, pero solo á cortos intervalos; vientre constipado que era necesario re- currir álavativas purgantes para moverlo: de este estado no pudieron salir á pesar de los estimulantes mas enér- gicos y repetidos, hasta que por medio de un régimen tóni- co-analéptico, recobraron ambos su restablecimiento «ra- duahnente. F-irmn lenta-nerviosa—En la necesidad de dar un nom- bre al aspecto panicular que en muchos casos he visto to- mar á esta fie'¡re, ya en atención á los síntomas como al curso que sigue, os describiré bajo esta denominación, que si bien no es la que m?jor le conviene, esto no impedirá el que conozcamos una nueva faz de que se reviste la fie- bre amarilla. En esta, como en las anteriores formas, ya he dicho que el principio del mal ofrece pocas diferen- cias; todas mas ó menos comienzan de un motlo, pero esta se distingue de las anteriores en que pasados los dos, tres ó cuatro primeros dias, en que generalmente desaparecen la cefalea frontal, los dolores al cuerpo, y demás síntomas (pie constituyen el primer periodo de esta fiebre, los enfer- mos no ofrecen otra cosa de notable que un estado febril, caracterizado por un pulso frecuente, medianamente de- sarrollado; calor urente y sequedad déla piel; algunas nanceas y de vez en,cuando vómitos nada sospechosos: duermen á ratos, aunque siempre con sueño interrumpido; las demás funciones nada ofrecen de notable: el elemento febril os el único síntoma dominante. A la vista de tan moderados síntomas, no encuentra ol médico indicación urgente (pie Henar. Sin los antecedentes del modo como principió ol mal se creería que se trataba de una liebre esencial. Asi he visto en personas débiles y de tempera- mento lint" ttico y muy particularmente en chinos, pasar diez, catorce y mas dias, sin otra cosa que el elemento fe- bril que no se modifica por ninguu medicamento: en este estado, temblores ligeros, parciales, bien en las estremí- dades, cu algunos músculos de la cara, ó lo que es mas co- mún, salto de tendones al tomar el pulso, son los primeros sintonías que indican un éxito funesto.! Mas tarde, ó al mismo tiempo, los enfermos empiezan á entrar en inquie- tud y desasosiego. Si antes podían dormir á ratos, enton- tes el pervijilio es rebelde, aparecen ó se hacen frecuentes los vómitos; no siempre llegan á vomitar negro, sin dismi- nuir por esto la gravedad del caso; la orina empieza á escacear ó se suprime totalmente, la ictericia que antes de este cuadro era poco notable, se hace mas perceptible; la demacración del cuerpo en este estado es muy notable; al- gunas veces sobreviene delirio; hay hipo y generalmente mueren los enfermos en medio de un' temblor general ó de verdaderas convulsiones. Esta esa mi entender, después de la forma congestiva, una de las formas mas graves y mortales de esta fiebre. A pesar de que he visto dos casos de fiebre amarilla cró- nica que duraron hasta el cuarto setenario, me absten- dré' de describirlos por que no tengo los datos suficientes para ello. Os he descrito la Sintomatológia de la fiebre amarilla que ha reinado entre nosotros, en todas aquellas formas que me han parecido mas bien caracterizadas; y sin entrar en un examen analítico de lo que arrojan estos hechos que dejoá la penetración y recto juicio de la Sociedad, me li- mitaré á presentaros mis conclusiones, para que, mediante el caudal de hechos que cada uno de los miembros do nues- tra Sociedad ha podido recoger en el tiempo que observa- mos esta mortífera enfermedad, se discutan, se rectifiquen, ó valorizen. CONCLUSIONES. Ia Que en la invasión de la fiebre amarilla la cefalea frontal, los dolores contusivos del cuerpo, la inquietud ó desasosiego, el insomnio y la aparición repentina, son los síntomas mas constantes. «2a Que por la invasión de la fiebre amarilla que ha reinado entre nosotros, no se puede determinar an- tes del segundo al cuarto dia la forma que tornará esta enfermedad. 3a Que por la intensidad ó moderación de lo> sín- tomas que ofrece al principio < sla enfermedad, no puedo juzgarse do un modo seguro, si ella será benig- na, gravo ó mortal, pues un aparato alarmante desapa- rece muchas veces antes del tercer dia y otro de po* ca consideración se hace grave y mortal. 4a Que pasados los dos ó tres primeros dias, la ín- dole del pulso, la aparición de síntomas mas ó monos graves y la marcha de la enfermedad, dan las mas ve- ces suficientes datos para conocerla forma del mal. Asi, en la congestiva, la reacción febril es intensa las mas voces hasta los últimos momentos de la vida. En la hemorrágica, ol pulso cae al tercero ó cuarto dia y se hace lento, pequeño y concentrado. Kn la colérica, la irregularidad del pulso es dominante: en la que he llamado lenta-nerviosa el pulso es frecuente y media- namente desarrollado. En cuanto á los otros síntoma>— el vómito negro aparece muy temprano en la congesti- va, tarde en la hemorrágica: no lo he visto en la co- lérica, y en la lenta nerviosa, no sobreviene ú si apa- rece es niuv cerca de la muerte. SINTOMATOLOGIA DE LA 7 La ictericia en la congestiva, á veces- aparece antes -del tercer dia, y entonces es casi segura la muerte: en la hemorrágica, después del primer setenario y las mas veces es favorable; en la colérica no la he visto: en la len- ta-nerviosa se presenta después del segundo setenario. La orina en la congestiva es natural, pero desde muy temprano escacea ó se suprime; en la hemorrági- ca es muy abundante y cargada de bilis; y rara vez llega á disminuir; en la colérica tiene una irregulari- dad notable, ya os abundante, ya escacea; en la lenta nerviosa, no ofrece nada de notable hasta el tercer se- tenario en que disminuye ó se suprime. La respiración por lo general se hace muy anhelosa en la congestiva; en la hemorrágica, es lenta y con profundas inspiraciones; en la colérica, hay ratos de una dispnca sofocante y otros de una completa tranquí lidad: en la lenta-nerviosa, los desórdenes respiratorios sobrevienen en ol tercer setenario. El sueño—en la congestiva el pervigilio y el •desasosie- go son tenaces; en la hemorrágica suelen dormir á ra- tos los enfermos y muchas veces hay tendencias al so- l'or; en la colérica el sueño es con sobresalto y hay mo- mentos de una inquietud alarmante: en la lenta-ner- viosa, el perviligilio aparece cuando se agrava el en- fermo. No entraré en mas detallado examen. ;Vl Que la gravedad de las formas puede clasificarse en el orden siguiente.—La congestiva esencialmente mortal, al menos en el estado actual de nuestros recur- sos médicos—La lenta-nerviosa las mas veces mortal—La hemorrágica , grave, pero tomando á los enfermos en tiempo oportuno son curables el mayor número—La colérica, do aparato alarmante, pero no mortal. i';-1 Que si bien la naturaleza de la enfermedad no eámbia en las diferentes formas que la fiebre amarilla presenta, ellas .suponen una modificación mas ó menos profunda, ya de las fuerzas radicales de la vida, ya de las alteraciones orgánicas, donde la causa mórbida ha obra- do de preferencia. Ia Que la ausencia de la ictericia y de las cámaras de la enfermedad, es un indicio de la gravedad del caso. 10a Que la icterícia.cuando aparece antes del tercer dia es de un pronóstico fatal, asi como puede considerarse favorable cuando ella tiene lugar después del primer se- tenario, cuando viene acompañada de la remisión de los otros síntomas. 11* Que mientras los enfermos están inquietos y el pervigilio es rebelde, hay mucho que temer que de un momento á otro aparezcan el vómito negro y los demás síntomas graves de este mal; asi como es el indicio mas constante de mejoría, la aparición del sueño acompañado generalmente de la remisión de los otros síntomas. 12* Que la supresión de la orina en el mayor nú- mero de casos es de un éxito fatal, siendo muy pocos los enfermos que se logran presentando este síntoma, 13a Que la respiración gruesa,fatigosa,con ruido nasal y que he llamado ventral, es indicio do muerte segura, 14a (¿ue la oscilación de los ojosos de un pronóstico de próxima muerte. 15* Que en la remisión (picho llamado engañosay quees muy frecuente en la forma hemorrágica, no de- be esperarse todo el conjunto de síntomas que anun- cian el segundo periodo para emplear una medicación estimulante; siendo la lentitud del pulso, la disminu cion de la temperatura, el abandono de las fuerzas, y muchas veces cierto estado esponjoso de las en- cías, motivos suficientes para prevenir la fórmenla que sin e-^ta precaución suelo acaecer el momento menos pensado. 16a Que si hay algunos pocos síntomas pronósti- cos para asegurar la muerte del enfermo, no hay nin- guno para garantizar con plena confianza su comple* to restablecimiento. 17a Que vo no conozco una enfermedad mas incí diosa que la fiebre amarilla. Yo sé, Señores, que las conclusiones (pie o> he pre- sentado, sin ser deducidas de un crecido número do observaciones tomadas á la cabecera de los enfermos no tendrán toda la fuerza necesaria para obrar en vuestras convicciones; poro ellas son, sino la con.-»- cueucia de un sistema numérico, el resultado de la esperiencia y de la observación de un crecido número negras, tomadas como características de esta fiebre, no deben considerarse como tales, pues hay easo>en que ellas no aparecen durante la vida. S'1 Que cuando desdo la invasión del mal k» enfer- mos presentan un entorpecimiento cerebral, están como borrachos, con palabras cansadas, debo temerse mucho la j jK.rteuece á nuestra Sociedad. forma congestiva y por lo mismo un éxito fatal. 9-1 Que el delirio, cuando aparece desde el principio de enfermos, que en el Lazareto y en mi pradica ci- vil he tenido ocasión de asistir: os he presentado so, lo ol cimiento: el monumento que sobre él solevanta I'W M. MACEDO. TU'OUKAKIA NACIONAL 1)K M. N- COKl'ASCHO. PorJ.IIeii'-fJ'ir'l'-ll'"1"/"'- . Plazuela Vieja de San Juan de 1>¡<>¡s Num 10V>. $